El Siempreterno llega por primera vez a Córdoba. En la previa, Otra Canción cruzó palabras con su alma mater, Sergio Rotman.
Necesitamos ponernos en contexto. Empezamos por desechar las lecturas que hablan de la quietud, esas que se repiten hasta que estallan y se naturalizan. Hace unos cinco años, El Siempreterno sacudió la escena del under porteño con una especie de selección de músicos que zapatearon sobre los tiempos y las distancias. Desde entonces, a partir de repertorios que se construyen y se arreglan por mail, actuaciones esporádicas y sonidos detonadores, la banda ha logrado que se vuelva a hablar en el submundo del Rock Argentino del «culto». Desde Puerto Rico, Sergio Rotman y Mimi Maura. Aquí, Ariel Minimal, Fernando Ricciardi. Cuando las almas repudian el encierro y son los cuerpos los que se encuentran, la Capital Federal aparecía casi como el escenario natural. Casi único. A medida que pasaron los discos y el interés por ver a la banda en vivo se fue disparando por el resto del país, lo potencial del deseo fue tomando formatos de realidad. «Nuestro único enemigo es el poco tiempo que tenemos para organizar shows, ya sea porque nuestros viajes son breves o porque la agenda de las bandas «principales» (Mimi Maura, PEZ o Los Fabulosos Cadillacs) están super cargadas. Por lo demás no veo diferencia ninguna en tocar en Buenos Aires o Córdoba» dice Sergio Rotman a Otra Canción cuando la llegada de la banda a la ciudad mediterránea es un hecho del que nos separan apenas unos días.
– Con tres discos a cuestas y una forma de trabajo, aunque particular, aceitada ¿Cómo definirías el momento en que se encuentra El Siempreterno?
– Como te decía los tiempos de esta banda son una locura, solo hemos realizado 22 shows en la historia del grupo así que estamos en el inicio de lo que sea la trayectoria del grupo. A la vez sabemos que cada show puede ser el último y lo tomamos como tal.
– Hay una buena parte del público que a medida que los conoce se sorprende del registro al que la propuesta de la banda logra llevar a Mimi. Vos que la conoces mejor ¿Eso estaba en ella o se fue formando a medida que la banda lo necesitó?
– Mimi viene de una escuela de hard rock. Mimi Maura, el proyecto musical, fue una «invención» de nuestras mentes en la búsqueda de una música que nos resultara atractiva a los dos para componer canciones. Mimi jamás había cantado reggae o ska antes de 1996. Su formación es netamente rockera. Deberías escuchar su banda original, Alarma, con la que giro por Latinoamérica y Estados Unidos, puro hard rock clásico mucho más cerca de La Renga que de Bob Marley. Así que rockear con El Siempreterno es absolutamente natural para Mimi.
– Con Minimal tienen algo así como una historia común. Podríamos decir que ambos son considerados como una especie de personajes de culto en la escena roquera argenta. Vos alguna vez dijiste que eran idénticos. Me gustaría que nos cuentes qué es lo que Ariel suma a tu parecer al sonido de El Siempreterno.
– ¡Ariel es El Siempreterno! Antes de que el tomara el rol de las guitarras el grupo no era más una colección de ideas y las ganas de continuar junto a Mimi y el Ruso, el fallido proyecto Los Sedantes que habíamos armado en 2005 junto a Dante Clementino y Gamexane Villafañe. Cuando llevé las canciones del primer disco de El Siempreterno a la sala PEZ para que Ariel tocara «algún» tema fue que el grupo cobro vida…en 4 horas grabamos todas las guitarras del disco.
– Te corró de tema. Puede que sea la situación que los ubica en Puerto Rico y que los hace trabajar de una manera particular lo que explica algunas cosas. Por ejemplo la difusión, la promoción y el acceso de la música a través de internet ¿Qué opinión te merecen las formas actuales de difusión? ¿Qué te pasa por la cabeza cuando sabes que hay un flaco, por ejemplo en Chaco o en Detroit, que se descarga el disco gratuitamente por la web?
– Hay que entender que así se escucha música ahora, es bueno y malo a la vez como todos ya saben. Por un lado, podés llegar a todo el mundo con tu música, pero hay tantas bandas y proyectos, que conseguir algo de atención de los muchachitos del siglo 21 es prácticamente imposible. Por el pago no me preocupa, ya que por la miseria que nos pagaban las discográficas en los 90, es mejor que todo el mundo acceda a todo de forma gratuita y el que vaya a los shows pueda llevarse el CD como un souvenir de los shows, que a la vez es un pedazo de plástico hermoso.
– A la vez, ustedes tienen años en la ruta y han sido una generación que se crío escuhando vinilos. Ahora parece que hay una vuelta al formato ¿Qué opinás? ¿A qué crees que se deba? ¿Por qué ustedes editaron ese vinilo que editaron?
– El vinilo es solo un formato más. Tampoco hay que caer en la cosa snob de que «mi música sale solo en vinilo» porque, no jodamos, salvo algún caso muy puntual, lo grabaste como ceros y unos en protools digital. El simple que editamos a principio de 2014 (Esclavo/Polvo cósmico) fue mixeado específicamente por Pablo Martin en NYC, pensado para vinilo, así que me parece que es interesante comparar los audios de las versiones de vinilo y cd.
– A diferencia de los otros laburos, el último disco tiene un par de canciones de tus compañeros. Pero a la vez es el disco en el que se te nota un crecimiento en tu forma de componer. Es como que vas más al hueso. Con poéticas más contundentes. Con menos inocencia y, creo yo, menos provocación ¿Notas ese cambio? ¿A qué crees que se deba?
– A que me voy domesticando lamentable e inexorablemente…(risas). Para mí es un honor que por fin Fernando y Ariel hayan dedicado músicas para El Siempreterno, ya el Ruso había cooperado con un tema en «Hacia el mar de carbon». Yo no soy un compositor a la usanza clásica, de esos que tiran 35 canciones por año. A duras penas consigo componer 8 o 10 y generalmente sólo 4 o 5 son buenas, pero últimamente hay un monstruo viviendo en mi cerebro que ha producido algunas buenas canciones como «Para siempre no es suficiente» que es mi favorita.
– «Para siempre» parece un disco en el que se conjugan ideas que reniegan un poco del pasado. Pero también del futuro. Por momentos parece que todo es presente. ¿Cuánto de postura punk queda en la actitud de quienes integran El Siempreterno?
– “Cuando fuiste punk, punk para siempre serás»…eso es lo que dice el dicho ¿no? Personalmente me siento absolutamente cómodo en el club de punk rock aunque hace años que no me comporto socialmente como tal…en verdad aún tengo ganas de matarlos a todos igual que en 1982, solo que ya no se nota tanto. El nihilismo, la anarquía y un desprecio profundo hacia la sociedad que nos dirige y sus valores, son conceptos absolutamente actuales para mí.
– Si uno va trazando una especie de línea de tiempo a lo largo de tu carrera, se va a encontrar con una coherencia cíclica en la que las banda que armas y desarmas parecen seguir una secuencia lógica ¿Estás hoy en el punto más desarrollado de tu carrera?
– Naturalmente. Por una cuestión de vejez y no por inteligencia…todo lo que he hecho fue prueba y error. Me gustaría tener talento también, pero eso no está…¡que remedio!
– Estamos próximos a cumplir, el año que viene, 50 años de este movimiento que podríamos denominar Rock Argentino y que, a esta altura, ya está como insitucionalizado. Con tus idas y venidas, lo que ves desde allá y lo que ves cuando venís ¿Cómo observas el presente del rock en nuestro país?
– Para bien o mal vos lo dijiste: «institucionalizado». Tristemente absorbido, domesticado, devorado, regurjitado y vuelto a devorar por esa cosa hermosa llamada «sociedad de consumo»…senda mierda. Aunque pensándolo bien, ¿quién querría seguir siendo cagado a palos por la policía como en 1977, no? En ese aspecto la balanza se equilibra, hoy es muy fácil montar una banda y salir a tocar y también es casi imposible encontrar una banda autentica y original. Vos me dirás que preferís, si los años oscuros y salvajes de los 70 y 80 o este zoologico en donde todos estamos en bonitas jaulitas y somos mansos y tranquilos.
El Siempreterno se presenta en Córdoba junto a Los Cocaleros el Sábado 14 de Marzo a la medianoche en Casa Babylon (Bv. Las Heras 48).
* Las fotos utilizadas son de Sophie Barloc y Antonella Malachite