Los Siberianos se formaron en La Pampa, en un verano de esos que sirven para el descanso vacacional cuando quienes viven en la gran ciudad vuelven al pago, se reúnen con la vieja, la familia, las calles de la infancia y los amigos. En una de esas vueltas, tres viejos conocidos dieron origen a la banda que hoy integran Tomás Cortina, Joaquín González, Ramiro Achiary y Julián Pico y que parece estar destinada a levantar el nombre del rock pampeano y llevarlo al masivo de la historia del género en nuestro país.
El primer EP, editado en el 2015, se llamó Cancionero y en cierto modo sirvió para arrojar sobre la mesa algunos de los argumentos centrales del estilo siberiano. El embanderamiento en la canción, lo artesanal en la creación, el lofi como posibilidad y un linkeo tremendo a los primeros momentos del rock hecho en nuestro país entre tangos, psicodelia y poesía beat.
“Nos gustan que nos comparen porque hay cierta influencia a nivel compositivo” dice Tomás a Otra Canción en la previa a la llegada de la banda a Córdoba. Hay una “exploración permanente con el pasado y con la historia pero también hay una serie de sonidos que son muy nuestros y que salen de los ensayos y de nuestra propia búsqueda” señala.
En ese universo en el que los sonidos identificables por escuchas de varias generaciones se suman a las marcas propias de la época y personales de la banda, el paralelo con bandas como Los Espíritus, se haga ineludible. Incluso, hay en Siberiano una profundidad mayor en la búsqueda tanto sea para adelante como para atrás. Dar vueltas por canciones como “Gypsy”, “La Navaja”, “Cuando te conocí” o “Mi vecino y sus extrañas maneras” servirá para dar cuenta del abanico sobre el que el disco editado a finales del 2018 (Algo Tuyo) se mueve tanto desde el plano lírico como el estrictamente musical.
Los Siberianos proponen, además, una vuelta a las historias a partir de las canciones. En tiempo de velocidades extremas y de atenciones fugaces, la banda propone historias con personajes, paisajes y situaciones puntuales que se resuelven de modo sólido y concreto en los 3 o 4 minutos que dura cada canción. Una especie de herencia de la formación de fogón que parece marca registrada de la tierra que los vio nacer. “Algo de folclore escuchamos pero no es algo que nos defina. Ninguno de los cuatro vamos detrás de ese tipo de sonidos pero si nos tiras una criolla en un asado nos ponemos a cantar unos temas. Me parece que haber nacido en La Pampa nos da cierto ADN cancionero que nosotros nos permite tener una relación con la canción que nos marca con mucha fuerza. Estamos seguros de que si el tema ya funciona cuando lo tocamos con una criolla, es bueno” señala Tomás, a la vez que advierte: “en la mayoría de las canciones nuestras vas a contar nostalgia, melancolía y alguna que otra descripción de nuestro paisaje natal y cosa que hemos podido vivir en algún momento de nuestra infancia. No es que sea algo buscado pero sí me parece que el hecho de estar lejos del lugar en el que crecimos termina por darle ese tipo de cosas a nuestra forma de componer. Me parece que está bueno porque en cierto modo es algo que le pasa a todo el mundo”
Entre tanta marca propia y posicionamiento desde la originalidad, hay algo en que Los Siberianos se alistan con las demás bandas de su generación: el enamoramiento del público cordobés. “El año pasado fuimos a y sólo teníamos dos canciones grabadas. Al llegar, se sabían todos los temas, por lo que la verdad es que la expectativa por volver se hace mayor porque calculo que ahora habrán podido escuchar el disco entero ¿no?”.
Pasada la medianoche del viernes, estarán en Belle Epoque compartiendo escenario con Morsa Ligth y Bruno Albano.
*La foto de portada es de Manuel Fernandez Perez