El cantautor punkfolk sacó un nuevo trabajo llamado «Punk de Fogón».
No entiendo muy bien para que sirven las críticas de discos en estas épocas dónde todo está al alcance de un click y donde, más que nunca, esta vigente esa frase que reza que «sobre gustos…». Lo cierto es que cuando todo se limita solamente a la belleza o fealdad de una cosa, se deja de lado la magia contextual en la que aparecen ciertas producciones artísticas. Hay cosas que suenan hermosas hoy, pero que no dicen mucho. O no dicen nada. Y cuando todo parece ser moldeado por determinados clichés de moda, cuando todo parece tan artificial, tan meticulosamente matemático, uno tiende a refugiarse en la incomodidad que nos permite respirar en un mar de languidez que cada vez tiene más repeticiones seriales.
Diego Billordo publicó en su Bandcamp, hace unos días, Punk de Fogón. Su sonido y estéticas son, sin dudas, hipnóticos. Billordo hace música incomoda, siempre lo ha hecho, y en estas 4 canciones deja en claro su punto de vista. El autor platense siempre nos hace replantearnos las cosas y es el tipo de artistas, que más allá de los gustos, nos permite discutir acerca del presente de nuestra música. Mientras todos refunfuñan sobre todas las peripecias indies el tipo nos tira mil canciones por la cabeza. Este es, de hecho, su quinto disco entre el 2015 y 2016. Mientras el indie mainstream busca sintetizadores, grandes productores y estudios, Billordo regala viscerales canciones Lo-Fi. Hoy que lo indie está de moda y que las poses son más que los mensajes, los artistas incómodos salvan las ropas de eso que alguna vez fue alternativo.
Es que, claro, lo que hoy llamamos indie (ese genero musical estereotipado, empaquetado y clasificado) en otras épocas tenia que ver con una filosofía, un mensaje y una herramienta de lucha cultural.
Canta Billordo: «Era el año 1996 / eramos apenas 6 personas / en un pequeño recital / en un gremio textil / de la ciudad de la plata. / La música se fue, / la gente también. / Todos han cambiado, / pero yo… ¡No!». Veinte años después, el punkie de fogón, tiene tanta razón. Es que, hoy más que nunca la música deberá acercarse, como arte, a los movimientos de la gente de a pie. Volver al rasguido y al mensaje lacónico, el que pone el juego su corazón en cada canción.
Billordo levanta la bandera del amor como auto gestión libertaria y en estas épocas de facturas de gas y segundos semestres, hay que volver a las bases, dejarse de pelotudeces y poses. Para eso esta el mainstream.
Alejado de vocoders y autotunes, y al atiborramiento de capas sonoras, el disco de Billordo es, una obra de arte de estos tiempos: incómoda, molesta y de difícil digestión. Es un disco bello por su mensaje y su contexto. El contexto para el artista hoy es horrendo. En la obra de Billordo hay una flor espinosa entre los escombros. Como en el rock barrial de los 90, como en la explosión mestiza de los 2000, momentos en que el rock se acercaba a los gremios o a las fabricas recuperadas. Hoy hay un tufillo a eso.
No se para que sirven las críticas de discos, sólo les pido que escuchen el disco de Billordo, caminando o andando en bicicleta, atentos a lo que sucede a su alrededor. Lean los graffitis, vean a la gente en sus rutinas y a los mendigos en sus ruinas. Canten con sus amigos este punk de fogón.