Daniel Drexler: «Pude reconectar con la necesidad profunda de ser músico»

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Durante el 2020 el cantautor y medico uruguayo, Daniel Drexler, publicó Aire, un trabajo que repasa algunas canciones de su discografía a cuatro voces, acompañado de una instrumentación minimalista. Aire es una oportunidad de redescubrir algunas canciones ya conocidas de otro modo, donde la voz cobra principal importancia.

Aprovechamos la publicación de su nuevo disco para hablar largo y tendido con el músico sobre Aire, como está viviendo la pandemia y su proyecto en medicina, llamado Levo, que busca mitigar el problema de zumbidos en los oídos.

O.C El año pasado editaste tu último trabajo llamado Aire. ¿De donde surge el nombre?
D.D.:
Es una cosa muy rara el porque decidí ponerle Aire al disco en diciembre del 2019. Cuando empezamos con la mezcla, todavía no sabía cómo se iba  a llamar. Es un disco donde salvo la infancia es tan corta, todas son versiones de canciones de discos anteriores.  Me costaba imaginarme el título porque, a diferencia de otros discos, no tiene un hilo conceptual.  Cuando empezamos mezclar fue una sensación rara porque siempre fue de tratar de armar espacios y darle lugar a veinte instrumentos. Era un gran trabajo lograr que cada elemento tenga su lugar dentro de la pintura. Ese trabajo con este disco fue muy fácil, nos pusimos a mezclar y cuando nos pusimos a ver había un enorme espacio para las voces y la guitarra. Se podía apreciar todo el rango de frecuencia que abarca un bombo.
Surgió charlando con Gonzalo Gutiérrez cuando le decía que  había un montón de aire en el disco  y la palabra empezó a darme vuelta. Después me encontré que tenía que ver nuestro interior hacía  afuera.  Ahí empezó la pandemia y todo el mundo empezó hacer la observación con la falta de aire, con el uso del tapa boca. También me paso con Salvando la distancia, escrita para mi hija,  tomó otro significado con la pandemia. Lo empezaron a ver con la distancia que se creó con el vecino que no podes ver,  o con mi padre que vive a cinco cuadras y más de nueve meses que no lo puedo ver.

O.C: El disco abre con la canción ¿Porque la infancia es tan corta? Suena un poco a queja.
D.D.
Para mí la niñez fue una maravilla y escribir la canción fue  poder reconectarme con ciertas sensaciones que tuve en mi infancia. Momentos que uno las añora y las atesora. Poder pasar una mañana entera jugando en ese universo donde todo es posible. Donde el juego es una sensación de placer por lo orgásmico. Todo eso lo vi pasar y cuando abrí los ojos ya tenía dos adolescentes. Me pareció injusto porque si la humanidad duplicó la expectativa de vida en los últimos cinto cincuenta años. Imagínate que en el  1800 el promedio de vida de la humanidad era de cuarenta años. Hoy el promedio de vida es de setenta y tres años, en países del primer mundo se habla de cien años. Es probable que mis hijas vivan más de cien años si no tienen ningún problema. Para la edad media la infancia era la mitad de la vida, para mis hijas va ser un octavo. Eso me parece injusto. Es una canción de protesta contra la biología.

O.C: Qué tan necesario es no perder el niño que llevamos adentro. Creo que es necesario a veces volver a ser niño, aunque biológicamente seamos grandes.
D.D:
Creo que  uno de los secretos más importantes para llevar una vida medianamente plena es no perder la capacidad de asombro y del deseo lúdico.  Es cierto que es importante tener un sentido práctico de las cosas. Ahora, si la vida sólo se transforma en un sentido práctico, se pierde la dimensión lúdica,  del asombro y la vida pasa a ser un bodrio. Me parece importante conservar la capacidad de entrega a la amistad y a los vínculos. Son cosas que hay que conservar como algo sagrado y no es fácil en la etapa que estoy yo. Es algo que hay que trabajarlo, hay que trabajar los vínculos, la disponibilidad del tiempo, del juego y el ocio.  Al inicio de nuestras vidas si tenemos suerte podemos tener una infancia feliz que dura muy poco. Después tratamos de pasar el resto de la vida reconectando con esa sensación primigenia que tuvimos y tratando de no perder ese juego interior

O.C: Me quedé pensando en lo que dijiste del resignificado de algunas canciones como Salvando la distancia. Esa es la magia de algunas canciones que podemos escucharlas y darle un significado de acuerdo al momento. ¿En tu caso, hoy, cobró otro significado o cuando la cantas?.
D.D:
Uno hace las canciones pensando en algo que quiere decir, después van agarrando una vida propia y sumando capas emotivas que quedan impregnadas en la canción. El significado tiene que ver con las emociones que van sucediendo a medida que transcurre la canción.  Sin lugar a dudas hoy no solo pienso en mis hijos, pienso en mi viejo que vive a cinco cuadras y no lo veo hace un año. Pienso en amigos que la pasaron muy mal durante está pandemia y no pude abrazarlos. Pienso en gente que perdí durante  la pandemia. También se generó una distancia enorme en un evento que realizamos todos los años. Se llama la serena y se hace en la costa de rocha cerca de La Paloma las dos primeras semanas de Enero. Para ese evento llegan amigos de diferentes países. El último año que lo hicimos fue en el 2020. Es una gran fiesta del amor, del encuentro y la amistad que se viene haciendo hace quince años y este año no lo pudimos hacer.  También agarró un sentido en esa dirección, la de salvar la distancia con mis amigos se habían  transformado en mi paisaje emocional.

O.C: Recién hablabas de ese encuentro que no pudiste realizar. Pensando un poco en los grandes festivales, por lo menos lo de Argentina, me pregunto si un año sin hacerlo no ayuda a darle un aire necesario y repensarlos para que no sean siempre lo mismo.
D.D:
Yo creo que cualquier cosa en la vida que uno haga por inercia, de forma repetitiva, empieza a empobrecerse.  La emoción, que es con la que nosotros trabajamos, la capacidad de transmitir y recibir emoción es una sustancia muy frágil. Puede estar en una canción porque la cantaste en determinada manera cuando estabas conectando con algo. Al otro día la cantaste de otra manera y no pasó nada. Es como el agua entre los dedos, es muy difícil tratar de apresarla, tenerla siempre a mano. Creo que la gran lección de esta pandemia  para mí fue reconectar con la necesidad profunda que sentía desde la adolescencia de ser músico.

O.C: ¿Cómo surgió esa necesidad de ser músico?
D.D:
Estaba prácticamente recibiéndome de medico y hubo un deseo muy profundo que me llevo contra viento y marea a meterme en un lugar que era absolutamente incierto y que no parecía ser mi lugar. Ahora que estuve un año entero sin tocar y estoy en casa encerrado,  me desconecté con la felicidad. Salvo con dos conciertos chiquititos que hice con un aforo de 60 personas que tuve que parar porque soy una persona pudorosa y no quería llorar en público.  Se me venían las lágrimas encima de poder reconectar con esa sensación  de magia que te da la música. Si eso lo trasladas con los festivales ojalas nos lleve a salir de la cuestión mecánica de hacer festivales porque sí, de hacer un disco por año o cada dos años.  

O.C: En tu caso parece no preocuparte la idea de hacer un disco por año o cada dos años.
D.D:
Grabé mis discos siempre en el momento que se me antojó. Tuve la suerte de sentir que iba a sacar un disco porque tenía algo para decir. Me apareció la idea del vacío y saque un disco con esa idea. Después apareció la idea de la de la incertidumbre y saque Micromundo . Me apareció la idea del libre albedrío,  la modernidad liquida y saque Mar abierto.  Ahora me apareció una idea preciosa y estoy procesándola a ver si la puedo sacar en el próximo disco.

O.C: Siempre estuvo basado en una necesidad interna entonces.
D.D:
Siempre fue de una necesidad interna y no de una imposición de esa palabra tan fea que es «la carrera». Para mi, justamente, la música siempre significó salirme de la carrera, de la ruedita de hámster y tratar de disfrutar del aquí y del ahora.

O.C: Recién me decías que los discos surgen cuando tenes algo que decir. Si bien Aire es un disco con canciones de discos anteriores. ¿Las une un concepto o una idea?
D.D:
En realidad el hilo conceptual del disco es la sonoridad que era con la que me venía presentando en lugares chicos. Cuando menos me acordé  me vi presentándome de esa forma en el auditorio de San Paulo o la Usina del Arte en Buenos Aires. En esos lugares sentí que me podía parar en ese formato ante cualquier público y me vino la necesidad de grabarlo.
Hay dos discos de siete que son reversiones de mi mismo que son Tres tiempos y Aire. En los otros discos claramente tienen un hilo conductor muy marcado.

O.C: La canción Mariposa parece lograr una aire distinto. En lo personal, le encontré otro vuelo que me gustó mucho.
D.D:
Me alegra que me lo digas porque la sentí desaprovechada cuando la sacamos en el disco Uno. Está versión fuimos a la raíz que es un candombe. Es una canción que habla mucho de los procesos que te venía contando, de las encrucijadas  en las que me encontré en la música, la ciencia y hacía donde tomar la decisión. Vivimos en una realidad muy racional donde están tus amigos y tu familia. Hoy veo que en esa encrucijada le hice más acaso al cosquilleo que a la boca del estómago y lo que me decía la cabeza. Si le hubiera hecho caso a la cabeza jamás hubiera tomado el camino que tome. Hoy estoy muy contento del camino que tomé, es algo que agradezco  día a día. Esa sensación es la que quise poner en una canción por eso dice Seguir el rumbo que marca en el plexo solar /El aleteo de las mariposas…. Hay que hacerle caso a lo que uno siente en el cuerpo.

O.C: Pareciera que lo racional pesa más…
D.D:
Muchas veces elegimos ponderando la información racional que la emocional. Yo tengo la firme sensación que es más importante lo emocional a la hora de tomar decisiones vitales como elegir una persona con la que querés pasar la vida, elegir el lugar donde vivir, elegir la profesión, los amigos. En todas esas áreas la decisión siempre es combinada pero la parte emocional tiene un peso preponderante.

O.C Recién me decías que no sabías si elegir la medicina o la música. Me animaría a decir que en parte de tus canciones está muy presente la ciencia. A veces no de forma explícita pero creo que está. ¿En qué punto crees que se unen?
D.D:
Me encanta que hayas usado el verbo unir porque el disco Uno se llama así porque es la celebración de la unificación de estos dos universos. Es una constatación  a mis 45  de esa ambigüedad en la que yo viví entre la ciencia y el arte. Toda mi vida la percibí como una fuente de debilidad. Veía a mis amigos músicos avanzando en su trabajo, a mis amigos médicos trabajando y yo papando moscas porque andaba en esa nebulosa indefinición. A partir de los cuarenta años me di cuenta que esa encrucijada siempre fue y lo sigue siendo fortaleza. Es una fuente de energía vital con lo que logré desenvolver mi vida de una forma satisfactoria. Fíjate que tengo discos como Full Time que hablan del dolor de la encrucijada: cargo con la pesada cruz de ser libre / siempre estoy de turno/ siempre estoy full time…

O.C: Pero de la ciencia también surgieron cosas interesantes.
D.D:
Surgieron cosas maravillosas en la ciencia. Desarrollamos con un equipo muy grande en Uruguay un protocolo de estimulación acústica durante el sueño para el tratamiento del zumbido de oído. Un proyecto que sigue vigente hoy en día y que en el año 2018 ganamos Premios de Ingeniería Biomédica en Nueva York. Se disparó por una idea que me surgió cuando mezclamos mi primer disco La llave en la puerta en el año 1998. Es un proyecto que claramente se realizó ante la presencia del arte y me hace feliz desde 1998. Esa constatación la quise celebrar  con un disco llamado Uno.

O.C: ¿En que anda hoy ese proyecto que está pensado como una forma de terminar con el problema del Zumbido?
D.D: Está entrando en unas fase de evolución porque armamos una versión muy nueva el año pasado que nos permite manejar de forma remota los tratamientos desde el consultorio que tenemos en Montevideo. Armamos un equipo super completo, yo doy consulta una vez por semana, los martes cuando estoy en Uruguay. En los últimos años me había trancado un poquito con las consultas porque en los últimos diez años viaje muchísimo. El  último año que viaje que fue en el 2019 estuve un mes en Tel-Aviv, un mes en Sao Paulo, un mes y medio en Madrid y un mes en el DF. Por suerte somos un grupo de 12 personas que hacen que las cosas sigan caminando aunque yo no esté. Ahora armamos un sistema completamente remoto producto de la pandemia que nos empujó a buscar nuevas formas porque no podíamos recibir pacientes en el consultorio. Este sistema virtual no tiene ninguna dependencia geográfica, si yo los martes  tengo alguna consulta, me levanto donde este, me conecto y la hago. Una de las cosas lindas que me dio la música fue volver a la medicina como una fuente de curación. Empezar a tratar a la medicina como una fuente bidireccional, no solo yo estoy intentando curar a la persona porque la persona que está al frente mío también me está curando a mí. El proceso de sanación tiene que ser bidireccional. Es una forma de ver el arte reflejada dentro de la medina.

O.C: Me interesa ahondar en cómo ellos te curan a vos. Teniendo en cuenta que no va por el lado físico, me imagino que hablas de algo más espiritual.
D.D: Cada vez veo más nebuloso los límites entre la enfermedad física y espiritual. Justamente el Tinnitus, el zumbido del oído es una patología que está justo en el medio entre lo somático y lo psicológico. Es un ejemplo precioso para entender que en realidad detrás de todas las enfermedades subyace algún desequilibrio emocional. Yo vengo de la medicina occidental y es muy unidireccional. Es el médico desde el altar te cura a vos paciente. Era todo muy unidireccional, hacia el otro. Ese creo que es un error muy grande. La dinámica que se establece en el trabajo medico de un hospital es muy difícil tener el tiempo para reflexionar. Yo por suerte tengo la posibilidad  de entablar un vínculo que poco a poco se vuelve sanador para mí también. Si vas hacer un proceso de sanación con otra persona te vas a involucrar realmente en ese proceso. No concibo que alguien pueda sanar a otra persona sin sanarse ella misma al mismo tiempo.

O.C: Me atrevería decir que estás lejos de la imagen tradicional del médico.
D.D:
Esa vieja imagen del médico sentado en una silla con un cigarrillo diciéndote que tenes que dejar de fumar  me parece que es una síntesis del horror. Mes estás diciendo deja de fumar y estás fumando adelante mío, o el medico que tiene obesidad mórbida y te dice tenes que hacer ejercicio. Uno predica mucho más con el ejemplo que con lo que dice con las palabras. Uno puede introducir a otras personas en un camino de sanación  si uno mismo se introduce en ese camino. Cuando tenga una urgencia como un infarto o cualquier otra cosa voy a recurrir a la medicina occidental no tengo la menor duda. Ahora a mí me interesa mucho más lo anterior. Cuáles son los caminos emocionales que te llevaron a eso y de qué forma podemos evitar volver a entrar. El Tinnitus por estar justo parada en el medio de lo somático y psíquico es una gran llave para reflexionar sobre estos temas.

O.C La canción Salvando la distancia la escribiste pensando en Brasil donde estuviste viviendo. ¿Cómo ves el momento que vive Brasil, Uruguay y américa latina en general?
D.D: Es verdad que la escribí en Puerto Alegre a la canción después de un concierto que empecé a extrañar a mis hijas. Pero la canción no fue dedicada específicamente a Brasil. Me moví mucho estos años, viví un tiempo también en México,  España y Buenos Aires donde estuve un tiempo largo. Ahora, si me preguntas particularmente por Brasil  veo una situación muy dolorosa. Es doloroso ver como el país quedo a la deriva de la mano de psicópata, de un lunático, de un imbécil básicamente. Frente al drama que está viviendo se maneja de la manera que sabemos. Estamos hablando de un país que tiene potencial para generar su propia vacuna y sus propios medios para enfrentar la pandemia. En Brasil podría estar súper avanzada la vacunación y no estar en la desgracia que está viviendo hoy, sobre todo porque hablamos de un país que se transformó en una fuente de mutaciones infinitas y que es un gran peligro no solo para Brasil, también para el resto de la humanidad. Espero  que en las próximas elecciones el pueblo brasilero le dé el mismo trato que Estados Unidos le dio a Trump. Yo creo que los negacionistas de la pandemia están quedando absolutamente mal parados.

O.C: ¿ A Uruguay como la ves?
D.D:
A Uruguay lo veo bien, justo ahora entramos en el pico más duro desde que empezó la pandemia. Pero hicieron las cosas muy bien, no se han visto críticas desde el punto de vista partidario. Más allá de roces puntuales, tanto del frente amplio, la izquierda como el gobierno en general han tenido una actitud ilustrada frente a la pandemia. Se apuesta a la ciencia. El gobierno  ni bien empezó la pandemia convocó a los principales científicos del país y armo lo que se llama Grupo Asesor Científico Honorario.  No hubo una sola decisión que se haya tomado a lo largo de éste año que no esté  asesorada por este grupo científico. A pesar que estamos en un momento duro, en pleno pico de la segunda ola. Ya tenemos la vacuna para vacunar a la población. Una de las principales características que yo adoró de mi país es que no hay destrucción, pasaron gobiernos de Izquierda, Derecha y centro pero todos construyen sobre lo que hizo el anterior. Los antagonismos y la rivalidad política existen pero no al punto de generar una grieta.

O.C: Algo difícil que pase en Argentina, gobierno que entra es un volver a empezar.
D.D: Vos recién me preguntaste por la pandemia. Este gobierno asumió un primero de marzo y el trece arrancó la pandemia con una red de salud pública mejorada por quince años de gobierno de izquierda. Encontró con un plan que le permitió pasar a la virtualidad la educación de una forma  positiva, aunque obviamente no es lo mismo que ir a clase de forma presencial. Se encontró con un país absolutamente digitalizado donde muchísima gente se pudo pasar al trabajo remoto. Se encontró con una red sanitaria completa y sobre eso construyó….

O.C: Me pregunto si hay una formula para que pase eso..
D.D:
Si vos me preguntas cual es la fórmula para que pasé una cosa así, es difícil, es una construcción cívica que lleva años. Imagínate que la izquierda demoró cuarenta años en llegar al poder, año a año iba subiendo su porcentaje hasta que llego pasar el umbral y llegó al gobierno. Son construcciones cívicas consistentes donde el gran bien a conservar son las instituciones republicanas. Alguien como yo, que nació en el 69 que en el 73 vivió una dictadura hasta el 85 sabe lo que es perder la democracia. Sé lo que significa perder la libertad y los derechos. Siempre aconsejo a los que están a mi alrededor que respetemos lo que tenemos. También es cierto que cuando ganó un gobierno de derecha después de tres gobiernos de izquierda la gente se puso un poco inquieta. En ese momento yo les dije muchachos fueron a elecciones y nadie las cuestionó. Fueron absolutamente transparentes y hay que respetarlas, porque lo peor que podemos hacer, aún más que el daño que pueda hacer un gobierno de derecha es perder la institucionalidad, el gran patrimonio del país. Esa construcción no es mágica, lleva años y paciencia.  Es como la araña al momento de hacer su telaraña, despacio y con paciencia. Siempre trasmitiendo un mensaje desde la óptica cuidado acá hay un bien superior a respetar que es la institucionalidad democrática. No nos gusta el gobierno de turno, nos la aguantamos, vamos a la próxima elección  y tratamos que gané el que nos gusta. Pero decir que se vayan en helicóptero hace mal, incluso al próximo gobierno que asuma.

O.C: En todo este entramado cívico y político que estamos hablando cuál cree que es el rol del artista. Pienso la opinión de muchos músicos que influyen en la gente a veces para bien y otras no tanto. Recuerdo entrevistas a murgas como la La Falta y Resto, Cayo la Cabra que decían que eran críticos pero sostenían que tenía que terminar ese gobierno, no era un mensaje que se vayan todos.
D.D: El principal rol que tiene que tener un músico en la sociedad es hacer música. No hay que olvidar eso. Uno no es un actor político, lo que hacemos básicamente es música. Entregar el amor que tiene la música ya es un rol  maravilloso. Pero hay que tomar conciencia de que uno es formador de opinión y que es un referente para un núcleo de personas que escuchan lo que uno dice. En eso creo que hay que tener un cierto grado de responsabilidad. Creo es muy importante dar una opinión no basándose en la trinchera, esas son actitudes que aumentan las grieta. Me parece mucho más lindo entrar en una discusión tratando de entender cuáles fueron mis errores. Ver en que me equivoque yo, para entenderlo un poco al otro y que encontremos un lugar en el medio. Ese ese tipo de construcción que necesitamos en la sociedad.

OC: Volviendo al disco hay una canción que me gusta mucho es Cruz del Sur…
D.D: Es una canción de cuna para adultos y para el insomnio. La escribí para mí, en una etapa de mucho insomnio y angustia. Recuerdo que salí y me encontré con la cruz del sur, entré en contacto con las constelaciones, traté de encontrar un punto de referencia en el cielo. Sentí que eso me devolvía la calma y hacía que mis problemas se transformaran en algo insignificante. ¿Que soy yo en la historia en el universo? Soy menos que un foco que se prendió y se apagó. Yo digo en la canción Luna, de la misma época, “en el fondo la angustia es tan solo un error de perspectiva”. Cuando uno retoma la perspectiva, ves el mar, el cielo o las constelaciones en cierta medida tenes una oportunidad de recuperar la perspectiva y relativizar la el problema que tenes en frente. Es una canción de autoayuda.

O.C: ¿La música tiene el poder de curar o por lo menos hacerla amena?
D.D:
Yo creo que hacer la vida más amena es curar. Soy un profundo convencido de que el arte cura. Estoy convencido que los vinculo humanos son la verdadera fuente de curación. Lo digo porque lo experimente. Yo termine haciendo música porque sentí que eso era lo que quería de adolecente. Viví entre los veinte y los treinta con un montón de problemas que se fueron alivianando cuando me metí en la música. Cuando me subo a un escenario es una acción terapéutica que cuando me falta la extraño.

O.C: Los peones de la guerra, habla mucho de la violencia cotidiana. ¿Cambio algo desde el momento en que la escribiste a hoy?
D.D:
No cambio nada, vivimos en un continente que está fracturado. Yo tomé conciencia de eso porque viaje mucho por América del sur y siempre cuando uno llega a grandes ciudades como San Pablo tiene que atravesar un cinturón de miseria para poder llegar a la zona rosa. Lo mismo pasa en buenos aires, Montevideo, Distrito Federal, Lima y podría seguir…
Sin embargo cuando uno viaja por el primer mundo pasa del campo a la ciudad, no a una periferia de la ciudad. Eso me hizo reflexionar porque no pasa lo mismo en Nueva York, Montreal o Berlín. Trate de mirar un poco para atrás, de ver cómo fue nuestra historia, el proceso de colonización y ese choque del que hablo de dos mundos. Los peones de la guerra es una reflexión sobre las sociedades que vivimos en Latinoamérica, las cuales  en instancias muy próximas el valor de la vida cambia radicalmente, a veces en cuestión de cuadras. Caminas cinco cuadras y la vida tiene otro valor.
Esa es un poco la reflexión de peones de la guerra y que siento que todavía sigue vigente. Una de las cosas más triste de está pandemia es la cantidad de gente que volvió a estar debajo de la línea de pobreza por el párate económico.

O.C. ¿Cómo sigue el año? Tengo entendido que estás por entrar a grabar y me imagino algún concierto siempre que la pandemia te deje.
D.D:
Tengo unos conciertos ahora en abril si la pandemia nos deja. Por otro lado los de Brasil los tuve que suspender y quedan directamente para el 2022. Quiero ver si puedo la segunda mitad de año cruzar  a Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Ante el manto de incertidumbre que vivimos, lo más sano para no frustrarme es meterme en el disco. Empezar a darle cuerpo al disco porque las suspensiones de conciertos generan una frustración grande. Al mismo tiempo como médico estoy absolutamente de acuerdo que no es el momento de realizar un concierto. Me encuentro en un laberinto sin salida que quizás lo mejor sea meterme a trabajar en lo nuevo que con suerte para mediados de año tenga un disco bastante avanzado.

O.C: ¿Saldrá esté año o la idea es darle ruedo a Aire y después salir con lo nuevo más adelante?
D.D
: Sin lugar a dudas tengo muchas ganas de tocar Aire, lo toque solo tres veces desde que salió. Es un disco que me dio una  alegría enorme en las plataformas de streaming pero que no pude ponerlo arriba del escenario. En un mundo ideal, si yo pudiera esté año girar con Aire por Argentina, México, España y terminar de grabar Entropía en estos meses que tengo por delante, en marzo del año que viene salir adelante con La voz de la diosa Entropía sería precioso

O.C: Me parece o ya me diste el nombre del nuevo disco…
D.D:
Cometí un error, no quería nombrarlo pero ya te lo dije. Se va a llamar casi seguro La voz de la diosa Entropía.

O.C: Un nombre, a primera escucha, raro.
D.D:
Básicamente el que estoy viviendo es muy raro. Tengo cincuenta y dos años, así como durante un tiempo muy largo de mi vida  lo que me dio vuelta en la cabeza fue el tema de las elecciones vitales de que uno hacía como fue entre los veinticinco y los treinta años. Después apareció una obsesión por  el tema del vació, después sobre el micro mundo, incertidumbre, el mar abierto y el libre albedrio. Ahora se me dio la obsesión de reflexionar sobre la entropía… ¿sabes lo que la entropía?

O.C: Sé que es una ley de la ciencia pero no mucho más…
D.D: Es quizás la ley más relevante de la ciencia. Cuando los científicos desarrollan algo que va contra esa ley piensan que lo que está mal lo que están desarrollando.  Es una ley universal muy potente. Por eso la pongo un poco en analogía con el lugar que ocupaba la religión en toda la historia de la humanidad y que ahora empezó a ocupar la ciencia en algunos aspectos. Dentro de los múltiples dioses que tiene la ciencia que serían las diferentes leyes como la relatividad, la gravedad, la evolución. La entropía sería como La Diosa del Olimpo, la máxima  ley y sostiene que trabajamos en un sistema cerrado si no hay ninguna introducción de energía sobre ese sistema la tendencia natural es el desorden, el caos. La historia final del universo es hacía el desorden, hacía el frío y la dispersión.  La biología con todo ese conjunto de seres vivo de construir personas, de perpetuarnos, es un esfuerzo en generar orden y estructuras ordenadas que durante un breve lapso logra triunfar pero que al final siempre van a terminar mal.

O.C: Cierro la entrevista con una forma óptica científica interesante para la vida…
D.D
Si uno ve la vida desde esa óptica, esta buenísimo que hagamos el
el es fuerzo de ordenar nuestro entorno, mantener la cocina limpia, criar nuestros hijos. Pero hay que acordarse también que al final  todos vamos a terminar en el mismo lugar y no hay que pasarse de rosca intentando que funcione. A la larga la ley de la entropía va a terminar primando no solo sobre nuestras propias vidas sino sobre toda la historia del universo. Cuando uno piensa las cosas desde esa óptica se relaja un poco…
No me extraña que ese tipo de reflexiones vengan en este momento, a los 50 años. Prácticamente es un disco que estaba atravesado la idea de relájate las cosas van a estar bien igual, la diosa de la entropía es la que tiene la última palabra y contra eso no vas a poder ir.