Otra Canción recupera la historia de Orions.
La publicidad comercial de algún producto de consumo masivo ha sido, en muchas ocasiones, una vía que sirvió de nexo entre los artistas, su obra y el público. Hay muchos casos en el movimiento Rock Argentino (el caso de “Muchacha (ojos de papel)” vendiendo telas tal vez sea el más paradigmático) pero iremos de manera directa a la historia que nos convoca. Corría la primera etapa de los noventa y uno podía oír una melodía pegadiza interpretada por algún artista disfrazado de incógnito mientras chicas y chicos corrían por la playa en trajes de baño (que hoy resultan hasta ridículos). «Toda la noche hasta que salga el sol tomando un helado de Frigor…Sin Parar»
¿Se acuerdan? Los que ronden los 30, seguramente sabrán de lo que hablamos. Aquella publicidad dejó en el inconsciente colectivo esos fraseos que habían nacido una década atrás. La banda responsable se llamaba Orions y tenía una prehistoria no menos rica denominada Orions Betthoven.
Orions Betthoven
La banda de los hermanos Adrian y Ronan Bar había nacido a finales de la década de los 60`s. Justo en el momento en que nuestra cultura roquera se movía entre el momento de la génesis y el crecimiento hacia la dominación histriónica de los instrumentos. Con su formación original (que completaba José Luis Gonzales detrás de los parches) tuvieron una importante participación en los primeros circuitos roqueros del país y grabaron dos discos: «Superangel» (1973) y «Tercer Milenio» (1977). Esos discos no alcanzaron difusión masiva aunque plantearon una forma de encarar la obra bastante arriesgada para aquellos años. Escucharlos hoy puede servir de ejemplo para comparar por un lado la diferencia que el trío marcaba con los demás grupos de la escena local y, por otro, cómo esa diferencia escondía una apuesta por la experimentación basada en las corrientes sinfónicas que provenían del blues y la psicodelia que llegaban al país, principalmente desde los EEUU. Algunas dificultades hicieron que Jorge Liechtenstein reemplazará a Gonzales durante la época de «Superangel» aunque el baterista original retornaría para la grabación del segundo trabajo de la banda, en el que ya se contaba con la presencia de Petty Guelache en los micrófonos.
Orions
La segunda etapa de esta banda nace iniciada la década de los ochenta. No existió una separación conflictiva en la previa, de hecho no existió una separación. Pero la suma de nuevos actores y una apuesta más acomodada a la época (que deja de lado las estridencias musicales de los virtuosos 70`s) hace que el grupo modifique el trabajo compositivo y el nombre. Orions (así comenzaron a nombrarse) incorporó a Alberto Varak como voz principal y a Horacio Várvaro en los teclados. La música se volvió más cercana al rock clásico, con matices pop y una mayor presencia de la apuesta lírica marcaba el nuevo estilo experimentado en los formatos. En 1982 graban «Volando alto» que tiene entre sus temas el clásico que, años después, se transformaría en hit publicitario («Toda la noche hasta que salga el sol»).
En 1983, el baterista José Luis Gonzales murió en un accidente automovilístico y su lugar fue ocupado por Cacho D`Arias. Como suele suceder en estos casos, la banda no pudo sobreponerse a la desaparición física de uno de sus fundadores y finalmente se disolvió con los albores democráticos. Antes de eso, editaron disco mucho más crudo llamado «Asfalto Caliente» (1983) que marca, desde su título, el estado de situación que rodeaba a la banda y no logra repetir la aceptación experimentada con el anterior trabajo.
A lo mejor, la historia oficial no ha sido suficientemente justa con la banda de los hermanos Bar. Banda que, según figura en su anecdotario, puede ser señalada como la única en haber participado de todas las ediciones del Festival más emblemático de la primera parte del rock en Argetina, el Festival B.A.Rock. Es la única que logró esa asistencia perfecta. Por eso, sus actuaciones están inmortalizadas en las dos películas que retratan aquellas experiencias. Para muchos, aún sin saberlo, su música suena en cada uno de los argentinos que en algún momento se fue a comprar una tacita de “Sin Parar” de paso por algún kiosco.