En Calima, el encuentro entre Pacífico All Stars y Balimaya Project se convierte en un puente sonoro que une el Pacífico colombiano con África Occidental. La canción Nuestro Latido condensa la fuerza de la memoria ancestral y la proyección hacia un futuro colectivo, mientras otras piezas del disco amplían el diálogo entre tradición y jazz contemporáneo.
Pacífico All Stars es un ensamble colombiano creado por Discos Pacífico (Llorona Records) para reunir a músicos emblemáticos del litoral y difundir la tradición afrocolombiana. Integrado por artistas de agrupaciones como Bejuco y Semblanzas del Río Guapi, funciona como una “selección” de talentos que, a fuerza de marimba de chonta, cununos, bombos y voces ancestrales transmitidas de generación en generación, buscan reflejar y proyectar la cultura afrocolombiana.
Por su parte, Balimaya Project es un colectivo musical londinense fundado en 2019 por el percusionista Yahael Camara Onono, con raíces en Nigeria y Senegal. Su nombre significa “la esencia del parentesco” en lengua maninka y refleja la idea de crear un espacio sonoro que celebre la diáspora africana y la hermandad comunitaria. Integrado por más de quince músicos, fusiona la tradición mandé de África Occidental —con instrumentos como djembé, balafón y kora— con el jazz contemporáneo y los sonidos urbanos de Londres, desde el grime hasta el afrobeat. El proyecto nació con un espíritu tanto musical como social, buscando tender puentes entre generaciones y ofrecer un espacio seguro para la juventud negra en la diáspora.
Calima es el resultado de este encuentro transatlántico. Grabado en Tumaco en 2025, el álbum reúne a Pacífico All Stars y Balimaya Project en una obra que conecta raíces y diásporas. El título alude al fenómeno natural en el que polvo del Sahara viaja hasta América fertilizando tierras, metáfora de los vínculos invisibles que conectan comunidades a través del océano.
El disco está compuesto por seis canciones que funcionan como capítulos de un mismo relato: Yo Vide al Niño resignifica un canto tradicional del Pacífico y lo convierte en símbolo de infancia y esperanza; A Life Worth Living reflexiona sobre la dignidad y el sentido de pertenencia en tiempos de crisis; Nuestro Latido se erige como manifiesto rítmico de resistencia comunitaria; Yo Te Vi juega con la mirada y el reconocimiento en clave de encuentro cultural; I Wish I Knew abre un espacio de vulnerabilidad entre jazz clásico y canto coral; y A Be Tan De! cierra con un tono festivo que celebra la vida compartida y la potencia de la diáspora africana.
1. Yo Vide al Niño
Este tema parte de un canto tradicional del Pacífico colombiano y lo resignifica en clave transatlántica. La figura del niño se convierte en metáfora de continuidad y esperanza, mientras los instrumentos mandé de Balimaya Project dialogan con la marimba y los cununos.
2. A Life Worth Living
Con un tono reflexivo, esta pieza aborda la dignidad y el sentido de pertenencia en tiempos de crisis global. La fusión entre voces afrocolombianas y armonías jazzísticas crea un espacio colectivo. Es un llamado a valorar la vida como acto de resistencia cultural.
3. Nuestro Latido
Se trata un manifiesto rítmico que simboliza la fuerza comunitaria. La percusión del Pacífico se entrelaza con los metales londinenses para construir un pulso que no se detiene. La canción condensa la memoria ancestral y proyecta un futuro donde la música es motor de continuidad.
4. Yo Te Vi
Aquí el encuentro se centra en el reconocimiento, donde las voces afrocolombianas se cruzan con las armonías mandé. Es un tema que celebra la conexión entre personas y comunidades.
5. I Wish I Knew
Un espacio de vulnerabilidad y diálogo entre jazz clásico y canto coral del Pacífico. La canción abre un registro más introspectivo, donde la improvisación jazzística se mezcla con la fuerza colectiva de las voces afrocolombianas. Es un puente entre lo personal y lo comunitario.
6. A Be Tan De!
El cierre festivo del álbum. Con ritmos que invitan a bailar y reafirma la potencia de la diáspora africana como fuente de creación. La canción muestra otra vez como se puede fusionar en una sola canción la tradición africana con el jazz.