Este sábado 4 de octubre, Córdoba volvió a abrir sus calles a la palabra. La 39ª edición de la Feria del Libro comenzó con sol, movimiento y una consigna que atraviesa todo: “Humanismo y libertad. Una ciudad y mil poéticas”. Más de 300 actividades gratuitas, un centenar de stands, ocho ciclos temáticos y una curaduría que apuesta por el cruce entre memoria, imaginación y pensamiento crítico.
Desde temprano, la Supermanzana de la Intendencia se volvió un mapa de voces que se extenderá hasta el 19 de octubre. Familias, docentes, estudiantes y lectorxs de todas las edades recorrieron las carpas, participaron de talleres, escucharon narraciones y se reencontraron con libros que no sabían que estaban buscando. El Espacio Infancias fue protagonista: con propuestas como “Hilachitas de luna” (CEDILIJ), “Bochinchedario”, “Ovi y sus amigos encuentran el tesoro” y el tren narrativo de Carlina Sena, que convirtió cada cuento en un viaje. La Feria del Libro sigue abierta como un territorio de encuentro, pensamiento y celebración. Que cada paso por sus pasillos sea una invitación a descubrir, a conversar, a leer y a volver. Porque en esta ciudad y en esta feria, la palabra sigue siendo un lugar donde encontrarnos.
A las 18, la carpa Leonor Allende recibió a Roberto Chuit y Luciano Lamberti, últimos ganadores del Premio Clarín de Novela, en una charla sobre escribir desde el interior y los bordes. A las 20, Reynaldo Sietecase ofreció una entrevista abierta sobre las tensiones entre el humanismo y la libertad, ejes curatoriales de esta edición. La jornada cerró con música en vivo de La Juli, que puso voz a la poesía urbana en el escenario Miguel Iriarte.
Pero uno de los momentos más significativos fue la entrega del Premio Alberto Burnichon al Libro Mejor Editado en Córdoba, que este año reconoció a Acuaticos, de Melina Alzogaray, publicado por la editorial Fruto de Dragon. El jurado destacó la coherencia entre texto, imagen y factura gráfica, la economía de recursos.
La feria, que este año tiene como país invitado a Japón y como ciudad invitada a Paraná, propone un recorrido que va más allá del libro como objeto: es una invitación a pensar, sentir y compartir. En un contexto donde la palabra pública se disputa, Córdoba apuesta por el encuentro, la diversidad y la creación colectiva.
El primer día dejó una certeza: la literatura sigue siendo un espacio de resistencia, juego y comunidad.
Reynaldo Sietease: pensar desde la palabra, la política y la fe el Humanismo y la libertad
La Feria del Libro de Córdoba 2025 abrió con una consigna que no se limita al eslogan: “Humanismo y libertad, una ciudad y mil poéticas”. El periodista y curador Juan Cruz Taborda Varela lo expresó con claridad: “No hay que especular mucho ni leer entre líneas para comprender las razones por las cuales tomamos la decisión de que la feria del libro llevara estos dos conceptos”. En tiempos donde el sentido de estas palabras parece desdibujarse, la feria se propuso “recuperar el significado original —si se quiere, si es que acá ya existe un significado original—, el significado por el cual la humanidad, las sociedades y la democracia misma le dieron el valor que en algún momento creíamos habían logrado”.
Invitado especial de la jornada inaugural, Reynaldo Sietecase ofreció una intervención lúcida, emotiva y provocadora. “Me siento muy honrado, realmente me parece un privilegio que me haya invitado a participar de este día de apertura de la feria”, dijo al comenzar, agradeciendo a la Municipalidad y a quienes sostienen “un espacio para el libro y para la palabra”.
Su recorrido personal entrelazó literatura, política y memoria. Recordó cómo, en tiempos de dictadura, “los militares habían cerrado las humanidades —mediante la historia, con letras— y estaban cerradas, ¿no? Fíjense hasta qué límite del absurdo”. Su ingreso a la universidad, primero como contador, luego como periodista, estuvo marcado por esa clausura del pensamiento crítico. “Yo escribo desde los 17 años”, confesó, y celebró que “por suerte siempre del lado de la escritura, de la literatura”.
La charla derivó en una reivindicación apasionada de la cultura cordobesa. Citó a Leopoldo Lugones como “uno de los escritores más admirados por Borges”, y recordó a Andrés Rivera, Daniel Salsano, Oscar del Barco, Marco Saggini y Jorge Barón Biza, entre otros. “Hay una cantidad de escritores cordobeses que me interesan o que he leído”, dijo, y celebró que “a veces está bueno que venga alguien y te diga: che, ¿sabés lo que tenés en tu provincia? Bueno, esto: un ejército sensible, lúcido”.
Pero el momento más reflexivo llegó cuando Sietease se preguntó qué significa hoy apostar por el humanismo. “El humanismo es colocar al ser humano en el centro de todo. El hombre, la mujer, su dignidad, puestos en el centro del pensamiento, de la política y de todas las actividades”. Y advirtió que “es una osadía, porque es un momento donde se dispone una lógica mercantilista de la vida, donde es más importante tener que ser —o al revés: sos porque tenés”.
También se refirió a la palabra libertad, que “parece que alguien hubiese secuestrado”, y recordó que tras la Revolución Francesa venía escoltada por igualdad y fraternidad. “Pareciera que hay alguien que está dispuesto a separarla”, dijo, llamando a recuperar su sentido profundo. Para él, “el fracaso del socialismo real, en gran medida, tiene que ver con eso: el intento de igualdad limitó la libertad”. Su propuesta es clara: “¿Cómo hago para tener el mayor grado de libertad posible dentro de cuadros jurídicos que permitan el mayor grado de igualdad? Y para lograrlo se necesita fraternidad también”.
La educación fue uno de los puntos más críticos. Citó un relevamiento de Argentinos por la Educación: “Solo uno de cada diez chicos que comienzan la secundaria la terminan en tiempo y forma. ¡Solo uno! Debería ser el tema en la Argentina. Debería ser la gran discusión”. También habló de la necesidad de consensos básicos: “Si no podemos acordar la lucha contra el narcotráfico, que nadie pase hambre, que nadie… no podemos acordar nada. Nada”.
Su pensamiento ideológico es claro: “Tengo una formación de izquierda, también humanista, no partidaria”. Pero eso no le impide reconocer políticas correctas de gobiernos de derecha. “Hay cosas que siento que son pre-ideológicas. Lo único que quiere una familia de derecha, de izquierda, radical, peronista, es que su hija vuelva a casa sana y salva. Eso es pre-ideológico”.
En el tramo final, Sietease abordó la fe desde un lugar íntimo y respetuoso. Se definió como “dudante”, alguien que no cree pero que admira profundamente la espiritualidad ajena.
El elogio más profundo llegó al hablar del Papa Francisco. “Francisco era fundamentalmente el Papa de los no católicos”, como lo definió Javier Serra. “El Papa anticlerical, contrario a la jerarquía que establece la Iglesia Católica”. Su vínculo con el Padre Paco Olveira —referente social en la Isla Maciel y personaje en su novela No Pidas Nada— fue clave para comprender el impacto de Francisco en los barrios. “Él me contaba lo que venía haciendo Bergoglio con los sacerdotes en los barrios, cómo iba poniendo en determinados lugares a toda gente muy comprometida con la cuestión social”.
Aunque no cree, admite que “la fe es una cosa maravillosa para el que la tiene” y que “en el fondo me da cierta envidia cuando veo a alguien muy creyente”. Reconoce que Francisco “movió un poco el transatlántico” de la Iglesia, aunque desde afuera ese cambio parezca imperceptible.
La conferencia fue, en definitiva, una invitación a pensar. A pensar con otros, a pensar desde la literatura, desde la historia, desde la experiencia. Y a resistir, desde la palabra, los discursos que vacían de sentido lo humano, lo libre y lo espiritual.:
Humanismo y libertad: ¿consigna o urgencia?
En tiempos donde los eslóganes se repiten como mantras vacíos, la Feria del Libro de Córdoba 2025 se atreve a devolverle espesor a dos palabras que suelen ser usadas como escudo o mercancía: humanismo y libertad. No como etiquetas, sino como preguntas abiertas. ¿Qué significa hoy poner al ser humano en el centro, como propone Reinaldo Sietecase? ¿Qué implica defender la libertad sin que se convierta en un privilegio de unos pocos?
Sietecase no ofreció respuestas cerradas. Su intervención fue un tejido de memoria, política y fe, donde cada hilo tensionó el sentido común. Al recordar el cierre de las humanidades durante la dictadura, nos recuerda que pensar es un acto político. Al hablar de educación, nos enfrenta al dato brutal de que solo uno de cada diez chicos termina la secundaria en tiempo y forma. Y al abordar la fe desde la duda, nos muestra que incluso el descreído puede encontrar belleza en la espiritualidad ajena.
Lo más potente, quizás, es su insistencia en lo pre-ideológico: ese terreno donde el deseo de que una hija vuelva sana a casa no necesita partido ni doctrina. Es ahí donde el humanismo se vuelve carne, y la libertad deja de ser slogan para convertirse en práctica.
La feria, entonces, no solo celebra la palabra. La pone en tensión, la interroga, la devuelve al barro de lo real. Porque si el lenguaje puede ser trinchera, también puede ser refugio. Y en ese cruce, entre la lucidez y la ternura, entre la crítica y la fe, se juega algo más que una consigna: se juega el derecho a seguir pensando.
La Feria del Libro de Córdoba continúa desplegando su programa con charlas, presentaciones, lecturas y encuentros que celebran la palabra en todas sus formas. En tiempos donde pensar es urgente, este espacio se vuelve refugio y trinchera, celebración y pregunta. Que cada lector, cada visitante, cada curioso que se acerque encuentre en estas jornadas una chispa, una conversación, una página que lo acompañe. Porque el humanismo y la libertad no son solo conceptos: son prácticas vivas, y esta feria es una de ellas.
