Entre Mujeres y Recuerdos: La Complejidad de ‘Apegos Feroces’ de Vivian Gornick

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Vivian Gornick es la autora de «Apegos feroces«, una autobiografía que retrata su infancia en el Nueva York de mediados del siglo XX, repleta de casas de vecindad, vecinos excéntricos y disputas intraétnicas. La historia comienza con la llegada de una nueva vecina, Nettie, quien cautiva a la joven Vivian, que la compara con la famosa actriz Greta Garbo. Nettie, que al principio no tiene marido porque él está en la Marina Mercante, se convierte en un personaje intrigante, pero su vida da un giro trágico cuando su esposo es asesinado en una pelea en un bar.

A medida que Nettie se adapta a su nueva vida, su belleza deja de causar recelo entre los vecinos, y comienza a visitar a los Gornick con frecuencia. Sin embargo, Vivian pronto se da cuenta de que los hombres que entran y salen del apartamento de Nettie no son solo amigos, lo que la lleva a irrumpir en su hogar un día y presenciar una escena que la impacta profundamente.

Por su lado la madre de Gornick, de origen judío, intenta guiar a su hija a pesar de sus largas horas de trabajo. La muerte del padre de Vivian la sumerge en un duelo insoportable, un dolor que la aísla de sus hijos, vecinos y amigos, dejándola atrapada en su sufrimiento.

Desde Upper Broadway hasta la Quinta Avenida, y de la calle 23 a las tiendas de delicatessen, Gornick y su madre recorren Manhattan, enfrentándose a las tensiones que surgen entre ellas. Las mujeres judías de su entorno, a menudo descritas como «campesinas urbanas», son chismosas y combativas, pero también representan una fuente de fortaleza y apoyo. Bess, la madre de Gornick, es una mujer inteligente que, a pesar de haber sido comunista, sostiene que el amor es el único tesoro que realmente vale la pena en la vida de una mujer. Gornick tenía solo 13 años cuando su padre falleció tras varios ataques cardíacos.

El telegrama del hospital que informa sobre su muerte deja a Bess sumida en un dolor y una depresión que la acompañarán de por vida, impidiendo que su hija exprese su propia angustia. La ansiedad y el miedo se convierten en un vínculo que une a Gornick con su madre.

La mayor parte de la novela se centra en la compleja relación entre Vivian y su madre, una interdependencia tóxica que se desarrolla a lo largo del tiempo. Gornick narra su historia desde dos perspectivas: su relación actual, cuando ambas son mayores, y su infancia en el Bronx.

A través de su relato, Gornick retrata la vida en un bloque de viviendas de familias judías, donde su madre vive atrapada en un duelo interminable. En sus paseos por Manhattan, llenos de reproches y recuerdos, Gornick desentraña su lucha por encontrar su identidad y su lugar en el mundo. Desde una edad temprana, se ve influenciada por dos modelos femeninos opuestos: su madre y Nettie, cuyas vidas y elecciones impactan profundamente su relación con los hombres, el trabajo y otras mujeres a lo largo de su vida.

Mujeres, Memoria y la Búsqueda de Voz

«Apegos feroces» podría ser, para muchos, una reflexión sobre las relaciones afectivas conflictivas: las materno-filiales, las de pareja y las sexuales. Es una historia de mujeres con mujeres, tal como lo define su propia autora, quien es una de las abanderadas del feminismo en la literatura y una de los artífices de la revolución cultural de los años 60 en su país.

Es importante reconocer que el libro está escrito de forma fragmentada, lo que nos ofrece retazos de historias y constantes saltos en el tiempo, teniendo como único hilo conductor el paseo de Vivian con su madre por las calles de Nueva York. Esta forma de escritura se desarrolló después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la narración tradicional comenzó a perder sentido.

Otro de los temas centrales de «Apegos feroces» es la necesidad de la autora de conciliar su voz, un dilema eterno para las mujeres creadoras y artistas: la búsqueda de un espacio para crear. Esto me recordó mucho el famoso libro «Una habitación propia» de Virginia Woolf.

Es interesante cómo se abordan las relaciones de Gornick con los hombres que aparecen en el libro, como su amigo de la adolescencia, quien con el tiempo se convertirá en rabino, y su marido, con quien establece una relación que no les permite disfrutar de una vida juntos, entre otras interacciones.

No podemos olvidar el contexto histórico y social en el que se sitúa el libro. Vivian Gornick estudió en la universidad en la década de los 50, una época en la que las mujeres se casaban a los 19 o 20 años. Su madre fue, de alguna manera, una adelantada a su tiempo; además de ser una institución en su vecindario, tenía un marcado perfil político y, en muchos aspectos, estuvo libre de convenciones, como lo demuestra su apoyo a Nettie, la vecina gentil que se queda sola y desprotegida en un barrio judío donde no es aceptada.

Entre la Autoficción y Autobiografia

Según algunos escritores, el libro de Gornick se enmarca en el concepto de autoficción, un término que ha sido cuestionado por ciertos eruditos. Si se considera una biografía, debería pertenecer al género de no ficción, en el que se destacan autores como Truman Capote, Tom Wolfe o Joan Didion, quienes son claramente identificados con este estilo. Esto se complica porque la misma Gornick ha admitido que algunas partes de «Apegos feroces» son inventadas, como el encuentro con el vagabundo, lo que ha generado críticas entre intelectuales.

A pesar de esto, Vivian Gornick queda fuera de ese celebrado género al narrar su vida. Las escrituras del yo enfrentan problemas con lo que se denomina el «pacto de lectura». Según los académicos, la autobiografía, la memoria y la autoficción son tres subgéneros que deben considerar el pacto con el lector, el compromiso con la verdad, la recreación y las licencias que se toma el autor para transmitir determinadas ideas. La crítica ha calificado «Apegos feroces» como un ensayo personal, una novela autobiográfica o un clásico del memorialismo norteamericano.

Personalmente, encuentro interesante los recuerdos de la infancia que Gornick comparte, así como la descripción de la vida en Nueva York durante las décadas de 1930 y 1940. La estrecha relación entre los vecinos y la vida en un barrio popular de la gran ciudad estadounidense son aspectos que enriquecen su relato.

"Cuentas pendientes", de Vivian Gornick