Vicente Luy: La poesía de la tragedia y el ahora

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El 23 de febrero del 2012, el poeta Cordobés Vicente Luy cumplió su promesa luego de varios intentos fallidos. Se tiró de un séptimo piso mientras visitaba Salta. Murió a los 50 años.

Casi nueve meses después, la editorial Crack up publicó Plan de Operaciones, La única manera de vivir a gusto. El libro está dividido en dos partes: la primera contiene poemas que Luy trabajó durante los años 2009 y 2010, mientras que la segunda parte, titulada La única Manera de vivir a gusto es estando poseído, incluye textos inéditos rescatados de cuadernos, papeles y diarios que se encontraron de sus visitas por Buenos Aires.

Este libro refleja, de alguna manera, parte de su vida y es una de las razones por las que muchos lo consideran parte del movimiento que revolucionó la poesía.

 La vida de Vicente siempre estuvo perseguida por la tragedia; con tan solo cinco meses, perdió a sus padres en un accidente de avión, lo que lo llevo a criarse con su abuelo, el Poeta Juan Larrea, quien fomentó su amor la lectura por la poesía, especialmente la de César Vallejos a quien Vicente le dedicó algunos poemas.  Su abuelo falleceró cuando Vicente tenía dieciocho años, lo que lo sumió en una depresión de la que, según dicen quienes lo conocieron, nunca más se recuperó.

Su vida para muchos es un mito, llena de historias algunas ciertas otras no se sabe. Lo cierto es que dilapidó la herencia de su abuelo, debido a negocios fallidos y algunas fiestas. Quienes lo conocieron dicen que siempre estaba rodeado de amigos y novias, y que su humor acidó y directo era lo que atraía a todos.

Fue miembro del grupo Verbonautas, que incluía a Palo Pandolfo, Karina Cohen y los poetas Osvaldo Vigna, Hernán y Horacio Noceta. Verbonautas no solo buscaba recitar poesía, sino también poner el cuerpo al servicio de ella. En ese círculo también estuvo también el cantautor Gabo Ferro aunque nunca formó parte de forma oficial.

Luy, con su prosa ácida y, en ocasiones, rápida, retrata de manera única lo que sucedía en su entorno y su sentir. Durante la década de los 90, sus obras fueron un faro para muchos poetas, especialmente en Córdoba, gracias a su humor y su forma directa de expresar las cosas.

En total publicó ocho libros entre los que se destacan  Vida en Córdoba (1999), Caricatura de un enfermo de amor (1991) y La sexualidad de Gabriela Sabatini (2006) .

Fanático de los talleres y del rock nacional, fue uno de los principales benefactores  a que se produzcan algunos de discos icónicos como Flopa – Manza – Minimal y de Gabo Ferro. Fue amigo de grandes figuras como Palo Pandolfo, Hilda Lizarazu, María Gabriela Epumer y el compositor y poeta Pipo Lernoud.

A pesar de haber estado en la movida cultural que muchos hubieran querido experimentar, su vida se vio cada vez más marcada por la depresión crónica. Fue diagnosticado como bipolar y, acompañado de Prozac, sus días se volvieron inabordables. Su vida continuó con internaciones, algunas muy caóticas, en Buenos Aires y Córdoba, de las cuales logró escapar, pasando los últimos meses en un departamento.

Quienes lo conocieron cuentan que se suicidó en Salta, en uno de sus intentos por mejorar su vida al visitar a un amigo, pero finalmente la depresión lo venció. Luy estaba decidido a dejar de vivir, como lo expresó en uno de sus poemas:
«Destinado a seguir sufriendo, ya no me la banco.
Al pedo pido iluminarme o morir.
No me complacerán y eso es todo.
Tendré que hacerlo a mi modo”.

Pero, ¿qué lugar ocupa Vicente Luy en el mundo poético?

Muchos no lo consideran parte de la corriente poética de los 90; su primer libro fue editado en 1991, pero fue en 1999 cuando su forma única de escribir cobró relevancia con la aparición de La vida en Córdoba. Tanto Luy como Hernán y Osvaldo Vigna, también del colectivo Verbonautas, forjaron una forma paralela de ver y hacer circular la poesía, a la que algunos llaman marginal. Por ello, sus libros, al igual que los de otros poetas, aún hoy forman parte de editoriales pequeñas o independientes.

Ahora bien, ¿por qué hablar de Plan de operaciones y La única manera de vivir a gusto estando poseído, escrito en 2010 pero publicado recién en 2013? Porque tiene un valor disruptivo; pocos como Luy pueden escribir sobre lo que quieran, incluso sobre las cosas más banales del mundo o de la farándula. Además, integra lo que siente y observa a su alrededor, muchas veces atravesado por la vida política y social, así como por sus otras pasiones, como el fútbol o el rock.

Tal vez su mayor eficacia haya sido no buscar perdurar en el tiempo, sino en el ahora, como alguna vez declaró en una entrevista realizada por Manuel Daza en 2009, donde Luy sostiene: “(…) mi poesía, básicamente, es de cabotaje. No usa metáforas, sino ejemplos. Entonces, me meto con la argentinidad para dar ejemplos. Y luego, es una poesía que muere rápido y que fuera de este lugar no sería entendida. No es una poesía para ser producida o que vaya a perdurar”. Trabajo en la construcción del ahora de forma ácida, incluso con aquellos a los que no quería, como por ejemplo Mirta Legrand, a quien describe así:

Cucaracha vestida para el Colón.
Me das asco
Guau, qué golpista que sos, Mirtha.
Decís que las viviste a todas jactándote de un “aguante”.
Tendrías que decir que conviviste con todos
como la Iglesia.
Estos ignorantes que acabo de ver en el corte
Majul, Nelson Castro
que te tienen como una diva
que hablan de miedo.
Cuando HABÍA miedo ni ellos ni vos hablaron.
Bancaste el golpe.
Olisqueaste, lamiste suelas.
Simbolizás
la unión de abogados, clérigos,
industriales, científicos, maestros…
Nuestros padres: ellos nos entregaron.

Por último, me gusta pensar en Nicanor Parra como un representante de la anti-poesía, al menos dentro del movimiento latinoamericano, y en ese movimiento podría incluir también a Vicente Luy, porque, como leí alguna vez, ellos son “la poesía después de la poesía”.

En definitiva, podemos pensar Plan de operaciones, La única manera de vivir a gusto como dos libros de poesía que provocan escalofrío. Los versos de Vicente Luy son crueles, impregnados de una sombra constante de suicidio. El tono que emana de ellos es psicótico, en el sentido más estricto de la psiquiatría. Dificultad que no ha logrado opacar su indiscutible talento poético. La lucides de Luy no se encuentra en visiones o intuiciones. Su verdadera claridad reside en el dominio del lenguaje.

La poesía de Luy es una mezcla de tristeza y desesperanza, marcada por una improvisación que se siente definitiva. Hay una madurez en su obra, acompañada de un rugido de fondo, descuidados y ruidosos. Es el eco de vivir en este mundo, expresado sin adornos. En este gesto, cruel, pero a la vez bondadoso, se revela una extraña belleza poética.

Leer a Vicente Luy no es una experiencia sin consecuencias.  Duele tanto física como emocionalmente, pero hay una belleza innegable en ese dolor. Y, en los momentos más inesperados, «una mariposa cruza el puente…»

FOTO: Pipo Lernoud