Pájaro de Fuego: Explorando Nuevas Dimensiones Musicales en ‘Cazador Galáctico

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Hablamos con el pianista y productor Esteban Sehinkman sobre Cazador Galáctico, el nuevo trabajo discográfico de Pájaro de Fuego, uno de los proyectos más interesantes desde su aparición en el 2012.

Esteban Sehinkman, un inquieto pianista, sesionista y productor, es conocido por su labor como creador del Real Book Argentina, la primera recopilación de partituras de jazz argentino. Con su nuevo trabajo, «Cazador Galáctico», propone un viaje hipnótico que fusiona las raíces del jazz con el trance electrónico, el rock y paisajes sonoros. Esta obra, que combina elementos galácticos y espirituales, se presenta en una grabación meticulosa que utiliza diversos recursos para enfatizar la tridimensionalidad sonora.

En este álbum, Sehinkman introduce a los nuevos integrantes de su grupo Pájaro de Fuego: Tomás Babjaczuk en batería, Martín Lozano en bajo, Sebastián Lans en guitarra y el propio Sehinkman en piano Rhodes y sintetizadores. La alquimia de este cuarteto instrumental permite ensamblar de manera orgánica las melodías, grooves, solos y texturas que caracterizan las composiciones de Sehinkman.

Pájaro de Fuego, creado por Sehinkman en 2010, se distingue por su sonido ecléctico y moderno, difícil de encasillar en un solo género musical. El tecladista lo define como un “grupo electrógeno”, un digno representante de las vastas y creativas fronteras estilísticas del jazz argentino. Desde su formación, el grupo ha lanzado cuatro discos: Trance (2012), La rueda de la fortuna (ganador del Premio Gardel 2015 al Mejor Álbum Fusión-World Music), Universo invertido (2017) y el reciente Cazador Galáctico (2024). A lo largo de su trayectoria, han pasado por la formación músicos destacados como Daniel Pipi Piazzolla, Matías Méndez, Tomás Sainz, Ezequiel Chino Piazza, Nico Sorin, Lucio Balduini, Mariano Sívori y Mariana Bianchini, cada uno aportando su toque personal al proyecto.

En «Cazador Galáctico», Sehinkman presenta un cuerpo de composiciones originales que reflejan su creatividad, junto a una interesante versión instrumental de «Mañana en el Abasto», de la icónica banda Sumo. Dentro del jazz local, Sehinkman se destaca por su constante búsqueda de nuevos caminos en la música creativa. Este disco tiene un significado especial en la historia de Pájaro de Fuego, ya que fue grabado en un ambiente de absoluta libertad, donde cada músico pudo interactuar y aportar frescura a la música.

Sehinkman, además de tocar el piano Rhodes, incorpora sintetizadores y resalta la importancia de la batería en este álbum. «Tommy (Babjaczuk) hizo un gran trabajo y el sonido de la batería le dio una estética especial al disco. Fue un planteo interesante porque está muy presente y desarrolló diversos contrapuntos en acordes largos; en la versión de Sumo, hay un clima que se rompe con la batería, generando un contrapunto rítmico”, reflexiona el pianista.

Cazador Galáctico no solo es un nuevo capítulo en la trayectoria de Pájaro de Fuego, sino también una invitación a explorar un universo sonoro donde la creatividad y la libertad musical se entrelazan de manera sublime.

Otra Canción: ¿Cómo definirías a Pájaro Fuego? Podría definirla como una banda de jazz en lo personal, pero creo que sería simplificar mucho lo que hacen.

Esteban Sehinkman: Lo defino como un grupo de experimentación libre, sin tradición forzada, ligero y sin ataduras. También es una familia musical, con todos los integrantes y formaciones que compartimos estos casi 15 años de existencia. Este es el cuarto disco de Pájaro de fuego, el laboratorio musical sigue funcionando, siempre dentro de las vastas fronteras estilísticas del jazz argentino.

O.C: El último disco de la banda es «Cazador Galáctico». ¿Cómo surge el nombre?

E.S: Está inspirado en la constelación de Orión. Esa imagen del arquero me dio pie para relacionar la búsqueda musical con el movimiento sigiloso – e imaginario- de un cazador galáctico.

O.C: Entiendo que la tapa hace referencia al Cazador de Orión de la mitología griega. ¿En un sentido podemos decir que eres un cazador de los nuevos sonidos y de proyectar una nueva forma de jazz?

E.S: Jejeje así me gustaría pensarme… No sé lo que se escucha desde afuera, pero siempre intento renovar los sonidos. Tampoco podría asegurar que es una nueva forma de jazz, pero trato de ser genuino con lo que escucho internamente en mi cabeza.

O.C: Hay una canción que decidiste ponerle «Gauchito Gil». ¿Por qué ese nombre que, dicho sea de paso, creo que tiene algo de folclórico y hasta diría en algún punto pagano?

E.S: Folklórico si, pagano o popular puede ser también. Fui al santuario del Gauchito Gil en Corrientes, es impresionante como llegan de todo el país los gauchos a caballo. El tema galopa en un momento, pusimos en música esa imagen de los caballos yendo por el campo. Ameritaba el nombre, con todo respeto.

O.C: A lo largo del disco hay una sola canción que no es de tu autoría, «Mañana en el Abasto» de Sumo. ¿Por qué te decidiste por esa canción?

 E.S: Sumo es una banda que aprecio mucho, tanto desde lo musical como desde la libertad creativa que transmiten. En la época que el mercado del Abasto estaba tal cual como lo describe la canción, vacío y abandonado, yo frecuentaba bastante esa zona de Buenos Aires. Iba a boliches emblemáticos como Babilonia o el Dragón Rojo, y de fondo siempre estaba ese edificio imponente. También solía caminar el perímetro de la manzana y mirar para adentro del mercado oscuro. Y si mal no recuerdo hasta llegué a jugar un partido de fútbol ahí adentro, en una canchita improvisada por los vecinos del barrio. En la versión que hicimos, Luca está representado de manera espectral, libre, como un fantasma que vaga por el mercado.

O.C: En lo personal, creo que el jazz argentino se acercó más a los sonidos eléctricos de alguna manera. Uno de los últimos grandes trabajos que escuché, aparte de Pájaro Fuego, fue «Escalectric» de Escalandrum, del cual fuiste productor. ¿Crees que hay una nueva ola, si se quiere, de ese tipo de jazz?

E.S: Puede haber una aproximación al jazz eléctrico desde grupos que usualmente hacen música acústica. Es el caso de Escalandrum, que luego de varias décadas de trabajo decidió abrirse seriamente a este universo. Está relacionado con la curiosidad musical de los músicos… Escalectric tuvo mucha exposición y eso hace que todo parezca más visible. Como dice un amigo baterista… “la electrónica no llegó, porque nunca se fue…”

O.C: Tu música tiene algo de espiritual, de la escucha atenta que por momentos te hace volar a otro mundo. ¿Qué papel juega esa idea?

E.S: puedo ser una persona contemplativa, y me interesa la meditación… tal vez parte de la música que hago refleja esos aspectos, aunque hay otros aspectos después, como en cualquier individuo.
La espiritualidad es algo muy personal, no podría imaginar el impacto en los diferentes oyentes. Si una obra que hago surge con un carácter espiritual para mí, trato de respetarlo y que no se pierda. Con el tiempo aprendí que los conceptos detrás de las obras son muy importantes, porque aportan relieve y sustancia a la música.

O.C: «Cementerio Digitales» es una reflexión sobre el consumo y la distribución de la música en un momento donde parece mandar el single, los curadores de playlist y no tanto el disco completo o conceptual, como en algún momento tenía el jazz o los grandes discos de rock. ¿Cómo te llevas con toda esta nueva forma de consumir la música?

E.S: Reconozco que las plataformas tienen el lado positivo de condensar un montón de música al alcance de la mano, y hacerla accesible en todo el mundo. Además es ecológico en algún aspecto, porque disminuye la producción de plásticos y otros elementos involucrados en la fabricación de CD’s, por ejemplo.
Por otro lado, la playlist pone a la música en un lugar superficial, casi que anula el deseo de escuchar determinada cosa en particular. Lo que antes llamábamos música de ascensor se expandió, y todo parece un gran elevador.
Pierde el oyente cuando no recibe el estímulo adecuado, ese que le amplía la escucha de cosas nuevas y nutritivas.
En esta época donde la gente pasa tanto tiempo en los dispositivos comprimidos, como el celular, lo que está en crisis es el uso de los sentidos.

O.C: Por último, hay que destacar que la banda tuvo nuevos integrantes como Tomás Babjaczuk, Martín Lozano y Sebastián Lans. ¿Qué crees que le aportaron al proyecto

E.S: Fundamentales los muchachos.
No sólo son grandes músicos, sino que también son excelentes personas. Los tres son muy creativos, y siempre están disponibles para experimentar en la música. El aporte que hicieron al disco es clave, Pájaro de fuego es la combinación de los cuatro integrales, el sonido de cada uno, y como nos combinamos en el todo de la música que hacemos.


#Foto de Portada: Pam Raponi