Peteco Carabajal: 40 años en la ruta

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Uno de los iconos de la música popular argentina actual cumple 40 años de carrera. La chacarera, el tango, el rock y su debut como productor cinematográfico, de todo eso habla en esta entrevista que se realizó para los 50 programas de Otra Canción.

Hay quienes le endilgan a Peteco Carabajal dotes místicos y misteriosos que lo emparentan con Robert Johnson, el blusero norteamericano que fue en búsqueda del don de la virtuosidad al «Crossroads» y tuvo que venderle el alma al diablo para tenerla. Algunos quieren pensar y alimentan la leyenda de que Peteco, era el menos dúctil con los instrumentos y la música de la gran familia musiquera y santiagueña Carabajal. En busca de la virtuosidad Peteco fue rumbo a La Salamanca, para encontrarse con el Supay y proponerle ese intercambio que le permita ser gran violinero, gran guitarrero y cantor. El monte lo recibió bien, según la leyenda, y por ser un buen tipo, no cayó en las manos del Supay y en su vida de terror, sino todo lo contrario.

peteco600Otros no dan cabida a esta mitología, que tildan de irreal y pagana.  A mi me gustaría creer que algo raro pasó, que  no es posible que un ser humano sea tan bueno y genere lo que genera al tocar su guitarra o su violín. Sea como sea, creamos o no, Peteco Carabajal es uno de los más importantes personajes de la música popular argentina contemporánea. Hermano de la chacarera -porque su padre Carlos es conocido como «el padre de la chacarera»-, Peteco esta cumpliendo 40 años de carrera.

Si decidimos no creer en la Salamanca, la historia real cuenta que en 1974, hace ya 40 años, Peteco Carabajal dejó de trabajar como encuadernador de libros para dedicarse totalmente a la música. Una carrera que lo llevó a recorrer miles de escenarios y a compartir con una gran cantidad de músicos, aprendiendo así todo lo que sabe.

Entre Santiago y Morón -provincia de Buenos Aires-, en los oídos del joven Peteco se mezclaban las chacareras y otros ritmos folklóricos con la música comercial del momento y el incipiente sonido eléctrico del inicio del rock argentino.  Su padre fue un Mansero, o sea un Rolling Stone de estas tierras, y la gran ciudad le abrió las puertas a otros sonidos. Así se fue moldeando eso que hoy vemos en el escenario y que nos deja estupefactos desde el primer acorde.

De grande y con 40 años de grandes escenarios, pero también de patios de tierra, Peteco se da el lujo de salir a cantar tangos, algo que le quedó enganchado en la memoria de la infancia. Sale rápidamente el nombre del Polaco Goyeneche, el más rockero de los tangueros. Y el rock también se cruza con Peteco de otras formas. Muchos se sorprendieron por la tremenda versión de «Corazón Delator» de Soda Stereo, pero lo cierto es que alguna vez Charly García dijo en un festival de La Falda: «“¡Los Petecos son buenísimos! ¡Esto es rocanrol!» en referencia a Peteco y su gran amigo Jacinto Piedra que por ese entonces formaban parte de la banda de León Gieco. Y Peteco es Rocanroll sin dudas. Un tiempo vivió al frente de Palo Pandolfo ahí en el oeste bonaerense, y compartía duros partidos de fútbol con Los Piojos, a quienes les prestó el vioñín en «San Jauretche» tema del disco Verde Paisaje del Infierno de 2000.

Mitologías o no Peteco Carabajal es enorme. Un árbol fuerte que sigue creciendo y extendiendo su copa, pero que mantiene las raíces bien prendidos a la tierra. Sabe que está en la naturaleza la excelencia del poder, y eso es lo que lo convierte en un imán carismático y contagioso. Si entiende que «la fama es la gloria eterna», como dice la canción, Peteco es muy famoso y no por salir en la televisión, sino porque sus canciones y sus 40 años de re recorrido artístico han trascendido los tiempos, los lugares y la historia misma. Festejar sus 40 años, es festejar 40 años de buenas canciones y el ensanchamiento de nuestra cultura popular. Festejar sus 40 años es festejar 40 años de transgresiones -en el buen sentido del termino- y de romper con las lógicas y los «deber ser». Por eso en Otra Canción nos sacamos el sombrero ante estos rockeros sin tachas ni anteojos Ray Ban, que mantienen viva la llama de que una canción puede salvar al mundo.