El sábado 2 de abril a las 21.30 la cantautora presenta su reciente trabajo Rubí en la Ciudad de Las Artes.
La primera vez que conocí a Loli Molina personalmente, fue hace unos años cuando vino a Córdoba para una serie de tocadas organizadas por Enrico Barbizi. La segunda vez que la vi fue en noviembre de 2013, pero ella estaba como público, viendo a Blur en su regreso a las pistas. No me animé a molestarla estaba en trance con Damon Albarn. En el medio vino varias veces a Córdoba, dónde se ha hecho de un gran número de buenos amigos, de esos que dan la música.
Debo admitir que tengo cierta admiración por Loli, por el uso de la sutileza, recurso que no abandona nunca en su nuevo disco Rubí. Por eso re da -perdonesemé el urbanismo- para ir a verla el sábado en la Ciudad de Las Artes a las 21.30.
Otra cosa por la que admiro a Loli es por su perseverancia. Así pequeña y frágil como se muestra en el escenario, tuvo que pelearla fulera cuando fue seducida por eso llamado Industria de la música. Claro, seducida y abandonada. Pero eso no la privó de encarar una interesante carrera desde lo independiente con la posibilidades de explorar su creatividad e individualidad artística.
Por cierto, en los últimos meses ha tocado mucho su disco Rubí, y ha tenido el gusto de compartir escenario con el genio de Nano Stern.