Sebastían Macchi y el Colectivo Baldío: Un Viaje Musical por los Espacios Marginales

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Sebastián Macchi y el Colectivo Baldío presentarán en Puerta 276 su último trabajo discográfico «Melodía Baldía». La cita es el domingo 5 de mayo a las 20:00hs.

Melodía Baldía fue forjado durante los años de pandemia como un sostén creativo. El disco reúne 9 canciones donde, en palabras del propio músico, «es un elogio de lo baldío, pero no solo como un espacio físico, sino también como decía un poeta amigo, de volvernos baldíos para dejar que la música se manifieste».

En medio de la gira, intercambiamos algunas palabras con el compositor, quien nos contó más a fondo sobre la gestación del disco.

O.C: Cuéntanos un poco sobre este nuevo proyecto junto al proyecto baldío que tiene un tinte más rockero o de jazz rock.

Sebastián Macchi:
 El colectivo baldío es un quinteto compuesto por Gonzalo Díaz en batería, Luciana Infrán en teclados, Marcelo Gastaldi en guitarra eléctrica e Ignacio Aguilar en bajo, y de mi parte tocando el piano, a veces el teclado, cantando y tocando la guitarra.
Tiene un tinte definidamente más eléctrico y que también la formación habilita a un sonido más de banda y de algún modo dándole a esa influencia que han tenido muy fuerte en algún momento de mi vida, la música del rock nacional, sobre todo de Spinetta, de Charly, Fito, ese rock nacional, y dándole lugar a esa sonoridad. Yo venía por ahí de otras experiencias, por ejemplo Luz de Agua, fue un grupo que estuvo ligado al paisaje del litoral pero con un abordaje muy camarístico, después el trío con el que hicimos el disco Luz de Agua tiene de algún modo un tinte un poco más de trío jazzístico, en este caso estamos investigando esas sonoridades, abriendo la paleta para esos lados, y las músicas, las canciones, sí ya por ahí tienen una energía un poco más extrovertida en algunos casos.

O.C: Cuéntanos cómo surge el disco y por qué el nombre

S.M: El disco Melodía Baldía surgió en la pandemia, en esos momentos en que todas las cosas se cerraban, era muy difícil tocar en vivo y fue una manera de sostenerse, de seguir alimentando eso tan lindo que nos permite la música, de co-crear, de cruzarse con otros músicos. Eso al no poder viajar era muy difícil y en el disco se pudo dar que de repente, un músico como Nicolás Ibarburo de Uruguay mande la guitarra eléctrica de un tema y estar varios días moldeando eso a distancia y así con un montón de gente.
Melodía Baldía hace referencia a esos lugares que son como márgenes, a veces en las ciudades donde las cosas se manifiestan de manera libre y no manipuladas, o no organizadas por el ser humano. Son lugares que en apariencia no tienen valor, pero sin embargo, en esos espacios suceden un montón de cosas que tienen que ver con la vida. Es entender que la cultura es un poco así, que hay un montón de culturas baldías, de lugares que para los medios, por ejemplo, no tienen ninguna importancia y que está haciendo un caldo de vida y de cultura muy grande

O.C: Pareciera que estamos ante un disco conceptual. ¿Cuál dirían que es el concepto?

S.M:
De algún modo el disco es un elogio de lo baldío, pero de lo baldío no solo como un espacio físico, también como decía un poeta amigo, de volvernos baldíos para dejar que la música se manifieste.

Así mismo, también dar lugar a un montón de diversidades. Por ejemplo, hay canciones que representan un espíritu más de juego, más lúdico, más extrovertido. Y después el disco va desembocando en otros registros que son por ahí más difíciles de mirar, de escucharse en uno mismo, que tienen que ver con las propias sombras.

De algún modo creo que este disco permitió integrar todos esos aspectos humanos y dejarlos que se manifiesten en un espacio, dejarlos regar a todos por igual y que hablen. Eso creo que es un poco el denominador común, es como una idea o un concepto que se podría decir. Y al mismo tiempo es una manera también de decir al margen de muchas cosas, a la margen también de los grandes centros urbanos, que también está pasando todo esto, todo esto también es vida y todo esto también cantan las personas que eligen vivir un poco a la margen.
Es para charlar un rato largo…

O.C: El baldío era el lugar predilecto para jugar en nuestra infancia, donde uno construía casitas en los árboles, chozas y dejaba volar la imaginación. ¿Qué importancia tiene en lo personal el baldío para Sebastián?

S.M: Sí, en mi caso también fueron esos espacios, digamos, expropiados o apropiados para la libre imaginación, como trampolines a la imaginación y a una forma de libertad, así en la niñez.

O.C: ¿Qué significa o qué importancia tiene estar dentro de Shagrada Medra, una discográfica que, además de estar curada por el Negro Aguirre, tiene una curaduría muy específica?

S.M: SHagrada Medra para mí es una familia, yo tengo un vínculo familiar de mucho afecto y mucha cercanía con el negro Aguirre y con Luis Barbiero que es el otro pilar del sello desde los años 90. 
Yo era muy chico, ellos ya eran los músicos más grandes y empezaban con este sello independiente y eso de algún modo ya me sentía parte a pesar de que no había sacado ningún disco- En ese momento tenía capaz que 15 o 16 años y fue muy natural ser parte cuando empecé a hacer los primeros discos desde Luz de Agua en el año 2005.

Después ya mirándolo desde una perspectiva más adulta entiendo que tiene un valor muy grande el sello porque que está dejando un testimonio enorme de toda una época y de toda una música argentina e incluso de músicas de países vecinos. Me da mucha alegría formar parte de ese colectivo y sé que en algún momento el peso que todo ese catálogo tiene va a ser ineludible para la cultura argentina, todavía está como un poquito escondido pero es tanto lo que ya nuclea y de tanta calidad que es una honra ser parte de ese muestrario de cultura que por ahí como denominador común tiene cierto cuidado, cierta intención de hilar fino con las cosas más allá de que hay distintos géneros.


O.C: Eres de Paraná, ¿de qué manera te influenció el río y la ciudad en el disco?
S.M:
Bueno, yo nací en La Plata, porque mi mamá y mi papá se habían ido a estudiar allá. Después volvimos a Paraná, ellos son entrerrianos. Siempre me sentí parte de Paraná, me sentí desde aquellos juegos en los baldíos, hasta la militancia en la época de la escuela secundaria, los amores, los vínculos.
Hoy en día ser padre, criar una hija allá, me siento de ahí, como un árbol más, diría el cúchi Leguizamón. Y toda la música que hago está teñida de ese paisaje, de ese tiempo, de ese silencio, de esa cadencia, de esa fuerza inmensa que tiene el río.
Sucede incluso que a pesar de la propia voluntad, sucede de manera natural y espontánea que el río o el paisaje de la ribera atraviese la música. Y a mí me encanta que así sea. También me interesa nombrar un montón de realidades que tienen que ver con la ribera, que van más allá de lo bucólico, como son, por ejemplo, la basura y problemáticas. Realidades que escapan a lo pintoresco, pero que son parte también de ese paisaje, de esa realidad.

O.C: Este es tu sexto disco. ¿Qué nuevas cosas crees que aporta este disco al oyente y a vos en lo personal?

S.M:
Yo estoy muy contento con el resultado sonoro del disco, con el proceso y concepto de mezcla del audio. Creo que llegué a un lugar donde yo me siento cómodo y donde tomé un montón de decisiones sin miedo, sin tanta duda, y me gusta eso. Tuve un aliado fundamental en todo ese proceso con el que seguimos trabajando, Juan Ignacio Bonetti, que hoy en día es una parte muy importante de la música, la del ingeniero de sonido.

Otra cosa que me gusta que haya pasado es que asumí más el hecho de cantar. La voz está un poquito más presente y me amigué más con eso que ha sido algo nuevo para mí, de tornarme la voz de esas canciones. El compositor se manifestó primero que el cantante, el cantante teniendo que ponerse a prender atrás de las exigencias o caprichos del compositor.

Después lo que comentaba antes de la paleta de colores, me gusta que a partir de que no hubo una agrupación específica también permitió explorar distintas sonoridades. Algunas cosas con teclados, otras con una pequeña camerata de cuerdas y vientos.

O.C: La canción «Entre Ríos» es una canción de 4 estrofas que imagina un poco la génesis de la tierra. ¿Cómo surgió la canción?

S.M: Sí, es tal cual como lo expresaste en esa pregunta, y la canción surgió en diversos viajes, en general, yendo a tocar por distintas localidades de la provincia, y volviendo a pasar por los lugares que pasé de niño, y también con la inquietud un poco imaginativa, de decir, ¿cómo habrá sido esto antes?.

Mis abuelos me contaban que los campos de Entre Ríos, en la época de la agricultura que no era, como lo veamos hoy, me refiero al monocultivo y a esa manera de producir tan fiera a la que llegamos hoy, eran campos de muchos colores. En ese momento se hablaban de los tapices de Entre Ríos, del lino celeste y demás, entonces la pregunta me llevó a decir, ¿cómo habría sido antes de que estén estos campos? Cuando la naturaleza se había expresado de manera salvaje, digamos, y así, yendo para atrás, y a la vez, en cada copla, tomando una época distinta, hasta llegar a este presente.


O.C: ¿Cuánta literatura hay en este disco? Se nota la presencia literaria en algunas canciones, sobre todo teniendo en cuenta que tienes un disco con poemas de Juan L. Ortiz.

S.M:
Siempre hay mucho de literatura, porque la literatura para mí es una fuente de inspiración muy grande. Hay una canción que se llama Yo en mi habitación, que está inspirada en el aire de los cuentos de Julio Cortázar, que en algún momento leía con devoción. Pero siempre la poesía está ahí dialogando, porque de algún modo, en mi caso, se fueron como dos ríos que se fueron cruzando de a poquito, el de la música instrumental, por un lado, y el otro de la poesía. Siempre fui un lector compulsivo de poesía, especialmente, y de literatura, siempre escribí como por separado de la música. Algo que me pone muy contento, es que con el tiempo se fueron encontrando estos dos lenguajes, y siento que se van cada vez entrelazando de manera más íntima.

O.C: ¿Qué tan importante es la música, en términos de sutileza y delicadeza, para el momento social actual?

S.M:
Creo que la música y en especial en vivo tiene un poder tan inmenso y único dentro de la expresión artística. Es algo se manifiesta más allá de las palabras o de ideas intelectuales y que te puede transformar completamente o llevar a otro estado de conciencia. Te puede conectar con determinadas emociones y es enorme la fe de hacer las cosas de la manera comprometida con el propio sentir de la propia percepción de las cosas. y en tiempos duros como éste es más necesario aún. Hay algo que tiene que ver con la misión de la música que es hacerlo y no importa si se acercan 10, 20 o 100 personas.

Lo importantes es que puedan abrevar de eso, llevarlo de la manera más noble posible y compartirlo como un tesoro porque la música es algo realmente mágico y hay algo de la misión del músico que es compartirla a la comunidad. La música siempre ha sido eso al entorno de un fuego, antes de que existieran los escenarios y en tiempos de guerra, de tan de hambruna entre los pueblos y entre las tribus, creo que el el rol de la música es fundamental porque la música dialoga directamente con el corazón.

O.C: ¿Cómo sigue el año para Sebastián Macchi?
S.M:
Es muy difícil de saber cómo va a seguir el año y cómo seguirán las cosas pero las intenciones están firmes ahí. ´Por un lado de seguir avanzando con este nuevo repertorio del colectivo baldío que ya está pidiendo tener una casita digamos discográfica donde plasmarse. La idea es seguir avanzando con el ensamble de esas músicas, por otro lado se viene una gira muy linda de Nicolás Ibarburo en cuarteto, es un proyecto que se llama origami donde hemos entrelazado músicas de ambos y algunas versiones. Vamos a tocar también con el gonza en batería y Fer Silva en bajo y por otro lado también hay programado la presentación de un libro de partituras de la obra de luz de agua, de los poemas de juan el ortiz que musicalicé que el año pasado. Vamos a presentar el libro en agosto en la biblioteca nacional. Son cosas que funcionan como lucecitas en el camino.