Pipo Lernoud recuerda los años de «Rebelde» y el nacimiento del Movimiento Rock Argentino.
Pipo Lernoud es un uno de esos tipos que uno -amante del periodismo, el rock y la poesía- admira cariñosamente, pero que también envidia por haber estado en los lugares adecuados en los momentos justos. Caballero de las mesas que se formaban en La Perla de Once y uno de los dueños -sin titulo de propiedad- de La Cueva. Pipo es una de las piedras angulares que formaron la historia del rock argentino. Junto con Moris, Miguel Abuelo, Nebbia, Javier Martinez, Miguel Grinberg, Pajarito Zaguri y Tanguito, entre otros, se pusieron al hombro la tarea de impulsar una contracultura juvenil que hoy perdura ante el paso del tiempo, las modas y la industria.
Hablamos con él, a 50 años de uno de los hitos fundacionales del rock argentino: la grabación de «Rebelde» de Los Beatniks y esto nos contó:
Pipo Lernoud: Siempre durante esos primeros años –y esto es lo primero de lo primero-, tuvimos la conciencia de que estábamos haciendo algo totalmente nuevo. Yo en la parte que me tocaba, de haber compuesto «Ayer nomás», que estaba en el repertorio de los Beatniks y de escribir el texto de la presentación el La Cueva, cuando se hizo la conferencia de prensa. Teníamos la sensación de que estábamos haciendo algo nuevo, que hacía falta y que éramos los únicos que lo estábamos haciendo. De alguna manera el pacifismo, la hermandad entre los hombres, la libertad sexual -Los Beatniks y Moris, ponía mucho acento en la libertad sexual-, en el liberarse de las careteadas, en tratar de dejar de aparentar algo, el famoso “No finjas más”. Estaba muy claro que nosotros veníamos encontrándonos el año anterior, en La Cueva saliendo de experiencias muy frustrantes, con amigos caretas, con padres que no nos entendían, con tratar de laburar o de ir al colegio y sentirte como un sapo de otro pozo y de golpe sentirnos todos juntos y que pertenecíamos a algo que estaba pasando en el mundo con la movida de los Beatles y Bob Dylan. Ya escuchábamos mucho a Bob Dylan, y los Beatles habían empezado a componer canciones más fuertes con el álbum «Help!» y con «Rubber Soul». Sentíamos que pertenecíamos a algo.
La revista de Miguel Grinberg fue muy importante en esa época. Él tenía una revista que se llamaba “Eco Contemporáneo” que publicaba cosas de escritores, sumado a la lectura de Rayuela de Cortázar, Henry Miller, Rimbaud, los beats como Ginsberg, Kerouac, todo apuntaba a que la vida social burguesa era como una fantochada y nosotros no estábamos satisfechos y pensábamos que algo nuevo tenía que suceder.
En realidad éramos diez boludos solitarios en medio de una ciudad hostil, pero sentíamos que algo tenía que pasar. Todos los pasos que fueron dando los Beatniks, que realmente no tuvieron mucho efecto, es decir, no vendieron muchos discos, muy poca gente se enteró de ellos, pero para nosotros fue la cosa que unificó el mensaje, el discurso. De golpe estábamos todos juntos apoyando a un grupo de flacos, a Moris y a Pajarito Zaguri que se habían lanzado a decir lo que hacía falta decir.
Otra Canción: ¿Cómo fue la movida de presentación en sociedad del simple de Los Beatniks?
Pipo Lernoud: Las presentaciones de discos de rock no existían. Nosotros hicimos en La Cueva un encuentro porque teníamos que hacer algo con la prensa. El arreglo de Moris con el presidente de la CBS fue muy claro: como Moris era amigo del hijo, le dio la oportunidad de grabar pero le dijo que no iba a poner un peso en campaña publicitaria porque creía que esa música rara no tenía futuro. Entonces sacó el disco pero nada más y a la campaña publicitaria había que hacerla a pulmón. El que tenía todas las ideas era Pajarito, que en ese sentido era un genio de las relaciones publicas y la publicidad. Entre otras cosas lo del escándalo de la fuente del Mau Mau, la presentación en el teatro El Altillo y la presentación para la prensa en La Cueva donde la idea era llamar a los periodistas. Pajarito tenía una lista de periodistas y empezó a tocar tanto que Moris y Los Beatniks llegaron a Telenoche, que en ese momento lo conducían Andrés Percivalle y Mónica Cahen D’Anvers y era muy visto. Todo eso por el esfuerzo de Pajarito que rompía las pelotas. La idea fue hacer un acto propio dentro del territorio nuestro que era La Cueva. Entonces se invitó a periodistas, pero más allá de Grinberg y Kramer no fueron muchos. Pero bueno el hecho era decir algo, presentarlos y que los chicos tocaran. A mí me pidieron que los presente y escribí un pequeño texto para presentarlos.
O.C.: Y casi en paralelo con eso cae el golpe de Onganía, debe haber sido duro…
P.L.: Desde chicos estábamos habíamos visto los golpes o los enfrentamientos entre azules y colorados, por ejemplo. En esa época era muy típico de los militares sacar los tanques a la calle, pero la de Onganía fue la primera dictadura organizada, seria, para cambiar el estilo de vida de los argentinos. Fue la derecha católica militar. Ahora, estoy por sacar un libro, en septiembre, que es una antología de 50 años de escritos y empieza con mi diario de esa época y dice: “Hoy hay un golpe de estado en este país de mierda” y al día siguiente la presentación de Los Beatniks en La Cueva. No teníamos mucha conciencia, pero si ves mi texto de presentación de los Beatniks dice: “Callad, uniforme a la vista, pero… ¿Quién te hace callar, ellos? No, tu miedo”. Es como decir: «nosotros igual vamos a seguir hablando y diciendo cosas», era muy importante para nosotros seguir.
En realidad como veíamos las cosas en ese momento, esa dictadura que en realidad, como diría Pinochet era dictablanda -porque no era nada que ver con la de Videla, no fue una organización criminal tan potente, ¿no?, era un elemento más de opresión. Nosotros sentíamos que el sistema era una dictadura, la rigidez social, la separación, el desprecio hacia los cabecitas negras, la división social entre las clases y entre los jóvenes, un montón de cosas de represión que estaban muy metidas en la gente como la persecución a los homosexuales… por eso creíamos que un detalle más era que los militares habían tomado el gobierno, porque de última habíamos crecido siempre con los militares tomando el gobierno. Vos imagínate que el peronismo estaba proscrito, era bastante bravo.
O.C.: Rebelde dice: «¿Por qué el hombre quiere luchar, aproximando la guerra nuclear?». Para muchos argentinas de esa época Vietnam o le carrera armamentística era algo lejano, pero para ustedes algo cercano, ¿Por qué?
P.L.: Nosotros leíamos mucho sobre el movimiento pacifista, de resistencia a la guerra y los jóvenes que no querían ir a Vietnam y se escapaban a Canadá. Estábamos muy empapados de eso a través de Bob Dylan, Pete Seeger y Joan Báez. En esa época hicimos con Moris una revista y hablaba de todo eso. Para nosotros el mundo careta era parte de la guerra de Vietnam, todo una sola cosa.
O.C.: ¿Qué es el rock ahora?
P.L.: Yo pienso que el rock siempre es un grito de libertad, un intento de vivir auténticamente. En este momento una de las cosas que coartan la libertad de los jóvenes es la industria rockera, la industria musical. Yo veo que el rock se ha convertido en un comercio comparable al Club del Clan o a La Escala Musical o a las cosas comerciales de aquella época. O sea que Bebe Contempomi, el rock en la televisión o los grandes festivales como Pepsi Music o Quilmes Rock son en realidad maquinarias de entretenimiento que no están transmitiendo el mensaje del rock. Por otro lado hay miles, no digo cientos sino miles, de pibes juntándose a componer como hacíamos nosotros, con el mismo espíritu y hay una generación de jóvenes que componen y editan sus discos por su cuenta que es potentísima. Creo que este es el mejor momento de la historia del rock, junto con la época de Sumo, Soda y Los Redondos de antes del fin de la dictadura y con nuestra época. La única diferencia es que en aquellos casos, tanto en la dictadura como en los sesenta estábamos muy perseguidos y que se yo, y en este momento en vez de estar perseguidos están entretenidos. La forma de reprimirnos es ponerlo a Tinelli.