Lucio Mantel es uno de los compositores más singulares de la canción argentina contemporánea. Con seis discos editados y una trayectoria que cruza la música popular latinoamericana, la poesía y la experimentación sonora, su obra se caracteriza por una búsqueda constante: no de respuestas, sino de preguntas que resuenan en el cuerpo y en el tiempo. Su música no se apoya en el impacto inmediato ni en los algoritmos: propone una escucha lenta, profunda, como quien se asoma a un espejo antiguo y ve reflejos que no terminan de encajar.
Su último disco, Ancestros, nace de una pregunta que le escuchó a Darío Sztajnszrajber: “¿Quién conoce el nombre de sus bisabuelos?”. Desde ahí, Mantel compone un álbum que dialoga con el misterio, el duelo por su padre, y la intuición de que hay historias que nos habitan aunque no las conozcamos. “Estamos a contraluz de los ancestros”, canta, y esa imagen —una silueta que se revela pero no se deja tocar— atraviesa todo el disco.
En octubre, Lucio Mantel vuelve a Córdoba con una gira que incluye tres fechas: jueves 9 de octubre en Puerta 276, (Córdoba Capital), viernes 10 tocará en Otilia (Tanti) y el sábado será parte del Festival Cancionazo en La Sidería Cultural Villa junto a Luna Sujatovich, Fer Rivarola e Inbal Comedi,
En estos conciertos, presentará Ancestros junto a canciones de sus seis discos anteriores, en un recorrido que él mismo describe como cada vez más claro, más afinado, más cercano a la escritura que a la industria. “Me siento más como un escritor”, dice. “Cada disco me gusta más que el anterior”.
La entrevista que sigue se adentra en ese universo: el de las canciones como ritual, la música como forma de reconstruir lo borrado, el cuerpo como archivo, y el deseo de pensar más allá del presente inmediato.
Otra Canción: Me gustaría saber cómo estás preparando esta gira que vas a estar haciendo en Córdoba.
Lucio Mantel: Con muchas ganas de volver a tocar ahí. Siempre sentí mucha conexión con el público cordobés. Tengo recuerdos muy vívidos de varios conciertos, de cada vez que saqué un disco nuevo. Estaré tocando canciones de Los Ancestros y de los 6 discos.
O.c: ¿Qué sentís que quedó atrás y qué se potenció desde Miniatura hasta hoy?
L.M: Me pasa algo curioso, que choca con un preconcepto que la gente tiene de los músicos. Es como si la industria y el mundo de la música estuvieran configurados para que el momento cumbre de los artistas suceda a los 30 años, a diferencia de lo que pasa, por ejemplo, con los escritores o los actores. Y yo siento que aprendo a escribir y a componer mejor con cada disco. Cada disco que hago lo siento más claro compositivamente. Me gusta más este disco que el anterior, y el que le sigue me va a gustar más. Me siento más como un escritor. Siento que la experiencia me hace crecer en mi trabajo de componer, y en ese sentido, que el conocimiento se va acumulando a la vez que se va afinando la búsqueda.
O.c: ¿Cómo nació la idea de Los Ancestros y en qué momento supiste que sería un disco?
L.M: La canción Los Ancestros tiene como 5 años. Viene de una idea que le escuché a Darío Sztajnszrajber. Él le preguntaba a un auditorio lleno de gente quién conocía el nombre de sus bisabuelos. Muy poca gente lo sabía. Ahí se dispararon preguntas sobre una ilusión sobre la trascendencia que tenemos todos, que no se lleva muy bien con lo que pasa en verdad. Esa canción es anterior al resto del disco, pero pienso que traía una idea que maduraría después con el duelo por mi padre. Después, la idea de grabar un disco aparece cuando siento que hay un conjunto de canciones que arman una especie de sistema, que se construye un todo con todas las partes.
O.c: ¿Qué papel jugó el duelo por tu padre en la gestación del álbum? Me atrevería a decir que hay algo en el disco que me hace pensar que está enmarcado en ese momento. Aún así en la foto salen tus bisabuelos.
L.M: Sí, es así. Muchas de las canciones del disco tenían solo retazos de las letras y cuando murió mi papá solas se fueron encausando a esa mirada nueva que se abre en el duelo: Sobre el lugar en que estamos, la mirada que tenemos de nuestras propias historias, esa idea de la trascendencia, y después algunas elementos más laterales, por ejemplo, todas las canciones nombran al sol, y es tal vez remitiendo a la figura solar que representa un padre.
O.c: Recuerdo una de las primeras veces que te ví fue cuando presentaste nictografo en el cine club Municipal. Esa vez me pareció que eras un músicos que de alguna manera iba en contramano de lo que sonaba de lo que decía el mercado si se quiere. ¿Qué significa para vos que el disco vaya “a contramano de lo audible hoy”
L.M: Me acuerdo con mucho cariño de ese concierto! El primero en Córdoba. Hace como 15 años. Puede ser. Ir a contramano tal vez es algo que se da después de pelear con las nuevas maneras de comunicar, que a la gente de mi generación nos resulta forzada. Además de eso, pienso que el algoritmo influye bestialmente sobre nuestros consumos culturales, y a los músicos nos exige una manera de componer que, si le hacemos caso, terminamos obligados a hacer una música que tiene una especie de validez de un par de semanas. Eso para gente que creció escuchando un disco miles de veces, y que hacemos los discos pieza por pieza, es algo desagradable con lo que lidiar. Hace poco vi una entrevista a unos músicos del mainstream. Todo era números. Las preguntas y las respuestas. De todos modos, en todas las épocas hay artistas que encuentran una manera de asimilar esas reglas de una manera muy audaz y hermosa. Lo hicieron Los Beatles y lo hace Rosalía.
Respecto a este disco en particular, creo que va a contramano porque siento que estamos en un tiempo donde no importa el pasado ni el futuro, lo cual es una manera de quitarle valor a nuestra existencia. Me encantaría que el disco te lleve a preguntarte cómo era la vida de tus tatarabuelos, en qué te parecés a ellos, qué imaginaban ellos de este presente, en qué se diferencia este presente de esa proyección, qué pensás de esa diferencia, es una manera de pensarnos más profunda y verdaderamente que contar likes y reproducciones.
O.c: ¿Qué te aportó trabajar con Juanito El Cantor en la producción?
De todo! Además de ser un amigo con el que pude trabajar de una manera natural y con mucha confianza, es un músico increíble que tiene un conocimiento y una sensibilidad muy especial para producir. Nos complementamos muy bien produciendo. Fue un proceso muy armonioso y feliz. Y una manera preciosa de atravesar un duelo.
O.c: ¿Qué te llevó a versionar “Ámbar Violeta” de Fito Páez y cómo se resignifica en el universo poético de Los Ancestros?
L.M: Fue un poco casualidad. En la pandemia no tenía canciones terminadas, y eso me llevó a la idea de grabar esa versión producida con Juanito. La grabación quedó ahí porque a mí no me gustaba porque mi voz estaba muy mal en esa época. Con el disco casi terminado volvimos a abrir esa grabación y nos pareció que dialogaba muy bien con el resto de las canciones, además de que es un tema en que Fito habla de sus propios ancestros. Le grabé una nueva voz y la escuchamos en contexto y nos pareció que iba muy bien.
O.c: ¿Qué te aportaron Chancha Vía Circuito, La Lá, Candelaria Zaar, Ampersan y Luci Patané en el disco?
L.M: Son todos músicos que me encantan. Aparecieron de a uno. De escuchar cada canción y pensar qué necesitaba la canción y con qué imaginario dialogaba.
O.c: El disco o tu música por momentos parecieran querer contar historias que fueron borradas. ¿Cómo pensás que la música puede reconstruir historias que parecen borradas?
L.M: Nunca lo pensé así. Pero me encanta la idea. Tal vez sea ese el sentido del disco. El disco busca dialogar con un misterio que podríamos nombrarlo como vos lo hacés. La música es un lenguaje muy abstracto muy poderoso.
O.c: En Ancestros decís: Un rumor que nos habla desde atrás / como un eco de algo que yo no entiendo. / Formas que se reflejan siempre mal: estamos a contraluz de los ancestros… ¿Qué significa estar “a contraluz de los ancestros”? ¿Cómo se construye una identidad cuando lo que traemos adentro es “alguien que no conocí”? ¿Es una forma de verlos sin poder tocarlos, o de reconocerse en su sombra?
L.M: Algo así. Lo imaginé como una imagen de algo muy próximo que no podemos terminar de reconstruir.
O.c: La cima, el llano, el ocaso… ¿Funcionan como metáforas del deseo, del tiempo, de la responsabilidad? ¿Qué significa “verlo todo” desde un lugar con enormes cielos?
L.M: Esa canción, Cenital, habla un poco de nuestro recorrido vital, la ilusión como el comienzo del viaje, el ocaso como el revés de esa ilusión. Cuando escribía esa letra imaginaba poder mirar nuestros propios recorridos desde afuera.
O.c: ¿Qué significa “bajar del pensamiento” como dice la canción marcas en una época tan saturada de discurso y análisis? ¿La aurora sobre el esternón puede leerse como una promesa de renacimiento?
L.M: Marcas es una canción en la que intento traer esa otra dimensión que tenemos, que es vernos como cuerpos. “Las marcas que te deja el sol” son abstractas, pero también es la huella que deja en la piel. Creo que está influenciada por la “Cancioncilla Amorosa (Camiones)” de Horacio Buscaglia y Eduardo Mateo, que dice “me gusta verte desnuda/con las marcas del verano/cielos blancos donde vuelan/las gaviotas de mis manos”.
O.c: ¿Vaciarse “de las noticias, de un tiempo frío” es una forma de resistencia o de refugio hoy?
Lucio Mantel: No sé la respuesta a esa pregunta. Por un lado, creo que estamos en un momento donde es fundamental estar atentos a las cosas que pasan, a leer la realidad, a protegernos de este cambio feroz de paradigma que estamos viviendo; y por otro creo que la información permanente es un tipo de droga, todos los días asistimos a un nuevo aspecto de este presente delirante, con alguna especie de morbo. La industria de la información es psicotizante. Tenemos que cuidarnos de la ignorancia y de la ceguera, pero también de la alienación que implica estar pendientes todos los días de la novedad del último minuto.