El 20 de mayo de 1990 marca la aparición del icónico disco «Corazones» de Los Prisioneros, producido por Gustavo Santaolalla. Este cuarto álbum de la banda representa un hito en la historia de la música chilena, marcado por varios acontecimientos significativos. Uno de ellos es la partida de Claudio Narea de la banda, adentrándose en sintetizadores y secuencias que más tarde definirían el sonido característico del grupo.
«Corazones» es hoy considerado por destacados críticos de la música chilena y latinoamericana como un estandarte del pop. Su lanzamiento coincidió apenas tres meses después del fin de la dictadura de Pinochet, convirtiéndose en un símbolo de cambio y modernización musical tras la era de los 80 y el régimen pinochetista. Mientras la sociedad parecía no tener espacio para la originalidad, la música rock encontraba dificultades para destacar.
En medio de estos cambios, la banda enfrentaba momentos difíciles, marcados por traiciones y violencia que culminaron con la salida de Claudio Narea. Para muchos, «Corazones» representó el punto álgido de Jorge González como compositor, reflejando los dramas personales y sociales de Chile en ese momento.
El álbum experimentó un giro estético hacia el electropop, house y techno, influenciado por sonidos que González admiraba, junto con referencias clásicas como Raphael o Camilo Sesto. Este cambio consolidó a González como una de las mejores plumas del rock chileno, elevando el listón más allá de su disco anterior, «Pateando Piedras».
A lo largo de las canciones, se reflejan intereses del grupo en temas como el amor, la soledad y la nostalgia. A pesar de las expectativas de un retorno al sonido tradicional de la banda, «Corazones» logró imponerse gradualmente como uno de los discos más importantes en el continente.
Si bien el cambio sonoro de «Corazones» marcó un hito en la música chilena, es importante destacar que Argentina ya venía explorando ese sonido. El álbum logró vender 80.000 copias, un logro significativo para la época.
Las Canciones
Tren al Sur: La canción inspirada en Touched by the hand of good, de New order, marca el inicio del disco. La canción fue también el primer single y jugo como carta de presentación del nuevo sonido de Los Prisioneros.
Amiga mía: Es para mucho la canción más sentimental del disco. Jorge crea una canción a partir de diferentes experiencias sentimentales, en ella su autor habla de entre absoluta pero en un contexto frágil. La canción es un desborde de Styhtpop y melancolía pura. Es de esas canciones que seguramente te harán recordar alguna canción típica de los latinos románticos.
Con suavidad: una de las canciones más aclamadas del disco fuera de los que fueron singles. Mientras que su sonido estuvo muy marcado por el productor del disco (Gustavo santaolalla) quien le recomendó jugar con un beat, arreglos de cuerda y el típico sonido electro-pop puro y duro. Está canción fue una gran influencia al igual que las demás canciones en músicos como Alex Anwandter.
Corazones Rojos: Es una clara critica llena de ironía al machismo y patriarcado de la época. También se podría tomar la canción como un pregón a favor del feminismo.
Cuéntame una historia original: La canción podría tomarse como la a continuación de Amiga mía, en la canción González se muestra frágil y exponiendo su lado más melancólico.
Estrechéz de corazón: Los sintetizadores venidos de la música house más el sonido latino de las guitarras y el romanticismo hacen de la canción una historia dramática y visceral. En solo 5 minutos la canción plasma una situación dolorosa debido a la inmadurez de una relación que está llegando a su final.
Por Amarte: Con una melodía sutil la canción aborda el problema de estar dentro de una relación en la que no queremos estar, pero que no sabemos cómo salir. Su letra aborda temas como el suicidio, la locura, el sexo y las lágrimas.
Noche en la ciudad: Llegamos a la canción más bailable del disco, González demuestra todo su amor por el techno. Mientras su letra tiene una carga política. Podríamos decir que la canción es el punto de unión de corazones con el trabajo anterior de Los Prisioneros. Una vez más su autor deja en claro que por más que sea un disco de amor y desamores no deja de mirar lo que sucede en la sociedad, esa que intenta salir de lo que fue la dictadura pinochetista.
Es demasiado triste: Escuchar la canción «Es demasiado triste» nos transporta a un lugar desgarrador, al centro del sufrimiento de un artista que va más allá de la lírica y la melodía del último tema del cuarto álbum de la banda. Es una expresión sincera, que habla del dolor que fluye en sus venas, del amor que, irónicamente, nos deja vagando como seres repetitivos, atrapados en un ciclo del que deseamos escapar pero que nos persigue.
En esta pieza, un órgano evoca la nostalgia que, como un viaje en montaña rusa, nos sumerge en la psicodelia que, musicalmente, se convierte en una espiral descendente, como un presagio de lo que ocurriría durante la incipiente Transición a la Democracia. Un texto verdaderamente irónico, impregnado de un dolor profundo que marca el cierre de un disco, una década y una etapa crucial en la historia de Los Prisioneros y de la música chilena.
González despide la era dorada de la banda con una canción que puede parecer inusual y distante del tono del resto del álbum, pero que es otro ejemplo de su innato talento pop. Casi 25 años después, afirmaría: «Nunca he compuesto una canción tan especial como esa, ni antes ni después».
En resumen, «Corazones» es un disco que trascendió fronteras y marcó un antes y un después en la música chilena, consolidando a Los Prisioneros como una de las bandas más influyentes de la región.