La banda se presenta junto a la Orquesta Típica Fernandez Fierro en el Quality Espacio.
Desde el comienzo de los tiempos de la industria musical existen lo que se denominan «bandas de época». Esas que, con su sonido, marcan los momentos que luego son recordados como paradigmáticos en la historia posterior. En la mayoría de los casos, los propios operadores del mercado definen los perfiles a imponer, inventan a los artistas para hacerlo y ejecutan la acción con los habituales mecanismos de marketing que terminan de dar forma al gusto de las mayorías que luego se convertirán en público, seguidores y consumidores de todo lo que gire en torno al fenómeno del momento. Pero hay casos en los que eso no sucede. No hay olfato empresarial, ni estrategias de instalación, ni nada de lo antes expuesto. Es la obra, la música, la que se termina imponiendo y el mercado, que claro siempre está, comienza a seguirle los pasos. Pero desde atrás. Los Espíritus es uno de esos casos que todos observan a partir de ese cristal de análisis.
Desde su aparición allá por el 2011, la banda fue ganándose un espacio en la escena independiente nacional hasta su explosión que sobrevino con «Gratitud», su trabajo del año 2013. La propuesta que nació como un proyecto alternativo asentado en la mixtura de sonidos anclados en la negritud, como el blues y el funk combinado con los ritmos propios de la música popular del continente, lentamente fue abriendo camino a otros rasgos, muy característicos del memorial rockero argento. Aparece, entonces, el cocktel que resume los 50 años de rock en nuestro país: la psicodelia, las letras que dan cuenta de contextos y ánimos colectivos, la independencia artística, el anclaje latinomericano y las gestualidades que decantan en el baile.
Escribe Sebastián Chaves en la revista Rolling Stone sobre la presentación «Agua ardiente» en el Teatro de Flores: «Con poco espacio para la interacción, como para que el flujo rítmico no se interrumpa durante las casi doras y media de show, Los Espíritus se plantan en escena con una propuesta que escapa al verticalismo de una banda de rock standard. No hay un frontman definido (Prietto y Moraes intercambian roles y sus voces son un elemento más del paisaje instrumental) ni un guitar hero en llamas (hay más zapadas extendidas que solos pirotécnicos), sino un grupo que se asienta en el latido del afroblues para pintar aguafuertes que, por momentos, atacan de lleno la coyuntura. «El pasaje salió el doble y ninguno dijo nada», canta Prietto en «La mirada», uno de los puntos más altos de la noche y de Agua ardiente, el disco que se encuentran presentando.» Ahí está todo.
En su regreso a Córdoba que tendrá lugar el próximo sábado 9 de septiembre en Quality Espacio, Los Espíritus estarán acompañados por la Orquesta Típica Fernández Fierro, una de las formaciones que ha revolucionado la escena del tango en el nuevo siglo. Allí, otra vez, las características confluyen en un proyecto llamado a dejar su huella. No sólo por la renovación del estilo desde la formación tradicional de la orquesta de tango sino también por la apuesta sonora y estética y su forma de organización. Desde hace años, la Orquesta Típica Fernandez Fierro se organiza en forma cooperativa, edita sus discos y administra su propio club: el Club Atlético Fernández Fierro (CAFF), uno de los tantos espacios centrales de la escena musical independiente porteña. Vienen de editar un disco en vivo que, en el año 2014, sirvió a modo de presentación oficial de Juieta Laso como cantora, y actualmente se encuentran en el tramo definitivo para estrenar nuevo material que verá la luz antes de fin de año y, según dicen, «será el más roquero de todos.»