El punto de partida para Paranoia Pop habían sido los cuatro adelantos que se fueron publicando en formato de singles durante el pandémico 2020. Ya a comienzos de año, Bandalos Chinos anunciaba la aparición de un nuevo material mientras su cada vez más nutrido grupo de seguidores explotaban ante los sonidos ya clásicos de sus discos anteriores. Con el paso de los meses, Mi manera de ser, AYNMG, Sin señal y El ídolo, sirvieron para ir marcando los puntos cardinales del disco que se publicó este viernes.
En esas canciones ya se dejaba espiar un estilo que pendulaba entre la agitación pop y el intimismo reflexivo, entre la banda de estadios y la pista de baile, entre la lírica de historias simples y el lúdico manejo de la ironía y la metáfora que denuncia. Con el disco completo girando, todo eso se profundiza agregando nuevos aspectos a la complejidad de un trabajo que seduce por su desafiante amplitud estilística.
Luego de un arranque contundente, efectivo, generacionalmente emotivo y líricamente provocador, Sin señal aparece como la primera canción de factura auténticamente china, que empieza a bajar los decibeles a la explosión funk de Paranoia pop. A esta altura, ya estamos ante un disco que promete demasiado. Pop, soul, funky, canciones, egos ardientes y corazones rotos. Todo eso, en sólo dos canciones.
A la cabeza, el tema que le sigue, parece estar enmarcado en el mismo plan en el que la ambición por conseguir la mejor canción del universo se piensa como único horizonte relevante frente a todo lo demás. Posiblemente lo consigan con La Herida, una de las mejores baladas compuestas en los últimos años de la escena nacional, que tal vez sólo pueda encontrar su espejo en Demasiado, el hitazo con el que Bandalos Chinos copó las radios del mainstream argento durante los últimos dos años.
En ese tema, el quinto del tracklist, aparece otro de los puntos más altos entre los destacados del tercer disco de la banda: los arreglos de cuerdas. Esos mismos que minutos más adelante, en la canción Fulnabis, van a convertirse en musicalmente hipnóticos y atmosféricamente memorables.
En el medio de todo, el apego a la canción pop imbatible (Mi manera de ser y Chu-chu) se codea con las piezas que, cada una a su forma, mete las patas en el barro de las discusiones generacionales (AYNMG y El ídolo). Jugando con climas que no explotan en ninguna otra parte del disco, estas últimas, conjugan una superposición de imágenes mundanas a partir de las cuales la banda planta bandera y se posiciona imponiendo una visión de mundo. Así, Goyo Degano se calza el traje de trovador, sin que la afirmación parezca una exageración, ni el ropaje un disfraz.
Hacia el final del disco aparece una perla destinada a ocupar un lugar protagónico entre los anecdotarios de las historias que se escribirán en el futuro. La misma cuenta que con el disco ya terminado y a punto de abandonar los estudios Sonic Ranch, en Texas (donde se grabó el disco), la banda se unió con el mexicano El David Aguilar y la colombiana-canadiense nacida en Argentina Tei Shi para dar lugar a una espontánea canción que sirve como el cierre perfecto para un disco con destino de clásico.
Era difícil volver a hacerlo, pero Bandalos Chinos lo hizo una vez más. Paseando musicalmente por las referencias pop más importantes de las últimas cinco décadas del país y del mundo, repartiéndolas y poniéndolas con maestría al servicio de su obra, Paranoia Pop logra dar el paso siguiente. Que, en realidad, es otro gran salto al futuro.
*Publicado orginalmente por el autor en La Nueva Mañana