Mario Breuer «Me gusta un poquito la imperfección»

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Aunque la Feria del Libro y el Conocimiento de Córdoba haya pasado dejando una nueva huella en la historia de la mediterránea capital provincial, la oportunidad de hablar sobre los libros y la música continúa latente en el horizonte de Otra Canción. Uno de los que presentó su trabajo en el marco del evento cultural más importante de nuestra ciudad es Mario Breuer. El año pasado decidió desenfundar experiencias a través del libro «Rec & Roll». De eso conversamos con él.

Otra Canción: ¿Podés elegir tres discos que que te hayan marcado más que otros?
Mario Breuer:
Es muy difícil elegir tres discos porque tengo cientos de discos que guardo con cariño. Pero reconozco que hay algunos discos que son de importancia. Uno es  «Luzbellito» (Patricio rey y sus Redonditos de Ricota) que guardo con mucho cariño porque es el disco que  hice con los redondos, donde me dijeron “Mira gordi nosotros nos ocupamos de la música y vos de todo el resto«. Yo elegí dónde  grabar, dónde mezclar y en cuánto tiempo hacerlo.  Es un disco que me gusta mucho y, la verdad es que quedó bastante bien. Hay otro trabajo que es muy  importante para mí que es «Parte de la religión», porque Charly me dijo que tenía unos temas y dejó lo otro en mis manos. Un poco lo mismo que me pasó con los redondos pero con un poco más de directivas. Después pasamos a Estados Unidos donde ya eligió Joe Blaney para mezclarlo. Después  hay un disco muy importante  que se llama “Menos es más”, es un disco con Hernán Ríos, Norberto Minichillo y Pablo Tozzi . Ese disco es medio  tesis para mí por lo que no puede faltar en una lista que yo tenga que destacar. La verdad que guardo con mucho cariño los discos que hice este año y el año pasado. Los discos de Burning Caravan por ejemplo. Hay  cosas en las que trabajé  íntegramente de punta a punta. Hay un disco de un grupo chileno llamado Electrofobia, por ejemplo, hice un disco increíble con ellos.

O.C: Hay quienes sostienen que en las primeras épocas los grupos hacían discos para llevar el rock a lo más alto basándose en un deseo genuino que elevaba los grados de libertad pero con el paso de los años  la pata comercial fue ganando mucho más terreno y se empezó a imponer la idea de «ir a lo seguro». ¿Cómo la ves vos?
 M.B: Creo que algo de eso pasa.  En los 80, incluso en los 90, cuando hacíamos disco había mucha investigación, mucha búsqueda de sonido. Queríamos llegar a otro lugar, buscábamos discos que venían de Europa, Estados unidos o Japón  que nos impresionaban por el sonido y nosotros no queríamos igualarlos pero si llevar el rock a otro lugar definitivamente. Hoy está todo el mundo persiguiendo la zanahoria, nosotros queríamos hacer discos antológicos.  No sabíamos si iban a vender o no.
El rock se vuelve un negocio o un estilo de venta a partir de del 84, 85 o 86 donde ya habían salido discos multiplatinos como «Rockas vivas» o los discos de Los Abuelos de la nada, Los Pericos o Charly.  Esos eran discos que competían con otros discos que vendían mucho. Antes habían dos o tres discos que vendían mucho, hasta que empezaron a salir 6 o 7 discos que ya empezaron a vender mucho más que el resto hasta que llegó el año 86, 87 u 88 que fue cuando tomamos conciencia de la capacidad comercial que tenía el rock en nuestro país.  Hasta entonces lo único que buscábamos era hacer discos que fuesen recordados por lo bien hecho que estaban y sonaban. Creo que no nos fue nada mal con eso.

O.C: Me imagino que, como productor, siempre buscas hacer el disco perfecto. Te pregunto algo pensando en la tecnología  que al igual que los formatos va cambiando de modo permanente. ¿Es posible llegar el disco perfecto?
M.B:
Yo escuché discos perfectos, sin lugar a dudas.  Existe el disco perfecto,  canciones perfectas, producciones perfectas. Podríamos nombrar «Thriller» de Michael Jackson por ejemplo. Hay discos perfectos argentinos como «Signos» de Soda Stereo o «Ahí vamos» de Gustavo Cerati. Pero yo no busco el disco perfecto porque eso quiere decir que estoy atado a un formato, a una estructura y en ese lugar todo se empieza a desdibujar.
Si uno va siempre tras la perfección es como que no aporta nada. En la música y en ciertos ambientes no sé si es tan bien visto eso. A  mí me gusta un poquito la imperfección. Yo encuentro que  el  ángulo recto no es el que hierve a 90 grados sino el que está ahí entre los 85 y los 95.

O.C: ¿Cuál es el rol del ingeniero de sonido?
M.B:
Eso de sacar el mejor sonido de adentro del músico es más de mi lado como productor y no de ingeniero. Ahora si no me nombran  productor, como ingeniero también me meto. Lo que yo trato de buscar es el sonido propio del artista. Ese sonido que los diferencia de cualquier otro grupo del mundo. Muy lejos estoy de hacer discos que suenen a tal o cual. Yo no quiero sonar como otro ingeniero, no quiero que mis discos suenen hechos por otros productores y no quiero que las bandas suenen como otras bandas. Me gusta la identidad y eso es lo que yo busco.

O.C: Trabajaste con Miguel Abuelo en  «Buen día, día» y en el disco «Cosas mías» de Los Abuelos de la nada. En lo personal creo que son dos discos en los que se puede apreciar el poeta que llevaba adentro Miguel. ¿Cómo fue la relación con el?
M.B: Con Miguel hice mucho,  trabajé los primeros demos que hicieron con la nueva formación que tenían con Cachorro, Melingo, Polo y Andrés. Viaje mucho con ellos, estuve en varias giras. Mi relación con el era maravillosa, Miguel es uno de mis maestros de la vida. Me enseño mucho, fue un gran maestro, filosofo de bar y de la calle.

O.C: También  grabaste el disco «Del 63», el primer disco de Fito que después se llevaría  parte del mundo por adelante y se convertiría en unos de los referentes máximos de la música nacional. Él, en más de una ocasión, dijo que ese disco te lo debe a vos, porque venía con una idea de lo que quería pero no muy ordenada. ¿Cómo llegaste eso?
M.B: Era el primer disco de Fito, venía con muchas ideas en su cabeza. Él tenía muy claro lo que quería pero no sabía cómo llegar a eso. Fue un trabajo increíble y estuvo muy bien porque de alguna manera yo también era responsable, no solamente como ingeniero del disco.  Yo me daba una idea de quién era Fito y lo que iba a pasar con él y que sus discos no iban a pasar desapercibidos.  Yo lo ví con mucha intención pero con la inexperiencia que tiene cualquiera en su primer disco. Al final llegamos a buen puerto.

O.C: Hablando de Charly y Fito, después de leer el libro me a la sensación que Charly te daba más libertad para dejarte entrar en la grabación de sus discos. De hecho, si no me equivoco, hasta le metiste algunos arreglos vocales. ¿Puede ser que haya sido así?
 M.B: Definitivamente. Charly todo el tiempo me pedía que le tire onda. En cambio a  Fito le interesa los ingenieros que hacen lo que él les pide me parece.  Fito es un tipo que llega al estudio muy seguro. Con Charly siempre tuvimos una interacción mágica que no se si con otros ingenieros era así, capaz que sí…Pero conmigo había mucha interacción, yo iba a apretar mucho más los botones a esas grabaciones.

O.C: En el libro decís que Cerati necesitaba entrar en clima para poder grabar. ¿Cómo era ese momento?
M.B:
No es que Gustavo necesitara entrar en clima, sino que les gustaba tomarse el tiempo  para buscar los sonidos de guitarra. Una de las cosas que caracterizaba  mi trabajo era que me gustaba mucho generar clima en la sala para grabar y a Gustavo disfrutaba de eso. Cerati se tomaba su tiempo para encontrar el sonido, en cambio había otros que si necesitaban más entrar en clima, Palo Pandolfo por ejemplo.

O.C. No puedo dejarte de preguntarte por tu relación con Córdoba, fuiste gestor de varios discos importantes de la música cordobesa entre los que de destacan algunos trabajos de de Cheberé, La Mona, los Ingaramo, Hoy Lila… ¿Cómo vez la música de córdoba? ¿Existe algún disco que guardes con cariño?
M.B: Recuerdo muchos discos con cariño. Yo trabajé con Pelu Mercó, con los Ingaramo,  Chebere, con Pelusa Navarro, Oscar Felman , Hoy Lila. No sé  muy bien cómo decirlo pero Fito dice que Rosario es la Chicago Argentina y Córdoba es un poquitito como el sur de Estados Unidos que tiene su propia cultura, su propia música. Recuerdo con mucho cariño un disco para una obra musical que hicimos con Gabriel Braseras. Fue muy al comienzo de mi carrera y recuerdo que fue una de las primeras cosas que yo grabé y me voló la cabeza. Me gusto mucho el trabajo con Gabriel y espero encontrármelo alguna vez después de 30 o 40 años.

O.C: Recuerdo haberte escuchado, no hace mucho, decir que ahora volviste a tener  un enamoramiento con el rock a partir  de discos que fueron saliendo como puede ser Los Espíritus o Los Rusos Hijos de Puta.  Cierro como empecé y te pido tres discos de los últimos que creas que debemos prestarle atención.
M.B: Si en realidad yo no trabajo solo para  Argentina, hay grupos muy lindos con los que trabaje. A Electrofobia los recomiendo mucho.  Los Rusos Hijos de Puta, Burning Caravan, Los Espíritus. Hace poco estuve masterizando un disco de unos de los popes el rock como es Golo Cavoti, que es cordobés y vive en la ciudad. Recomiendo también el disco de una banda llamada Ñas Sombras es un gran grupo de La Pampa. Son discos que me hacen suponer que el rock está creciendo, que tiene representantes en los chicos, en los que tienen un poco más de veinte años. Los Usted Señamelo  es una banda con las que no trabajé pero soy muy fanático. Hay un montón de bandas que circulan en el pop y el rock que hoy  me enorgullecen mucho realmente.

*Foto: David Lescano