Juan Iñaki: Si existe un puente a otra dimensión, es el arte

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Juan Iñaki presenta Vórtice (Los Años Luz Discos), séptimo álbum del cantante y compositor, que refleja su inquebrantable compromiso con la exploración creativa. En esta propuesta, Juan no solo se sumerge en la producción artística y la composición. El disco será presentado el 27 de Abril en Sala Platz de Córdoba Capital.

En Vórtice, las diferentes orquestaciones con instrumentos acústicos convergen con filtros, samplers y elementos electrónicos. En el corazón de este disco se encuentra la celebración de la voz humana y colectiva junto a grandes invitados como Susy Shock, Paola Bernal, Jenny Náger, Mery Murúa y la vibrante Murga del Desasosiego, que se formó especialmente para esta ocasión.

Las canciones de Vórtice, de las cuales la mayoría son composiciones de Juan Iñaki, están inspiradas en influencias que han marcado la vida de músico. Desde la riqueza de la música latinoamericana hasta las vibraciones del jazz, MPB, la africanidad y la música académica.

Un Vórtice es el centro de un torbellino, un refugio de silencio en el medio de la tormenta. Esa imagen era recurrente durante la grabación. Juan nos cuenta como nació el nombre del disco:

De regreso de Buenos Aires con Jenny Nager, estábamos escuchando la obertura, y le dije que quería llamarle «vórtice» porque pensaba que era como un portal, relacionándolo con una cuestión medio espiritual. Jenny me dijo que así no servía, así que decidimos buscar en el diccionario y descubrimos que un vórtice es el centro de un torbellino. En ese momento me di cuenta de que estaba usando la palabra que buscaba y decidí que se llamaría «vórtice». De hecho, la portada tiene esa cualidad que imaginaba de estar dentro de un torbellino.

Otra Canción: Ya presentaste el disco en Baires, ciudad en la que tocas mucho, hasta diría más que en Córdoba…

Juan Iñaki:  Es cierto. Antes no era así, yo solía ser un gran defensor de la movida cordobesa, pero fiajte que no soy solo yo, a otros artistas como Paola Bernal les está sucediendo lo mismo. De hecho, para mí es un poco extraño presentar el disco ahora, ya que no he producido un espectáculo en Córdoba desde antes de la pandemia.

O.C Pero estuviste el año pasado en el centro cultural Córdoba en un show gratuito…

J.I: Sí, he tocado en salas de Córdoba, pero eso fue durante la semana de la diversidad. También estuve en la inauguración de la Sala Platz, así como en Pez Volcán, en innumerables ocasiones por la Peña y en la Bienal. Sin embargo, hace mucho tiempo que no producimos nada nosotros mismos.

Todo ha cambiado tanto en ese sentido que en un momento concreto me planteé la cuestión de pasar mucho tiempo tratando de adaptarme a lo que es Córdoba, a la situación y a flexibilizar todo lo que pudiera. Pero ahora que sé lo que quiero, tengo que buscar un lugar donde haya más personas que puedan empatizar con eso. Y claramente, Córdoba no es ese lugar. Sobre todo ahora, con un 75% de votantes en esta dirección y habiendo cambiado tanto también el contexto de convivencia en Córdoba. Buenos Aires me encanta y a veces siento que allí me suceden cosas buenas. Acá no, pero me gusta vivir en Córdoba, me gusta tener a mis seres queridos cerca, me gusta esta casa, está mi compañero que no se quiere ir tampoco. Me gusta el auge que está experimentando Córdoba y eso es lo que todavía me motiva a seguir apostando por esta ciudad.

Sin embargo, esta no es solo una decisión de vida, sino también política, porque políticamente creía que estaba bien quedarse en el lugar de uno para proyectar lo que uno quiere hacer. Pero bueno, la vida va mostrando otros caminos, los tiempos también van cambiando.

Es verdad, en este momento siento que debo apostar por Buenos Aires y Europa. Ya hemos realizado 6 o 7 giras por Europa porque en algún lugar hay que generar todo lo que no se generará ahora sin ministerios y organismos.

O.C: También recuerdo que hace unos años estuviste en Ecuador haciendo un Opera, Los Miserables…

J.I: Eso fue algo que sucedió y luego se fue, no me dediqué a eso, era algo muy específico. Lo que sí ocurrió fue que después de terminar el disco y las presentaciones del disco Aquí y ahora, el equipo de trabajo que teníamos en ese momento se disolvió, luego vino mi salida del clóset, todo eso fue como una gran patada al tablero de la vida.

Pero fue en ese momento cuando empecé a decir, hasta acá me he estado adaptando y ahora que estoy solo y quiero esta libertad. Desde ese momento, empecé a ir a Buenos Aires todos los meses. Retomé lo que había estado haciendo con la EMI. Estuve intermitentemente instalado en Buenos Aires entre 2008 y 2010. También durante mi tiempo en la EMI, en 2003 y 2004, iba muy seguido.

Esta decisión se tomó poco antes de la pandemia, ya pasaron casi seis años, incluida la pandemia, desde que decidí ir a Buenos Aires y de insistir en lo que ya se había iniciado en los tiempos de la EMI. Porque si bien muchas caras cambian, por lo general lo que cambian son los lugares, pero las caras siguen ahí, es decir, cambian de roles, pero no se van del terreno. Lo que estoy haciendo ahora es alimentar un poco lo que había quedado de épocas anteriores

Reflexiones sobre la identidad, la música folclórica y la lucha por la autenticidad en el arte

O.C: Recién me hablabas de la decisión de salir del closet,  los otros días con la Ferni hablábamos de lo que sucedió con ella en Cosquín y la repercusión que tuvo. ¿En tu caso como repercutió en Córdoba?

J.I: A nivel nacional tuvo una gran repercusión, lo cierto es que hasta ese momento ningún artista masculino de música folclórica se había declarado, de hecho no es una declaración. Todo es tan extraño de nombrar en ese terreno. En realidad, las primeras disidencias que Coquín tuvo desde antaño fueron las mujeres. De hecho, tengo un amigo antropólogo, Gustavo Blásquez, que ha investigado sobre las luchas en Argentina y su investigación muestra que el proceso lo iniciaron las mujeres. Marían Farias Gómez, Teresa Parodí, María Elena Walsh en su momento, Leda Valladares, entre otras.

Con el tiempo, más allá de ser una decisión que modifica el producto artístico, es como volver a nacer, porque realmente todos los miedos comienzan a caer, no solo el relacionado con lo sexual. Cuando todos esos miedos que has sostenido durante tanto tiempo se vuelven pequeño, todo comienza a sentirse mucho más liviano. Es una experiencia muy liberadora que, independientemente de las cuestiones sexuales, ojalá todo ser humano tuviera la oportunidad de perder el lastre de ese modo, con una decisión en algún momento de su vida.

En un momento necesité hablar de eso, necesité hacer una publicación, necesité que después de tantos años de silencio, algo se dijera y que alguien dijera algo. Me sucedió mucho con amigos de Buenos Aires, que no imaginé que estaban escuchando la radio. Y pensé, ¿ahora vas a ser un militante gay? Y la verdad es que no, la verdad es que no es lo que yo quiero. Así como en un momento necesité hablar, en otro momento comencé a necesitar no hablar, porque me di cuenta de que cuando quería que se hablara nuevamente de la música, siempre se volvía a ese tema de género. Y en este disco hablo de eso y me aseguré de que sea un elemento más, como tantos otros que están presentes.

O.C Un ejemplo es el Poema de Susy Shock que músicalizas.

J.I: El poema de Susy, que adapté a Chacarera, algunas otras cosas que están inspiradas en aguas, amores y cercanías, pero pueden perfectamente no estar en mi música. En este momento, en el que me quiero más degenerado que nunca y, aunque antes me enojaba con la música folclórica, ahora me siento más triste que enojado. Creo que Ferni tiene razón al decir que aún estamos lejos de discusiones que en el 2024 suenan rancias y negacionistas. La comunidad LGTBQ se merece reflexiones sobre qué tipo de lucha queremos dar. Personalmente, no me considero un militante, simplemente atraviesa mi vida.

No me agrada que la lucha termine poniéndose delante de la obra, ni que se coopte por intereses capitalistas como hace Netflix y el capitalismo que copta una causa que era nuestra para venderla con un moñito precioso plateado. A veces siento que se incluye a disidentes solo para cumplir un cupo y no por lo musical. Es un llamado a los artistas más que a los productores.

 Pienso mucho en cómo enfrentar esa situación, porque no creo que sea una pavada. El folclore tiene algo que me agota, esa idea del trovador puesto arriba del escenario por una monarquía divina que desciende y tiene un cometido con su pueblo, siendo el vocero de este. En este momento, eso no me parece la condena a una carencia poética, lo veo como una limitación poética, y lo digo por experiencia propia. Hoy mi análisis de esa situación es que al enumerar y proclamar cada causa a la que uno se adhiere, se gana el aplauso de quienes piensan igual, pero se genera enemistad con quienes no comparten esas ideas.

A veces siento que los artistas pop actuales están elevando la vara, lo que ha llevado a su propio público a exigirles que sean mejores artistas. No siento que esto esté ocurriendo en el folclore, al contrario, es muy permisivo con sus artistas. Diría que en ocasiones es lo que baja la vata y provoca la necesidad de un cupo. Existe un público que solo consume o demanda cosas que ya están precocidas, vacías y poco cuestionadas.

O.C: Pero hay cosas interesantes que están ocurriendo en los márgenes, en los bordes, donde de vez en cuando surge alguien como Ferní en Cosquín y genera una revolución, pero luego todo vuelve a la normalidad, ni siquiera para decir «bueno, tenemos un espacio para la disidencia».

J.I: A eso me refiero con respecto a qué vamos hacer los artistas a un festival. No sé si quiero estar en el festival solo para cumplir con el cupo. Me parece que está bueno lo que hago para que pueda estar en la plaza y es mi laburo y así ha sido durante mucho tiempo. También me parece que casos como el de La Ferní y otres están atravesadas por el no binarismo, lo cual es un gran misterio para mí en ese sentido. He compartido algunas experiencias con Susy Shock y pude comprender que la lucha traba tiene que ir con colectivos. Si creo en el cupo porque la ha necesitado el colectivo de mujeres para poner esa discusión. En mi caso, todavía soy un hombre y reconozco el privilegio que eso implica. No considero que deba ocupar un lugar en un cupo disidente.

De todas maneras, llevo tres años presentando el proyecto que teníamos con Susy Shock. El tercer año que presenté el proyecto terminó en una discusión porque el programador de ese momento me dijo que era una persona y que a él, como persona, le costaba lidiar con las cuestiones que tienen que ver con las mujeres y con las disidencias. En ese momento, pensé hay que inventar otra cosa. Admiro mucho las luchas que están dispuestas a dar. En ese sentido, nací artísticamente y laboralmente en ese contexto; canto desde los 12 años. La primera vez que estuve en la plaza fue en el 2001, y ya se me agotaron los romanticismos, las ilusiones y la creencia de que podía cambiar algo. Perdón, si creo que todavía se puede cambiar algo, y por supuesto que todavía sigue el amor, eso no se ha ido, pero ya no reniego por estar o no estar.

Me gustaría que en algún momento nos encontremos en la situación de no tener que programar las cosas por un cupo, ya que me parece una extensión de algo mucho más antiguo. Hace un rato hablabas de que por las afueras hay un montón de resistencia, y pienso en Silvia Iriondo, en Laura Albarracín, y pienso en Manolo Juárez, Dino Saluzzi, Dúo Salteño, Liliana Herrero. Pienso en esos músicos con trayectoria que para nosotros fueron disruptivos y que también nos estaban planteando cosas muy parecidas a las que se proyectan en esta generación. Creo que es hora de poder organizarnos en algún momento y empezar a ver qué hacemos con eso, hacer algo que sea nuestro. No se vive tampoco insistiendo sobre algo que depende de otras cuestiones que no son el acervo popular de un pueblo, un interés cultural o una gestión. Si querés, son otros parámetros, son los del mercado, son los de los manotazos de los políticos del momento.

O.C: Hay que replantearse un poco que es lo tradicional, que entendemos de tradicional…

J.I: Estamos en el 2024, las informaciones están todas cruzadas. No hay manera de sostener purismos. No se puede delimitar donde empieza y termina el folclore. Además, al introducir elementos en este caldero, se generan tensiones que van más allá de definir qué es el folclore, abarcando aspectos como la tradición, la ancestralidad, la moda y la identidad. En este momento, se están abriendo discusiones inesperadas. Es complicado para una nación tan grande, como la nuestra, y con los errores cometidos en materia de cultura, mantener una unidad cultural sólida. Brasil, siendo también una nación gigantesca, exhibe una asombrosa unidad cultural.

Cuando Chango Farias Gómez propuso el término de la MPA, estaba mirando hacia la MPB. Personalmente, considero que un fenómeno folclórico actual es el Cosquín Rock. Aunque no voy hablar del tema de la tradición, por no tengo una idea clara al respecto y sinceramente no me agrada esa referencia. Sin embargo, lo que sé con certeza es por qué me considero folclorista, independientemente de si canto jazz, música electrónica o cualquier otro género. Es la emoción que se despiertan los lugares donde arde el fuego ancestral. He experimentado esto en los carnavales en Umahuaca, en el patio de Froilán en Santiago, y en conversaciones profundas con amigos y compañeros de camino. En esos momentos, se percibe que el fuego está encendido, y va más allá de ser una mera tradición. Es una dimensión humana atemporal. Es una profundidad de pensamiento que aborda la herencia, la sabiduría y plantea preguntas pertinentes a nuestro tiempo.

En el año 2024, las discusiones actuales están interpelando a las juventudes de manera distinta a como lo hizo Yupanquí, quien abordaba los asuntos del hombre con un enfoque filosófico profundo que todos nosotros hemos apreciado. Las conversaciones actuales son diferentes. En este contexto, no solo se están muriendo los maestros, sino que también se está perdiendo literalmente al público. Hay generaciones que curtían esto como se curte, cerradito, bajo la idea de tradición, y están desapareciendo sin que se esté involucrando a las nuevas generaciones. Hace no mucho tiempo, Lila Downs se presentó en el Cosquín Rock, eso es un gesto folclórico.

O.C ¿Por qué decidiste ponerle vórtice a tu último trabajo?
J.I:
De regreso de Buenos Aires con Jenny Nager, estábamos escuchando la obertura, y le dije que quería llamarle «vórtice» porque pensaba que era como un portal, relacionándolo con una cuestión medio espiritual. Jenny me dijo que así no servía, así que decidimos buscar en el diccionario y descubrimos que un vórtice es el centro de un torbellino. En ese momento me di cuenta de que estaba usando la palabra que buscaba y decidí que se llamaría «vórtive». De hecho, la portada tiene esa cualidad que imaginaba de estar dentro de un torbellino, con paredes de viento que rompen la imagen del exterior, como una especie de distopía con lo que se percibe desde afuera. La foto muestra eso, parece una pared de aire y transmite la sensación de movimiento.

O.C: En muchos casos se han creado comunidades…

J.I: Mira el trap, los jóvenes son comunidades. ¿Acaso eso no es folclórico? Yo creo que ahí es donde el folclore está vivo. Toda esa noción del vestido de gaucho, el bombo, el mate, me niego a verlo.

O.C: Es la trinchera de alguna manera.
J.I: Exactamente, la dirección hacia la que nos dirigimos políticamente es folclórica. Las propuestas están ahí, la gente está, la música está, el teatro también está, en todas las áreas está presente. El único lugar donde aparentemente no está es donde se espera que esté el folclore, y es en los festivales. Sin embargo, esto no significa que no esté; no se trata de negar el género. Al contrario, al género le están sucediendo cosas maravillosas. La cuestión es que uno está buscando el folclore en los lugares donde solía encontrarlo antes, cuando en realidad se está gestando en otros espacios como el Patio de La Piry.

O.C. ¿Hay algo que te une a Brasil, ya que en varios discos cantas en portugués? En «Vorticé» no es la excepción, elegiste hacer dos covers, uno de ellos de Caetano Veloso. ¿Es simplemente una afinidad musical o hay una actitud política en la forma en que ves el folclore latinoamericano? Podrías haber elegido una canción de Atahualpa u otro artista, pero optaste por una de Brasil y otra de México.

J.I:  Hay algo de eso, pero no es solo con Brasil, es continental. Las dos canciones casi quedan afuera. Cuando empecé a ver que el foco se trasladaba hacia mis canciones y los amigos partícipes del proyecto, estuve cerca de no ponerlas. Después, cuando las dejé, me gustó ver que tenía como un manifiesto continental, que es como me gusta pensar la música. A mí me inspira Brasil, aunque no nací en Brasil, y eso es algo que a veces me pesa. Jenny Nager usó una imagen para describir eso, que es para mí una necesidad diaria, que es tener un caramelo en la boca. La postura política, o mejor dicho artística, es que las dos canciones clásicas que el disco tuviese no fueran argentinas. Y ‘La Llorona’ está incluida en realidad porque, al construir el arreglo, sobrevoló la idea de las lloronas de Argentina, que es el oficio. De hecho, el disco tenía un track doce escondido que era un cuento llamado ‘Pañuelos de Tela’, de Martín Cabrera, de un espectáculo que tenemos que se llama ‘Relatos y Canciones de Putos del Interior’, que es la historia de una señora que trabajaba en su casa y era llorona en su pueblo.  La historia era divina porque le daba un contexto político, ya que terminaba desenvolviendo en el hecho de que ella no lloraba más porque su hijo, por pobre, terminaba preso y por situaciones que les pasan a las personas que no tienen oportunidades en este mundo. Entonces, yo quería sustraer del mito mexicano, lo que me parecía troncal, que es la mujer y la muerte. Después, sobre eso hacer un diálogo con lo que significa el oficio de la llorona para Argentina y la humildad de ese oficio, pero ya se hacía eterno el disco. Pero lo cierto es que ya no le quiero rendir culto a ningún género. No quiero ser parte de ningún género. Me agrada mucho esto de tomar informaciones y usarlas como si fuesen una maza para jugar.

Reflexiones sobre el folclore, la identidad y la política en la música folclórica

O.C: Hay una idea de música folclórica que a veces hace que se pierdan oportunidades por encasillarse dentro de un género. Muchos sostienen que el folclore es Peteco, Los Manseros, Dúo Coplanacu, que sin duda lo son. Pero, como en tu caso, creo que hay una idea folclórica más grande de folclore latinoamericano que creo empezó con Orgánico y sigue hasta hoy

J.I: Mi sensación era que cuando yo fuese a dejar esa casa, cuando abriera la puerta iba a tener que saludar, avisar que me iba, que no sabía qué hora volvía, que cerraba la puerta pero que la dejaba un toque entreabierta, que nadie se preocupara, iba a tener que hacer todo un protocolo para dejar el género que hoy no está. Es algo que con Orgánico lo tenía todavía pero tenía como consigna componer, descreí de eso, renegué mucho de Orgánico, porque fue la primera experiencia de componer, hay cosas que las haría de nuevo, hay cosas que no las volvería a tocar más, era otra vida pero sí tiene mucho de eso y tiene mucho también del disco La raíz de la copa. Hay algunas cosas de la búsqueda que también empezaron en Aquí y ahora. Me parece que los únicos que no integran mucho son los dos primeros que son muy criollazos. El único momento ahora que lo pienso, porque me interesaba el desafío de agarrar una cosa que era otra cosa, es el caso del libro de Susy Shock. Yo quería que ese libro pasara a ser una chacarera, entonces agarré el libro y me ocupé de acomodarlo en cuartetas octosilábicas, o sea lo convertí a coplas de punta a punta.

O.C: La idea de géneros musicales suena viejo. Antes, en las disquerías te encasillaban en un género para encontrar un disco. Hoy, con Spotify, la gente busca música de otras formas, como por palabras clave, recomendaciones o artistas similares

J.I: Hay algo de eso, de la necesidad de armar el expediente, la ficha para poner en la batea y eso agota también y para mí actúa como una policía creativa que no te deja que la canción nazca como te está pidiendo nacer. Uno mientras va naciendo la va queriendo enderezar de acá y allá por miedo, son todas voces que hablan en la labor. Esa es la parte donde yo digo podemos tener mucho más vuelo en espacios como la Piry, podemos presentar montones de viajes que nos comimos por venir de un género como es el folclore, en el que se deposita tanto, porque se supone que es la manifestación de la argentinidad, pero al mismo tiempo es lo más marginal en este momento de esa manifestación. En ese sentido sí siento que hay una mirada que siempre me pone socialmente de su lado, me parece que eso todavía me configura folclorista. Yo me puedo enojar con el folclore, pero el resto no. Es lo mismo que pasa con los seres amados. Pero también está esa cosa de la marginalidad que ya no tiene que ver con el género, y que es una sensación que está pasando con este gobierno, que es esto de construir una idea en torno a los artistas. Por supuesto que como todo trabajo hay tiempos que las cosas van muy bien económicamente hablando, y hay tiempos muy difíciles, pero tenían por encima la mirada romántica de que el arte nos va a salvar. Pero Milei vino a poner nombre a lo que realmente somos, como que la mirada romántica que teníamos, lo que hacía era poner un manto de piedad o inclusive de pena porque venimos a ser la parte más delgada por donde se corta el hilo. El presidente ha venido a decir, son la parte más delgada, no son marginales, pero el arte tiene más poder conductual que la política y eso lo saben.

Lo escuchaba el otro día en una nota Agustín Laje diciendo: no interpreten que el arte es menor para el presidente, hay plena conciencia del poder de conducción que el arte tiene y es por eso que se está llevando adelante es una batalla cultural. Y que vamos a terminar todos rotos, pero no la van a poder ganar, porque ellos están peleando contra un monstruo de humo. Nosotros estamos condenados a esto y no hay manera que se calle y no es romántico, lo digo con bastante pesar porque realmente creo que todos vamos a terminar destrozados de esta situación. No sé el tiempo que nos va a llevar reconstruir lo que estamos viendo, pero no creo que vayan a ganar, porque ellos están queriendo combatir con herramientas pragmáticas concretas y el arte no es eso.

O.C: Me parece que hay una concepción muy arraigada del artista político partidario. Yo creo que siempre hacemos política, tanto cuando decidimos hablar de algo como cuando no. Ya en tu manera de definir el amor en una canción es un acto político. Ahora, la política partidaria ha tomado el arte muchas veces como bandera. Eso hace que hoy Milei sostenga que existen artistas kirchneristas y los quiera eliminar de alguna manera, aun cuando no sean artistas partidarios, sino políticos porque viven en una polis.

J.I: Me parece que hay varios lugares desde donde se puede mirar la misma cosa, y se me ocurren dos. Una es la de ser artista, y es un poco lo que yo te decía hace un rato cuando hablábamos de la militancia o no militancia LGTBQ. A mí me pasa, que he decidido que en mi escenario ingresa todo aquello que yo sienta que tenga algo para decir. Como vos decías, todo es político, pero puede contener alguna cosa más explícita que otra partidaria. puede ser que  con el tiempo no vaya por ese lado, porque creo en un idea de política más gestual y permanente. Yo estoy ahora quizás mucho más politizado partidariamente a lo que lo estaba en otros momentos, pero sobre todo los veo en amigos. Yo era muy crítico de Cristina cuando fue la gestión de ella, y trabajamos muy bien, y hoy miro con una nostalgia todo eso, y mi mirada para con ese tiempo hoy tiene otra perspectiva. Hay una gratitud y una empatía política que hace que no se puedan separar las cosas, que se mezcle lo que es personal de un artista persona y lo que no. Lo que yo puedo decir ante eso es que lo comprendo, y no termino de tener una respuesta desde la mirada de si está bien o está mal.

 Hay obras y caminos de artistas que están construidos sobre eso. Es ahí donde yo digo tenemos que ser muy conscientes de qué artistas queremos ser. Si vamos a llevar la lucha, ¿cómo las vamos a llevar? ¿Cómo las vamos a subir al escenario?. Para mí lo más serio y a lo que yo más respeto en ese sentido es a lo que pongo en el escenario, a lo que pongo en un disco, y trato de resguardarlo de otras pasiones en ese sentido. Después está la otra parte, de las personas, que realmente va a conmoverse. Hay que encontrar la manera de interpelar políticamente por omisión. La metáfora es la posibilidad de traducir lo obvio hacia una cosa más elevada. En el que quien pudo conmoverse con eso le da la misma configuración que tuviste vos, Y el que no, se comió otro viaje.

También hay iconos como Nelida Omar. ¿Cómo la pensás sin peronismo? ¿Cómo pensás esa vida y esa mujer y esas canciones sin peronismo? Lo mismo pasa con Teresa Parodí. Son ellas, las luchas son ellas. Y lo agradecemos porque alguien lo tenía que decir. Ahora que todo el mundo lo diga es una cosa, pero alguien lo tuvo que decir en algún momento y se agradece. Yo creo que hay que estar muy atento todo el tiempo a que no nos vendan buzones.

O.C: ¿La solución está en los artistas más recientes? A veces esperamos escuchar las opiniones de artistas como Víctor Heredia, León Gieco, Teresa Parodi, y puede que no tengan nada nuevo que decir, ya expresaron sus ideas en las décadas pasadas. Ahora, la responsabilidad recae en artistas más jóvenes…

J.I: Hay un caso que me resulta muy práctico y es Lali. Personalmente, no me impacta ni musical, ni artísticamente en lo más mínimo. Sin embargo, tras la controversia generada por su postura, decidí observarla y vi a una mujer bellísima y el lindo verla en el escenario, aunque no logró conmoverme. Reflexionando sobre lo que venía hablando, considero que su postura política se refleja en su música, pero no estoy seguro si su partidismo debería estar presente en ella, ya que nadie espera que su música sea partidista. Si yo hubiera sido un artista pop, no habría tenido que hacer la publicación que hice, pero me vi obligado a hacerlo por ser folclorista.

A veces siento que en la decisión de no hablar hay una ruptura implícita. Me sucede también con el trap. El otro día, de regresando de la presentación del disco en Buenos Aires con Jenny Nager, comenzamos a mencionar artistas y analizar cómo están trabajando y produciendo. Quizás en otro momento habría percibido un vacío en los artistas jóvenes que escuchamos, pero me di cuenta de que están abordando otros temas, que la omisión de lo que esperábamos es una forma de desviarse y expresar algo diferente.

Además, establecen un tipo de filtro que te hace sentir como un tonto, como si no estuvieras entendiendo las discusiones actuales. Creo que las generaciones mayores tendrán que esforzarse por intentar comprender eso, no necesariamente emocionarse, pero sí entender que en las evasivas de los jóvenes o al hablar de lo que les angustia, están abordando temas que antes no se discutían. Antes se hablaba del amor como algo lejano, intocable, elevado, frágil, como en el amor cortés del Renacimiento, como un rol del amor idealizado, tal como lo escribían los expósitos. Hoy hablan de lo que les angustia de manera inmediata, con un mate y un porro en la mano. Hablan de lo que les preocupa en ese momento. Antes no se hablaba de lo que nos angustiaba, y quizás ahora se está hablando del sexo como parte de esa angustia. A veces me cuesta escucharlo, pero me impacta escuchar sobre qué temas hablan los jóvenes.

Comencé a cantar desde muy pequeño y recuerdo que lo que me fascinaba era el Nuevo Cancionero, la poesía de ese tiempo principalmente, la música se fue acomodando después. Hoy estamos tan lejos de eso, pero creo que se puede envejecer de una manera muy positiva. Me preguntabas por qué Caetano que otra persona de su edad ha logrado traducir su dimensión continental histórica y su glamour absoluto a las sonoridades actuales. Escucha su último disco, «Meu Coco», es totalmente contemporáneo.

Me sucedió con la última actuación de Fito en Cosquín Rock, lloré de principio a fin no por escuchar las canciones, sino por ver a Fito y Fabi jugar todo el tiempo en ese escenario. El folclore perdió ese juego, no veo ese gesto artístico en esos lugares. Sin embargo, hay personas que están traduciéndolo de manera excelente, logrando ser auténticos y contemporáneos con todo lo vivido.

Vórtice: Un viaje personal a través de la música, la poesía y la colaboración

O.C: Recién me hablas de la poesía, ¿qué relación tienes con la poesía, considerando que en tus canciones hay algo de poesía? Hay como una búsqueda poética en tus canciones, a veces más subliminal, a veces más directa.

J.I: Consumo todo lo que puedo, me gusta mucho la poesía. Estoy muy atento a qué poetas hay, cómo cuando sale un disco. Por ejemplo, Jenny que ha trabajado con Arnaldo Antunes, un personaje que me alucina en esto de su plasticidad. Un escrito puede ser un poema, pero puede ser una canción, y la letra de una canción no siempre es un poema. De eso puede aparecer también una posibilidad caligráfica, y esa caligrafía también se puede transformar en un dibujo. Esa continuidad de las formas de una misma cosa, a mí me gusta mucho. Me gusta la performance, me gusta la plástica, consumo mucho más teatro que música. Hace tiempo que no voy a sentarme a ver un concierto, creo que la última vez que fui a ver un concierto fue por estar en el MICA. Últimamente es el teatro lo que he estado consumiendo más, no es un rechazo de la música, la extraño mucho por momentos. Pero ese tipo de miradas como la de Arnaldo Antunes es la manera en la que me gusta vincularme con todas esas disciplinas, y la poesía es una.

Tengo en la compu carpetas con cosas que no entraron en el disco, algunas son poemas, otras micro cuentitos, otras son intervenciones de poemas. Estoy pensando quizás en un poemario con los textos que no entraron en el disco, más algunos poemas que se crearon como poemas. Me gusta muchísimo la poesía.

O.C: Hay dos canciones que me parecen un manifiesto, una es la primera, «Obertura», y la otra es «Suelto». Eso me hizo recordar la charla con La Ferni y la necesidad de un manifiesto, como lo hizo en su momento MPA. ¿Crees que el disco abre con un manifiesto de «yo soy esto, esto es lo que hago en adelante»?
J.I Sí, fue adrede y le puse mucho empeño a que el disco hablara de mí. Este es un disco muy atravesado por lo personal. Una cosa que me pasó con el disco «Orgánico», me dio mucha impresión la manera en la que yo hablé de las cosas que me pasaban. Una de las cosas que más admiro de esta generación de pibes, es el desparpajo y el esquivar la solemnidad. El folclore nos hace solemnes y es un lugar en el que yo quisiera no estar. Jenny Nager me ayuda mucho en eso. Me ayuda a mirarlo, a cuidarme a mí mismo de los lugares de solemnidad que a veces pueden terminar convirtiéndome en egocéntrico al pedo. A veces prefiero que incomode algo que diga a que se lea como un acto soberbio. Una palabra es una cosa muy efímera. Pero sí creo en los manifiestos. El disco entero puede ser un manifiesto.

Estamos hablando de un disco muy personal. Esta vez vino con manifiesto, pero vuelvo a Arnaldo Antunes, él habla de las cosas, habla de cosas que mira. Puede hacer un retrato de este termo que estamos tomando desde donde estoy sentando ahora y después desde esa otra silla, y seguramente los colores, las formas ya no sean las mismas. Entonces, la descripción del termo cambia, pero siempre es la misma cosa. Ese es el manifiesto del collage del disco. Yo quería que tuviese varios pliegues y dejar cositas como si fuesen papelitos, haikus y cositas. El disco en ese sentido tiene cositas por todos lados.

O.C: También puede ser un disco que tenga una reinterpretación de acuerdo al momento en el que es escuchado. La idea de decir que, si bien es un disco personal, puede ser releído de acuerdo a las circunstancias por vos o por otros.

J.I: Es lo que más me entusiasma que pase. Hay algo que me pasó en la presentación del disco en Buenos Aires que para mí fue muy novedoso, que es entrar al escenario con la gente cantando los temas. Esa es la otra cosa que el folclore genera y que es una rareza y que me di cuenta cuando empezamos a girar afuera, que es la idea de cover. El rol del intérprete en el folclore es algo que no pasa en otros géneros. Cuando hablábamos de esa gran nube que es el indie pop, no se conciben sin temas nuevos. Hacer un disco de versiones es hacer un disco conceptual. Es tomar un concepto porque quieres hacer algo que sea parte de tu identidad, es querer jugar, coquetear un ratito con eso. Pero en el folclore, el rol del intérprete es muy sólido.

Por eso vuelvo a decirte que no es folclórica la manera de relacionarse que tienen los pibes hoy. Yo los veo tan tribales y con una organización tan de las tripas en ese sentido que el folclore fue disgregando. Tal vez exista ese sentido más comunitario dentro del folclore en lugares que están más en los márgenes como es el patio de la piry. Lo que más me entusiasma es que sea un disco que hable de mí pero que no esté impregnado, que no esté precocida la percepción.

O.C La música negra es algo que está muy presente en vos, de hecho les dedicas canciones a los negros. Aparte hay una influencia del jazz.

J.I: Sí, y de Brasil. Por eso, cuando hablo de esta idea de lo continental, me debato entre dos ideas. Hay una parte de mí que me dice: «¿Quién te pensás que sos para pararte en ese lugar sin haber vivido en Brasil? Es como si uno no pudiera meterse con eso». Pero la verdad es que me suceden cosas con esa música y me sucede con lo afro. Hubo un momento en el que venía de estudiar tambores batá y estaba muy entusiasmado con la santería. Me había acercado tanto a esa música que empecé a acercarme a la religión y recibí un par de invitaciones para acercarme a la tradición directamente. Al mismo tiempo, me di cuenta de que eso no era para mí. Pero hay algo que me sucede y que no puedo explicar. Me pasa algo parecido con lo andino.

O.C ¿Hay alguna que te gusté más?

J.I: De todas las informaciones, no sé cuál es la que más me enciende, pero volviendo a lo de los fuegos ancestrales que te mencionaba antes, no es la tradición en sí lo que me atrae. Con Pao Bernal siempre hablamos de que nos emociona el motor de esas fiestas populares, el impulso colectivo de esas situaciones. No es que sea una cultura específica lo que nos emociona, me parece que hay como un rasgo de humanidad tan profundo que vive en cada uno de nosotros, y es eso lo que nos emociona.

O.C: Aparte es la base de la música en gran medida…

J.I: Sin lugar a dudas. Hay una cosa que la pandemia me dejó muy latente, y es que no sé si el arte es la salvación y toda esta cosa romántica, pero sí sé que le debo mucho más al arte en ese sentido que al humano. También sé que es lo más humano que se me ocurre y, al mismo tiempo, si existe un puente a otra dimensión, es el arte. Es una alianza que no podemos explicar, no sabemos para qué está, pero es humana. No hay música o manifestación artística que escuche que no me convoque, que no me haga vibrar la sangre.

O.C: Recién hablábamos de lo colectivo, y si bien creo que es un disco personal, también es un disco colectivo. Tiene muchos invitados, incluso quizás más que los anteriores.

 J.I: «De la raíz a la copa» también tuvo muchos invitados. Ahora que lo pienso, soy de invitar bastante, aunque orgánico se veía como un trío, había muchas contribuciones. Más allá de que haya habido mucha gente, coincido en que este es un disco colectivo, y esa fue una de las ideas en las que trabajé para darle unidad al álbum. Es como un juego de antagonías; es un disco en el que quería hablar de mí, pero necesitaba esa extensa lista de personas con las que deseaba encontrarme. Todas esas personas son instrumentos con los que imaginé cosas. Susy se metió en el estudio y grabó el libro entero. Las personas que participan en este disco para mí son sagradas. La presencia de Mery, de Juanete, de Pao; me faltaron algunas que se me escaparon en este disco por cuestiones de tiempo y por lo extenso de la lista.

O.C: ¿Te ayudó en algún momento esta práctica de invitar a otros a expresarte, a apoyarte en alguien más y decir «no estoy solo»? Una cosa es estar solo frente al proyecto y otra es estar con un invitado, donde de alguna forma el protagonismo se divide y también la responsabilidad de lo que se dice.

J.I: Es que, se trata de responsabilidad, hay un hecho muy contundente que es Susy. Confieso que es el único tema del disco que me genera un poco de vértigo; amo esa canción, pero me provoca esta sensación de la posibilidad de la interpretación. En ese sentido, reconozco que las palabras son de Susy. A mí me interesaba hablar de eso, pero me parecía excelente que lo hiciera una voz autorizada y comprometida, además de ser la autora de las palabras, porque literalmente la palabra es de Susy. Lo que está plasmado en el disco me aleja un poco de esa tensión que sentía, pero al mismo tiempo me permite seguir hablando de ello, que es algo de lo que quisiera hablar, como fue mi intención en «La Llorona», de hablar sobre las mujeres, y por eso están Mery y Pao. Lo pensé desde ese enfoque, por eso son solo capas de voces mías, arreglos vocales míos, algunos loops, pero el texto sobre todo lo cantan ellas. Son casos muy concretos en los que quería abordar cosas que para mí son muy importantes y que representan lo que desearía que fuera el mundo, pero que al mismo tiempo no me afectan directamente. Mañana serán otras cosas, pero es cierto y muy aguda la observación de que esas presencias me alejan de ese lugar de tensión.

O.C: ¿Cómo será el show en Platz el 27? Me imagino algo un poco performático, considerando que tu pareja es diseñador de moda.

J.I: Hoy en día,  es una para creativa más, porque cada puesta en escena, es como proponemos la canción.  Muchas veces, la escenografía se limita al vestuario. El diseño implica colaboraciones con vestuaristas, pero también descubrí algo más que me estimula: disfruto admirando la belleza que antes desconocía. La idea es seguir profundizando en ese vínculo. Para Platz, Agus también armó la escenografía de «Vórtice». El concierto será performático y será una versión extendida de lo que fue la presentación en Buenos Aires. Aquí estará la banda, además de algunas invitaciones, pero estará centrado principalmente en la banda, ya que esta vez no habrá tantas invitaciones. Queremos tirar la casa por la ventana.