Tras Alta complejidad y Vidas ajenas, Nando Varela Pagliaro lanza Mi tormenta, su tercer trabajo solista y quizás el más íntimo y visceral hasta ahora. Producido por Acho Estol, el disco reúne a figuras como Manuel Moretti (Estelares), Cucuza Castiello, Yacaré Manso y La Chicana, generando un cruce artístico tan diverso como atractivo. En clave de tango canción, Nando se anima a explorar nuevas sonoridades sin perder su raíz barrial y ciudadana, uniendo milonga, chacarera y poesía urbana en ocho composiciones que funcionan como piezas singulares, pero que juntas conforman una obra profundamente emocional.
En esta entrevista, Nando nos invita a recorrer ese universo donde la lluvia es metáfora de lo inevitable y la tormenta, símbolo del desasosiego interior. Las canciones hablan de relaciones que se rompen y se rearman, del intento desesperado por conquistar al otro, del duelo de soltar a quien ya no está, y de la memoria del barrio como refugio. El tango aparece como crónica, como testimonio, como gesto de cuidado. “Me di el lujo de escribir dos tangos —dice Nando—: uno sobre mi barrio y All Boys, que para mí son lo mismo, y otro sobre el amor en tiempos de WhatsApp”.
Músico y Licenciado en Comunicación Social, Nando forma parte del grupo Hijos de Babel, con seis discos editados y colaboraciones con artistas como Litto Nebbia, Willy Crook, Iván Noble, Hilda Lizarazu, Leo García, Los Tipitos, El Bordo, Ella es tan Cargosa y Hernán Casciari. En el plano literario y periodístico, publicó el libro Solo se trata de escribir y las plaquetas Poemas perdidos y Un mundo que no existe, además de colaborar con medios como La Nación, Tiempo Argentino y Revista Quid. Desde 2022 lleva adelante Verso a verso, un ciclo de creación colectiva por el que pasaron referentes como Víctor Heredia, Teresa Parodi, Flavio Cianciarulo, Peteco Carabajal y Kevin Johansen.
Esta conversación es una invitación a mojarse con esa lluvia que “siempre llovió y es un misterio que no tiene explicación”, a escuchar el eco del “pibe que llovió hace un tiempo atrás”, y a entender que hasta los perros se esconden cuando el miedo es de todos. Porque en las canciones de Nando, lo que parece caos se vuelve sentido, y lo que se perdió, encuentra su lugar en la voz.
O.c: ¿Quién es Nando Varela Pagliaro para quienes todavía no te conocen?
Nando: Soy alguien que intenta ponerle música y palabras a lo que le pasa, a lo que vive. Desde hace ya un tiempo escribir y cantar es mi manera de entender el mundo, de encontrar sentido en lo que a veces parece un caos. Creo que también me podría definir con una canción que se llama Soy un impostor, pero debería haberse llamado autorretrato. Ahí digo, entre otras cosas, que “Soy el que no se ríe nunca en las fotos, soy un coleccionista de amores rotos, en las primeras citas siempre fracaso, aunque me sale bien hacerme el payaso. Para ser feliz no soy muy dotado, ayer perdí la guerra con mi pasado.”
O.c: ¿Por qué elegiste el título Mi tormenta? ¿Qué te atravesó para nombrarla así, y qué apareció primero: la tormenta como imagen o como estado emocional?
Nando: La tormenta está tomada como una imagen de esos días oscuros, que como canta Moretti, a veces son tan necesarios. Mi tormenta es propia, pero también es de quien la escuche, porque todos cargamos con una.
O.c: ¿Qué te llevó a convocar voces tan distintas como Cucuza Castiello, Dolores Solá y Manuel Moretti y Yacaré Manso?
Nando: Son voces que admiro y que enriquecen cada una de las canciones. Me gusta cuando en los discos hay pluralidad de voces, no solo una y menos si es la mía.
O.c: ¿Qué lugar ocupa el barrio en estas canciones? ¿Hay una geografía emocional detrás de cada letra?
Nando: El barrio en mi caso es mucho más que un escenario: es el lugar en que vivo y me encuentro con quien fui, pero también con quien quiero ser.
O.c: ¿Cómo fue trabajar con Acho Estol en la producción? ¿Qué te ayudó a descubrir o soltar?
Nando: Me encantó trabajar con Acho. Sin dudas, es de los mejores compositores que tenemos y haber podido trabajar en mis canciones con él fue muy enriquecedor. Tiene una sensibilidad enorme para leer las canciones y potenciarlas sin traicionarlas. Creo que con este disco y gracias a Acho se abre un nuevo camino dentro de mi música que seguramente iré alternando con mi otro costado más cancionero.
O.c: La encuentro una obra por momentos muy simbólica. ¿Qué rol juega la justicia simbólica en tu obra? ¿Hay una búsqueda de reparación en tus letras?
Nando: Cantar o escribir es una forma de darle lugar a lo que quedó pendiente, de reparar ausencias, dolores, olvidos. No es justicia en un sentido jurídico, pero sí simbólico: que algo quede dicho, que no se pierda.
O.c: ¿Cómo dialogan tus letras con tu oficio de periodista y escritor?
Nando: En mi caso, tanto el periodismo como la escritura de canciones parten de lo mismo: la curiosidad. Soy curioso por naturaleza, necesito entender, preguntar, mirar más allá. El periodismo supongo que me dio herramientas para indagar lo que pasa afuera y las canciones me permiten explorar lo que me pasa adentro. Ambos oficios comparten esa búsqueda, ese asombro frente a lo que nos rodea.
O.c: Floresta era una fiesta es una canción que convierte el recuerdo en territorio, y al barrio en un cuerpo que vibra entre la infancia, el fútbol y la pérdida. No hay nostalgia ingenua, sino una ternura que sabe que lo que se fue también nos sostiene. El tango se vuelve crónica, y la voz de Cucuza, testimonio. ¿Sentís que esta canción funciona como una forma de cuidar lo que ya no está, como si cantar fuera también una manera de abrazar el pasado? ¿Cómo aparece el barrio como personaje más que como escenario?
Nando: Exactamente: cantar muchas veces es abrazar lo que ya no está. El barrio aparece como un personaje porque tiene voz, tiene vida. No es solo un decorado: es alguien que te acompaña, que te marca. Y sí, hay una intención de cuidado: de que lo que ya no existe siga vivo en la memoria, al menos en la mía.
O.c: Otra lluvia que se hizo canción. ¿Por qué elegiste mencionar los techos de chapa y cartón? ¿Qué querías que resonara en esa imagen?
Nando: La lluvia tiene algo de igualador: cae sobre todos, no distingue. Pero al mismo tiempo nunca se vive igual. No es lo mismo escucharla bajo un techo de tejas que bajo uno de chapa o de cartón. Quise que resonara esa tensión: lo universal y lo desigual. La lluvia puede ser poesía, nostalgia o incluso fiesta, pero para muchos también es fragilidad, goteras, miedo. Esa imagen me parecía honesta: mostrar que hasta en lo que parece igualitario, como la lluvia, se cuela la diferencia social.
O.c: Qué significa que “siempre llovió y es un misterio que no tiene explicación”?
Nando: Que hay cosas que no cambian, que se repiten como un ciclo que nos excede. La lluvia es metáfora de lo inevitable: llega, se queda, se va… y nunca terminamos de entender por qué.
O.c: ¿Qué te revela el reflejo del “pibe que llovió hace un tiempo atrás”? ¿La infancia es un lugar al que se vuelve cada tanto o con el tiempo se disuelve?
Nando: Ese pibe sigue estando, aunque a veces se esconda. No creo que la infancia se disuelva, más bien se transforma. Yo siempre vuelvo a la infancia cuando algo me sacude, cuando necesito recordar quién soy de verdad.
15. ¿Qué te dice el gesto de que “hasta los perros se esconden”? ¿Hay una lectura del miedo colectivo?
Nando: Sí, claro. Los animales suelen anticipar lo que viene, leer lo que nosotros todavía no vemos. Que hasta los perros se escondan habla de una señal compartida, de un miedo que no es individual sino de todos.