Joina es compositora, cantante y productora catalana. Su obra se mueve entre la canción experimental, el pop electrónico y la poesía sonora, con una sensibilidad que desarma cualquier etiqueta. Formada en piano clásico y con años de recorrido académico, su salto hacia la música popular no fue una ruptura sino una expansión: una forma de liberar el cuerpo sin abandonar la reflexión. En su nuevo disco —concebido como un collage afectivo y sonoro— conviven samplers domésticos, escritura automática, grabaciones de sueños y paisajes oníricos que escapan al sentido literal.
Pero más allá de lo técnico, el disco es también un proceso de duelo. Joina lo compuso tras una pérdida íntima, acompañada por su hermana Irina (directora creativa del proyecto) y por su pareja, el músico argentino Gatogaso, con quien canta en “Si Amanece”, una pieza bilingüe que entrelaza catalán y castellano como lenguas del amor y la memoria.
En esta entrevista, Joina reflexiona sobre el cruce entre lo pop y lo filosófico, la ética de lo que se omite, el sinsentido como potencia creativa, y la escucha como espacio de libertad. Lo que sigue no es solo una conversación sobre música: es una exploración de lo íntimo, lo liminal y lo colectivo. Porque como ella misma dice, “lo que a una persona le hace bailar, a otra le puede hacer llorar”. Y ahí, en esa tensión, empieza el arte.
Otra Canción: ¿Qué tipo de escucha exige tu obra y qué tipo de escucha deseás que tenga el público? ¿Hay una emoción, una imagen o una pregunta que te gustaría dejar vibrando en quien te recibe?
Joina: No sé si tengo un deseo concreto sobre la escucha. Que cada quien decida cómo y cuándo acercarse a la obra. Para mí lo hermoso del arte es precisamente eso: lo que a una persona le hace bailar, a otra le puede hacer llorar.
Me atrae la idea de experimentar con sensaciones, preguntas, gestos o incluso con la incomodidad. Estimular de una forma u otra. Que la obra provoque algo —da igual si es ternura, extrañeza o rechazo— y que cada persona haga con eso lo que quiera.
Si alguien lee esta entrevista después de haber escuchado el disco… ¡que me responda esta pregunta!

O.c: ¿Qué te interesa del cruce entre lo pop y lo filosófico? ¿Puede una canción ser un ensayo afectivo?
Joina: Creo que la canción tiene un poder muy particular, casi mágico, de llegar a la gente desde un lugar totalmente distinto al de la filosofía o de otros lenguajes. Yo vengo de la música clásica, de muchos años en la academia, y cuando empecé a tocar en una banda y a hacer mis canciones “pop” fue como abrir una fuente de goce y de descompresión. Me fascinó esa posibilidad de hacer música.
Supongo que hay algo intrínseco en mí que siempre necesita una dosis de estos dos mundos: que la música me conmueva en algún punto profundo o filosófico, pero también que me haga mover. Cuando digo mover, me refiero a que la canción esté viva, que la sienta fresca, con alguna rareza, que se salte alguna norma y me alivie un poco de la pretensión de lo profundo.
O.c: ¿Qué implica componer desde una lengua que no es la propia, pero sí la del amor? En “Si Amanece”, donde cantás en castellano y catalán junto a tu pareja, ¿cómo se negocia lo íntimo, lo lingüístico y lo afectivo en medio del duelo?
Joina: ¡Vaya pregunta! Me encanta. La verdad es que “Si Amanece” surgió de forma muy natural; de hecho, fue la más fácil de todo el disco, y la primera que hacíamos juntos con Gatogaso (quizá la suerte del principiante).
Aunque el castellano no sea mi primera lengua, la siento muy cercana, sobre todo viviendo con él que es argentino. Cada idioma tiene su sonoridad, sus imágenes… y a veces me pasa que en castellano, como no tengo tanto lenguaje viciado, me salen cosas que me interesan. En catalán me cuesta sorprenderme a mi misma, siento que muchas veces utilizo mis recursos de toda la vida.
Trabajar juntos en medio del duelo fue bonito: mucho amor y generosidad. Alguna pelea, por supuesto… pero no en esta canción. Salió muy fluida: en una tarde y una noche la teníamos prácticamente hecha.
Siento que crear con Gato tiene algo muy poderoso, porque tenemos personalidades muy distintas, y como que lo que le falta a uno le sobra al otro. Es estimulante, y es lindo cuando funciona.
O.c: ¿Qué te reveló el proceso de componer “Si Amanece” junto a Gatogaso?
Joina: En todo el disco, pero especialmente en “Si Amanece”, fue revelador ver que me gusta mucho crear colectivamente. Despegarme de mis ideas, dejar entrar a alguien ahí dentro y poder estar al servicio de la música, dejando el ego fuera. Me gusta hacer algunas partes sola, pero el intercambio de ideas me parece super estimulante e inspirador. También está bien tener alguien al lado con quien dialogar para no volverse loca.
O.c: “Albera” abre el disco con la figura de tu sobrina como luz en medio del duelo. ¿Qué te interesa de esa tensión entre nacimiento y pérdida? ¿Puede una canción ser un umbral afectivo?
Joina: Me encanta la palabra “umbral”. Con Irina, mi hermana y directora creativa del disco, hablamos mucho sobre liminalidad. Generamos esa imagen del duelo como un espacio liminal: un lugar entre dos lugares, una transición, una noche… “Albera” es justamente ese umbral donde se cruzan la vida y la muerte. El disco parte de esa realidad, y juntas fuimos creando un imaginario que habita la noche, los sueños, las vidas presentes y pasadas, y finalmente el deshielo, como metáfora del fin del invierno y el paso del tiempo.
O.c: En “Flama” y “Ulls Com Laberints” aparecen paisajes oníricos que no siempre tienen significado literal. ¿Qué te atrae de escribir desde lo que escapa al entendimiento? ¿Puede el sinsentido ser más fértil que la claridad?
Joina: En este disco experimenté mucho precisamente con el sinsentido: escritura automática, grabaciones de mis sueños, dibujos con los ojos cerrados… Me interesaba la abstracción, el caos, todo lo que deja volar la imaginación sin límites. Fue un proceso fascinante: tengo páginas de textos que poco a poco fueron dando forma al imaginario del disco. Sin esos ejercicios me hubiera costado mucho más soltarme y generar imágenes desprejuiciadas.
El disco en general funciona así: un registro medio caótico de poemas, beats hechos con samplers cotidianos, grabaciones de sueños, sonidos de la naturaleza… casi todas las canciones nacieron a modo de collage: escogía una paleta de sonidos, unas palabras de los ejercicios de escritura automática, y a partir de ahí iba jugando con lo que tenía, hasta que la canción empezaba a coger forma. Y ya después al rato le ponía la mente y allí ya se complicaba todo…
O.c: ¿Cómo se elige qué no decir en un disco tan íntimo? ¿Hay zonas que decidiste preservar, dejar fuera, proteger? ¿Qué implica esa omisión como gesto ético y afectivo?
Joina: Durante la creación del disco no me planteé mucho qué decir o qué no, porque en general no suelo escribir de forma literal. Sí me lo empecé a plantear en las primeras entrevistas que acompañaron la salida del disco.
Aun así, algunas cosas quedaron fuera de las canciones: demasiado íntimas, desbordes de emoción, o simplemente cosas que todavía eran un diálogo conmigo misma y no canción. Creo que esa omisión es un gesto afectivo: dejar que lo que llegue al disco tenga su propio lugar, sin necesidad de explicarlo todo.
O.c: ¿Qué les enseñó este proceso sobre el tiempo? ¿Puede un disco ser también una forma de duelo lento, de espera, de deshielo?
Joina: Este disco acompañó totalmente mi duelo. Fue un proceso de creación mucho más emocional que los anteriores. Escribir sobre lo que estaba pasando y superar el duelo fueron de la mano; en este sentido, sí puedo decir que sacar el disco fue parte del proceso.
En algunos momentos hacer este disco fue incómodo, igual que lo es transitar un duelo. Al mismo tiempo, ciertos momentos de las canciones también lo son: letras raras, distorsiones en los beats, cierta inorganicidad…
La verdad es que me siento orgullosa del cuidado y la honestidad que le pusimos a todo el proceso, y también de haber superado ese fregado de disco intenso y complejo donde me metí!
O.c: ¿Qué aprendiste de trabajar en un disco donde lo emocional y lo técnico están tan entrelazados?
Joina: Esto es algo en lo que estoy reflexionando más ahora, haciendo los bolos. En directo llevamos un set de teclados y sintes conectados a una instalación de luces que nos rodea, y todo lo que hacemos es muy exigente técnicamente, pero también muy emocional.
Me siento como navegando en una nave espacial, donde cada detalle importa y todo a nuestro alrededor va generando una atmósfera. Nosotros no existimos tanto en este show; estamos casi en la penumbra, cantando y tocando teclas y botones, y son las voces, la música y las luces las principales protagonistas. Es muy onírico, diferente de todo lo que había hecho hasta ahora, y me encanta.