Martín Felipe Castagnet nació en la Plata (1986) y es uno de los autores más destacados de la literatura fantástica en nuestro país y Latinoamérica. Actualmente se desempeña como uno de los editores de la revista Buenos Aires Review y Orsai. Fue galardonado con el premio a la Joven Literatura latinoamericana y elegido por la revista Granta como uno de los mejores escritores jóvenes de la literatura en español. Su primera novela “los cuerpos del verano” fue publicada en el 2012 y traducida a varios idiomas entre ellos el inglés y el francés. En el 2017 publicó «Los Mantras modernos«. Mientras que en el 2023 publicó su última novela «Unos Ojos recién inaugurados«, libro que relata quince años de charlas telefónicas con su abuela con quien entabló una relación de amistad más que de abuela-nieto. También escribió un libro sobre público «Un golpe antes de salir a jugar«, un libro virtual que relata su pasión como hincha de futbol y su relación con Gimnasia Esgrima La Plata. aunque podría ser también la historia de cualquier hincha con el club de sus amores.
Martín Castagnet nos cuenta un poco más sobre la importancia de la literatura de ciencia ficción, su interés por las ideas orientales y más.
Otra Canción: En tus libros se notó mucho el uso de la metáfora y como desaparecemos de este mundo. Aun cuando hoy existen personas que se mantienen vivas virtualmente como sucede en Facebook. Tambien sucede en la música con músicos que se hacen presentes en hologramas…
Martín Castagnet: Lo que más me interesan son los espacios liminales, tanto físicos como ontológicos. Creo que vivimos en un mundo donde esa inestabilidad se potencia gracias a la virtualidad: gente que conocemos bien puede desaparecer de un momento a otro porque cerró o le cerraron la cuenta, o porque se cambió el nombre de usuario y la dejamos de reconocer. La vida social, al igual que la vida biológica, estira cada vez más sus límites.
O.C: En los Mantras modernos hablas de la fosforescencia, esa luz que tiene que dar un libro algo que abordas en Los Mantras modernos, pero también habla de internet al igual que en los Cuerpos de verano… ¿hay una relación con la fosforescencia e internet? ¿internet tiene ese poder?
M.C: Creo que, en su origen, en algún lugar, la fosforescencia era el interior de la internet. Pero en un momento extremadamente temprano de su concepción decidí encarar por otro lugar: no quería atarme tanto a las fantasías en torno a la web, ni caer en cierto lugar común que veía emerger. Perdí y gané cosas con ese cambio, pero estoy seguro de que de haberlo mantenido ese origen la novela habría tomado otros rumbos.
O.C: Creo que todas tus novelas tienen un hilo conductor con algo en común que es la desaparición… ¿Qué significa para martín esa palabra tan fuerte en nuestro país?
M.C: La descripción como “desaparecidas” de las víctimas del terrorismo de estado, tan abrumadoramente devastadora, me parece también dolorosamente literaria. La abyección de esos crímenes tiende a sacarla de lo literario, a menos que se trate de una forma real o ficticia de un testimonio. Pero es importante seguir señalando lo que hay en la palabra, por ejemplo, para recordar que “desaparecido” es una metáfora. No desaparecieron: fueron secuestrados, torturados, ejecutados y ocultados en un pacto de silencio que dura hasta el día de hoy.
O.C: ¿Cuál es el poder de la literatura fantástica a la hora de ver el mundo real y hacernos reflexionar sobre él?
M.C: Hace años que vengo diciendo, junto a un par de amigos, que la ciencia ficción es el nuevo realismo. La literatura especulativa de los últimos años es la prueba viviente: Houellebecq, para no decir alguien local, es quien mejor describe la Francia actual. Pero no puedo decir lo mismo del fantástico en general, para empezar porque (a diferencia de la ciencia ficción, que tiene en su base la difícil tensión entre lo ficticio y lo fáctico, pero incluye a ambas) lo fantástico surge como oposición a lo real. En lo personal, no me interesa tanto esa oposición como la libertad que brinda: el fantástico sigue siendo la cuna de lo diferente. Y en estos tiempos no hay nada más valioso que diferir.
O.C: Hay que destacar que en los mantras modernos los personajes son bastantes reales. ¿Qué tanto tiene esa novela de tu vida real?
M.C: Nada, al menos de manera consciente que yo sea capaz de señalar. Tengo hermanos, pero mi relación es muy diferente a la de los protagonistas. Por suerte para mí, durante la escritura de Los mantras modernos pude habitar los espacios donde sucede la novela como si fuera un lugar real. Quizás los personajes parecen reales porque al inventarlos de cero tuve que asegurarme de que estuvieran bien cimentados. Si no eran reales para mí, se me hundía la novela entera, porque todo se sostiene únicamente si al lector le importan esos personajes.
O.C: Tu último libro Unos ojos recién inaugurados, me animó a decir que es muy autobiográfico y que muestra de alguna manera el devenir de una persona mayor y sus ocurrencias…
M.C: El libro nació de Twitter. Mi abuela, que en esa época estaba muy viva y muy coleando, tiraba día por medio frases que yo sabía serían la delicia de los tuiteros, porque al menos en el Twitter que yo reconozco y admiro hay un gusto notable por el humor negro, ácido, la ironía y el divertimento. También me servía a mí para transformarme en un archivo viviente de la espontaneidad de mi abuela. Anotaba mucho de lo que me decía, posteaba algo y me guardaba el resto. El libro era cuestión de tiempo, y resultó que la editora de Vinilo me lo pidió en el 2021, cuando mi abuela seguía viva pero ya no coleando, por sus problemas de movilidad. Cuando finalmente terminé de escribir el libro, mi abuela ya no estaba ni viva ni coleando. ¿Lo habría terminado realmente, de haber seguido viva? ¿Habría cumplido mi promesa a la editora?
O.C: El nombre hace referencia a una frase de Hebe Uhart. ¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
M.C: Elsa y Hebe, tan distintas en muchos aspectos, compartían muchas cosas: ambas habían sido maestras y tenían tanto un ojo de águila como un humor filoso, así como un amor muy grande por los animales. Mi abuela había aparecido, por esos azares de la vida, en el último libro de Uhart, y cuando pensé en cómo incluirlo se me apareció esa frase, como un resplandor, justo cuando estaba terminando el libro y estaba en busca de un título mejor que “Mi abuela Elsa”.
O.C: ¿Cómo era tu abuela en la vida real? El libro si bien no es autobiográfica es cierto que es media cómica y trabajas los recuerdos que tenes de ella lo que te decía.
M.C: Exactamente como figura en el libro. Es 101% real. A diferencia de las novelas, donde intento diferenciarme de mi propia vida, en este libro me propuse no distorsionar nada. Únicamente lo que queda afuera, por su extensión, que una forma elegante de la mentira.
O.C: Leí por ahí que tenes cierto interés en las sociedades orientales donde la figura del adulto es venerada y respetada. Mientras que en las sociedades occidentales actuales a veces pareciera que nos olvidamos del adulto, sobre todo en políticas culturales, derechos y demás… ¿en qué medida crees que estos actos afectan a los vínculos con nuestros mayores?
M.C: No hace falta hablar de filosofía (donde diría burradas) cuando basta con la experiencia cotidiana: en nuestra sociedad, al menos en nuestro país, no hay ninguna experiencia pensada para los adultos mayores, ningún rol que no sea el de sobra, ningún derecho pensado exclusivamente sino más bien el borramiento de sus derechos: ya no hace falta que trabajen, ya no hace falta que voten, hasta que ya directamente no hacen falta como personas. Ni siquiera les damos la posibilidad de decidir por sí mismos en la mayor parte de los casos.
O.C: Para terminar y como sabrás la web se llama otra canción. ¿A que música dirías que se parecen tus libros o que música escucharías mientras los lees?
M.C: Pienso en esos versos de “Visions of Johanna”, cuando Dylan canta: “The country music station plays soft / But there’s nothing, really nothing to turn off”. Ojalá que mis libros sean como una radio que suena bajito, de noche, como un murmullo que nos mece.