La cantante y compositora nacida en Ramos Mejía, Natalia Freibrun lanzó su primer trabajo discográfico Jaula y Delirio. Un ep de 6 canciones compuestas y grabadas durante la pandemia.
Jaula y Delirio nos invita a recorrer diferentes estéticas sonoras que van desde la canción urbana al pop, pasando por aires folklore y jazz. Mientras que sus letras contribuyen a une encuentro profundo entre la palabra y la voz creando sutilezas y matices propias de un delirio musical ordenado.
Te invitamos a conocer un poco más de ella en está charla:
Otra Canción: ¿Por qué Jaula y delirio? Supongo que el nombre de tu primer álbum debe estar emparentado con los tiempos que estamos viviendo…
Natalia Feibrun: Exactamente! El título remite a la pandemia. Estaba en casa, junto a mi guitarra y mi hija, y sin querer, empezó como un juego de palabras. Y a medida que seguíamos en el encierro, comencé a componer estas canciones.
Jaula me remite a encierro, aislamiento, que fue lo que vivimos todxs, y delirio, es una palabra tan amplia, pero me parecía adecuada para el contexto. Justamente Jaula y Delirio es una de las canciones del disco, y al pensar un título para el EP, me pareció elocuente ponerle ese nombre.
O.C: ¿Qué fue lo que te movió a hacer un disco en pandemia?
N.F: Hace muchos años que me dedico a la música y juntaba las ganas de grabar seriamente algo. Fue impensado al comienzo, pero al estar tanto en casa, y ver que el tiempo se alargaba, decidí comenzar a maquetear desde mi pequeño estudio de grabación, y luego darle forma de banda. Los temas fueron hechos y grabados en pandemia, junto a Claudio Turica, que es el productor musical del disco.
O.C: Se siente un tinte introspectivo en las letras y sonoramente es ameno, tranquilo. ¿Cuándo surgieron las canciones?
N.F: Hice un gran trabajo de introspección y eso me ayudó a confiar en mi propia estética y cortar con tantos prejuicios que tenemos lxs músicxs. Las letras fueron surgiendo de momentos cotidianos inusuales, de jugar a escribir palabras alusivas al contexto, en el día a día, una especie de ejercicio mental, conectarme con el lado de la vida, mi hija, mi casa, y no dar lugar a los malos pensamientos, que en este contexto es muy fácil que aparezcan. Quizás esa tranquilidad a la que te referís tiene que ver con algo muy personal, tal vez no perder el eje. Son épocas de locura, y el borde es muy fino.
O.C: Hay canciones que tienen nombres de personas. Una es «Nina». ¿Qué nos podés contar de esta canción?
N.F: La canción Nina está dedicada a mi hija. Es el primer tema del disco, con Carlos Michelini en clarinete, haciendo un solo impresionante, y al servicio de la música, también participaron Tomás Babjaczuk en batería, Patricio Pietrek en bajo, Cladio Turica en guitarra eléctrica y mi hija Nina cantando.
O.C: La otra es «Rosario» que, si no me equivoco, está dedicada a Rosario Blefari… ¿De dónde surge esa necesidad de dedicarle la canción a ella?
N.F: En el momento de la triste partida de Rosario Blefari, estaba haciendo un taller de canciones online junto a Florencia Ruiz, y todas las semanas había que hacer un tema, y en ese momento compuse Rosario, la música y la letra está dedicada a ella. No fue pensado, salió de una manera muy natural, te diría que es la canción que armé más rápido de todo el disco, y tuve la gran alegría de que participara Flor Ruiz en la voz.
O.C: Sabemos que de niña estuviste viviendo en Perú, donde empezaste con la música. ¿Creés que hay algo de eso en tu obra?
N.F: Así es, de niña vivimos con mi familia tres años en Perú y fui al Collegiun Musicum de Lima, donde tuve mi primer acercamiento con la música. Seguramente todxs tenemos huellas de nuestra infancia y de todo lo que fuimos escuchando en nuestra vida y eso se retrata en las canciones (o no), quizá de manera inconsciente.
O.C: A lo largo del disco se nota mucha influencia del jazz, aunque también de otros géneros; algunos tintes de música brasilera y hasta pop por momentos, pero sobre todo del folklore. En alguna canción se siente un aire de vidala… ¿Qué estilos musicales te formaron?
N.F: Me formé en conservatorio clásico y en escuelas de música popular, y de forma particular con varixs profesorxs de canto, guitarra y armonía. Lxs músicxs que grabaron en el disco, tienen una formación jazzística, así que creo que es inevitable que aparezca el jazz, ya sea en las improvisaciones como en la instrumentación. Lo hermoso de esto, es que son gente muy querida y admirada por mí, y que cuando les mostré las referencias se pusieron al servicio de la música. Y eso es lo que buscaba, que predomine la canción con su letra y que cada uno de los músicxs pudiese desplegar toda su magia de un modo muy criterioso y musical.