Casi invisibles, pero estos diminutos insectos marcan con su picadura a las jóvenes, dejando ronchas rojas en su piel. Esta descripción, tomada de un texto de 1937 de Augusto Maralet, se refiere a los abayardes, criaturas que, aunque son más pequeñas que un mosquito, son más irritantes.
El término «Abayarde» también ha sido utilizado como apodo por el rapero Tego Calderón, quien lanzó su primer álbum con este nombre en el 2002, un trabajo que se ha convertido en un pilar de la música urbana. Este género, que abarca tanto el reggaetón como el hip hop, es a menudo ambiguo y se define más por sus intenciones comerciales que por sus raíces culturales.
Tego Calderón, conocido como el Abayarde, ha expresado su desconfianza hacia el reggaetón, afirmando que no puede escuchar un álbum completo del género. Desde sus inicios, ha defendido el rap como su forma de expresión, y aunque su estilo es fundamental en la historia del reggaetón, él no se identifica como parte de ese movimiento. Su música es una mezcla de orgullo afroboricua y una lírica que combina el habla cotidiana con una versatilidad lingüística que desafía las normas. Esa versatilidad es la que hizo que otro raperos como Residente lo reconozcan como su gran influencia.
En su primer álbum, Tego captura la esencia de ser puertorriqueño, una identidad marcada por la violencia y la lucha en un contexto de desigualdad. La familia, un valor central en Latinoamérica, se refleja en su música, especialmente en su conexión con Loíza, un pueblo que representa su herencia cultural negra de la isla. Aunque Tego se trasladó a Miami en su adolescencia su identidad como afroboricua es fundamental en su obra.
Su música mezcla ritmos afrocaribeños con influencias del hip hop, se convierte en un vehículo para expresar la resistencia y la lucha de su comunidad. A través de letras que abordan la opresión y el racismo, Tego abre un espacio para el diálogo sobre injusticias sociales, convirtiéndose en un referente para las nuevas generaciones de artistas que buscan seguir su legado.
El Abayarde, lanzado en 2002, no solo fue un éxito comercial, también marcó un hito en la historia del reggaetón, abriendo puertas para que otros artistas pudieran explorar y expandir el género. Tego se estableció como una figura clave en la música urbana, influyendo en la dirección que tomaría el reggaetón en los años posteriores.
A medida que el reggaetón se ha popularizado y ha evolucionado, El Abayarde sigue siendo un recordatorio de sus raíces y de la lucha por la identidad y la representación en la música. La obra de Tego Calderón no solo celebra la cultura afroboricua, sino que también desafía las nociones de clase y raza en un contexto donde la desigualdad persiste. Su legado continúa resonando, recordándonos que la música es una forma de resistencia y una celebración de la vida en todas sus complejidades.