El jueves 23 de junio Nano Stern se presenta en Espacio 75, para presentar «Mil 500 Vueltas».
Hace algún tiempo en este sitio web hablamos largo y tendido sobre Nano Stern. Algunos lo conocieron por su participación en el ciclo Encuentro en el Estudio, otros ya han tenido la posibilidad de verlo en vivo en alguna de sus visitas a Córdoba. No hay dudas que cualquiera sea el caso, una nueva visita del cantautor chileno, es siempre una invitación a renovar el encuentro con su música y su performance en el escenario.
Stern se ha convertido en referente ineludible de la nueva música popular, no solamente de Chile, sino del continente. Integrante de una nueva camada de músicos chilenos que ponen a la música del país trasandino de nuevo en la primera plana continental, Nano vuelve a Córdoba, más precisamente al Espacio 75. Antes de ese show hablamos con él de su disco Mil 500 vueltas, de política, de Chile y el continente.
Otra Canción: ¿A qué se le puede atribuir la explosión actual de la música chilena en Latinoamérica?
Nano Stern: Es difícil hablar del bosque siendo un árbol dentro de él. Pero me parece que Chile está reviviendo, sacudiéndose finalmente el manto de letargo que lo ha tenido décadas en una suerte de hibernación cultural. Esto es algo que trasciende la música. Hay una generación que se está haciendo cargo de los espacios que han quedado vacíos de contenido. Tenemos una sociedad llena de fachadas huecas, de nostálgicas construcciones que han sido devoradas por las termitas del tiempo, la corrupción y la carencia de ideales, y hoy es tiempo de removerlas, sacudirlas y dejar que se derrumben para que puedan aparecer nuevas propuestas. En eso estamos, y mal que mal, somos un país que sabe de remezones.
O.C.: Parece que el continente se va «derechizando» a raíz de lo sucedido en Brasil y algún que otro resultado electoral, ¿Que tan importante son las canciones en este tipo de contexto?
N.S.: Las canciones habitan en un ámbito que no se puede arrebatar ni por medio de la fuerza ni de la falsa democracia. Las canciones son patrimonio de quienes las sienten. Son pájaros libres que cantan de libertad. Hoy, cuando nuestro continente entero se ve amenazado por la mano dura de los poderes de siempre, el canto resiste y se hace una sola voz.
«Hoy, cuando nuestro continente entero se ve amenazado por la mano dura de los poderes de siempre, el canto resiste y se hace una sola voz».
O.C.: Te conocí de la mano de la lucha estudiantil chilena, de la emergencia en el tablero politico de Camila Vallejo, en medio del derrumbe de Piñera, ¿Cómo está Chile hoy?
N.S.: A mi parecer, Chile vive hoy un periodo contradictorio, en el que se contraponen energías viejas y nuevas y ese choque genera movimiento. Estamos en medio de una crisis que algunos llaman «de confianza», pero que es en realidad una crisis del sistema despiadado que se instaló en el país primero durante la dictadura y luego durante la falsa transición hacia esto que hoy llaman democracia de los acuerdos. Hablar de Camila y de Piñera es mencionar tan sólo los personajes más caricaturescos de la contradictoria sociedad Chilena actual: por un lado, la joven dirigente estudiantil comunista vuelta diputada (en representación de su partido), y por otro el billonario inescrupuloso vuelto presidente. La verdad es mucho más compleja que esa dicotomía. La situación del Chile de hoy es un poco desoladora, por que se han extraviado los ideales en un mar de intereses ocultos, corrupción y poderes de facto.
O.C.: El año pasado estuviste por Córdoba, tocaste en un escenario artesanal en el Festival de Cantautores de Alta Gracia y otros lugares de las sierras y a sólo un par de semanas te convertías en revelación de ese monstruoso festival -en todo sentido de la frase- que es Viña del Mar, ¿Cómo se convive con este momento, que parece ser el momento de explosión?
N.S.: Cada vez que subo a un escenario me dispongo a dejarme llevar por las fuerzas que habitan en la música, sin importar si en el público hay 5 o 50 mil personas. Para mi, la explosión no tiene que ver con masividad, sino con intensidad. Y la intensidad nace de la intención con la que uno cargue sus acciones. En ese sentido, Alta Gracia y Viña del Mar no son finalmente cosas tan distintas como puede parecer desde fuera. Cada concierto es un ritual y cada ritual es un universo.
O.C.: ¿Qué visión tenes sobre el éxito?
N.S.: Me parece interesante que la palabra éxito provenga de la raíz griega ex, «hacia afuera». Siempre me he planteado la necesidad de complementar el «éxito» con el «ínsito», que es una palabra que me he inventado pero que se me hace imprescindible. Tal como los seres vivos, cuya respiración depende tanto de la exhalación como de la inhalación, creo que tenemos que ser conscientes dela necesidad de compensar el éxito con procesos de introspección y de nutrición. Eso a veces se me hace difícil por que vivimos inmersos en una sociedad del espectáculo que no da valor alguno al «insito» y que nos lleva constantemente a tener la necesidad de demostrarle al mundo cuan exitosos somos y eso, si no se equilibra conscientemente, es un camino sin retorno que lleva a un abismo al que no quiero caer.
O.C.: Me gustaría que me digas algunas palabras sobre dos artistas argentinos que te has estado cruzando seguido ultimamente: Pedro Aznar y Loli Molina.
N.S.: Pedro es para mi un referente. Un maestro a quien vengo escuchando desde que tengo memoria. Hoy por hoy se ha convertido además en un gran amigo con quien comparto no sólo el gusto por la música y la palabra, si no también una manera de ver el mundo que nos hace encontrarnos de manera muy orgánica en nuestras canciones. Hemos compartido bastante sobre el escenario últimamente, y para mi eso ha sido un constante aprendizaje. Se, además, que Pedro se ha llevado alguna de mis canciones de gira, incorporándolas a su repertorio, y no se pueden imaginar el honor que eso me hace sentir. Escuchar canciones de uno en voz de Pedro es una experiencia muy límite y muy hermosa!
Loli es un ente, medio que no se sabe de que planeta vino a visitarnos. La conocí porque una amiga en común nos puso en contacto y me dijo que tenía que conocerla. Entonces, confiando, fui y la conocí. Y cantamos toda una noche. Y hemos seguido cantando noches enteras cada vez que nos vemos. He aprendido mucho de ella. La admiro como músico y como ser. Y compartir la música con ella es como entrar en un paréntesis en el que el tiempo no pasa, en el que el espacio se detiene por un momento y todo es vibración quieta. ¡Espero que seamos grandes amigos hasta viejitos y hagamos mucha música juntos!
O.C.: Llegás a Córdoba con Mil 500 vueltas, ¿Cómo ha sido el recorrido del disco hasta aquí?
N.S.: Intenso y vertiginoso. Incluso antes de grabar una nota, este disco ya había sido una experiencia gratificante. El poder colaborar con gente tan grosa, el poder aprender de todos ellos, el poder descubrir con asombro como un puñado de canciones puede mover tanta energía… Es una cosa misteriosa y que no deja nunca de maravillarme. Aparte, el disco ha tenido una recepción increíble, fue disco de oro a las pocas semanas de lanzado y lleva un año como numero 1 en los sitios de descarga Chilenos. Eso, al margen del hype, me llena de alegría y gratitud porque significa que ese puñadito de canciones está haciéndose parte de la vida de mucha gente que yo ni conozco. Eso es muy fuerte, y muy impredecible.
O.C.: En la canción «Corta las cuerdas» decís: «Llevo un recuerdo amarrado / que no se quiere soltar / me va aprentando de apoco y no me deja respirar», ¿Cómo te llevas con la nostalgia?
N.S.: Diría que soy un bicho nostálgico por naturaleza. Creo que es algo muy presente también en la idiosincrasia Chilena. Basta con escuchar nuestra música. Pero intento ser un nostálgico desapegado. Intento cortar las cuerdas.
*La foto de portada de esta nota es de Ignacio Orrego