Pedro y Pablo vuelve a Córdoba para presentar su disco «Unidos por el cantar».
Miguel Cantilo y Jorge Durietz surgieron como dúo al calor de la bohemia porteña de finales de la década del sesenta. El Café Concert que los vio nacer los cruzó con tipos como Jorge De la Vega, Carlos Perciavalle, Jorge Schussheim, Manolo Juarez, el universo del Instituto Di Tella y la explosión de la juventud como protagonista de la historia. El paso de los años los iba a ir convirtiendo en actores centrales de algunos momentos cruciales de la canción popular juvenil y la contracultura de nuestro país. Formaron parte de la generación de artistas desterrados que tuvo que empacar y llevarse sus canciones más allá de las fronteras para lograr sobrevivir. Fueron prohibidos y volvieron. No los dejaron cantar y eligieron decir de otro modo. Se alejaron y se acercaron en números ocasiones. Sus canciones llevan las marcas de todas las épocas y trasladan a tres generaciones que comparten auditorios a un sinnúmero de paisajes vivaces en las que la historia parece ser circular. Hace muy poco tiempo volvieron a reunir fuerzas. No para ir revival nostálgico de los que abundan por estos tiempos ni para una gira conmemorativa. Lo hicieron para editar un disco. Juntar canciones, arreglarlas, grabarlas y salir a defenderlas. Exactamente como hace casi cincuenta años atrás. “Lo que motivó la vuelta, esta vez, fue una propuesta de Miguel. Él tenía un grupo de canciones que giraban en torno a la temática, la rítmica y la melodía que siempre fueron característica del dúo. Entonces me propuso hacer los arreglos, incluir algún tema mío y hacer un disco de Pedro y Pablo. Yo no lo dude ni un minuto” dice Jorge Durietz a Otra Canción en la previa a su llegada al CPC de Argüello.
“Unidos por el cantar” reúne doce nuevas canciones que recuperan la esencia del dúo. Desde lo musical y lo poético. Desde lo filosófico y lo político. Treinta y dos años después de “Corazón sudamericano”, el último trabajo del dúo con canciones originales, el hilo conductor que enarbola el espíritu de Pedro y Pablo se mantiene firme, altivo y potente. Han pasado los años, se han perdido las inocencias pero la firmeza del pulso parece redoblarse en la nueva apuesta. Las voces juveniles con las que se identifican sus más grandes éxitos dejan lugar a las voces que se armonizan una a la otra con un poco más de esfuerzo, pero también con un candor distintivo y compromiso reforzado.
O.C: ¿Qué fibras crees que se movilizan con reencuentros como el que están protagonizando?
J.D: Las fibras que se mueven en cada momento en los que nos toca presentarnos tienen mucho que ver con cada época. Nosotros tuvimos una gran actividad a comienzos de los setenta y en el primer lustro de los ochenta, que son tiempos y climas muy distintos. Cosechamos dos tandas de públicos diferentes ahí que después, cuando volvimos en los noventa, generaban como situación común el ver en los conciertos a padres e hijos, e incluso a nietos y abuelos. Yo te diría que ahí se mueve una fibra generacional fuerte que tiene que ver también con una sensible fibra familiar de transmisión oral, musical y cultural.
O.C: También están los universos que se abarcan desde las canciones ¿No?
J.D: Sí, claro. Miguel es un escritor y para mí la canción es la conjunción perfecta entre poesía y música. Cuando alguien adopta a un artista por ser un movilizador de sus emociones y su intelecto las fibras internas se movilizan de modo significativo. Creo, igual, que también hay algo de nostalgia. Las canciones hacen que mucha gente pueda sentir una especie de revival de un momento feliz de su vida, con su familia, con sus amigos o consigo mismo.
O.C: ¿Qué lugar crees que ocupa Pedro y Pablo dentro de la historia del Rock Argentino?
J.D: El dúo tiene un lugar privilegiado como testigo de lo que sería la segunda parte del movimiento. Nosotros no éramos roqueros, nos emparentamos con el rock a partir de nuestra relación con (la comunidad platense) La Cofradía de la Flor Solar. Ellos nos mostraron y nos hicieron incursionar en músicas que nosotros no cultivábamos mucho. Nuestro aspecto más roquero era la referencia a The Betales, que eran más bien pop, y con algunas músicas que nos gustaban mucho como los trabajos relacionados con lo acústico vocal como Crosby, Stills, Nash & Young o Simon and Garfunkel. Pero después, también éramos fanáticos del Dúo Salteño. Somos parte del Rock Argentino porque el Rock Argentino engloba una gran cantidad de estilos. Formamos parte del club porque fuimos contemporáneos de todo esa melange que le dio forma al movimiento. Nosotros, en realidad somos cancionistas. Y tuvimos la suerte de ser cronistas de nuestro tiempo, con un idioma bastante directo y accesible que colaboró para entender cómo fueron cambiando los años y la sociedad.
O.C: Hablaste de las canciones. ¿Sienten que estamos en un momento en donde las canciones vuelven a ser necesarias?
J.D: Siempre son necesarios los refugios que generan las canciones. Pero nosotros no estamos en este momento bajando una línea con respecto a tal o cual cuestión social o política. En realidad, es algo en lo que yo no creo demasiado. En su efectividad. Mirá, hace unos días leía una entrevista que en el año 75 me hicieron para la Revista Pelo en la que me preguntaron si yo pensaba que la música servía para la revolución. Yo tenía 24 años y ya sabía que la música no servía para cambiar las cosas aunque sí para acompañar los procesos de cambio. Es decir, no pienso que la música sea una herramienta directa para eso. Hay gente que nos considera revolucionarios o como tipos «de armas tomar», pero nosotros siempre hicimos todo lo que hicimos desde el pacifismo y siempre nos enfrentamos a la toma de las armas y demás prácticas que conllevaban algún tipo de violencia. Si somos revolucionarios, lo somos desde la palabra y el entendimiento y no desde cualquier idea que tenga alguna connotación con la matanza.
O.C: ¿Qué de todo ese bagaje filosófico que transmite su obra crees que se mantiene?
J.D: La concepción de la vida que tenemos ahora nos ha dado un perfil que nos hace ser más prudentes que antes cuando hablamos de temas complejos, como por ejemplo la violencia. Filosóficamente estamos más reflexivos. Lo único que va a hacer que las cosas cambien para bien es la comprensión del otro. Pero también la de uno mismo. Pasa que nosotros formamos parte de una sociedad que, en el fondo, no sabe ni para qué vivimos. Nos aturdimos todo el tiempo intentando estar atentos a todo lo pasa a nuestro alrededor, lo que dice la radio, pensando en cómo vamos a pagar el alquiler y nos distraemos de ese gran misterio qué es la vida. Me parece que eso también merece una consideración. En este disco hay letras de Miguel que señalan injusticias, opresiones y cuestiones que tienen mucho que ver con lo latinoamericano. Con lo que somos, con el continente del que formamos parte y de esta idea de la patria grande que siempre tuvimos presentes en nuestras obras. Pero eso pasa porque él viajó y sus canciones están marcadas por esas influencias. Yo soy un amante de lo latinoamericano desde siempre.
O.C: Bueno, esa es una buena reseña de lo que se puede escuchar en «Unidos por el cantar», que no es otra cosa que un refuerzo al devenir histórico de la canción y la obra del dúo.
J.D: Lo que más señalamos en este disco está más relacionado con la ternura que puede haber en una pareja mayor, el descuido que como seres humanos tenemos con el medio ambiente, con la forma en que usamos los recursos del planeta, con la forma en la que matamos la vida, con la manera en la que nos estamos encaminando a un suicidio si dejamos de cuidar lo que tenemos que cuidar como lo estamos haciendo. Hay un alerta, claro, pero no está tan anclado en la cuestión política y social que está tan dura y tan enervada. Creo que es un momento para tender puentes, si se puede a través de la canción, y no ahondar grietas. Está todo tan delicado que me parece que hay que apostar a superar esa especie de ceguera que hay de ambos lados, aunque ya sabemos nunca hay sólo dos lados, por supuesto.
O.C: ¿Cómo están para el viernes? ¿Con qué nos vamos a encontrar?
J.D: Se van a encontar con nuestras canciones. Creo que estamos muy bien. Es más, me animaría a decir que en algunos aspectos que tiene que ver con lo vocal puntualmente, me parece que hemos mejorado bastante. Cantamos en la misma tonalidad, estamos más viejitos pero también más expresivos y con más polenta. Será una gran noche.
La foto del portada fue tomada por Mariano Teladi en el programa Mama Rock.