El sábado 16 de agosto, Emiliano Ferrer presenta su primer disco solista en Páramo Cultural (Boedo), acompañado por Juan Miguens en contrabajo y Joaquín Benítez en bandoneón. El álbum, ya disponible en plataformas digitales, reúne seis composiciones originales y una versión íntima de “Ave de paso” (Cadícamo–Charlo), y propone un lenguaje instrumental que dialoga con el tango, el folklore y la improvisación.
Grabado entre marzo de 2024 y febrero de 2025 con apoyo del INAMU, el disco se afirma en una estética porteña, sin artificios ni postproducción, y con una tímbrica tradicional: guitarra criolla, contrabajo y bandoneón. Ferrer eligió una antigua imagen del Viejo Gasómetro como portada, en homenaje a su padre y a San Lorenzo, dos pasiones heredadas.
La presentación en vivo será un concierto íntimo que recorrerá el repertorio del disco, composiciones inéditas y clásicos del tango.
Otra Canción:: Me imagino que estás preparando la presentación del disco el 16 de agosto en Páramo Cultural.
Emiliano: Así es, ahora estoy totalmente abocado a eso. Claro, también con todas las otras obligaciones de la vida, pero la cabeza está puesta ahí.
O.c: Ya que mencionás otras obligaciones, ¿qué otras cosas hacés además de la música? ¿Vivís de esto o tenés otro trabajo?
Emi: No, claro. En este momento también doy clases. En otras oportunidades trabajé de otras cosas, algunas más difíciles, pero siempre intentando que tenga que ver con la música.
O.c: Si bien no vivis de tocar, si vivís de la música . En Córdoba hay músicos que hacen rock pero viven del cuarteto, porque es lo que más se mueve. ¿Vos cómo lo vivís?
Emi: Yo nunca renegué de eso. Siempre agarré lo que saliera, fuera la música que fuera. Hace poco toqué en un cumpleaños, cerramos con temas de Sandro. Aunque lo mío es más el tango y el folclore, disfruto tocar otras cosas también. No me cierro, porque es laburo.
O.c: Investigando un poco tu recorrido, vi que estuviste en muchos proyectos colaborativos. ¿Por qué decidiste ahora dar el salto con un proyecto propio?
Emi: En realidad, siempre tuve proyectos propios, pero compartidos con otra gente. Capaz no me animaba a hacerme cargo del todo, a tomar todas las decisiones. Era más cómodo escudarse en el grupo, repartir la responsabilidad. Esto fue algo que fue decantando, creo que tiene que ver con la personalidad, con ser más para adentro.
O.c: Pienso en lo que decías sobre la responsabilidad en los proyectos. Este disco lleva tu nombre: Emiliano Ferrer. ¿Sentís un peso mayor al estar al frente? ¿Hubo un quiebre que te llevó a decir “es ahora”?
Emi: Sí, totalmente. En este proyecto decidí que fueran casi todas composiciones propias, así que el riesgo es mayor. Si suena mal, encima los temas son míos. Pero fue un proceso de revalorizar mis cosas, de animarme a sacarlas. Me costó mucho. El disco lo grabamos en marzo del año pasado y recién ahora está saliendo. Hubo un tiempo en que ni lo escuché, lo cajoneé. Me costó abordarlo, editarlo, avanzar. Pero con mucho trabajo personal lo fui consiguiendo.
O.c: ¿Por qué te costó tanto sacarlo? Uno pensaría que, si ya lo tenés grabado y editado, lo lógico sería querer compartirlo rápido.
Emi: Ya había grabado otros dos discos de guitarra sola que nunca saqué. Uno en 2020, antes de la pandemia, y otro dos años después. No pasaban mi filtro personal. Me parecía que no estaban del todo. Pero también fui aprendiendo a ser más amable conmigo. Con este disco me obligué a sacarlo. El otro día leía una nota de Fabián Casas, que hablaba de reírse de uno mismo. Él sacó un libro con cuentos que no habían pasado otros filtros. No es que me ría de mí, pero sí lo tomé como: “esto es lo que soy, ni más ni menos”.
O.c: Hablando de esos discos anteriores, siento que este nuevo trabajo cierra un vínculo. Aunque está atravesado por el tango, también se respiran otras músicas: algo de jazz, algo folclórico. ¿Cómo conviven esos géneros en tu proceso de composición?
Emi: Yo toqué mucho folclore antes de entrar al tango. De hecho, llegué al tango después de tocar folclore, y sigo tocando folclore también. El jazz es un género que estudié un poco, aunque no lo toqué mucho en vivo. Pero lo escucho y me gusta. A la hora de componer, no es que uno decide volcar eso. Creo que uno ya lo tiene incorporado. Cuando componés, hacés lo que podés con las herramientas que tenés, con lo que te fue formando el oído. Entonces, sí, se filtran cosas, como la forma de hablar.
O.c: Escuchando el disco, hay un tema que me llamó la atención: “Milonga para Vigo”. Me hizo pensar en San Lorenzo, en el tango, en cómo uno llega a esa música. Yo, por ejemplo, soy de los noventa, mi viejo no escuchaba tango, pero con los años uno lo aborda. ¿Hay algo de esa herencia familiar en tu vínculo con el tango?
Emi: Sí, mucho. Mi papá era muy mayor y escuchó tango toda la vida. Nunca renegué del tango, siempre me gustó. Fue algo que compartimos. Y lo de San Lorenzo también es parte de esa herencia. Soy bastante fanático, bastante termo, y quería que eso estuviera presente en el disco.
O.c: Si no me equivoco, en la tapa del disco se ve el viejo gasómetro, ¿puede ser?
Emi: Sí, es la cancha vieja, la que Carrefour sacó en la época de la dictadura.¿Por qué elegiste esa imagen? ¿Hay una intención política, una forma de recuperar cierta historia?
Emi: Me gustan mucho las portadas de los discos de ECM, esa discográfica europea. Tienen imágenes simples, letras sobrias. Y esta foto me encantaba. Cumplía con muchas cosas: me gustaba cómo quedaba, era en blanco y negro, y además, siendo música instrumental, quería que mi primer disco reflejara algo muy importante de mi identidad: ser hincha de San Lorenzo. Me pareció pertinente.
O.c: Tengo entendido que este proyecto es la primera vez que tocás con Juan Mingues y Joaquín Benítez. ¿Cómo fue tomar la decisión de grabar un disco sin haber tocado juntos antes?
Emi: Con Joaquín sí habíamos tocado por separado, pero nunca los tres juntos. Para grabar el disco, había ganado el subsidio del Inamu. Cuando llegó la plata, me obligué a cerrar los temas, escribirlos más o menos bien. Como el presupuesto era ajustado, pensé en gente con buena onda, que pudiera resolver rápido sin ensayar mil veces ni grabar mucho. Elegí a Juan y Joaquín porque sabía que me iban a aliviar esa carga: coordinar estudio, ensayos, comida, fotógrafos… todo eso que no se ve pero lleva mucho tiempo.
O.c: ¿Y cómo fue el aporte de ellos al disco?
Emi: Fue fantástico. Si te muestro lo que escribí para que ellos toquen, es el tres por ciento de lo que terminó sonando. Le pusieron muchísimo de ellos, y eso está buenísimo para el disco.
O.c: Este es un disco instrumental. La música sin letra muchas veces llega de otra forma. Cuando hay letra, puede atraparte aunque la música no te convenza. Pero en lo instrumental, tiene que llegarte la música. ¿Cómo lo pensás a la hora de componer? ¿Sentís que es más difícil llegar a un público más amplio?
Emi: Puede ser, sí. Seguramente es más difícil. Yo nunca llegué a un público masivo, así que no lo sé con certeza. En otras épocas escribía letras, incluso canté cosas que no debería volver a hacer. Pero hace tiempo que no tengo ese impulso de escribir o de ponerle música a una letra. Me ha pasado que amigos le pusieron letra a cosas instrumentales mías, y ese proceso me gusta. Es algo que me gustaría explorar más en el futuro, pero por ahora estoy enfocado en esto.
O.c: De todos modos, creo que la música instrumental también transmite ideas, estados, mensajes. Este disco, al menos para mí, está muy anclado en el tango, y también en el barrio. ¿Cuál dirías que es el concepto sonoro del disco?
Emi: El concepto fue, primero, una especie de posicionamiento en la elección tímbrica: guitarra criolla, contrabajo y bandoneón. Algo bastante tradicional, sin postproducción, sin artificios. Somos nosotros tocando en tiempo real. No digo que lo otro esté mal, pero esta fue la idea y la posibilidad en este caso. Como decís, puede que esté anclado en el barrio, en el tango. No sé si fue buscado, pero es lo que salió. La elección de los temas tuvo que ver con que funcionaran en el formato del trío, y que tuvieran una línea estética más porteña, si se quiere.
O.c: Pensando en que este es un disco instrumental, y que decidiste ir hacia lo tradicional en un momento donde gran parte de la industria busca modernidad o un “nuevo tango”, ¿sentís que hay una postura política en rescatar lo tradicional?
Emi: Puede ser que sí. Por otro lado, esto lo hago en principio para mí, sin pensar que vaya a tener demasiada repercusión. Entonces, trato de disfrutarlo y hacer la música que me gusta, de la forma que me gusta. No especulo con pegarla o entrar en determinados círculos. Si pasa, buenísimo, pero no es un anhelo personal. Y creo que si uno hace las cosas desde un lugar genuino, sin pensar tanto en renovar el género, capaz que igual sale algo nuevo. A veces se mezclan elementos, pero no desde la especulación.
O.c: De los siete temas del disco, hay solo una reversión: “Ave de Paso” de Cadi Cammon. ¿Por qué elegiste ese tema?
Emi: Es un tema que me gusta mucho, sobre todo la melodía. Lo venía toqueteando hace tiempo y tenía ganas de incluir un tema solista. Es el único del disco que no es mío y también el único que es solista, sin bandoneón ni contrabajo. Me gustó el clima que se armaba, y como lo tenía más o menos armado, lo incluí. Tiene una letra hermosa, aunque en el disco no aparece, claro. Pero siempre me gustó mucho.
O.c: También hay un tango que se llama “Barrio San Miguel”. ¿De dónde surge ese nombre?
Emi: El Barrio San Miguel es un barrio de Puerto Madryn, bien al oeste, alejado del mar. Viví en Madryn dos años, y en ese barrio dirigí una orquesta infantil de música popular. Ese tango se lo dediqué al barrio, a las familias de la orquesta, a los profes, a la coordinación. Fue un intento de devolverles todo lo que me dieron. Fue un lugar donde me sentí muy feliz, muy contenido, y donde pudimos hacer un laburo muy lindo.
O.c: Pensando en esa experiencia con la orquesta infantil, ¿qué rol creés que tiene la música en estos momentos de crisis social?.
Emi: creo que la música puede generar espacios de contención y de proyecto común. En las orquestas infantiles y comunitarias donde trabajé, eso se vivía. En Capital estuve muchos años en una orquesta en el barrio Ciudad Oculta —el de la película Elefante Blanco—, y en un momento llegamos a ser siete profes. Había muchísimos chicos. Hoy quedan solo dos profesores. Los recortes desarticulan esas experiencias, nos encierran más en lo individual. Más allá de unir o no opiniones, está bueno tener un objetivo común.
Mauro: Yo estuve una vez en Ciudad Oculta . Me sorprendió cómo se vive el arte y la música en ese lugar.
Emi: Sí, hay murgas, hay muchas cosas que se sostienen a pulmón desde hace años. Es un barrio que apuesta mucho a la cultura, tradicionalmente. Está cerca de Lugano y Mataderos, también muy ligados a lo popular.
O.c: Para ir cerrando: se viene la presentación del disco el 16 de agosto. ¿Qué expectativas tenés?
Emi: Me encantaría que podamos viajar, incluso a Córdoba. Tengo parte de mi familia allá, en Villa Allende. En lo que es gestión soy malísimo, pero bueno, nos vamos a ir curtiendo. Me gustaría que el disco circule.
O.c: Pienso que los discos suelen ser como una fotografía de lo que uno vive y siente. ¿Sentís que este disco ya es viejo para vos, o todavía lo estás habitando?
Emi: En este caso, como es un grupo que no tocó tanto, y la presentación va a ser casi la primera vez que toquemos en vivo, tengo esa expectativa de ver qué pasa. Pero sí, siempre hay un ojo puesto en otras cosas. Tengo otros proyectos, cosas que estamos grabando con otra gente.
O.c: ¿Esos otros proyectos también están ligados al tango?
Emi: Sí, tengo un dúo con otro guitarrista que hace tango. Estamos trabajando en eso también.
O.c: Me contabas que en uno de tus proyectos trabajan sobre versiones de piano solo, adaptándolas al formato de dos guitarras. ¿Cómo es ese proceso?
Emi: Sí, no hacemos temas propios, pero adaptamos grabaciones de solistas de piano. Es un lenguaje muy particular, y en esa transformación se vuelve guitarrístico. Dentro del tango, el repertorio para guitarra es amplio pero muy visitado, así que está bueno buscar por afuera. Eso te obliga a investigar, a escuchar mucha música. Y eso siempre me gustó tanto o más que tocar: escuchar, conocer. Cada vez que aprendés algo, te das cuenta de lo poco que sabés. No te alcanzan cinco vidas para todo lo que uno quisiera.
O.c: Es un trabajo difícil, ¿no? No siempre es fácil trasladar del piano a otro instrumento.
Emi: No, no lo es. Pero justamente por eso es interesante. Y también tengo otras composiciones que pienso hacer más adelante para ese mismo trío. Ahora quiero ver qué pasa, si se mueve un poco, cómo se da todo.