Juan Manuel Pairone juntó a un combinado de escritores y periodistas cordobeses en «Esto es una escena», el libro que presentará el viernes 11 en el Centro Cultural España Córdoba.
Una escena musical no sólo se conforma por aquellos que le ponen música, sino también del público, de los bolicheros y de todo lo que sucede al rededor del escenario, incluyendo a aquellos que escriben sobre ella. Que hubiera sido del punk neoyorquino sin los fanzines y sin el CBGB´s. Un fanzine, una revista o un libro son la foto panorámica de un momento. Y ahí hace falta que alguien ponga el ojo, la lente o la máquina de escribir -¡que romántico!-. Juan Manuel Pairone se paró ahí y decidió convocar a diferentes periodistas y escritores a escribir sobre algunas de las bandas que le dan vida a la escena pop/rock cordobesa. El Pai -como conocemos a Juan-, tiene la particularidad de haber estado en dos roles, ya que no solamente es un observador del movimiento, sino que además durante mucho tiempo fue parte de Un Día Perfecto Para el Pez Banana. Aquel que no sólo se movió por corralitos de prensa, sino que demás tiene camarines y charlas de producción tiene otra mirada del tema. No se si más profunda o mejor, pero otra mirada, empapada de otros saberes.
El próximo viernes 11 de marzo el Pai presenta «Esto es una escena» en el Centro Cultural España Córdoba, acompañado de Telescopios, Un Día Perfecto para el Pez Banana y Anticasper. Pero antes de eso, charlamos sobre el libro.
Otra Canción: ¿Por qué escribir un libro?
Juan Manuel Pairone: Porque me parecía necesario inmortalizar un poco de todo lo que venía pasando en Córdoba en materia de música, canciones, y discos. Todo tiene a ser muy efímero y no hay reseñas muy amplias actualmente. Quería jugar con el formato, que me encanta, y quería plantear un espacio de reflexión y desarrollo enfocado en obras locales. Eso me parecía una motivación suficiente como para pensar el proyecto de un libro. Por eso también decidí convocar a 19 colaboradores. Sentía que era necesario abrir el juego a mucho gente que estuviera involucrada con la idea de «escribir sobre música», era interesante plantear un espacio alejado de los límites de los medios masivos o de la lectura digital. Además quería generar un producto que fuera material de lectura para llevar en la mochila, creo que eso lo resume todo.
O.C.: ¿Qué características particulares tiene la escena cordobesa? ¿Qué cosas se ven acá que pueden no verse en Rosario o Buenos Aires?
JMP: Creo que la gran característica es la de la versatilidad y la heterogeneidad, Artistas de todo tipo se cruzan y tocan entre sí, y eso genera vínculo increíbles, desde lo estético y desde lo humano también. Hay muchos prejuicios que se han ido cayendo y también hay mucha gente con ganas de profesionalizarse, de hacer cada vez mejor lo que hace. Ese ímpetu y esa constancia también son característicos, me parece. El hecho de que no haya un sonido típicamente cordobés, o que puedas asociar la explosión de la escena a bandas tan distintas como Los Frenéticos o Rayos Láser da cuenta de una búsqueda que se está haciendo cada vez más extensiva. Y por último, creo que a diferencia de otras ciudades, hay ciertos espacios para tocar que brindan las mejores condiciones que se puedan ver a lo largo y ancho del país, sobre todo desde lo técnico. No son muchos, pero definitivamente han aportado al crecimiento escénico y performático de los artistas.
O.C.: ¿Que falta aún?
JMP: Difusión a escala masiva, interés desde agentes externos, inversión y acercamiento del público. Hay muchísimo potencial, pero en un momento de dificultad económica como este es difícil sostener un proyecto en el cual hay más gastos que ingresos. Es necesario que las bandas de Córdoba salgan hacia otros mercados y también es vital que el público local empiece a ver más en profundidad lo que tiene en frente. Hay un nivel altísimo, solo que la cotidianeidad o la falta de rotación en espacios legitimados no ayudan.
O.C.: En tu rol de músico y periodista, ¿qué es más fácil publicar un libro o un disco?
JMP: Son cosas muy distintas. El libro puede hacerse simplemente escribiendo o, como en este caso, ayudando a que otros escriban y trabajando desde la palabra y la motivación. Un disco tiene otros costos de producción, es mucho menos íntimo, al menos en formato banda. Después, en cuanto a la edición, son procesos similares. Trámites, diseño, necesidad de efectivo y búsqueda de estrategias para vender y solventar los costos.
O.C.: ¿Cómo fue el proceso de trabajo en el libro?… digo, debe ser complejo convocar a distintos escritores, con distintos puntos de vista y registros…
JMP: Fue un proceso de seis meses de trabajo con el resto de los autores y otros seis meses (y algo más) de contacto con editores, diseñadores, auspiciantes y demás. En el medio pasó lo de Diego Cortés, que impidió que el proyecto apareciera por Llanto de Mudo. Pero más allá de eso fue un proceso que maduró sin prisa y sin pausa. Pensaba tener todo listo en tres meses y me fui dando cuenta de que era una idea muy poco conveniente. Cuando empecé a convocar a los colaboradores, entendí que con cada uno iba a construir una relación diferente. Algunos vínculos fueron más fluidos, otros más ligados a la confianza, y también otros mucho más directos y concretos. Con cada uno consensué el disco a explorar y se dieron elecciones muy interesantes, de uno u otro lado. Trabajé con cada autor para que lograra desarrollar su estilo a fondo y traté de plantearlo como un desafío. Fue un proceso muy rico, un ida y vuelta multiplicado por diecinueve que me hizo crecer mucho desde lo profesional. Respecto a los distintos puntos de vista, bueno, creo que lejos de ser una dificultad fue el mayor incentivo. Me gusta generar cruces y encuentros, es algo que me resulta divertido y me motiva. Esto fue arduo en cuanto a tiempo y dedicación, sobre todo mental, pero el abanico de cabezas involucradas me ayudó también a construir la mirada colectiva y amplia que quería. Me encantaría vovler a plantear un proceso de trabajo similar, le encontré el gusto al rol también.