Hay veces en que los sentimientos expresados con la crudeza de la sinceridad suelen rozar con lo políticamente incorrecto. Nombrar a un disco nacido en medio de la pandemia invocando la pulsión de muerte freudiana no deja de ser una provocación en los tiempos en los que “salimos mejores” va quedando como el recuerdo de otro viejo deseo no alcanzado. Rudy va al hueso y parece que siente morir. Al igual que muchos de nosotros, ese convivir con el final, le sirve para tomar impulso y empezar a renacer.
Tánatos fue grabado en agosto de 2020 en 440 Estudio de capital cordobesa por Seba Palacios. Producido por Nacho Sánchez (que también se hace cargo de algunas guitarras del disco), el material presenta a una Pamela Rudy llevando su fuerza interpretativa a los lugares más logrados de su discografía, acompañada por Juan Cruz Ludueña en bajo, Gonzalo Criado en batería, Andrés Robledo en segunda guitarra y Emiliano Serradell en percusión.
En el álbum que está disponible en todas las plataformas desde el pasado 1 de octubre, la cordobesa vuelve a entregarse de lleno a los sonidos más clásicos del Rock & Roll y el country, presentando un conjunto de canciones que se presentan de un modo contundente a lo largo de un trabajo que solidifica un estilo y la proyecta como una intérprete flexible y una compositora audaz.
El disco arranca con una acertada contradicción. Todo va a estar bien, rompe con el sentido común de algo que se presentó con la muerte como factor determinante. El frenetismo que empieza a marcar el ritmo del disco se continúa con Algo más (que había sido uno de los adelantos) y cierre un primer tridente con La Promesa, una de las composiciones más destacadas del disco. Una canción de desamor que va tomando temperatura en fragmentos que la época sitúa en los contextos en los que el perderlo todo empieza formar parte de la escena cotidiana.
“No quiero abrir los ojos hay cosas que no quiero ni ver, no me sigas el juego que hoy no tengo nada que perder”, canta Rudy en la canción previa a Alegorías de la Fragilidad, una joya de la enunciación. Una canción para achinar los ojos y leer entre líneas en la que Pamela ensacha su registro interpretativo. Susurra y estalla. Estalla y susurra.
Viento a favor empieza a querer torcer el rumbo de las sensaciones. Es el tema más pop de Tánatos y el que transmite el halo de optimismo que siempre aparece cuando reinan las oscuridades.
Salsipuedes, el tema con el que el álbum empieza a despedirse, parece extraído de Corredora del Desierto (2019). Una historia en formato de relato cinematográfico convertido en canción, algo que estaba muy trabajado en las composiciones del segundo trabajo de Rudy.
El esquema se repite en Blues de la niña, el tema que cierra el disco que revalida un proceso musical que reafirma el camino comenzado hace unos tres años y deja la manija intacta. Casi un juego de seducción que invita a descubrir a una artista cuyo crecimiento representa una de las grandes novedades para la segunda década de un siglo en el que el estilo que aborda viene experimentando un paulatino proceso de renacimiento.