El próximo Domingo 24 de Octubre se realizará el ciclo Ritmo y poesía con la presencia de Flor López, Vir del Mar, Claudia Massín y cerrará la cantora Paula Maffia. La invitación es a las 19:30hs en Studio Teather.
Ritmo y Poesía propone el entrecruzamiento del arte de la palabra por medio de la poesía y el canto. Además de difundir y visibilizar nuevas artistas locales y nacionales
A pocos días de su presentación hablamos con Paula Maffia sobre la pandemia, su vida como docente, su música y por supuesto su libro de poesía «verso».
¿Cómo viviste la pandemia y esté esperado regreso a los escenarios? Quienes te siguen sabemos saben que sos de andar en constante movimiento…
Paula Maffia: La pandemia me afecto en lo personal y colateralmente a mi vida de música, pero por sobre todo me tocó en muchos niveles íntimos. Me permití entregarme a todo el derrumbe que me proponía. Tuve que detener la producción, que es algo con lo que no solo me mantengo económicamente, es con lo que me identifico. Soy una persona que se considera en la medida que hace. Me permití que la pandemia sacudiera esa creencia.
Esto por supuesto altero mis nociones de espacio, tiempo y logros… Llevó a revolucionarme todo el mundo simbólico y afectar mis palabras, el lenguaje que elijo utilizar para las ideas que voy formando en mi mente. Fue un cimbronazo doloroso pero interesante.
A nivel musical la idea de retorno me pone feliz porque necesito mucho el contacto con el público. Soy una persona que le gusta tocar y siente placer de intercambiar con su público. Considero que la mejor manera de hacer música es en vivo. Me gusta compartir el ritual de subirme a un escenario y compartir con el público. No soy una persona que disfrute tanto de hacer música en el estudio. La necesidad de regresar fue muy grande pero también lo tomo con mucho cuidado. No quiero endulzarme con la idea que ya volvemos hasta que no estemos en condiciones como sociedad de pensar que dejamos efectivamente la pandemia atrás. No solo de covid sino de próximas enfermedades.
O.C: Muchos músicos tuvieron la necesidad y hasta encontraron placer volviendo a enseñar música. ¿Cómo fue tu caso?
P.M: Me arrojé de lleno a los brazos de la docencia que es un gran amor que tengo de hace muchísimos años. Es un lugar donde encontré mucho alivio para ese vínculo quebrado con el público. Me encontré teniendo un vínculo muy íntimo trabajando con personas cuestiones de crisis creativa. Un tema que me parece interesantísimo y no tan desarrollado. Fue un trabajo apasionante y conmovedor. Subsistí en varios sentidos gran parte de pandemia gracias a poder dar clases.
O.C. pensado la vuelta de los escenarios, los otros días en un grupo de músicos se debatía la necesidad de volver a cualquier costo… ¿Crees que la pandemia creo una grieta en ese sentido?
P.M: Hoy la enfermedad pareciera suficientemente sosegada como para poder hacer un espectáculo con los recaudos adecuados y que no sea peligroso. Yo entiendo que algunas personas por cuestiones personales elijan no exponerse a un show o a su público. Hoy creo que ya no hay miedo… Hablo desde la experiencia porteña porque lamentablemente no tuve muchas chances de viajar desde marzo. Mi experiencia está muy acotada y no la quiero expandir a otros lugares.
Creo que puede haber sido una grieta más grande como organizarnos para reclamar y volver a trabajar. También estuvo el auxilio que necesitaba el sector de la cultura independiente versus ciertos municipios que decidieron pensar una reapertura más exclusiva para las grandes bandas y grandes espacios, no priorizando los pequeños espacios de cultura que también son fundamentales y necesarios para la vida saludable y para la cultura en general. Los lugares pequeños son semilleros donde los y las artistas de todas las disciplinas nos entrenamos para una proyección más grande de nuestra carrera si lo quisiéramos.
O.C: Ese sector independiente del que me hablas pudo agruparse finalmente o todavía falta?
P.M: Me parece que a la música le falta muchísimas conciencia política para organizarse formalmente. Cada intento de organización ha sido atravesado por cuestiones partidistas o de verticalidad muy horrendas. Eso ha dirimido cualquier posibilidad de encuentro. Nos falta cierto afán de generar un movimiento grande como lo hizo la casta teatral destituyendo a Loperfido hace unos años. La gente del teatro tiene una facultad grande para lograr un objetivo común y llevarlo adelante. Lamentablemente hay una especie de triste fantasía del rockstar, de gente que es demasiado grande como para ser accesible. En la gente del teatro vas a ver a una persona muy reconocida al lado de alguien súper principiante luchando codo a codo
O.c: De a fuera parece que hay un trabajo en común, en grupo aunque es cierto que falta romper esa idea del rockstar. Igual creo que hay una nueva generación consciente que está dando un poco esa igualdad. Me refiero algunas referentes como vos, Lucy Patané, Marilina por nombrar algunas..
P.M: No sé si Lucy y yo pertenecemos a la nueva generación porque estamos pisando los 40. Si te puedo decir que algunos pibes y algunas pibas jóvenes se montan al poni y otros entienden que construir una carrera te toma toda la vida. No la construís en tus primeros cinco años de vida. Eso lo notamos en cuanto estrellita de instala de un día al otro y después estás leyendo en los titulares amarillistas “que fue de la vida del famoso o famosa…”. Me parece que solo se va a salvar el rock con una nueva idea de rock.
O.C: Cuando te ponía como nueva generación me refería porque muchas veces se nombra a Lucy, Marilina, a vos como las mujeres que lograron una ruptura hacía nuevas generaciones… Le abrieron la puerta a una nueva forma de ver el rock sobre todo en cuestiones de género, algo que antes no era tan visible…
P.M: Me parece que lo que vos llamas cuestiones de género es una cuestión que se está empezando a aprender interdisciplinariamente y a los coscorrones en todas las direcciones. No es algo exclusivamente de la música. Yo con Lucy tengo una afinidad de vida, la elijo para todos los proyectos y trabajamos un montón porque nos elegimos, nos gustamos como músicas, colegas y amigas. No puedo decir lo mismo de otras mujeres de mi edad que respeto y admiro un montón pero con las que no estoy construyendo algo codo a codo.
Por otro lado no puedo darle la espalada todo lo que aprendí de personajes increíbles de la autogestión como Patricia Pietrafesa, Rosario Blefari… Yo no me puedo arrojarme el mote de estar rompiendo algo, seguimos una línea que es muy antigua. La disidencia en la música y la mujer en la música no es algo que irrumpe ahora, es algo que ocurre desde que el primer ser humano cantó.
O.C. Hay una noción de rock como movimiento contracultural y filosófico. Hay gente que cree que esa idea está cayendo… particularmente creo que está pero hay que buscarla. Por otro lado no crees que el Trap- el hip hop toma esa idea de la contracultura?
P.M: No y tampoco obligaría al trap a tener que compararse con el rock. El rock viene del blues y ahí está narrando la historia de una contracultura. Después el rock se sucede en garage, en punk, postpunk y en un montón de géneros que van tratando de sostener la noción de contracultura porque el rock se termina aburguesando.
El trap es de un origen completamente urbano y creo que está súper cimentado en el discurso y en el beat. No tuvo la idea de contracultura que tuvo el rock cuando nació en los años 50 a partir de fenómenos como la emancipación de los adolescentes de oponerse a tener que luchar en una guerra, la incorporación de la cultura negra visibilizada por primera vez en la historia de la humanidad. El trap narra otras batallas y siempre tener que comparar un género nuevo con está momia que es el rock me parece que sale perdiendo toda la comparación. Al trap yo lo asociaría más a la historia del hip hop, el rap y otros géneros musicales. No todo es rock, hay mucho rockcentrismo.
O.C: Igual creo que a nivel global cierta idea contestaría lo está tomando la música urbana. Por lo menos en ciertas generaciones.
P.M: No sé hasta qué punto un género se puede arrogar el panfleto de ser contestario. Hay trap inteligente y de miércoles. Hay cosas muy brillantes y muy mediocres porque hay una industria metiendo el hocico de por medio.
O.C: El año pasado editaste tu primer libro de poesía llamado Verso. Me hizo acordar el premio Nobel que le dieron a Dylan y la controversia si lo que hacía era música o literatura… ¿hasta qué punto crees que se une la poesía y la música?
P.M: Tienen en común un soporte lirico, pero la literatura se emancipa de cualquier necesidad musical rítmica, melódica y armónica. La música en cambió requiere que ese texto sea cantado con una intención que responde a esa musicalidad. Igual no soy quien para plantear la diferencia entre dos disciplinas, de hecho me gusta el cruce. Me encanta que la gente pueda acceder a nobels de literatura. Me parece genial que se trasciendan las fronteras y se borren las nociones de género y disciplina. Amo el enchastre y lo interdisciplinar.
Volviendo a la pregunta, personalmente creo que la diferencia más grande es que la poesía la podes leer en tu mente con cualquier vocecita que se te ocurra. La canción demanda que uses una cierta voz, una cierta inflexión, una sensibilidad especifica.
O.C: Considero que verso es parte de una obra que continua con lo planteado en tus discos Polvo y ojos que ladran. De alguna forma tanto los discos como el libro forman una sola obra…
P.M: Concuerdo completamente porque no es que escribí una novela de ficción que se separa de mi obra. El libro es una apelación de obra. Cuando escribía los dos discos muchas esquirlas de mis textos, ideas y cosas que quería fijar se terminaron haciendo forma y otras quedaron afuera. El libro está compuesto por mucho material que quedo afuera de mis discos. Además cuando me impregno de una necesidad de bajar a palabras un deseo o una idea me lleno de palabras y formatos. Después hago una poda específica para la canción. La realidad es que me termina quedando una cantidad bestial de material, algunas toman formas de poemas y otros son pequeños aforismos y otras son sencillamente frases que no quedaron en una canción.
Sumado a eso, los dibujos que termino haciendo en el margen de una hoja, está incluido en verso. Contiene mucho del imaginario que contienen esos dos discos, que son en gran medida una visión del humano como un animal dentro de un bioma más grande y un punto de partida muy honesto de mi sexualidad.
O.C: Tanto tu música como el libro está presente el Erotismo pero no de una manera sexual como de la que se habla comúnmente…
P.M: si hay una canción que me hubiera gustado escribir es Lust For Life (lujuria por vivir) de Iggy Pop. Para mí el erotismo no es algo que se limita exclusivamente a nuestra genitalidad, de hecho siento que es una condena que empiece y termine en nuestra genitalidad. Me parece que el erotismo es súper infinito, es una manera de vincularnos con el deseo, la voracidad, con una necesidad de movimiento, de salir del lugar conocido y aventurarse a lo inexplorado e infinito.
O.C: Recuerdo no hace mucho en Facebook le preguntaban a un músico porque no sacaba un libro con las cosas que escribía en las redes… ¿En tu caso que fue lo que te llevo a esa necesidad?
P.M: Espero no ser aburrida con la respuesta, pero es la retribución económica. Yo gano dinero publicando un libro o editando música y me sirve para vivir. Gracias a eso sigo haciendo las cosas que hago.
Honestamente se pueden hacer fanzines, generar ingresos alternativos, pero la verdad que generar obra y ganar dinero para generar más obra me parece un sistema muy equilibrado donde no jorobo a nadie y hago lo que necesito de manera autónoma.
O.C: Es un poco romper con esa idea romántica de hago música por amor, sin importar el redito económico. En última instancia todos quieren vivir de lo que les gusta…
P.M: Me parece que hay una idea que generar ingreso es malo y que se opone al amor que debe ejercerse de manera gratuita. Yo te puedo decir que eso que llaman amor al arte, es trabajo no pago y eso incita a la precarización. Si yo contrato a alguien le tengo que dar dinero por su servicio prestado. El tiempo de otro vale dinero, salvo que sea un pacto íntimo de una amiga que te pide una ayuda. De otra manera hay que reconocer el trabajo ajeno, me parece ridículo ocultarlo con la frase amor al arte.
Ahora, si yo tengo que dejar de hacer la música que me gusta para ganar dinero y hacer una música que me parece horrible… ¿estoy haciéndole el amor a la música?
O.C: Yo diría que no. Me parece que hay un punto que es negociar hasta qué punto uno es capaz de vender su alma…
P.M: Claro, hay un equilibrio que no es todo o nada. Me parece un poco fatalista verlo en los términos donde ganar dinero con la música es básicamente venderse y que amar la música es no recibir un cobro por eso y trabajar en un call Center.
O.C: Sabemos que andas trabajando en un nuevo disco ¿Va ir por el lado de la trilogía compuesta por Ojos que ladran, polvo y el libro?
P.M: Sí, estoy trabajando en un nuevo disco. Yo quitaría el libro y la completaría con el disco que estoy haciendo. Quiero cerrar algo de lo que deje abierto en los discos anteriores. Si hable tanto de destruir, en el nuevo disco quiero hablar de construir que me parece que es el movimiento necesario y siguiente.
O.C. Para terminar… Vas a estar en el encuentro ritmo y poesía. ¿Veremos solo música o también vas a recitar algunos de las poesías de verso?
P.M: Me entusiasma el compartir con poetas que admiro mucho y que me toque cerrar la tarde. A mí lo que más me gusta son los encuentros interdisciplinarios. Personalmente la pienso pasar muy bien disfrutando de tremendas poetas y hacer lo propio para cerrar la noche bien arriba. También seguramente lea algo…
Foto de portada: Sebastián Freire