Hay algo de riesgo en cada mudanza, hay desprendimiento y hay nostalgia. También hay cierta adrenalina por ese nuevo lugar a conocer, pero sin dudas mucho de apuesta y esperanza. Melina Moguilevsky, va hacia lo incierto con su segundo disco Mudar, pero a juzgar por lo que se puede escuchar ese lugar a dónde busca llegar es un lugar hermoso. Rítmos, melodías, timbres, colores y mucho de lúdico en el segundo disco de una artista que muchos conocerán como la hija del músico Marcelo Moguilevsky, pero que sin dudas comienza a hacer su camino con composiciones tratadas con gran rigor en los detalles. Letra y música proponen paisajes que nos linkean a Gismonti, Pascoal, Spinetta, y con una interpretación que bien podría ser acompañamiento femenino para Gabo Ferro. En ese juego anda Melina, en la construcción de una obra genuina y honesta, y son esos colores los que invitamos a conocer con la entrevista que le hicimos.
Otra Canción: Tu primer disco se llama Árbola, según como se vea el árbol es algo estático y de raíces fuertes, Mudar; por otra parte, tiene que ver con cambio, con desprendimiento, con ir a un terreno nuevo, ¿es más o menos así? ¿Qué es Mudar?
Melina Moguilevsky: Sí, Mudar se trata de eso, de poder desprenderse y moverse hacia otros lugares. También tiene que ver con transformarse, regenerarse, conocer otras partes de uno, y no quedarse pegado a ciertos modos, creencias e ideas sobre las cosas: para mudar hay que permitirse hacerse muchas preguntas y no quedarse en automático o por inercia, y para eso el trabajo es el de estar presente.
O.C.: En tus discos hay mucho detalle, ¿Cómo te das cuenta que el trabajo de producción sobre una canción está terminado?
M.M.: A veces pareciera que ese proceso podría no terminar nunca, que todo podría estar mejor, que «esta nota un cachito más así o más asá…», ese es el problema de ser una obsesiva, y voy aprendiendo a soltar. También depende mucho de lo que se busca en cada canción. Hay temas del disco que tienen dos instrumentos y que lo que hace cada uno está muy definido y me encanta que quede así como en su versión original, por ejemplo en «Pájaro nadador», que es guitarra y voz, y que aunque hay un solo delirante de la voz en el medio, no toqué ni una nota, porque me gusta ese carácter de única toma. En otros casos más complejos, de mucha instrumentación y demás, creo que para darme cuenta de cuándo puedo darlo por terminado, la forma que encuentro es tomar un poquito de distancia de esa visión tan micro y volver a escuchar más «de afuera», dejando pasar unos días por ejemplo sin escuchar y volviendo a encontrarme con la música, dejándome sorprender por lo que quedó. Ahí a veces es cuando digo: «esto ya está, no necesita nada más».
«A veces pareciera que ese proceso podría no terminar nunca, que todo podría estar mejor, que «esta nota un cachito más así o más asá…», ese es el problema de ser una obsesiva, y voy aprendiendo a soltar.»
O.C.: ¿Qué se te da más fácil letra o música, o viene más o menos todo junto?
M.M.: Depende. Cada tema tiene un proceso súper diferente. A veces viene todo junto, a veces aparecen primero unos acordes, o una base rítmica, a veces primero una melodía… también tengo letras enteras que salieron de un tirón y que todavía no tienen música, y también he hecho temas instrumentales en un principio, a los que luego les apareció una letra. Las ideas me aparecen de maneras inesperadas.
O.C.: ¿Que onda con el existencialismo? El tema «La Nada» es muy sartreano, incluso algo mortificante (en un buen sentido de la palabra, si lo hay).
M.M.: Muchas veces se me aparecen preguntas existenciales en varios de mis temas, la canción es una linda oportunidad de lanzar esas preguntas al aire. En este disco hablo (canto) y me pregunto sobre varios temas: «El miedo», «La nada», o en «Tanto», que pregunto (y me pregunto): «¿Qué querés saber tanto? ¿Pensás que entender te pone a salvo?». Para mí es un alivio a veces plasmar semejantes interrogantes de la vida en una canción. Cada vez que la cantás, te recordás esas preguntas, te las volvés a hacer, te volvés a responder con tu vivencia actual… en el caso de «La nada» el juego es describir la nada, o sea, jugar a decir lo indecible, exprimir esa contradicción, encontrarle a un concepto sus paisajes imaginarios, sus sonidos…
O.C.: Me gusta el lado rockero o más pop que tomó la canción «Hasta», ¿cómo surgió ese tema particularmente?
M.M.: Ese tema fue un hito para mí, porque fue la primera vez que pude componer con letra en segunda persona, es decir, diciéndole algo a alguien. Y fue súper liberador. Encontrar esa manera de decir súper directa, no sólo hablar de vivencias, conceptos o paisajes (que es más por donde venía en el primer disco) sino también animarme a decirle a alguien directamente. Y fue desde ahí, una especie de explosión que tuve un día, de necesidad de hacer canción eso que quería decir. Me senté en el piano, y salió entero el ostinato que hace la base de «Hasta», y la melodía con letra encima. Este es más de los temas en que vino todo junto. Después me imaginé el groove de la batería y la línea de bajo. Cuando lo llevé al grupo, por más que vino muchísima producción y arreglos sobre ese tema, lo bueno es que se sigue escuchando esa semilla original del tema tal cual lo compuse. Y yo también lo siento para un lado más pop o más rockero, y me gustó poder explayarme en ese lado que también es parte de mí, pero que nunca me había surgido tanto en mis composiciones.
O.C.: Has estudiado con grandes maestros ejecución y composición, y me imagino que en tu casa, por tu padre, debe haber habido siempre un gran desfile de músicos y quizás, zapadas interminables… ¿Por dónde va tu búsqueda con tanta data absorbida? ¿Cuál sería el sello «melinesco» de tu obra?
M.M.: ¡Jajaja! Sí, crecí rodeada de música y de músicos, también de artistas plásticos, filósofos o gente de las letras y otras artes por el lado de mi mamá. Y también tuve la suerte de tener grandes maestros, de los cuales aprendí y sigo aprendiendo muchísimo. Creo que el gran desafío siempre es ver qué es lo que uno tiene para decir… tengo toda esa información dentro, una mezcolanza enorme de influencias y de intereses que por suerte me llenan de inquietudes para seguir buscando. Mi interés está en buscar lo propio y siento que eso está en mi voz, y en mis composiciones. Busco ser lo más genuina posible a la hora de escribir mis letras, tengo esa necesidad de transparencia en mi música y en mi voz, dejar que sea como es, y a la vez no quedarme pegada a mis lugares «cómodos»o donde creo que encontré algo, y siempre intento asomar cuando compongo hacia nuevas maneras…
O.C.: ¿Cómo haces para concentrarte en la búsqueda de sutileza viviendo en esa gran urbe, ruidosa que es Capital Federal?
M.M.: Creo que la sutileza puede aparecer en medio del silencio y de la naturaleza, o en medio del ruido y del asfalto… depende más de un estado interno, de tratar de no perder la sensibilidad, de estar despiertos para percibir lo que pasa a nuestro alrededor y adentro nuestro. A veces encuentro la inspiración en un viaje a la selva donde me conecto con lo más primal, la noche, los animales, la tierra y los sonidos de los grillos… y a veces me da mucho para decir también observar el caos de la ciudad en la que vivimos, las situaciones cotidianas, etc… no es que la sutileza sólo habita en lo bello y calmo.
«Creo que la sutileza puede aparecer en medio del silencio y de la naturaleza, o en medio del ruido y del asfalto… depende más de un estado interno, de tratar de no perder la sensibilidad, de estar despiertos para percibir lo que pasa a nuestro alrededor y adentro nuestro».
O.C.: ¿Fuiste a ver a Gismonti en su visita a Argentina? ¿Qué te pareció?
M.M.: Fui a verlo años atrás, y me hipnotizó. Fue increíble, ese sí que es un ejemplo de sutileza e hiper sensibilidad que me dejó pasmada cuando lo pude ver y escuchar en vivo. Muy emotivo.
O.C.: En unas semanas, un día antes de tu cumpleaños vas a aprticipar de un homenaje a Charly García, ¿Qué estás preparando?
M.M.: A mí me tocó versionar la segunda mitad del disco «Peperina» y Darío Jalfin, que además de participar con su grupo es el curador del Ciclo de homenaje a Charly, es con quien comparto esa fecha, y quien versionará la primer mitad del disco. Además, con él, entre un grupo y otro, vamos a compartir una canción instrumental que está en medio del disco, a piano y voz. Y también con mi grupo, vamos a tocar tres temas extra que no están en «Peperina».
O.C.: Mientras esperamos poder verte en Córdoba, me gustaría que me cuentes cómo vas a presentar Mudar allá en Buenos Aires…
M.M.: Vamos a presentar Mudar el sábado 1° de Octubre a las 21hs en el teatro Caras y Caretas (Sarmiento 2037, CABA), una sala hermosa y grande donde, por las condiciones de la sala, tenemos la posibilidad de tocar el disco con todos los arreglos que fueron grabados, tal cual. Es decir, que además de la banda completa (Tomás Fares en piano y coros, Lucio Balduini en guitarra, Ezequiel Dutil en contrabajo, Martín Rur en vientos y coros y Mario Gusso en batería y percusión), vamos a tener diez músicos invitados entre cuerdas y vientos para tocar el disco tal cual suena en cuanto a su instrumentación y arreglos, incluso va a estar dirigiendo estos invitados Javier Mareco, que es quien hizo estos arreglos de cuerdas y vientos en el disco para algunos temas. Además, va a haber una puesta de luces (de Patricio Tejedor) y de visuales (de Juan D’Alessandro) especiales para esta fecha, donde se va a proyectar también el trabajo de arte de tapa e interior del cd que hizo María Birba. O sea que esta será una gran presentación, y nos vamos a dar todos los gustos para esta primera vez, la idea es dar a conocer todo el trabajo del disco, en vivo. Esperamos pronto poder ir a presentarlo también en Córdoba, nos encantaría!