Migas, rompecabezas y silencios: el universo en expansión de La Cara de los Últimos

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Hay nombres que funcionan como claves, como puertas entreabiertas. “La Cara de los Últimos” es uno de ellos. Nacido de una imagen borgeana, sugiere distancia, altura estelar y precisión emocional. Con más de diez años de recorrido y una identidad en constante transformación, la banda de Haedo vuelve a abrir esa puerta con “Migas de manzana”, segundo adelanto de un EP de cuatro canciones que verá la luz a fines de 2025.

Luego del crudo y distorsionado “Rompecabezas”, este nuevo single propone un giro estético: base groovera, guitarras espaciales y una letra construida a partir de frases tomadas al azar de libros de autores argentinos. Un método inédito en su historia compositiva, que refuerza la búsqueda de nuevas formas para encajar. Porque si algo define a La Cara de los Últimos es esa tensión entre lo bailable y lo introspectivo, entre el cuerpo y la mente, entre el caos y la pausa.

Integrada por Leandro Troiano (voz, guitarra y composición), Vanina Becares (voz y letras), Jus Recondo (guitarras), Mario Mendoza (batería), y una formación que se adapta a cada etapa creativa, la banda se mueve por fuera de los circuitos tradicionales, pero con una ética clara: hacer las cosas a su manera, con prolijidad, apertura y sin ego.
Desde Haedo, con canciones que nacen del quiebre y letras que no explican pero sugieren, La Cara de los Últimos invita a detenerse, a pensar, a bailar sin dejar de sentir. El próximo sábado 18 de octubre a las 20 hs, se presentarán en el Espacio Cultural Laberinto (Av. Rivadavia 18.432, Morón), anticipando el nuevo EP y recorriendo música de sus discos anteriores. Entradas a $7.000, con apertura de Gi y Florencio.
Más que respuestas, lo que emerge es una ética del desarme: escribir desde lo vivido, componer desde la incomodidad, y narrar lo invisible sin explicarlo del todo. En tiempos de algoritmos y ansiedad, La Cara de los Últimos propone otra forma de estar: más lenta, más honda, más libre.

O.c: Cuéntenos un poco cómo nace La Cara de los Últimos y el nombre. A simple escucha, debo admitir que es un nombre raro. ¿Qué lugar ocupa el concepto de “lo último” en su identidad? ¿Es una declaración política, estética o emocional?

Leandro Troiano: El nombre de la banda nace a partir de una frase en un cuento de Borges, “Las Ruinas Circulares”, que dice: “…nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas…” . Creo que lo que más nos gustó es que podría ser el nombre de una película, una banda, un libro, una obra, etc.
Con respecto a “lo último”, no fue un concepto buscado, el concepto en sí es el total de la frase, la imagen que pensamos y la imaginación del que la lee.

O.c: “Migas de manzana” y “Rompecabezas” muestran dos caras muy distintas del sonido de la banda. ¿Cómo se dio esa decisión de mostrar primero lo crudo y luego lo pop? Aunque también debo decir que “Rompecabezas” no suena tan pop como algunos discos anteriores.

L.T: Salimos con “Rompecabezas” primero para darle un giro al sonido, a lo que veníamos haciendo, principalmente el disco que salió en 2024, “El hijo imaginario”, que nos encanta, pero nos gusta cambiar constantemente y buscar nuevas ideas. El ingreso a la banda de Jus Recondo en guitarras facilitó y mejoró ese cambio buscado, ya que las ideas se compusieron en base a la actual formación.
“Migas de manzana” también tiene muchas guitarras y algo de psicodelia, hay una armonía pop, una búsqueda tanto en la letra como en los acordes utilizados, como así también en las partes instrumentales. Nos encantan esos ambientes en loop donde van cambiando los efectos de las guitarras en el progreso de los arpegios.

O.c: Sus letras suelen hablar de estados mentales, vínculos rotos y paisajes urbanos. ¿Cómo trabajan la escritura dentro del grupo? ¿Hay una voz principal o es un proceso colectivo?

L.T: En cuanto a las letras, las canciones que canta Vani las escribe ella y las que canto yo las escribo yo, eso siempre fue así. Hubo una excepción en “El hijo imaginario” con una canción que se llama “Domingo de terror”, que escribí yo y cantamos ambos. Escribimos sobre lo que nos pasa, no hay fantasía, son cuestiones que vivimos, que sentimos y que queremos soltarlas ahí, en las canciones. Muchas veces te das cuenta sobre qué escribiste cuando escuchás la canción terminada.
En cuanto a la composición general de las canciones, hago una maqueta concreta y luego se vuelca a la banda para hacer una preproducción con el toque y las ideas que puedan surgir para luego meternos a grabar definitivamente; siempre llegamos al estudio con la canción casi terminada, aunque siempre surgen arreglos en el estudio.

O.c: ¿Qué rol juega Haedo en su música? ¿Hay algo del conurbano que se filtra en el sonido o en las letras?

L.T: Seguramente, el lugar donde vivís influye, las cosas que te pasan, que te afectan, que te hacen feliz, los ruidos, los árboles, las costumbres, la gente alrededor y donde te tomás el tiempo para escribir y componer. Todo consciente o inconscientemente te atraviesa. De hecho en la contratapa de nuestro disco “Si Mañana” hay un dibujo muy lindo de Haedo.

O.c: En sus últimos temas hay una tensión entre lo bailable y lo introspectivo. ¿Cómo equilibran ese cruce entre cuerpo y mente? ¿Qué tan necesario es bailar sin dejar de pensar?

L.T: Siempre buscamos el groove de la canción, que camine bien, que nos funcione eso y lo que dicen las letras. No pretendemos que dejen de pensar, todo lo contrario, estaría buenísimo si alguna canción hace pensar y cuestionarse las cosas, son tiempos donde la ansiedad muchas veces no nos deja detenernos a pensar y creo que es lo que más necesitamos.

O.c: ¿Cómo se vinculan con la escena independiente actual? ¿Se sienten parte de una red o prefieren moverse por fuera?

L.T: No nos sentimos parte de la escena independiente, aunque somos una banda independiente, ni tampoco parte de una red, ni la idea es movernos por fuera. Vamos haciendo nuestro camino como podemos, estamos abiertos a propuestas, y siempre somos prolijos con lo que nos proponemos y con los compromisos, pero puntualmente no estamos en un circuito de algún tipo. Hay muchas bandas que para hacer una fecha en conjunto tenés que estar atrás o manejan un ego que no nos cabe. Por esas y otras razones es que lo hacemos a nuestra manera.

O.c: ¿Qué les pasa con la idea de que la ansiedad, el caos o la incomodidad pueden ser motores creativos?

L.T: Por lo general mi motor creativo son los quiebres, los momentos que te marcan, que te descolocan y la acumulación de pensamientos sobre una misma situación. Ahí es donde empieza a aparecer la canción, ese es mi motor creativo, los lugares donde muchas veces no puedo resolver o son un cachetazo al cual tenés que adaptarte para seguir.

O.c: En “Rompecabezas” repiten la frase “No me expliques qué debía hacer con mis tiempos”, que funciona casi como un límite emocional. En estos tiempos, donde el algoritmo y la industria nos imponen qué deberíamos hacer, ¿a quién va dirigida esa línea y qué representa para ustedes?

L.T: Hoy pareciera que mucha gente cree tener la respuesta a todo. Y hay mucha gente todo el tiempo diciendo qué hay que hacer, cómo hacerlo, cómo vivir mejor, cómo tocar mejor, cómo estar con tu pareja, cómo ser buen padre, cómo hacer pan o cómo arreglar el baño, etc. Y creo que eso también genera ansiedad. Detenerse y reflexionar sobre tus decisiones, tus objetivos o incluso detenerse por el solo hecho de detenerse es necesario, mirar tu interior y pensar qué necesitás realmente sin tanta contaminación externa.

O.c: El título “Rompecabezas” sugiere algo que se arma y se desarma. ¿Qué piezas sienten que están intentando encajar en este momento artístico de la banda?

L.T: El Rompecabezas no se armó aun, quizá sea algo que no se resuelva, o que se resuelva a medias. Creo que un poco es eso todo el tiempo en la banda, la búsqueda artística constante, no sé si tenemos claro cuál es el final de ese rompecabezas, cuál es la forma final. Es algo que constantemente buscamos. Siempre hay tiempo para descubrir nuevas formas para encajar.

O.c: En “Naufragar” preguntan: “¿Quién anda tus caminos? ¿Quién mueve los hilos detrás?” Son preguntas que pueden tener una connotación metafísica, pero también social, sobre todo en el contexto actual. ¿A quién se dirigen? ¿Hay una búsqueda espiritual en esa canción?

L.T: No, no es una búsqueda espiritual, es una canción bastante concreta en la idea: habla sobre las lejanías, la distancia que puede tomar la gente por decisiones ajenas, el dejar todo atrás, incluso los objetivos propios. Por eso es la frase que dice “quien anda tus caminos”; se refiere a que alguien camina por vos y decide por vos.

O.c: El mar aparece como destino, como disolución. ¿Qué representa el mar en su universo simbólico? ¿Es refugio, amenaza, memoria?

L.T: El mar es muy importante en la composición de la banda, varias de las canciones se resolvieron cerca del mar. Es escape y es refugio, alejarse para entender mejor. Y mejor aun en invierno.

O.c. En “Migas de manzana” dicen: “Antes de marcar, siento el silencio”. ¿Qué representa ese instante previo a la acción? ¿Es una pausa existencial, una forma de resistencia, una espera que revela algo del mundo?

L.T: “Migas de manzana” es la excepción a la forma de escribir las canciones que tuve hasta ese momento, ya que fue escrito a través de frases de libros de autores argentinos, de una forma muy aleatoria: agarré varios libros, los abría en cualquier página y la primera frase que se me aparecía la anotaba. Primero lo tomé como un ejercicio y luego fue toda la canción escrita así.
Particularmente esa frase me pareció maravillosa, esa pausa y esa incertidumbre que genera, toda una imagen.

O.c: Un espectador que no cambia” aparece como figura persistente. ¿Es una crítica a la pasividad contemporánea, al consumo sin transformación? ¿Quiénes son hoy esos espectadores?

L.T: Es otra frase de las que vi al azar, (no recuerdo los libros de cada frase, ya que fue todo un poco caótico y sin detenerme) pero es una frase con varios sentidos: uno podría ser que el espectador es la misma persona, o la otra es que el espectador es alguien que no quiere cambiar lo que es, me encanta.

O.c: “Déjame en las sombras de eso que provocas” suena a rastro, a huella emocional. ¿Qué lugar ocupa lo invisible, lo no dicho, en sus vínculos y en su forma de narrar lo social?

L.T: Creo que hay mucho de eso en la forma de escribir, no son letras directas, hay canciones que, de acuerdo al momento en el que esté el que la escucha, sugieren cosas distintas. Lo “no dicho” muchas veces queda para uno que la escribió, la interpretación es del oyente. O al menos me gusta que así sea, siento que está bueno que se libere la imaginación a cualquier lado o sentimiento.