El Regreso de La Mojigata: Reflexiones sobre el Carnaval y su Impacto Social

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El próximo 4 de mayo, La Mojigata se presentará por primera vez en Córdoba en la Sala Platz a las 20:00 hs, marcando el regreso al escenario tras un largo paréntesis. Chsrlamos con Nacho Alonso, uno de sus referentes, sobre el esperado debut en Córdoba, donde la murga llevará su espectáculo «Sí, pero no», una propuesta que invita a reflexionar sobre las contradicciones sociales y del ser humano.

También  nos cuenta sobre el rrencuentro con antiguos y nuevos integrantes, así como la importancia de conectar con el público en un contexto donde el carnaval ha evolucionado. A lo largo de la entrevista, también hablamos sobre las críticas al concurso de murgas y la necesidad de cuestionar tanto el entorno político como la propia identidad de la murga. La Mojigata, que rinde homenaje a su histórico coordinador Licho, quien falleció recientemente, se prepara para ofrecer un espectáculo que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión y al diálogo.

Otra canción: Contanos un poco sobre cómo van los últimos detalles de lo que será su debut en Córdoba. 

Nacho Alonso: Sí, estamos ultimando detalles y vamos a hacer lo mismo. Vamos a hacer el mismo show que dimos en La Plata y Mar del Plata, que es todo lo que ensayamos para el Carnaval. Aunque en el Carnaval tenés 45 minutos como máximo en el concurso y casi 30 minutos en el tablado. La idea es hacer todo lo que teníamos, que son casi 60 minutos, más un agregado del 2018. 

O.c: Este año fue el regreso a los carnavales después de un párate bastante largo. ¿Cómo fue el regreso, en el cual volvieron con algunos integrantes antiguos y algunos nuevos? 

N.A: Fue un proceso largo y precioso porque significa el reencuentro de la murga con sus integrantes y la gente que anda dando vueltas. En realidad, la murga cada vez que vuelve a salir trata de tomar el último elenco. Pero a veces eso no se puede, y hay que pensar en otras personas que ocupen determinados lugares.
También estamos atentos a las nuevas generaciones de murguistas, porque en Montevideo hay muchos artistas. Nosotros tratamos de combinar esas humanidades y reencontrarnos con antiguos integrantes. Fue un año que nos tuvo muy contentos, sobre todo porque era un cambio para la murga en lugares claves. Estoy contento porque la gente que sigue a la murga desde muchos años lo aceptó y siguió a la murga en todo el carnaval, y eso nos tiene recontentos. Aparte, logramos tener una apertura a un público nuevo, que tal vez no era seguidor de la murga.

O.c: Salieron Sexto, un puesto nada malo para haberse ausentado varios años..

N.A: En realidad, nosotros no salimos a competir sabiendo que estamos en un concurso; de alguna manera, somos un poco críticos con el concurso, con cómo están dadas las reglas o cómo está dado el sistema de puntaje. Y, sobre todo, con la centralidad que adquiere el concurso en el carnaval. Por supuesto que tampoco es que no nos importe. Lo pensamos como una parte más. Sí, hay una cosa que marca el concurso: al pasar a la liguilla, a la tercera ronda, te aseguras el carnaval siguiente; o sea, no tenés que dar prueba de admisión para el carnaval siguiente. Aparte, eso también significa un rédito económico para cada uno de los integrantes, ya que metemos mucho laburo y muchas horas de ensayo. Obviamente, en el espectáculo jugás un poco con el concurso.

 O.c: He tenido la posibilidad de charlar con varios murguistas y referentes del carnaval uruguayo, y todos critican ciertos aspectos de cómo está armado el concurso. Me pregunto si los mismos actores del festival critican o buscan un cambio. ¿Por qué no se hace?

N.A: Es una muy buena pregunta. Yo creo que tiene que ver con la cuestión de cómo está organizado el carnaval y cómo es la estructura. Tenés la Intendencia de Montevideo, que es municipal, y la DAECPU, que es la asociación de directores de los conjuntos. Entre esas dos instituciones, de alguna manera, van reglamentando lo que tiene que ver con el carnaval. En Uruguay, generalmente, es muy difícil cambiar la estructura de cualquier cosa.

Somos bastante críticos y cuestionadores, lo cual está bueno, pero también muy conservadores. Entonces, hay una parte que dice: «bueno, a mí no me gusta, pero ya es así». Tiene que ver con la idiosincrasia, con cómo se organiza el carnaval, ya que los murguistas que no son directores no tienen voz ni voto dentro de la organización del carnaval; no hay una especie de tripartita. Es el Estado con los directores.

Como el carnaval arma toda una estructura, hay toda una posibilidad de que vos, en febrero, tengas entre 30 o 90 actuaciones; tres de esas, o dos de ellas, dependen de cómo te vaya ese año, en el concurso del Teatro Verano, que es un escenario mágico.

El carnaval montevideano, es lo oficial, es el que tiene el público más heterogéneo, porque llegás a públicos muy distintos en una misma noche. Eso no te lo puede brindar cualquier hecho artístico.

O.c: El espectáculo que traen se llama Si pero no y plantea un poco las contradicciones sociales y del ser humano en general. ¿Cómo se armó?

 N.A: El último año que hicimos carnaval, nos fuimos con esa cuestión de no sentirlo como nuestro lugar o sentir que teníamos la necesidad de buscar otro lugar. En eso, pasaron muchas cosas; pasó la pandemia, se armó un evento que se llama Más Carnaval, que es como una especie de carnaval alternativo, que nació con otros fines. En esa búsqueda, pasó mucho tiempo y muchas cosas. Retornamos, de alguna manera, al carnaval y, al mismo tiempo, nos generaba como una especie de contradicción. Pero teníamos muchas ganas de volver y, por debajo, hay como una especie de cuestionamiento, de burla, o de ver ese tipo de cuestiones que se hacen a nivel social, que nos suceden a cada uno y cada una, capaz que, en nuestra intimidad, en nuestras búsquedas, y también en la cuestión social.

También es un poco lo que vos planteabas con respecto a lo del concurso. Todos nos quejamos, de alguna manera, de la máquina del capitalismo, de la máquina de la urbanización desmedida, pero no podemos parar. Todos estamos, de alguna manera, en la cuestión tecnológica y, al mismo tiempo, como que nuestro discurso es volver a la paz ancestral, a la cuestión más de la naturaleza. De ahí surge la idea de plantear el «sí, pero no», sobre todo también en cuanto a los discursos de las redes y de la cuestión de los discursos que son como una verdad absoluta.

Nosotros creemos que todo discurso que se plantea como si fuera una verdad absoluta tiene, de alguna manera, su contracara. Entonces, sí, pero no.

O.c:  En redes, algunos comentan que las murgas son de izquierda y nunca critican al Frente Amplio. Sin embargo, ustedes sí lo hicieron, diferenciando entre la izquierda como concepto y el FA como herramienta electoral. Esto es fuerte tras un año electoral donde ganó el FA. ¿De dónde surgió ese cuplé? También se mencionan los recitales del gobierno de Montevideo, y hay quienes dicen que son de izquierda, pero se hacen pasar por de derecha.

N.A: Bueno, primero, tenía que ver con el espectáculo. O sea, fue un año electoral, y el carnaval, cuando viene después de un año electoral, obviamente que la mayoría de las cosas de las que se hablan tienen que ver con ese año electoral. En casi todos los espectáculos de las murgas se habla de política. Todos los años se habla de política partidaria; se hace mucha crítica, con ironía y humor, y más después de un año electoral.

El hilo conductor de ese cuplé pasa por dos compañeros que le van diciendo a la murga todo lo que tiene que hacer para crear una murga; un poco de eso se trata el espectáculo. Entonces, la murga va pasando por los diferentes momentos, con ese «sí, pero no». En ese planteo, se plantea darle palo a la izquierda, porque la mitad del país, de alguna manera, supuestamente le está pidiendo a las murgas, desde la prensa, ahora exoficialista, y desde la ahora oposición, el gobierno saliente, que cuestionen, que critiquen al Frente Amplio. Entonces, recogiéndose el guante, se trataba de que la murga exponga.

Lo que sucede ahí es que, cuando nosotros decimos que el Frente Amplio es una herramienta electoral y la izquierda no, es un concepto que está claro; no es que estemos revelando ninguna verdad, es una cosa de Perogrullo. Pero pasa en muchos medios de prensa o en conversaciones más coloquiales que se le dice «la izquierda» al Frente Amplio, y es rarísimo.

Nosotros lo explicamos: no es que el Frente Amplio no sea de izquierda, o que una parte sí lo sea, pero la realidad es que no es la izquierda. O sea, los analistas políticos le dicen «la izquierda uruguaya» y no; es como una cosa que tenemos asimilada y, en realidad, si te pones a pensar, está mal. El Frente Amplio es un partido político que tiene una visión de izquierda, que tiene adentro de sí muchos partidos que tienen distintas visiones también.

Por otro lado, también recogiendo el guante de esa supuesta mitad del país que quiere que las murgas le den para el Frente Amplio, lo que sí me parece es que el juego es siempre que los que hacen las murgas tienen generalmente una visión de izquierda. Lo que sí nunca van a tener es una crítica al Frente Amplio desde el lugar que la derecha quiere. Eso es lo que a veces la derecha se pierde de vista. Pero las murgas son muchas; no son ni de izquierda ni de derecha. De eso se trata el cuplé, y sí tuvo algún cuestionamiento, incluso desde el Frente Amplio, pero en realidad lo hemos hecho en todos lados y la gente entendió desde dónde venía el cuestionamiento. Me parece que estuvo bien porque también tenía humor y jugaba un poco con la cuestión de la campaña electoral.

Después, cada uno, tiene su visión de la realidad y a dónde apunta, pero en la campaña electoral es donde tratan de captar votos, de no radicalizar sus discursos o de hacer confrontaciones con los otros partidos. La idea es reírse un poco de esa realidad, que no es más que reírnos un poco de nosotros mismos. Se ha criticado a la mojigata porque dicen que nos paramos desde un pedestal a cuestionar, y en realidad no; lo que hacemos es reírnos de nosotros mismos.

O.c: La murga uruguaya creo que siempre ha buscado un poco incomodar, hacer pensar o cuestionar ciertas cosas que pasan. ¿qué tan importante es el incomodar? Cuando leía esa crítica hacía la Mojigata pensaba no será que siempre han buscado incomodar al otro, al contrario de alguna manera, pero no hacía adentro al que piensa igual que vos y hasta diría a algunos miembros de la misma Mojigata.

Mirá, yo creo que eso depende un poco de cada murga, de cada artista, de cómo te tomes la función del arte o la forma de hacer arte. La función de la murga un poco ha variado también; no ha sido estática. Va desde el más elemental, que es divertir y entretener un rato, hasta el sentido más profundo. Nosotros, desde lo artístico y desde la izquierda misma, entendemos el concepto de divertir y de entretener como algo banal, como algo superfluo, pero en realidad, es un concepto muy profundo, porque de ahí nace el carnaval. Nace desde la idea de entretener y de pasar un rato con los vecinos.
Por supuesto que esto ha variado y cambiado, y las murgas han elaborado muchísimo sus contenidos y sus discursos, y eso está bueno, porque le ha dado al carnaval una amplitud de propuestas y ha desarrollado como una especie de espectáculos más integrales.

Sin embargo, también está bueno tener siempre presentes las dos caras. Sin duda, la murga tiene que exponer determinados cuestionamientos y críticas a la cuestión política y a la cuestión social; es una característica de la murga en sí misma, incluso es parte del reglamento. Debe tener una sátira y una crítica política y social. Creo que, de un tiempo a esta parte, no solo la Mojigata le ha buscado la vuelta, porque si vos críticas solamente hacia afuera, de alguna manera terminas, año tras año, no dejando de ponerte en un pedestal, criticando a todo el mundo. Más cuando las críticas las haces más profundas, porque una cosa es decir, no sé, «los políticos son corruptos», y otra cosa es intentar hilar un poco más fino y, al mismo tiempo, seguir solamente criticando a los que no forman parte de tu colectivo.

En ese sentido, me parece que muchas murgas han tomado el camino de tratar de cuestionarse a sí mismas, su ser social, su ser político, y también siempre con humor. No se trata de que las murgas sean editoriales; se trata de buscar la vuelta humorística. También se nos ha cuestionado por parte de la prensa que le hablamos solo a un público, pero bueno, eso ya queda por cuenta del cuestionamiento que hicieron.

O.c: En una parte de hecho cuestionan un poco eso de la murga, de que la crítica siempre es a lo mismo. Critican un poco el humor que hace la murga…

Sí, tiene que ver con un montón de cosas, de los cuestionamientos que a veces hemos hecho desde el carnaval. El cuplé del humor habla de eso, que es una discusión que se está dando desde hace mucho tiempo: de qué nos podemos reír, de qué no nos podemos reír, y está bueno llevarlo a una reflexión; ahí también encontramos el «sí, pero no».

Es verdad que el carnaval se ha reído históricamente de minorías o colectivos de minorías y que la han pasado mal. Y eso, en sí, ya no es gracioso y no está bien. Al mismo tiempo, nadie puede decirte de qué reírte; eso puede verse como una contradicción. Pero, en realidad, nosotros lo vemos como una cuestión: son dos caras de la misma moneda, que no son excluyentes. Nadie te puede censurar por lo que vos te rías, y tampoco está bien, desde otro sector de la sociedad, victimizar a estos colectivos todo el tiempo. A veces las minorías no pueden manifestarse y otras sí.

 Es un poco eso, el «sí, pero no», o por lo menos aportar humildemente a la discusión esa de qué nos podemos reír, de qué no nos podemos reír, y buscamos esa vuelta del lado del humor y de la crítica que se le ha hecho el carnaval, y que hemos hecho nosotros desde la Mojigata.

O.c:  Algunos sostienen que el carnaval es el espacio donde se puede decir cualquier cosa, donde el que habla es el personaje. ¿Hasta dónde puede llegar el humor? Es cierto que se puede cruzar la línea al hacer humor, pero también puede funcionar como una herramienta educativa. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Creo que lo que se dice sobre el carnaval es relativo. Personalmente, soy un poco más escéptico. No creo que el carnaval montevidiano sea un lugar donde se pueda decir cualquier cosa, por múltiples razones. El rol que ocupa en la sociedad de Montevideo, su contexto cultural y el tipo de público, que es muy heterogéneo, son factores determinantes. Además, se transmite por televisión, lo que implica que no es un espacio completamente libre. Para mí, eso sería una especie de ideal o utopía.

El carnaval es un espectáculo establecido, con un concurso, transmisión televisiva, radio, y la producción de discos. En realidad, ocupa un lugar similar al de otros entretenimientos, como una serie, una película, una obra de teatro o un recital de música.

Por otro lado, no estoy seguro de que deba existir una función educativa en el carnaval. Si bien, en ocasiones, algunas murgas, como La Mojigata, pueden intentar llegar a un público con un mensaje específico, me doy cuenta de que no debería ser un objetivo principal. Si sucede que una persona joven aprende algo a través de un cuplé, eso es genial. Si un cuplé identifica a un sector de la población con relevancia política, también está bien. Pero no debería ser la meta.

En la actualidad, el término «políticamente correcto» ha resurgido, y con ello, han aparecido más voces en contra del humor políticamente correcto y a favor del humor políticamente incorrecto. Creo que todos, de alguna manera, medimos lo que decimos. La cuestión es hasta dónde uno está dispuesto a arriesgarse. Los límites los establece cada uno, y a veces el público también marca esos límites, lo cual me parece correcto. Al final, los espacios artísticos, especialmente en el carnaval, no existirían sin el público.

O.c: ¿Que tan importante es el territorio en la murga, el barrio?

El carnaval ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. Siempre hago la comparación con los almacenes y los supermercados: antes había tres o cuatro almacenes de barrio pequeños, y ahora, en lugar de eso, tenemos dos grandes supermercados. Lo mismo ha sucedido con los tablados. Sin embargo, a pesar de esta transformación, muchos tablados han mantenido su esencia, ya que las murgas suelen ensayar en clubes de barrio. Esa conexión local es fundamental para el carnaval.

Hay mucha gente que asiste simplemente para pasar un buen rato, charlar con amigos y, de paso, disfrutar del espectáculo. Para ellos, ver a la murga no es la finalidad principal, y ese público es esencial. Quizás estoy diciendo algo que podría ir en contra de mis propios intereses, porque uno ensaya un espectáculo, lo piensa y lo elabora con la intención de que a la gente le guste y se divierta. Sin embargo, también hay un deseo de que comprendan ciertos mensajes. Aun así, creo que el público que va a tomar mate y conversar con el de al lado es fundamental para el carnaval.

Este año, hemos notado que, al salir de un tablado en un barrio alejado del centro, muchas familias tienen la televisión encendida con el teatro de verano. Esto no solo refleja la situación de esas familias, sino también algo sobre nosotros, los carnavaleros. Nos hace cuestionar qué estamos haciendo mal, ya que parece que hay una preferencia por la televisación en lugar de asistir al tablado.

La televisación ha expandido enormemente el género de la murga y el carnaval, lo cual no es necesariamente negativo. Sin embargo, cuando observamos estas dinámicas, es importante replantearnos nuestra labor. Debemos prestar atención a la gente que asiste a los tablados, porque son ellos quienes realmente sostienen el carnaval.

O.c: también es cierto que, gracias a la Tele y las redes, nosotros podemos estar hablando. Yo vi el nuevo show gracias a la tele, hasta los conocí hace unos años ya gracias a las redes…

Exactamente, hemos llegado a este punto gracias a la globalización, y estoy totalmente de acuerdo en que es un poco lo que queríamos plantear con el concepto de «sí, pero no». Sé que hay filósofos y periodistas que critican las redes sociales, considerándolas un desastre, pero, por mi parte, siento que me están enriqueciendo. A veces recibo comentarios sobre cómo los medios de comunicación manipulan la información, y es cierto que eso sucede. Sin embargo, también me pregunto: ¿por qué no podría yo estar siendo manipulado por ese comentario?

Esto refleja las contradicciones de la vida cotidiana. Por un lado, la televisación puede encorsetar y homogenizar los espectáculos de la murga, pero, al mismo tiempo, también los expande. Gracias a esto, podemos comunicarnos; pudiste ver el show a través de las redes o la televisión.

Es un fenómeno interesante que nos invita a reflexionar sobre cómo interactuamos con el carnaval y la murga en la era digital

O.c: hay algo para destacar es que por lo que sé la mayoría de las murgas son cooperativas o así parece…

A veces es real, y otras es una cuestión más de un ideal. Existen diferentes formas de estructurarse; algunas tienen un director o un dueño económico, lo que influye en la dinámica del carnaval. Tanto la Intendencia como AECUS exigen que alguien ceda el título de la murga como si fuera una propiedad, y, de hecho, este título es hereditario. Se registra en la Intendencia y en AECUS, y generalmente es una sola persona quien lleva la iniciativa. Si una murga nace de un colectivo, debe ser representada por una o dos personas, pero no por un grupo grande.

Este título se considera un invento y, curiosamente, se pueden vender o prestar por un año. En nuestro caso, siempre hemos tenido una persona a cargo, ya que sin ello no podríamos participar en el carnaval. Sin embargo, las decisiones se han tomado en colectivo. Aunque nunca hemos sido una cooperativa formal, hemos intentado mantener una horizontalidad en la toma de decisiones, aunque con el tiempo la estructura se ha vuelto un poco más vertical.

O.c No puedo terminar la entrevista sin nombrar a Licho, coordinador histórico que falleció y al que le dedican una parte del espectáculo…

Licho entró a la murga en el año 2000, antes de que comenzáramos a participar en el carnaval oficial, cuando La Mojigata aún estaba en el Encuentro Murga Joven. Desde su llegada, desempeñó todos los roles posibles, excepto el de subir al escenario. Fue coordinador de la murga y representante ante la Intendencia y la DAECPU . Aunque no firmaba como director, era quien se encargaba de los trámites, cobraba y también reunía a muchas barras de la murga, incluso en los últimos tiempos.

Este año, a pesar de que ya estaba muy enfermo, tenía la voluntad de estar presente. Sin embargo, ocurrió algo increíble: falleció el mismo día en que tuvimos nuestra primera reunión con este nuevo grupo. Esto fue, sin duda, un momento de gran dolor, pero también nos impulsó a seguir adelante.