El músico tenía 50 años y desde hace un tiempo venía batallando contra una dura enfermedad.
No hay palabras que puedan expresar el nudo. Uno suele no querer entender demasiado la vuelta en momentos en que los descenlaces son los más temidos. No quiere entender, sin embargo se vive preguntando por qué. El Titi se fue minutos después de las tres de la tarde de un miércoles 4 de Septiembre y con él se eleva una de las luminarias más importantes de la música popular cordobesa. Se aleja de la tierra y empieza a resonar desde vaya uno a saber dónde, retumbando y acariciando sonidos con colores estelares. Es imposible no caer en lugares comunes ante la dificultad para esquivar tristeza.
Tití Rivarola apareció en la escena de la música local con los albores democráticos y desde allí trazó una carrera que lo fue convirtiendo en uno de los faros más importantes de la música local. Referente indiscutido de la mayoría de los tipos que patean escenarios y buscan su camino entre los acordes, Rivarola brilló en las últimas tres décadas en escenarios que lo llevaron por el rock, el jazz y la fusión folclórica. No hace mucho tiempo lo vimos con «Torax», su última gran banda, destrozando a caricias una de las tantas guitarras que lo amaron. A la viola hay que saber tratarla y Tití fue uno de los que mejor aprendió hacerlo en esta parte del planeta.
Quedan las canciones, quedan todos los proyectos que Titi apuntaló, queda trazado el camino, el mapa de un territorio complejo que él primero aprendió y luego enseñó a transitar. Queda un halo de talento eterno, flotando en el aire y marcando a fuego nuestra relación con la música.
Gracias Titi!
Buen viaje!