La pampa infinita

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Tomates Asesinos presenta «La luz buena»

Si hay algo que ha caracterizado desde el comienzo a los Tomates Asesinos es su explícita relación con las nociones posmodernas relacionadas con el desapego con las formas tradicionales. Incluso con aquellas que se presentan como de ruptura. Reinterpretarse en el mundo y reinventarse disco a disco parece ser una marca de fuego que ha signado ese camino del que no sean corrido y se ha transformado en motor de existencia. Paradógicamente, el quinto disco de Luis Obeid, Santiago Guerrero y Esteban Favaro se mueve con eje en las esencias. Así, en plural. Por un lado la de Tomates Asesinos como banda y, por otro, la de cada uno de sus integrantes como seres que brillan con luces particulares, cruzados por una historia de vida y de mucha música.

Las formas que se ponen de manifiesto en las 13 canciones de «La luz buena» aparecieron cuando una productora audiovisual los contacto para que se hagan cargo de la creación de «cortinas musicales que combinaran texturas «modernas» con aires folklóricos en el estilo de «Alambrado» tema de «Lujuria en el espacio», primer disco de Tomates. En nuestro afán de ser siempre artísticos preparamos canciones, no cortinas» dice Luis, en diáloco con Otra Canción. Así nació el disco. «Del folclore tomamos algo de la métrica, las armonías, algunos instrumentos, pero sobre todo la nostalgia. El resultado fue tan bueno que nos hicieron otro encargo. Lo primero fue un documental y lo segundo una serie de capítulos unitarios, esto rotó por la TDA, Canal 10 y por Encuentro«. Cuando el trabajo estuvo terminado, Sebastián Spada, tomó los temas, los remezcló y los llevó al lugar que hoy conforman el nuevo material de Tomates Asesinos.


Otra Canción: En el último tiempo ha habido, desde varios géneros musicales, una mirada hacia lo que podría denominarse la música de raíz en nuestras pampas ¿Qué creen que aportan en ese sentido desde su forma de encararlo?
Luis Obeid: Si, lo venimos viendo y lo interpretamos como una voluntad de hacer una música que dialogue con todos. No solo con un grupo de gente conocedora de ciertos estilos, generalmente extranjeros. Nuestro aporte es sencillo: si está la necesidad de hacerlo, hay que darle para adelante, sin importar demasiado si se es fiel o no a la tradición. Aunque en esa búsqueda tal vez no haya que perder de vista las raíces, que no es el folklore, ni el tango, ni el cuarteto, sino la música que te movió el piso, sea de donde sea, para que tenga mas sentido personal, y no sea una cosa demasiado importada.

O.C: En las palabras que presentan el disco en su plataforma bandcamp se corren la idea del «rescate antropológico» ¿En qué sentido toman distancia de esa idea y desde dónde se paran para rastraer los sonidos que luego vuelcan en las composiciones?
L.O: Suponemos que en un rescate antropológico hay un deseo por descubrir un pasado, y reconstruirlo de una manera estricta para acercarse a lo que fue. Nosotros sabemos de la existencia de un pasado musical, y lo desenterramos un poquito para tomar elementos, para luego reconstruirlo libremente. En nuestro rescate del pasado está el folklore, pero como una música que sonaba por fuera de nosotros, en nuestras casa, pero en nuestros dormitorios sonaba Vangelis, o Jarré o rock. En el comedor la nostálgia, en la intimidad los viajes por el espacio. A ver, ¿que pasa si los juntamos? La Luz Buena!

O.C: También hablan allí de una «tradición estancada» ¿Qué tan complejo creen que será romper con esas anclan que estacan esa idea?
L.O: Y, es complejo si sos un folclorista o un académico, pensemos en Liliana Herrero, Juan Falú, Aca Seca, o yendo mas atrás, Victor Heredia, el Chango Farías Gomez, o el disco de estudio «Ushuaia a la Quiaca». Ellos la tuvieron y la tienen difícil, nosotros estamos por fuera. No tenemos compromisos previos de ningún tipo, ni con el público ni con una tradición, entonces es súper simple porque hacemos mas o menos lo que se nos canta. Y creemos que para expresar la pampa infinita no hacen falta la milonga, o la zamba, aunque nos tomamos la licencia de suponer que pensar o reintrepretar esas músicas nos va a dar una pista de como expresarla.

El resultado de esos movimientos y esas búsquedas es un disco concreto y sólido que vuelve a poner de manifiesto la versatilidad estética que es plausible de ser alcanzada cuando los trabajos se encaran con la audacia y el respeto necesarios. Los Tomates siempre han trabajo combinando esas variantes. Ahora, esa gama de colores se amplificará el sábado 9 de Julio, cuando la medianoche descienda sobre Club Belle Epoque (Lima 373). Allí, la expresividad de las mixturas plasmadas en la furia de una banda de rock explotando en el escenario volverá a cruzarse con la suma de los elementos que se agregan a la pócima que parió «La luz buena», esta nueva gran excusa para sumergirse en el universo de los Tomates Asesinos.

O.C: ¿Cómo vienen pensando la presentación del material para este sábado?
L.O: Trío, sintetizadores, programaciones, guitarra, bajo, bombo legüero, baterías y percusión electrónica.
El año pasado nos replanteamos la formación y fuimos por mas ampliando la frontera de lo sonoramente posible. Incorporamos a Esteban Favaro, quien es un enamorado de los sintetizadores, además de tocar el bajo. Santiago agregó a sus sintetizadores, su batería acústica/electrónica, y yo me hice cargo de las guitarras, además de seguir con los sintes y las programaciones. El objetivo fue dotar a Tomates de esa capacidad de mutación mostrada en los discos, pero ahora en vivo . Llevamos toda la música un poco mas a tierra, porque empezamos a poder tocar partes que antes estaban completamente programadas. En síntesis, a la paleta colorida de lo electrónico le agregamos los sonidos y la potencia de una banda rock.

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