Días después de haber editado su tercer disco, el cordobés sale de gira por España, Francia, Suiza y Alemania.
Por estas horas, Lucas Heredia esta haciendo sonar los primeros acordes en su gira europea. Sus canciones se ejecutarán en vivo por primera vez en el viejo continente. «Estoy con la cabeza a mil» nos decía Lucas horas antes de subirse al avión. «Es una intriga muy grande. Quiero ver de qué se tratan las canciones en ese lugar, en Europa. Es una especie de incógnita muy grosa. ¿Qué va a pasar allá? Una parte grande de nuestra herencia nació allá. Nosotros tenemos un montón de cosas que vienen de ahí, incluso nuestra forma y nuestro lenguaje musicales. Entonces ir allá y ver cómo es ser y vivir en el lugar en el que todo nació y desde el cual seguimos recibiendo información todo el tiempo». La gira ya está teniendo sus dos primeras presentaciones en Madrid y se extenderá cruzando las fronteras hacia Francia, Suiza y Alemania. Todo en 30 días. «Tengo una idea porque vengo manteniendo relaciones con mucha gente» advierte Lucas, «con Martin Brun que vive en España, con Gastón Pose que es un cordobés que está viviendo en Francia, con Pablo Allende que es un guitarrista y compositor que estudió conmigo en La Colmena, también hay otros músicos argentinos que fui conociendo por Frankfurt. Hay como un híbrido muy grande en lo que se conoce como la movida latina, que en realidad es un circuito por el que circulan los latinos que están residiendo en esos lugares«. Según ha estudiado en la previa a su viaje, Heredia sabe que ese público se completará con una parte del público que está muy atento a lo que ellos llaman world music. La expectativa es muy grande. «No sé qué es lo que va a pasar, aunque tengo una ligera idea. Yo creo que hay ciertos elementos de la sonoridad que exceden el lenguaje. Si uno se posiciona desde ese lugar e interpela desde ese lenguaje, creo que la lengua queda atrás. De hecho, lo primero que uno define es la sonoridad, por lo que es eso lo que creo que prevalece. Yo he estado tocando en lugares con gente de La Pampa que pueden ser más extranjeros con respecto a las canciones que yo hago que la gente que habla en otro idioma. Eso pasa, hay veces que la gente está completamente en otra«.
O.C: Entiendo, entonces, que el idioma no aparece como una traba.
L.H: Yo creo que el cuerpo es un reservorio de memoria y que cuando vos, desde ese lugar, encontrás la voz propia haces un puente con el otro que excede el lenguaje. Yupanqui, Mercedes Sosa, por darte dos ejemplos enormes, claramente construyeron una voz propia que excede al lenguaje. Entonces a mí me parece que la calve es encontrar eso sonoro que uno habita en las músicas que, incluso, le gane el sentido a las palabras.
O.C: ¿Sabés cómo han sido recibidas tus canciones en esos países por los que vas a andar?
L.H: Yo recibo devoluciones de gente que me ha escuchado desde Francia, desde Suiza o desde Alemania y que algo sienten. Yo no sé exactamente qué escuchan, pero algo escuchan. Aparecen notas. Me llaman por Skype, me escriben por Facebook y me hacen notas desde esos lugares. Me pasaban fragmentos de programas de radio en el que metían un tema mío en determinado contexto y me lo compartían para que yo lo escuche. Me parece que hay algo en el pulso musical que manejamos nosotros, que es natural a los que estamos en esta parte del mundo y que tiene que ver con las maneras rítmicas nuestras, que a ellos les resultan interesante.
O.C: ¿Y vos estás al tanto de las cosas que pasan allá?
L.H: Si. Hay una movida que se llama “Sofar” que es en todo el mundo. De ver registros de esos encuentros en los países a los que voy me parece que me encuentro con una manera que me resulta común. Una forma de abordar los instrumentos y de encontrar la voz que se nota común incluso cuando parezcan totalmente distintas. Hay una intimidad y una interpelación del otro que es muy parecida. No entiendo nada de lo que dicen en ruso o en alemán, pero en realidad están en el mismo lugar en el que estás vos. Por las tesituras, los espacios, las pausas y la manera en la que están sonando.
O.C: Algo así como un idioma universal
L.H: Yo creo que hay una resonancia común a partir de todo lo que está pasando en un mundo en el que las oposiciones son cada vez más evidentes. Es tal la transversalidad de la información y la forma en que eso se maneja, que se pone en evidencia en las redes sociales por ejemplo, que hay dos lugares muy marcados en los que uno puede posicionarse para habitar el espacio. Uno es el arte y otro es el entretenimiento. Yo elijo el trazo humano en donde se prioriza la atención verdadera por el otro. Yo me conmuevo escuchando cosas en otro idioma que no entiendo. Y eso tiene que ver con un metalenguaje que es superior a las lenguas. Yo creo mucho en eso. Es la voz saliendo desde un lugar profundo. Mirá, la voz tiene tres lugares centrales. El diafragma, la producción del sonido que pasa por las cuerdas vocales y la resonancia. Uno viene del lugar del cuerpo que las antiguas culturas determinaron como el lugar de la identidad y el autoestima, que a la vez es un lugar visceral, que es diafragma apoyando el impulso, es la vida misma. Cuando alguien canta de ese lugar, vos te das cuenta. Lo vas a sentir, vas a empezar a dialogar con una persona desde otro lado. Es algo muy potente. Hay veces que nosotros escuchamos músicas de artistas que cantan en castellano pero es tal el lugar desde donde sale la voz en la interpretación que primero nos cruzan y después escuchamos la letra. Sabemos que nos gusta, que nos llega hasta que un día prestamos atención y nos damos cuenta de lo que está diciendo el tipo que canta. Claramente la sonoridad va adelante.
O.C: Bueno, este mes vas a tener una buena oportunidad de vivir todo eso.
L.H: Me parece que también será una manera de desmitificar algunas cosas. Me voy a encontrar con músicos franceses, voy a tocar con músicos suizos, voy a conocer músicos alemanes. Hay muchas cosas que se pueden laburar con guasos que tocan y que, por ahí, uno entiende que son muy distintos. Con lo mío y con lo de ellos, vamos a ver qué pasa.