Alfonso Barbieri es un artista que trasciende épocas, fusionando música y arte plástico en un estilo que oscila entre el romanticismo y la psicodelia. Su obra, que incluye discos, collages y dibujos, se erige como un testimonio de su búsqueda creativa, donde el sujeto es efímero y la creación perdura. En su último álbum, «Si Dios Clonase Pan», Barbieri expresa un profundo descontento con el presente, pero lo hace con un agudo sentido del humor. A través de una sonoridad rica en detalles y una lírica que invita a la reflexión, el disco se convierte en un viaje sonoro que desafía las convenciones y celebra la libertad de ser uno mismo. En esta nota, exploraremos cómo su música se convierte en un vehículo para la reinvención y la búsqueda de un futuro mejor.
Si Dios clonase el pan, me suena un poco, no sé si a burla, pero de alguna forma pensé: si Dios clonase el pan, no habría hambre. Si eso existiera y fuera así, no habría pobres o al menos hambre. ¿Juegas un poco con la ironía?
Alfonso Barbieri: Sí, por supuesto. Además, lo que sí se clonó es el clonazepam. Si bien es muy útil para muchas cosas en el mundo psiquiátrico, también deberíamos preguntarnos por qué tanta gente consume clonazepam casi de forma religiosa, a una hora determinada, como si fuese una especie de hostia en un ritual cotidiano.
O.c: Es un disco que diría, no sé si político, pero bastante social. ¿Vos lo ves así, o cuál fue la intención del disco? Porque es un disco que juega con lo cómico, pero yo lo encontré muy social de alguna manera.
A.B: Mi obra en general tiene esa característica. No puedo aislarme de la realidad por completo. Me sale por los poros lo que me atraviesa socialmente y aparece en lo que hago. Me sale así desde siempre, desde que dibujo muy chiquito y desde que compongo canciones o música desde muy joven también.
O.c: En los momentos en que vivimos, en el momento personal tuyo y en tu obra, ¿qué tan importante es el humor?
A.B: Es fundamental, es un catalizador de la realidad. No hay forma de subsistir si no se tiene humor, si no se toma con sorna un poco la realidad, que es completamente cruel, más allá de lo que estamos viviendo hoy en el presente. Me parece que históricamente el ser humano es cruel, destructivo o mejor dicho autodestructivo. Hemos hecho mierda el planeta y nos hemos hecho mierda entre nosotros. Y el humor es una forma de sacarle solemnidad a las cosas. Una cosa es la burla y poner de punto a alguien y burlarse, eso es otro asunto. Yo me refiero a ver el mundo con un paño de ironía, con un paño de sarcasmo. Además, volviendo al presente, la verdad que, si bien traigo lo que nos pasa, es para tomar con cierto humor las cosas que pasan, porque no se pueden creer, son de un nivel circense que yo pocas veces vi
O.c: En los momentos que vivimos, ¿qué tan importante es la música? Siempre ha sido relevante, pero hoy hay sectores políticos y sociales que critican a los músicos por hacer política, argumentando que deberían dedicarse solo a hacer arte. Artistas que antes se consideraban intocables, como León Gieco o Lali, ahora son cuestionados. Se dice que deberían centrarse en su música y no hablar de política, pero todo es político.
A.B: Absolutamente todo es político. Todo es un acto político. Ahora, hay una diferencia entre una manifestación partidaria y una manifestación política que es constante en la sociabilidad de los humanos. O sea, no me importa el partido, ni si te inclinas hacia la derecha o hacia la izquierda. Bueno, en realidad sí me importa, pero eso es una cuestión mía y de cómo me gustaría que fuesen las cosas. Cualquier acto y manifestación es política, sea artística o no. Creo que lo que buscan algunos es generar una cosa lavada, separada de lo que es una visión más amplia. Es un planteo muy pobre, además de anticuado, y voy a añadir un adjetivo más: es tonto, es bobo. ¿Cómo que no hay que hablar de política? En ese sentido, me parece maravilloso lo que mencionabas de Lali, que es parte del mainstream. Tengo mis reparos sobre cómo se posiciona en esta etapa del siglo XXI, cómo se maneja, cómo se promociona, cómo el algoritmo hace que funcione de tal manera, según los nichos del mercado que la industria genera para transformarla en un producto que genera dinero, lo cual no está mal. Luego, podemos analizar lo que atraviesa todo esto. Me parece fantástico que una figura tan mega recontrapopular se manifieste como lo está haciendo. La imagen de ayer en la estación de tren, con toda esa gente bailando y coreografiando el último tema de Lali, que es una especie de respuesta a las agresiones del señor que nos gobierna, lo celebro. Creo que esta generación debería nutrirse más de eso y dejar de cancherear un poco con lo de la guita, los autos, las minas y los culos, y ponerse en el lugar que ocupa Lali, que es una especie de mainstream espectacular, y que también se involucra en discusiones políticas. Eso es muy válido e importante. Me parece genial, hasta diría que es novedoso dentro del mainstream que una figura pop de esta generación se meta a pelear la discusión con un mandatario que está destruyendo todo.
O.c: Sobre todo en un género que, quizás, no sé si es menospreciado, pero se ve como el género para bailar y divertirse, y no se lo considera un género intelectual, digamos. Sin embargo, ha habido bandas como Virus que jugaban con el pop y el baile, pero también transmitían un mensaje claro y político.
A.B: Es muy loco porque la ignorancia de ciertos sectores de ese momento del rock, supuestamente conservador, de los periodistas que los denostaban, les decía que eran amanerados o que generaban una música superficial, no tenía idea de lo que realmente les pasaba a los Virus. Yo, por suerte, los conocí en la época en que tocaba en Los Cocineros, y nos hicimos amigotes. Después, me hice muy amigo de Dani Sbarra, el guitarrista, y claro, evidentemente había un sector del periodismo del rock que no entendía la metáfora y hacia dónde estaban apuntando en términos de modernidad al hablar de determinadas cosas. También fue criticado Charly con «Clics Modernos», que venía de la metáfora de los 70 para zafar de la censura y decir cosas que no se podían expresar mediante un lenguaje absolutamente creativo y maravilloso. Se moderniza, viene una marca que lo auspicia como Fiorucci, se va a Estados Unidos y regresa con un disco completamente moderno; tampoco lo entendieron, y ahora todo el mundo habla de «Clics Moderno».
Me parece que todavía hay una mentalidad medio cavernícola, pero también hay una actitud concesiva con el mainstream. Así como existe lo cavernícola de algunas épocas, hay una tendencia a no hablar mal de algo porque le va muy bien, y no quiero quedar mal porque voy a parecer un viejo amargado, y eso me parece que está mal.
No voy a decir cómo tienen que hacer su trabajo los periodistas; la verdad, me ne importa. Pero podrían salirse un poquito de esos lugares de miedo a decir tal cosa o a hacerle la nota a alguien porque puede generar determinado quilombo, o qué sé yo. Veo cierta pereza. Me parece que hay de todo, pero los que dan espacios en lugares grandes a veces me apenan, porque es como si se fijaran en cuántos seguidores tenés en Instagram para hacerte una nota.
O.c: Escuchando el disco, me llamaron la atención ‘Harajuku’ y ‘Sinestesia’. En esta última, hay una parte en japonés. ¿De dónde viene ese interés por Japón?»
A.B: Siempre he tenido interés por el arte y la cultura japonesa. Recientemente, mi pareja Sofía y yo expusimos nuestras obras en Japón, donde diseñamos kimonos juntos bajo el proyecto ‘Sofía y Alfonso’. Fue una experiencia increíble en Tokio, donde hicimos amigos japoneses y creamos vínculos. Harajuku es un lugar que queda en el centro de Tokio que es bellísimo y hay mucha cultura, mucha diversidad y de hecho la grabación que se escucha al principio del tema es una grabación que hice con el celular en una estación de subte de Tokio yendo para Harajuku.
O.c: Ayer investigué sobre Harajuku y descubrí que significa ‘alojamiento en una pradera’. Me hizo pensar en mi ‘ciudad musical’. ¿Cómo es tu pradera musical? ¿Qué cosas te inspiran a escribir?
A.B: Yo creo que mi ‘ciudad musical’ es la suma de todos los lugares donde he estado a lo largo de mi vida. Desde muy chiquito, viajé por el mundo y por Argentina gracias al trabajo de mis viejos, quienes documentaban el patrimonio artístico nacional, provincia por provincia. A finales de los 70, cuando nací, hacían exposiciones de arte popular latinoamericano en Brasil, España e Italia, por eso viajamos y vivimos en muchos lados. También viví en Alemania en los 90, vendiendo mis cuadros, y luego pasé unos años en Córdoba. Estuve en Jujuy, en Salta, en Corrientes; todo eso me atraviesa. Te diría que ese paisaje abarca desde cactus hasta plantas tropicales, con climas tormentosos, tornados, cielos despejados y estrellados. Hay de todo, y esa variedad siempre me fascinó. No creo en los nichos; a mí me gusta el abanico. Hace muchos años que la música se mezcla y debe mezclarse. No importa el género, todo se puede hacer y todo es válido. Mozart no es superior a la Mona Jiménez, y la Mona Jiménez no es superior a Mozart; todo es música. Todo convive en un universo que se toca de alguna manera, si te pones a hilar fino, y eso me parece muy nutritivo. A veces me preocupa que eso se vuelva a perder. Yo me considero un artista que hace música urbana; mi música tiene relación con las ciudades.
O.c: Es que escribís desde una ciudad, viviendo en Buenos Aires y no en el campo- El tango, por ejemplo, fue la música urbana por excelencia, hablando de lo que sucedía en los bordes de la ciudad
A.B: Exacto, y la música política, la política de protesta, está muy presente. Me parece que hay una necesidad de encasillar, y eso tiene que ver con las redes sociales. Antes también existía eso de encasillar, como que pertenecías a un lugar, pero ahora se ha vuelto más rígido y es un embole. Aunque supuestamente internet permite la atomización de todo, hay de todo para buscar, siempre y cuando uno tenga la curiosidad y la información. Pero el algoritmo está constantemente jugando con esos casilleros. Un amigo me comentó que lo metieron en una lista de Spotify porque eligieron un tema relacionado con música latinoamericana. ¡Qué loco esa forma rara en que está dirigido todo! Hay hilos que manejan la situación. Si bien hay muchísima música en esas plataformas, que está bárbaro, sería interesante que se difundiera de manera un poco más equitativa, porque si no, la industria tapa todo con lo que tiene una determinada cantidad de escuchas y se acabó.
O.c: Bueno fue un poco mi tesis de postgrado fue sobre las plataformas y los músicos sostenían que en que todos pueden subir el disco ahora el bacalao lo siguen cortando los mismos.
A.B: Exactamente, y de manera más cruel, porque al no existir el objeto físico como el disco, el compacto, el vinilo o el cassette, esta atomización que es internet se vuelve muy volátil. ¿Cómo haces para ubicarlo en un lugar determinado y que genere una tensión cuando, además, esa tensión está muy dispersa? Hoy en día, la gente escucha 10 segundos, como mucho 30, y ya se aburre o está esperando que entre la letra o el ritmo. Si no funciona dentro de los cánones del éxito o del mainstream, quedas completamente afuera. A esta altura del partido, no sé si me interesa llenar estadios o estar en el mainstream, pero sí me gustaría tener la tranquilidad de que todo este recorrido me permite hacer un show en un lugar de 100 personas y poder hacerlo cada mes. Pero eso no se puede, porque la circulación de la música es extrañísima. ¿Tendría que hacer algo para pertenecer y generar ese público?
O.c: De alguna manera es lo que plantea la canción cuando decís ser lo que quieras ser y no lo que te dice el algoritmo.
A.B: Totalmente es un sistema que tiene una pequeña lógica gebeliana
O.c: En «Cisne» dices: «estoy rabioso con cierta calma, no tengo tiempo para andar corriendo, naturalmente un cisne muere». Refleja nuestra realidad actual: vivimos un tiempo rabioso, pero aún estamos relativamente calmados. Esa frase resuena porque, aunque la bronca va en aumento, seguimos en una especie de calma, aunque todo puede irse al carajo.
A.b: Totalmente, en cierto punto estás en el clima de la letra, y la figura del cisne también juega un papel importante. Hay una especie de excepción en muchos de nosotros que sí salimos a manifestarnos y a acompañar a estudiantes, médicos y jubilados, pero nos agreden con palos y gases. Creo que falta más gente, porque en la letra se menciona que nos estamos muriendo, y eso me parece un replanteo de muchas cosas. Es la parte interesante de esta distopía que estamos viviendo: rescatar algo positivo entre dos «bosques». Es un llamado a reorganizarnos y dejar de girar en la ruedita de hámster, creyendo que todo estaba bien. El cachetazo es necesario, aunque es duro que sea de esta forma y que no nos hayamos dado cuenta antes. Lo digo por la oposición y por lo que el peronismo kirchnerista o el cristinismo me han representado en estos últimos 20 años. Es momento de replantearse las cosas y darse cuenta de que todo puede irse al carajo de verdad. ¿Qué estamos esperando? No lo entiendo, no entiendo las peleas ni los egos tan en primer plano. Me gustaría que esto no termine en una gran desilusión
O.c: Hay un clima donde puede haber un 2001…
A.B: Es que el caldo está espeso. Y ahí es donde entra el tema de manifestarse en notas, de por qué no te llaman para hablar en ciertos lugares o por qué no pasan determinada música, simplemente porque hoy estás diciendo algo que no conviene. Pero ¿cómo es el asunto? Ahora tenemos internet; los diarios se publican en línea, así que no es que no haya espacio en el papel. Hay un montón de espacio en internet, ¿por qué no hay lugar para todos? ¿Por qué no podemos hablar de la nueva obra de cada uno de nosotros?
O.c: Un periodista puede no tener tiempo, pero siempre se puede pedir unos días para hacer la nota. Disfruto de entrevistar tanto a artistas mainstream como a independientes; todos merecen la oportunidad de difundirse. Aunque algunos proyectos me gusten más que otros, siempre encuentro algo que destacar. Todo artista tiene algo que decir, y al final, quien escuche decidirá si le gusta o no.
A.b: Ese concepto de la vieja escuela, del que escucha el disco completo, del que ve el arte de tapa, del que se sumerge en las letras y revisa lo que hizo antes, lo que estaba diciendo hace 5 discos, 10 discos atrás. Este es mi disco número 12 como solista, pero antes tengo un disco con Viajantes, la banda que formé con Dacal, Manu Anís y Juan Jacinto, además de los 6 discos con Cocineros y los 2 discos con Los Rústicos. Hay un recorrido enorme, no es tan complicado.
Hay una especie de estar pasándole la franela a los bronces que ya tienen su lugar, y está bárbaro. Ayer fue el cumpleaños de Charly García y lo celebré porque lo amo. Hice mi posteo como lo hago todos los años, porque me parece genial. Además, apoyo muchísimo que haya sacado un disco como el que lanzó, a pesar de los pelotudos que salieron a criticarlo, diciendo cualquier boludez, como si fuese tan sencillo. Con todas las dificultades que siempre ha enfrentado, García se abre al medio y se muestra tal como es, siendo completamente él.
O.c: Es un disco que no está tocado; te puede gustar o no cómo canta, pero es lo que es y tiene su magia. Nos puede gustar más o menos, pero hay que reconocer que tiene cosas lindas y refleja el momento que está viviendo hoy.
A.b: Pero, además, las letras están hablando de lo que pasa ahora. Siempre he comparado a García con el estado de la Argentina; es un refugio del país. Sacar un disco así es un gesto artístico, como lo fue el seinomorismo en los 90 o su brillantez en los 80, y sus formas de meter política en los 70, esquivando la censura. Es genial y tiene su espacio, pero hay mucha gente que hace nueva música y lleva años generando cosas.
Está bueno reconocer el verticalismo en la música, la política y otros ámbitos. Pero para hacerlo más horozontal.
O.c: Otra de las canciones que me gustó mucho y que me llamó la atención es «Radar Sentimental». Me parece que es una parodia y, a veces, una crítica al arte actual. Sobre todo cuando dices: «el éxito lo regala la gente, cambia tu piel, no me interesa ganar». Por ejemplo, esa idea de abandonarse a todo lo que haga bien, «soy una suma de errores, soy un cráter lunar». Me parece que es una crítica, y conociendo un poco tu historia, una parodia al arte. ¿Es así como ves el arte ahora?
A.B: Sí, es un poco así. La palabra arte es enorme…
O.c: Bueno, podemos hablar de cómo ves la música, si quieres…
A.B: No, puedo hablar de las artes plásticas también, incluso del cine, que es algo que me fascina, y de la literatura también; todo está metido ahí. Soy una persona que consume todo eso constantemente y genero esas cosas. Todavía no hago películas, pero hago mis pequeños videoclips y escribo letras. También hago música y cuadros. Me parece que la palabra ‘arte’ está bastardeada. Creo que mucha gente se autodenomina artista, y eso debería ser algo que el público determine
O.c: ¿Hay una falta de honestidad hoy en alguna parte del arte?
A.B: Para mí son honestos, pero con varias capas de caras.
O.c: Suena, depende de con quién hablo, es mi honestidad.
A.B: Absolutamente. Y, por otro lado, esa canción también dice: ‘desconfío de quien se llame honestidad’. Si alguien viene y me dice ‘yo soy honesto’, ya me genera desconfianza. O si alguien me dice ‘yo soy artista’. No sé, eso lo voy a decir yo, viéndote. La gente tiene que calificarte y ponerte en ese lugar. Si no, es como decir ‘yo soy artista’ y ponerme en un lugar especial; eso que lo diga la gente.
Hay una especie de academicismo en las redes, de cuán moderno soy. Uff, qué pesado, déjense de hinchar la pelota. Además, hablan con un desprecio hacia lo popular que me llama la atención. Por eso también la canción dice: ‘eso es la derecha del arte coleccionando He-mans’. En este recinto, la gente te dice quién es artista y quién no.
O.c: ¿Hay alguien calificado para decir quién es un artista y quien no? Hay gente que dice que la Mona por ejemplo no hace arte.
A.B: Por supuesto que sí hace arte, y eso es un academicismo. La gente sí sabe de música, sí sabe de arte; todos tienen un criterio estético. Hay un termómetro sentimental dentro de cada persona que los conmueve. Por eso es tan importante el rol de quienes se encargan de difundir el arte. ¿Cómo lo difunden? ¿Lo hacen para una élite? O se escribe para que, hey, esa persona que escucha a La Mona también diga: ‘hey, a ver este pibe que hace…’ ¿Entendés cómo salir un poquito de las casillas de los academicistas o de los expertos en música? Ah, sí, porque este sabe un montón. Puede saber un montón, pero te juro que me genera mucha más confianza alguien que viene y te dice: ‘uy, no, yo no sé nada de arte, pero esto me encanta’. De eso se trata. ¿Te gusta o no te gusta? Después sí, está el academicismo para que charlemos, nos divirtamos hablando de: ‘uy, mirá esta corriente artística, y esto cómo se mezcla con esto’. Ese es un mundo maravilloso, donde se mezcla la filosofía, la psicología, la historia, la política. Pero, en rigor de verdad, al final del camino, te enfrentás a un cuadro o a una canción que escuchaste y te conmovió ese acorde que escuchabas y te enganchaste. No hace falta tener un máster en periodismo musical, en artes escénicas o en filosofía para estar calificado y decir: ‘eso me conmueve’. Lo único que necesitas es escuchar con atención e indagar un poco en las letras.
O.C: Es por lo menos lo que yo intento hacer desde mi lado….
A.B: Me parece genial, por eso creo que es muy peligrosa esta época donde cada vez se escucha con menos paciencia y se presta poca atención a las letras. Hay esta cosa de la velocidad, el automatismo por el éxito. Hay que tener cuidado con eso, porque nos puede llevar a un vacío muy doloroso. No es tiempo para esos vacíos; tenemos que tener esas poesías presentes.
Igual, dentro de los pibes de las nuevas generaciones, hay muchos casos que aportan su propia visión, como el caso que hablábamos recién de Lali, por ejemplo. Hay un pibe que me dejó totalmente fascinado el otro día por su estética y sus letras; grabó con Dillom la canción ‘Llamalo’. Está teñido de rubio, con una camperita de cuero, peinado para atrás, y es súper desafiante. Además, tiene una visión muy particular para sus movimientos; me hizo acordar a la etapa del disco ‘Idiot’ de Iggy Pop. Eso sale de la norma de tener que llevar las cadenitas, mostrar el culo, el auto, y decir que ganás mucha plata, y qué sé yo
O.c: Trueno en una entrevista dijo, el rock hoy está en la música urbana. Entendiendolo como lo contracultual, lo contestario si se quiere…
A.B: No lo creo. Me parece que contracultura es otra cosa, me parece que se tiene que generar de vuelta una contracultura, o en todo caso, está esa contracultura, pero no tiene visibilidad. Mejor dicho, hay una contracultura que no tiene visibilidad, pero eso no quita el valor de los artistas que están diciendo cosas dentro de un sistema que los ha puesto en un lugar de exposición. Para mí, eso es válido, porque plantean cuestiones políticas y no se quedan en el lugar cómodo de los aplausos. No sé qué es rock y qué no; creo que todo está dentro de lo mismo: cantautores, raperos, rock and roll tradicional, psicodelia con ritmos latinos como Los Espíritus, o indie como El Mató.
Los cantautores, la movida de las pibas y las rockeras que tienen relación con el rock de los noventa son parte de un movimiento rockero. El tema es cómo equilibramos la balanza al generar ídolos antes de que su recorrido sea más enriquecedor. Está buenísimo que esto llegue al mundo; es la primera vez que estas músicas alcanzan niveles masivos en el exterior. Me gustaría que eso sea más equitativo y que otras músicas sean difundidas, ya sea para quienes quieren llenar estadios, teatros o pequeños lugares. Eso también es responsabilidad de quienes difunden la música.
¿Cómo puede ser que, si estoy haciendo prensa y saco otro disco, me digas «ya te hice una nota el año pasado»? Este es otro año y otro disco, y hay espacio porque los diarios salen por internet; no me importa el papel. ¿Se entiende?
O.c: Y tenés algo nuevo para decir; cada disco es una fotografía de un momento, de alguna manera…
A.B: Y a la par aparecen 50 notas a Nick Cave o a Rosalía, con las que no tengo nada en contra; hasta el consumo. Pero me parece que están jugando un juego que entiendo, porque los diarios no se venden. Tienen que poner cosas que atraigan. Sin embargo, si vamos por ese camino, me parece que estamos bajando la vara según el mercado, ¿se entiende, ¿no?
O.c: Peteco Carabajal comentó que hay miedo entre los artistas para expresar sus opiniones. A pesar de haber enfrentado críticas tras hablar sobre la vicepresidenta, sigue recibiendo comentarios negativos. En general, los músicos están cautelosos, aunque algunos, como Lali, han decidido hablar y defender sus posturas
A.B: Pero, respecto a eso, hay varias cosas que decir. Sí, es comprensible el miedo que da, y personas como Peteco, que han vivido situaciones nefastas en otras décadas de Argentina, evidentemente relacionan la persecución con lo que les sucede ahora. Sin embargo, creo que no hay que caer en la trampa; no hay que darles el gusto. Hay que seguir expresando lo que uno piensa y buscar los espacios donde podamos hablar. También es cierto que alguien con mucho apoyo popular, como Lali, tiene más margen para maniobrar. No quiero minimizar su dolor y lo que sufre cuando la atacan, especialmente por parte de un imbécil como el presidente que tenemos. No le quito valor a lo incómodo y horrible que debe ser recibir críticas constantemente. Pero, por otro lado, ella cuenta con un respaldo que la apoya, que le permite ganar dinero y que no la excluye de los festivales; son situaciones diferentes.
Para mí, no hay que caer en la trampa. Hay que seguir hablando y plantear que esto está mal, que no puede ser que quieran recortar nuestras voces. Además, lo que nos lanzan desde el otro lado es muy pobre. ¿Qué significa eso de «zurdo, vas a correr»? ¿Qué me quieres decir con eso? Supongamos que lo creen; les pones argumentos y no saben qué hacer. El problema es responderles, involucrarse, que hablen. No pasa nada, pero en realidad sí pasa; es grave. Sin embargo, creo que no hay que engancharse desde ese lado. Hay que dar la batalla desde un lugar más elevado, con conocimiento, que es lo que les falta, con antecedentes, con historia, con recorrido. No es sencillo; son tiempos extremadamente violentos, pero no hay que hacerse el desentendido para cuidar el propio negocio. Me parece muy valiente de quienes están en el mainstream manifestarse, porque de un día para el otro también pueden perderlo todo.
Son tiempos para analizarlos con calma, pero también con rabia. No hay que quedarse en el «bueno, agüita para mi molino» y no decir nada
O.c: Pienso en la calma presente en varios discos recientes, incluido el tuyo, que abordan lo social desde un enfoque irónico. No confrontan como los discos de los noventa, como ‘Señor Cobranza’ de Bersuit. Hoy parece que hay que enfrentar lo que sucede, pero desde una calma en las letras. Tu disco, por ejemplo, utiliza la ironía sin ser agresivo, lo que lo diferencia de otros que van más al choque.
A.B: Bueno, no voy a hablar de mí, pero creo que hay que tener cierta picardía al enfrentarse a estos imberbes, porque lo único que saben decir es ‘zurdos van a correr’; no tienen mucho más detrás, no hay argumentos sólidos. Quedan como el perrito de la RCA Víctor frente a la fonola, pensando: ‘¿Qué estás diciendo?’ Pero, a pesar de eso, están diciendo algo, y eso nos concierne. Hay que ser más astuto. No es lo mismo que con Menem; hay que buscar los recovecos. Es lo que hablábamos sobre García en la dictadura, porque en cierto modo hay carriles que recuerdan esos tiempos oscuros. Por eso, hay que inventar lenguajes inteligentes, pícaros, provocadores, que los dejen pensando: ‘Uy, a ver, ¿cómo? ¿Por dónde pasa esto? ¿Qué está diciendo aquí?’.
O.c: ¿Cómo planteaste el sonido y la melodía de las canciones? Siento que el disco tiene momentos de free jazz y tintes de los años 50 y 60. Algunas canciones me recuerdan al Club del Clan, por ejemplo
A.B: En ‘Sinestesia’, hay una parte con un coro al estilo Beach Boys que dice ‘cantemos juntos la canción’ y menciona a Eva Perón. Este disco es un collage de mis influencias, como todos mis trabajos. Grabé casi todo yo, excepto las cuerdas, que las hicieron los Magnolias en Córdoba, dirigidos por Enrico Barbizi. Carlitos Sada hizo el bajo, y los vientos los grabaron Martín Lobucho, Don Alicio y Andrés Clifford, mis viejos compañeros. Me gusta grabar mis ideas en el celular y construir las melodías y letras a partir de ahí.
Este disco es muy concreto, con ocho canciones redondas que reflejan mi estilo y locura, con influencias de García, Bowie, los Specials, los Beatles, los Beach Boys, Velvet, folclore, tango y música japonesa. Mis amigos dicen que el disco es muy pertinente para esta época, con su concepto y portada que mezclan símbolos religiosos e internet, reflejando un mundo cada vez más áspero y doloroso.
O.c; ¿Qué tan importante es el arte de tapa para tu disco y tus trabajos en general? A menudo solo se usa una foto del cantante, pero tú le das un significado más profundo. Estamos en una época transmedia, donde todo se conecta.
A.b: Mira, es un sistema que he unido desde siempre; es una metodología que me sirve. Tener el título y la tapa como columna vertebral me permite luego integrar la obra sónica. Esto también se aplica a los títulos de mis series de cuadros y las exposiciones; me sirve como base para construir todo lo demás. Soy un obsesivo de las tapas; me encanta coleccionarlas e investigar sobre ellas. Me fascinan tanto las que son conocidas en la historia de la música como las menos conocidas, las de discos de los años 30, 40, 50 y 60, así como las de mentes locas y cosas rarísimas de otros países. Investigar las tipografías es algo que disfruto mucho; para mí, eso es súper importante
O.C: Entre los invitados están Carlos Sada, Cuarteto Magnolia y Enrico Barbizi, grabado por Andrés Mayo. Te fuiste a Buenos Aires hace años, pero sigues teniendo una relación cercana con Córdoba. ¿Cuál es esa conexión?»
En el disco participa Sofía Bergallo, mi pareja cordobesa, quien aporta voces y coros en el tema 4. Córdoba fue fundamental en mi formación, especialmente en lo que respecta a armar bandas, muchas de las cuales han dejado huella en la historia de la música cordobesa. Los Rústicos fue la primera banda que logró reunir mil personas en un lugar que ni nosotros podíamos creer. Fue en el sindicato de Canillitas, una locura a mediados de los 90, con una banda de locos que mezclaba dub, cuarteto, cumbia, reggae, ska y hasta música para películas, todo en un estilo medio deforme y rústico.
Luego, con Los Cocineros, junto a Los Caligari, fuimos de los primeros en abrir las puertas para que la música de Córdoba se expandiera, primero hacia Buenos Aires y luego al resto del país. Los Caligaris, en particular, continuaron esa expansión hacia México, y celebro todo lo que les sucede. Creo que nosotros preparamos el terreno para que las generaciones posteriores se animaran a salir y a crear en Córdoba, para luego llevar su música a Buenos Aires y al resto de Argentina y del mundo.
En una época en la que era más difícil salir, sin Spotify ni el internet que hoy facilita la expansión, hacíamos volantitos a mano, pegándolos por la noche con engrudo, escapando de la policía que nos perseguía, repartiendo volantes en locales, disquerías y centros culturales. Salíamos a repartir esos volantes y pegábamos un montón de tocadas en espacios más masivos. Al principio, iban diez, cinco personas, pero poco a poco se fue sumando más gente, gracias a nuestra tenacidad y a grabar con los recursos que teníamos. Los primeros discos los hacíamos en copias con la computadora y serigrafiados por un amigo. Hay una especie de pasión en eso, me gusta pensar en la gesta del taller, en el ‘bueno, aquí hacemos esto y lo ponemos allá’. Eso lo extraño un poco, como forma de comunicación. Ahora, subir un volante a las redes es un desafío diferente, pero la experiencia de ir a pegar afiches, ¡qué hermoso era!»
O.c: ¿Me imagino que tenes pensado presentarlo en Buenos Aires y habiendo tantos músicos cordobeses tambien en la docta?
A.B: Sí, por supuesto. Aún no tengo las fechas, ya que tenemos un viaje con Sofía y Alfonso para exponer las obras y los kimonos en Europa. Quiero tocar en Córdoba, especialmente en el Sindicato de Maravillas, donde hicimos un desfile hace poco. Me gustaría un show en el sindicato en dos etapas: una introducción con el piano blanco que está en la entrada y luego tocar con la banda. En Buenos Aires, hubo una oferta para tocar en Perón Perón…
O.c: No puedo irme sin preguntarte si ya estás planeando un próximo disco, porque siempre andas planeando cosas
A.B: Tengo dos discos: el segundo con Sofía y Alfonso, y otro mío, instrumental, que se llamará Nubosidad Bailable.
O.c: ¿Cómo definirías el sonido de ese disco que se viene?
A.B: Podría ser el sonido de miles de pisadas, siempre dentro de los términos democráticos, en paz y en orden, para sacar a estos sátrapas que nos gobiernan
O.c: Muchísimas gracias, lo vamos a dejar ahí para cuando saques el disco volver a charlar o tal vez antes.