Antes de comenzar una reseña sobre Charly, habría que preguntarse: ¿Qué podemos esperar de un tipo de 72 años que ha tenido una vida llena de excesos y vaivenes, pero que sigue demostrando que tiene cosas para dar y decir? ¿Qué podemos esperar del genio que escribió «Confesiones de invierno», «Dinosaurios», «Alicia en el País», «Juan represión», «Eiti leda», entre tantas otras canciones? Que nos incite con una canción a algo, que nos haga reflexionar y, por supuesto, que nos dé ganas de escuchar rock. En ese marco, «La lógica del escorpión» creo que cumple su objetivo. Es un disco muy Charly García, que me recuerda más a «Rock and roll yo» que a «Random». Es un álbum que presenta destellos de lucidez en sus letras y nos deja frases que nos incentivan en una época donde algunos sostienen que todo está estancado, diciéndonos: “Rompe las tendencias / Gritá, agitá / No seas como los demás”. Al mismo tiempo, toma la canción «Rock and roll Star» para centrar su posición respecto a las nuevas estrellas del rock: “Si querés ser una estrella de rock / Escuchame bien / Lo que te digo yo / Alquilá una eléctrica ya / Tomate un mes / Aprendé a tocar”.
Tal vez la respuesta a la necesidad de sacar otro disco más sea simplemente la necesidad de mantenerse vivo, de ofrecer algo nuevo a la gente, de dejar otro testimonio en su vasta discografía y hacerlo con grandes amigos como David Lebón, Pedro Aznar y Fito Páez, además de sus ya tradicionales colaboradores. Hoy, Charly, con casi 73 años y una voz bastante disminuida, no deja de componer y reversionar. En un tiempo donde las voces pueden mejorarse y donde en muchos casos predomina el autotune, Charly apostó por un disco donde canta como puede, lo que es comprensible para un hombre de su edad y con la vida que ha llevado. Vale mencionar que, por momentos, se hace necesario tener una escucha atenta o estar acompañado de las letras transcritas para entender algunas canciones. Tal vez para muchos, el hito del disco sea que es un trabajo de García, lleno de rock en tiempos donde eso no abunda tanto en el mainstream, y donde las canciones se lanzan de manera suelta y casi nadie de las nuevas generaciones edita discos físicos.
Lo mejor de todo es que García, a quien muchos admiramos intelectualmente, sigue vigente. El genio creativo continúa brindando destellos de lucidez, su afán por el perfeccionamiento y frases que nos quedarán en la memoria, así como traducciones bien logradas como «Watching the Wheels» (tema original de John Lennon) y «Rock and roll Star«. A pesar de los años, el ingenio y el buen gusto parecen no abandonarlo, al menos en Charly.
Rompela: La canción abre con un riff crudo donde Charly parece hablarle a la música, tal vez su gran amor, pidiéndole que rompa las creencias y que lo haga feliz, no siendo como los demás. ¿Podría leerse como un llamado a romper lo estándar o lo que algunos llaman la chatura de que muchas músicas suenan iguales? Eso habría que preguntárselo a Charly. Lo cierto es que, de alguna forma, nos cuenta a todos y les responde a sus detractores que todavía puede hacer música, que su genialidad sigue intacta, aun cuando su voz no le da.
Yo ya sé: Otra canción cargada de un rock tal vez más melódico, donde la batería de Fernando Samalea toma protagonismo junto con la voz de Charly. Hay que decir que esta canción es una de las más logradas en cuanto a la forma en que Charly canta y sus posibilidades. En ella, Charly canta: “Somos todos neuróticos / Somos todos narcóticos / Pero no sé por qué / Freud ha arruinado todo / Como internet / Hoy te quedaste solo…”
El club de los 27: Una perlita dentro del disco. En ella, Charly busca a David Lebón para que haga su clásico solo de guitarra. Sin duda, dentro de la historia de Charly y de la música argentina, hay un músico que sabe hacer del blues una delicadeza: David Lebón. Mientras Charly brinda momentos memorables en el piano, se encarga de rendir homenaje a algunos grandes músicos que forman parte del club de los 27, como Brian Jones, Kurt Cobain y Lennon. Otro de los puntos altos del disco, sin duda.
La medicina N° 9: Imagina que el teclado empieza a sonar con la energía de «El rap de las hormigas» (Parte de la religión, 1987). Hay un solo de piano eléctrico interesante, mientras la guitarra rítmica de Lebón le da ese toque característico. Charly canta: “Voy a correr hasta morir”. Al final, se lanza con su recitado de Number nine, number nine, un guiño a Los Beatles y su Revolution N° 9. Ese número 9 se convierte en un símbolo de todo lo que está pasando, una mezcla de su propio «Rap de las hormigas», el melancólico Miss You de los Stones y la experimentación de los Beatles.
Te recuerdo invierno: Sin duda, una de las joyas más antiguas del disco. Esta canción, que ya resonaba en la voz de Nitro Mestre en Sui Generis, hizo su primera aparición en el álbum «Estaba en llamas cuando me acosté». Es una de las composiciones más dulces que se pueden encontrar en ese trabajo. A lo largo de la canción, se pueden notar guiños al tango, como ese hermoso pasaje que evoca «Adiós Nonino» de Astor Piazzolla. Además, en medio de la melodía, se recrea el famoso diálogo entre la rana y el escorpión.
Autofemicidio: Un rock muy al estilo Charly García, donde las guitarras y los teclados cobran relevancia. Mientras el hombre del bigote bicolor canta: Hay gente que se suicida, un acto muy egoísta, para salir en la tele, en diarios y en las revistas. Tal vez algunos puedan señalar cierta discrepancia con la idea de que la gente se suicida para salir en la tele, en diarios y revistas, o que los chicos quieren ser chicas y las chicas quieren ser grandes.
América: Terminando el lado A, aparece otro de los grandes invitados del disco, Pedro Aznar, poniendo el bajo, batería, guitarra y, por supuesto, su voz para hablar de América como un lugar en el que se tiene miedo de entrar y salir, mientras canta: Tengo miedo de América / Aunque digan que sí / Lo que muestran no es verdad / Eso ya lo aprendí. Aunque más que de América, Charly pareciera tener miedo del mundo en el que vive, porque le da miedo ser feliz y que las réplicas lo barran de aquí.
Juan Represión: Dando vuelta el disco, nos encontramos con «Juan Represión». Otra de las canciones de la época de Sui Generis, la nueva versión tiene un tono más dramático que su original. Tal vez una de las canciones más tristes de la época más oscura de su adolescencia, y que en este contexto vuelve a cobrar valor.
Estrellas al caer: Otra vez Charly haciendo de las suyas, retomando la melodía de «Chipi chipi», pero un poco más acelerada para invitarnos nuevamente al viejo sonido rockero de Charly. En García, te invita a creer que el universo es nuestro, que la piedra sideral nunca nos va a dejar caer y que es imposible perder… Ojalá tenga razón.
La pelícana y el androide: Momento sublime del disco. Para sorpresa de muchos, Charly decidió publicar una de las canciones que quedaron inéditas del fallido disco en conjunto, pero que el Flaco grabó en prive. En esta versión, Charly construye una melodía nueva, dejando la voz de Spinetta al frente, mientras el maestro se guarda solamente para acompañarlo en los coros y, por supuesto, en el piano. Una belleza.
Watching the Wheels: Después de tantas idas y vueltas, finalmente García se dio el lujo de poder publicar su versión de un clásico de Lennon. Según cuenta, la canción hace bastante tiempo que estaba traducida y grabada, pero que por una cuestión de derechos de autor se retrasó. Lo importante es que finalmente los herederos del Beatle aceptaron, después de un riguroso estudio, la traducción. Una canción que tranquilamente podría ser autobiográfica, porque haga lo que haga, muchos sostienen que Charly está loco.
La lógica del escorpión: García apela a la fábula. Al igual que en «60×60», Charly vuelve a apelar a su lado literario, dejando de lado la canción para relatar parte de la fábula del escorpión y la rana. En ella, Charly asegura que el escorpión no tiene lógica, pero sí carácter.
Rock and roll Star. Terminando el disco, encontramos nuevamente otra gran traducción de un tema de The Byrds, se trata de «So You Want To Be a Rock’n’Roll Star«, en el que invita a Fito Páez (si faltaba uno para cerrar el círculo, era sin duda Fito, aunque también podría haber sido Nito Mestre). En ella, Charly canta: “Si querés ser una estrella de rock, escuchame bien lo que te digo yo: alquilá la eléctrica ya, tomate un mes, aprendé a tocar…”. Si bien no dice a quién le canta, seguramente más de uno se sentirá identificado. Otra crítica, tal vez, a muchas de las cosas que García ve hoy alrededor de la música.
Conclusión: Dentro de un año político-social difícil, el disco de Charly es un oxígeno artístico importante. Vuelve a demostrar que, a pesar de todo, sigue regalándonos grandes destellos musicales y que, aunque su voz esté lejos de ser lo que nos gustaría, tiene con qué seguir deleitándonos. El sucesor de «Random» tal vez no sea el mejor disco de él, pero tampoco el peor. «La lógica del escorpión» tiene algunas buenas canciones, algunos posibles hits, y celebro que haya salido un 11 de septiembre, justo el día del maestro. Sin duda, en parte se debe a la oficina de marketing de Sony, pero para los que nos gusta Charly, que haya salido justo en el día del maestro no deja de ser un mimo hacia el músico, un reconocimiento al maestro del rock argentino. Seguramente, que haya salido en el día del maestro es solo el comienzo de varios reconocimientos que tendrá este disco.