Aunque parezca simple, no es fácil nombrar un disco. Hay escuelas, formas y ambiciones varias a la hora de hacerlo. En esa empresa, no son pocos los artistas que tropiezan con sus propias ambiciones (conscientes o no) o con las limitaciones naturales que les impone su humanidad. A los Hipnótica eso no les pasa. Tienen la capacidad de llamar a las cosas por su nombre, de englobar canciones detrás de un concepto determinado que por su amplitud abre camino a la sorpresa, pero por su precisión merece el reconocimiento. Su trabajo más reciente se llama Mixto. Y no podía llamarse de otra forma.
Hecho, en parte, en medio de la distancia impuesta por la pandemia, el cuarto álbum de Nahuel Barbero y Hernán Ortiz reafirma que la única certeza por la que el dúo parece animarse a caminar tiene que ver con el trajinar conjunto que los abraza a la canción, cualquiera sea la forma que esta tome para expresarse. Es posiblemente Mixto, el disco en el que esa amplitud estética se muestre de modo más descarnado, entendiendo el concepto como aquello que se muestra sin ataduras de ningún tipo. Que ahora puede ser una chacarera y más adelante hacer base en la canción pop más sofisticada, y sostenerse con un groove propio al que se van sumando arreglos, elementos, productores e invitados.
El disco arranca con un bombo legüero sostenido por un mantra intergaláctico que hace pie en el medio de la pampa y se continúa con el tema destinado a ser el hit del Mixto. No fue casualidad que Algo haya sido el elegido para empezar a mostrar el álbum en sociedad, allá por finales del año pasado. Está producido por Nico Cottón y explota al máximo la mixtura de voces de Barbero y Ortiz poniéndolas al servicio del refinadísimo universo pop de comienzos de siglo. Es realmente una pieza imbatible.
Entre los otros adelantos que ya conocíamos aparecerán Humedad, Ciudad y Cambiar. Las últimas dos más arraigadas en la tradición pop del dúo, una de ellas con la compañía de Chiara Parravicini, mientras que la restante había sorprendido desde su lanzamiento en soledad. Una balada en clave R&B con una profunda carga de sensualidad que se coronaba con un estribillo tan contundente como provocador. Estuvo compuesta en conjunto con Santi Celli y co-producida por Bernardo Ferrón.
A medida que las canciones se van descubriendo, los “hipno” van abriendo su paleta interpretativa y alteran seguridades y riesgos estéticos sin temor al paso en falso. Con la certeza que los caracterizó desde el primer momento y la búsqueda de la novedad casi como impulso vital.
Hay algo de spinetteano en ese cambio permanente. Y en toda la vida de los Hipnótica. En ese sentido, el disco suma también transparencia. El propio Luis Alberto aparece sampleado en Potrerillo, y también hay un kamikaze (nombrado KMKZ) que acompañado por Dinastía y Yeyo se eleva como el tema más potente del trabajo.
Otro punto fuerte de Mixto se concentra en el calibre de los invitados, que también da cuenta del respeto que los riotercerenses se fueron ganando entre sus colegas en sus más de diez años de actividad ininterrumpida. A los ya mencionados hay que sumarle a Mariano Otero (bajo Ciudad, Fuego, Cambiar, los tres temas que también produjo), Sergio Verdinelli y Benja Lopez Barrios (metieron baterías y guitarras en las mismas tres canciones), Leo Genovese ( piano y rhodes en Ciudad y Cambiar) Lucas Martí (hi-hat en Humedad) y Edu Valdés (que sumó sus guitarras en Aprende y Humedad).
No está de más agregar que Mixto posiblemente también sea el disco en el que el trabajo sobre las letras sea el más logrado de toda la discografía del dúo. Una madurez compositiva que interpela a un puñado de generaciones y, caminando sobre la incertidumbre propia de los tiempos que corren, no esconden inseguridades y derrotas temporales que se expresan de modo contundente en estribillos precisos, en algunos casos con destino de inolvidable.