Un Tornado Dulce: Redescubriendo la Obra de Gabo Ferro

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Hablamos con Sergio Sánchez y Lalo Ugarte, autores de la biografía «Un tornado dulce: un recorrido por la vida-obra de Gabo Ferro«, un libro que se sumerge en la complejidad de su obra. A través de un compendio de entrevistas realizadas al músico por los escritores, así como a allegados a él, los autores presentan una narrativa cronológica que no solo explora su música, sino también su faceta como historiador, poeta y performer, resaltando el impacto que tuvo Gabo Ferro en la escena cultural argentina.

Con 328 páginas, el libro traza el recorrido de Ferro desde sus inicios hasta sus últimos días, abordando su interacción con otras disciplinas y su mirada crítica hacia el contexto social.

A lo largo de su vida, Gabo exploró temas como el miedo, la identidad y el amor en su música, considerándolos actos políticos y sociales.

O.c: La escena en la que vivía Gabo Ferro incluye a figuras como Vicente Luy. Mientras leía el libro y se mencionaba a Vicente, recordé un libro de él, así que hice una pausa para leerlo antes de volver a Gabo. Me pasó algo similar con el disco de Flopa Minimal Manza. ¿Ustedes ven el libro como un reflejo de toda una escena, donde Gabo es el eje?

Lalo Ugarte:  Sí, justo estás marcando esa escena del principio de los 2000, que me parece que es la más atractiva del libro. Me parece que no hay mucha bibliografía al respecto, y como que recién ahora se ha tomado distancia para poder hablar sobre ello. Ahora hay una perspectiva que te da el tiempo y que te permite analizarla. Igual, la idea del libro fue contar la historia de Gabo y su obra, ir contextualizando todo el tiempo.
Gabo era una persona que, como historiador y como artista, problematizaba su entorno y su contexto. Sin embargo, lo que estás señalando sobre Vicente, los Verbonautas, por un lado, y fines de los 90 y 2000, para mí es la parte más rica, donde aparece la escena con Flopa, Manza y Minimal. Ese disco no tiene mucha bibliografía al respecto, así que uno ahí se detiene un poco, como más curioso.

Sergio Sanchez: Sumando lo que decía Lalo, nos interesaba también contextualizar cada etapa: qué pasaba en los 80 con el HIV y con el menemismo, qué sucedía a comienzos del 2000 con la llegada del kirchnerismo al gobierno, también como paradigma cultural y político, el poscromañon, la escena de cancionistas del 2004 en adelante. Tratamos también de contextualizar para contar que sea una puerta de entrada a otras cosas, a otros movimientos, a otras escenas. No solamente que esté centrada en Gabo, sino que el contexto político, cultural, sobre todo, es lo que nos interesaba de este presente.

Fernando Lendoiro

O.c: ¿Qué cosas les llamó más la atención?
Sergio:  Creo que una de las cosas que nos llamó la atención es toda la obra que él hizo, obras que no sabíamos, como con Paola Barrientos, que había realizado una especie de recital teatral; la época en la que conoció a Conrado Geiger y Palo Pandolfo en la radio. Todo un entramado de gente con la que Gabo se vinculó desde muy chico, también desde muy temprano como artista. También su presencia en la última etapa del Parakultural y cómo él se conectó mucho con la obra de Batato Barea, Urdapilleta, de Tortonese, cómo eso le inspiró.
Estamos hablando de comienzos de los 90, quizás fines de los 80. Y después, todo el Gabo teatral, Gabo de las performans y del escenario, todo su trabajo con el cuerpo. Hay un montón de cosas de Gabo que no sabíamos y que estuvimos profundizando con la investigación.

O.c: Gabo siempre estuvo alrededor de esa escena, como los Verbonautas, pero nunca fue parte. ¿Lo ven así? Siempre estaba desde afuera.

Lalo: Gabo fue un integrante destacado de los Verbonautas, y los testimonios indican que su presencia en escena era realmente impresionante. Sin embargo, hubo un periodo en el que decidió llamarse al “silencio», durante el cual se alejó tanto de Porco como de los Verbonautas. Aunque formó parte de este último grupo, su rol no era protagónico ni de liderazgo, a diferencia de lo que logró en Porco y en su carrera posterior.

En los Verbonautas, el grupo era bastante amorfo y desorganizado, con miembros que entraban y salían sin un orden claro. Gabo, a pesar de su talento, no logró establecer un papel central en esa dinámica, lo que podría atribuirse a su proceso de maduración artística, al igual que el de otros, ya que había múltiples facetas de su personalidad y estilo.

La escena en la que se movían era caótica, con un grupo de diez personas que se reunían sin una estructura definida. Esto hacía que fuera complicado narrar su historia en un libro, ya que la improvisación y la desorganización eran la norma. Aunque hubo esfuerzos por sistematizar la escena, como la creación de un libro en el que Gabo no participó, el ambiente seguía siendo muy informal y espontáneo.

En la escena de los 2000, especialmente después de Cromañón, yo estuve involucrado como programador en un Centro Cultural, organizando shows con los mismos músicos. A pesar de mis intentos de dar cierta organización, la realidad era que cualquiera que apareciera podía tocar, lo que refleja la naturaleza de la escena under o emergente. En este contexto, Gabo era uno más, contribuyendo a un proceso colectivo que, aunque difícil de clasificar, era fundamental para su desarrollo como artista.

El Arte como Herramienta de trasformación

O.c: ¿Qué era el arte para Gabo? Porque me parece que, si bien es cancionista, tiene mucho de político, pero no de político partidario. Me parece que hay algo de política en la forma de ver el arte y de expresar. De hecho, se mete con muchos temas políticos y sociales.

Lalo: Todo el arte de Gabo es político, pero no de manera obvia. Él entendía el arte como una herramienta de transformación y de incomodidad; nada era casual. Abordaba diversas políticas, como la de género, y consideraba la política partidaria como algo menor. Comparaba la política con el ajedrez, afirmando que lo peor que le podía pasar eran los malos jugadores, lo que aplicaba a los políticos, ya que la política son los cuerpos.

Como intelectual, era foucaultiano y problematizaba el cuerpo en sus ensayos, trasladando esas ideas a su música. Para Gabo, hablar del amor también era un acto político. Aunque no se alineaba con un partido específico, se definía como anarco-pacifista.

En mi opinión, el sujeto político de la música de la década del 2000, post-Cromañón, es el artista político por excelencia. A diferencia de los cantantes de protesta de los 70 y 80, Gabo logró tocar fibras emocionales que movilizan de una manera única.

Sergio: Gabo mantenía cierta distancia de los partidos políticos, pero sabía cuándo adherir a causas. Siempre tuvo la libertad de posicionarse sin enbanderarse. Su obra era netamente política, abordando tres ejes: clase, raza y género, desde su primer disco «Canciones que un hombre no debería cantar» hasta «Loca», donde analiza la cuestión de género y lo patriarcal.

Recuerdo una nota sobre su disco «El lapsus del Jinete ciego», que es muy político, ya que estrena dos canciones tras la llegada de Macri al poder: «La silla de pensar» y «El beso urgente». Aunque su enfoque era sutil y metafórico, el disco refleja claramente la llegada del macrismo.

Cuando le pregunté si era su disco más político, Gabo respondió que, aunque podría considerarse así, toda su obra está atravesada por la política, incluyendo la de género, como en «El amigo de mi padre», una chacarera gay de 2004-2005, donde se adelantó a muchas cuestione

O.c: Costurera Carpintero por ejemplo…

Sergio:  Esa es sobre la autopercepción de género. Él trabajó mucho en eso en sus primeros discos, antes de que se convirtieran en políticas del gobierno. Me parece que Gabo también era político en cuanto a su forma de desarrollarse, su forma de organizarse y su forma de autogestionarse.

Yo siempre lo comparo con Los Redondos, no solo porque soy fanático de ellos, sino porque admiro profundamente la forma en que desarrollaron una carrera por fuera de las discográficas, por fuera de los sellos y de la televisión. Ellos siguieron un camino un poco inspirado también en M.I.A. (Músicos Independientes Asociados) de Donvi Vitale y Esther Soto. Esa forma de organización, sin negociar su independencia artística y sin ceder su obra a las corporaciones, es un gesto netamente político.

O.c:  Sergio, recién Lalo me mencionaba sobre el tema de la trova. ¿Cuál es la diferencia que ves entre la trova de Silvio, Pablo Milanés y Feliú? Que, si bien, como dijimos, es trovador, me parece que hay una diferencia. Te pregunto porque vos has tenido la oportunidad de hablar y ahondar en la obra de Silvio como Gabo.

Sergio:  Diego Skliar señala que Gabo se inscribe en la tradición de la trova, pero también se escapa de ella. Su música abarca diversas vertientes: es cantautor, compositor y renacentista, mientras la diferencia clave con Silvio es adhesión a un proyecto político mayor.

Silvio Rodríguez, por ejemplo, es un trovador que desarrolló su obra en un contexto de post-revolución socialista en Cuba, donde utilizó la canción como herramienta de alfabetización y defensa de un proyecto político-cultural. Su obra está profundamente ligada a la Revolución Cubana, a pesar de sus críticas.

Silvio siempre fue muy crítico de la Revolución Cubana. Tuvo la capacidad de criticar, pero a la vez siempre la reivindicó; hasta el día de hoy sigue haciéndolo. En su caso, es muy clara esa adhesión a un proyecto político-cultural y social mayor, a un paradigma, a una forma de gobierno y organización

En contraste, Gabo es un artista contemporáneo que se mantiene al margen de un posicionamiento político fijo. Aunque se cuidó de no atarse a un proyecto político, supo posicionarse cuando fue necesario. Por ejemplo, aceptó participar en un disco sobre Mariano Ferreyra, a pesar de que su muerte era incómoda para el kirchnerismo. También colaboró en «Por algo será», un proyecto musical por los derechos humanos, donde recorrió la ESMA, demostrando su compromiso político

.Lalo: Creo que la gran diferencia entre Gabo y la trova tradicional de Silvio y Pablo radica en su relación con las instituciones. Gabo estaba en contra de ellas, incluso decía que había que «matar a los padres». En cambio, la trova tiene un vínculo fuerte con lo institucional, tanto con el Estado como con las tradiciones y el modelo educativo. Gabo abogaba por subvertir el Estado, lo que marca un desencuentro significativo. Mientras los trovadores han encontrado su lugar dentro de esas estructuras, Gabo opta por una postura más radical y de ruptura

O.c: ¿La música era un fin o un medio para llegar a algo, para transmitir alguna idea en el caso de Gabo? Yo creo que era un fin en sí mismo…

Lalo: Yo creo que Gabo quería impactar de una manera profunda en las subjetividades, como cualquier artista. Un artista busca transformar el mundo, y Gabo apuntaba a cada individuo. Por eso podía hacer silencio; sabía que la palabra llegaría a cada una de nuestras subjetividades para transformarnos. Creo que ese era su objetivo.

Gilbert Tognetti

 O.c:  Creo que hay pocos artistas como Gabo que utilizan el silencio como un instrumento. Él sabía emplear el silencio de manera efectiva. ¿Cuál era el significado del silencio para Gabo? Me parece que trabajaba mucho con el silencio en su obra…

 Sergio: Gabo utilizaba el silencio como un recurso esencial en sus presentaciones en vivo, donde realmente brillaba. Consideraba que los discos eran solo una excusa para estar en el escenario, ya que su verdadera potencia residía en su cuerpo en escena. El silencio le permitía resaltar aspectos importantes, buscando que el público se sintiera identificado y representado. La forma en que pronunciaba las palabras y dejaba vibrar las consonantes creaba un efecto único. Se podría sintetizar que la obra de Gabo era su cuerpo, o que su cuerpo era su obra.

Creía que la canción debía problematizar y reflexionar sobre temas complejos como el miedo, el dolor y la tristeza, dedicando discos a estos tópicos. Por ejemplo, «La Aguja tras la máscara» está marcado por la tristeza tras la muerte de su padre, y «La primera noche del fantasma» explora el miedo. Estos temas, que la industria consideraba inconvenientes, los trasladaba al escenario de manera interesante.

Asistir a un concierto de Gabo era una experiencia catártica; su música permitía explorar la subjetividad del público. A veces, el silencio se volvía tan intenso que resultaba insoportable, provocando reacciones en algunos asistentes. Recuerdo un concierto en 2018 en el CCC, donde un silencio inquietante durante «Si me falto de mí» dejó a todos paralizados. Nadie aplaudió al finalizar la canción, un momento inquietante que quedó grabado en mi memoria, reflejando la poderosa conexión que Gabo lograba crear con su público a través del silencio.

Lalo: El silencio también es parte del rito, y él era eso: conformaba una comunión.  Es la gran duda que tengo sobre este libro. Recién, cuando le contaba a Sergio esto, se me empezó a poner la piel de gallina, porque recordé la sensación de haber estado ahí y de compartir ese silencio, esa instancia ritual.

Creo que es lo que está sucediendo con este trabajo que hicimos, que va hacia atrás, hacia la obra de Gabo, y a aquellos que tuvimos la oportunidad de verlo y vivir esa situación. Me vino a la memoria porque experimenté una emoción, solo por el recuerdo de ese silencio. Tengo la gran duda que tengo sobre este libro: si está generando buena recepción y buenas devoluciones en función de lo que se vivió, pero nunca lo sabré.

O.c: No sé si te ha pasado, pero cada show de Gabo era diferente. Aunque salías más alegre, siempre había un toque de nostalgia. Hasta hoy, al escuchar sus canciones, siento esa nostalgia. Su música aborda el miedo y la tristeza, te interpela y te deja pensando, provocando un bajón en el buen sentido

Sergio: No sé si hablaría de nostalgia, sino más bien de melancolía. Para mí, escuchar a Gabo en un disco y verlo en vivo son experiencias distintas. Cuando iba a sus shows, sentía que era un ritual, como mencionaba Lalo. No era una experiencia traumática; al contrario, salía aliviado y con muchas preguntas. Ir a ver a Gabo no era simplemente asistir a un concierto más; implicaba un compromiso personal y una preparación previa.

Su música abordaba temas difíciles como la tristeza, el dolor y la muerte, que él consideraba urgentes. Gabo sabía que su tiempo era limitado y dejó una vasta obra entre 2005 y 2019, tanto en libros como en discos y obras de teatro. Cada año, había algo nuevo de él, lo que no es casual, ya que sentía la necesidad de dejar un legado.

Gabo, no temía abordar estos temas, señalando lo que nos duele y lo que nos agrieta, y eso es lo que lo hacía tan especial.

O.C: Hablamos de las canciones de Gabo, como Costurera, carpintero, La cabeza de la novia cayó sin velo y El amigo de mi madre, que abordan temas de género. ¿Era Gabo un adelantado al tratar estos temas antes del feminismo y el debate sobre el aborto? En su vida personal, era más reservado sobre estos asuntos

Sergio: Gabo cuidó mucho su intimidad y no hablaba de su vida personal. Sin embargo, era un adelantado en temas de género; su primer disco, ‘Canciones que un hombre no debería cantar’, lo refleja. Su estilo de canto era ambiguo, a veces se presentaba como hombre y otras como mujer, explorando ambos lados. En su proyecto ‘Loca’, cantaba canciones escritas para mujeres, vestido de compadrito con un collar de perlas, mostrando esa ambigüedad. Aunque se interesaba por eso, no quería encasillarse en la cultura gay y evitaba la parafernalia asociada, prefiriendo enfocarse en su arte

O.c: ¿Cómo estudiar, al Gabo escritor? Me parece que el Gabo escritor, no sé si se separa mucho del músico, pero hay como una división, porque el Gabo escritor habla mucho de la historia argentina. Era otro Gabo, de alguna manera; lo abordaba de otra forma. ¿Cómo fue el tema de abordar la parte de los libros?

Sergio: Fue una experiencia interesante, ya que había explorado poco sobre Gabo más allá de «Recetario panorámico elemental fantástico y neumático» del 2015. Él tiene tres libros de ensayos: «Barbarie y civilización: sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas»; «Degenerados, anormales y delincuentes»; y «200 AÑOS DE Monstruos y maravillas argentinas».

Hablamos con personas que trabajaron con él en esos libros y leímos los materiales, y entendimos que estos ensayos continúan los temas que Gabo abordaba en sus canciones y puestas teatrales. Por ejemplo, en «Barbarie y civilización», explora la sangre en el contexto del rocismo, un tema que le era muy presente, especialmente tras perder amigos en la década de 1990 por el VIH.

En «Degenerados, anormales y delincuentes», analiza estereotipos en la historia argentina, y en «200 años de monstruos y maravillas argentinas», se centra en lo no bello y lo no hegemónico. Estos libros, aunque complejos, están en sintonía con su poética musical, reflejando sus inquietudes e intereses de manera cohesiva.

O.c: Pocos músicos hablan de la no belleza de una forma bella como lo hace Gabo en sus discos o libros…

Sergio: A Gabo le interesaba ese terreno; él convertía en bello lo no bello. Cantaba sobre la tristeza y sobre el dolor y te lo convertía en belleza. Trabajaba sobre temas que no eran políticamente correctos o que no tenían buena prensa. Su voz tampoco era canónica; él podía cantar de una manera más estandarizada, pero elegía cantar de esa manera intensa, visceral, desmesurada, buscando el silencio de una forma no bella, mostrando la belleza de lo no bello. Hay gente que lo amaba y hay gente que no se lo bancaba, y está bien. A él le interesó trabajar desde ese lugar, como espantando y atrayendo

O.c: Es como que a la gente que lo amas o lo odias. Pareciera que no hay termino medio…

Sergio: Totalmente, yo creo que las únicas dos canciones que logran cierto consenso entre la gente que por ahí escucha cancionistas son Soy todo lo que recuerdo y Volver a volver. Sobre todo, Soy todo lo que recuerdo, que está primera en Spotify, es una canción bastante amigable.

O.c: Agregaría también Como tus zapatos…

Sergio: Sí, hay varios temas amigables, me parece, sobre todo en el primer disco, Canciones que un hombre no debería cantar. Ese disco tiene canciones muy amigables, pero tiene un tono de voz y una forma de decir que no son de fácil escucha.

O.c Finales de los 80, Gabo deja Porco, pero mantiene cierto espíritu rockero en su etapa solista….

 Sergio: Gabo pertenecía a la cultura rock y siempre lo señalaba. Creció en ese entorno y, al iniciar en Porco, se sumergió en él. En sus primeros discos solistas, su forma de cantar y relacionarse reflejaba esa cultura. Gabo decía que se sentía más rockero ahora que en la época de Porco, reafirmando su identidad como artista del rock.

O.c: Gabo también era una persona muy solitaria y cuidadosa al elegir con quién trabajar. De hecho, excepto por sus discos con Sergio Chotsourián, Pablo Ramos, Tolosa y Luciana Jury, no participó en muchos otros álbumes

Sergio:  Sergio Chotsourián, Edgardo González y Juan Carlos Tolosa fueron casos particulares en la vida de Gabo. Según las entrevistas, muchos coinciden en que era una persona cuidadosa en sus vínculos; no era extremadamente social, aunque una vez que lo conocías, mostraba una personalidad y un humor ácido. Era honesto al hablar de sus colegas y seleccionaba bien con quién trabajar.

Cuando conoció a Luciana Juri, decidió que debía hacer un disco con ella. Tras escribirlo en Mar de las Pampas, se dio cuenta de que debían cantarlo juntos. Presentaron el disco con Chotsourián en el Konex y realizaron varias presentaciones con otros artistas. El único proyecto que perduró fue el de Luciana Yuri, que continuó hasta 2018-2019, aunque el disco era del 2014.

Gabo era meticuloso en sus relaciones; si algo no funcionaba, se alejaba y no volvía. Sabía con quién hacer equipo y con quién negociar, lo que refleja su cuidado en la construcción de vínculos.

O.c. Alguna vez dijo que le gustaba lo efímero…

Sergio:  No sé si efímero, pero sí lo urgente y lo presente. Le interesaba el aquí y ahora, sin dar muchas vueltas. Por eso, sus últimos discos tienen menos arreglos y menos instrumentación. Si escuchas el último disco, «Su reflejo es el Lobo del Hombre», comienza cantando todas las canciones, y la guitarra casi no se escucha.

O.c ¿Cómo abordaron la parte del gabo actor? Una faceta que poca gente del interior pudo apreciar.

Sergio:  Realizamos un revelamiento de las obras de Gabo y contactamos a Emilio García Wehbi, un dramaturgo y performer que colaboró con él en una obra sobre el poeta Artaud. También hablamos con Rubén Szuchmacher , Gabriel Valverde y Juan Carlos Tolosa, quienes trabajaron en la obra «Ese grito es todavía un Grito de Amor».

Además, nos comunicamos con Abel Gilbert, quien trabajó en «El Astrólogo», protagonizada por Gabo. Todos coincidieron en el potencial escénico de Gabo, y Schumacher lo comparó con el actor Alfredo Alcón.

Una frase que sintetiza esta conexión es de la canción «La pasión del espejo»: «el cuerpo es poesía, el resto es verso». Para Gabo, el cuerpo, la canción y la palabra eran poesía, casi sinónimos. Por eso, su muerte significó la pérdida de gran parte de su obra, ya que su presencia física era esencial para su interpretación.

O.c:  Pienso en Mercedes Sosa, quien nos dejó, pero muchos sostienen que por jemplo Liliana Herrero o Nadia Larcher que se asemejan por ahí a la hora de abordar la música estéticamente si se quiere. ¿quién se asemeja a Gabo Ferro, o quién sigue esa estética?

Sergio: No estoy seguro de quién podría estar continuando el legado de Gabo. Tanto él como Charly García y Luis Alberto Spinetta son artistas únicos que encontraron su propia voz. Gabo se sitúa en el mismo nivel que otros grandes como Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui, y su propuesta siempre fue innovadora.

Si bien hay muchos músicos actuales que se inspiran en Gabo, no puedo afirmar que estén continuando su legado. Sin embargo, su obra seguirá siendo un faro de inspiración y no caerá en el olvido. Es probable que se sigan escribiendo libros y estudios sobre su vida y música en el futuro.

Foto: Augusto Starita / Ministerio de Cultura de la Nación

#FOTO DE PORTADA: DANTE MARTINES