En tiempos de distanciamiento social, las experiencias primeras suelen replicarse en los aspectos de la vida cotidiana como pocas veces antes ha sucedido en la historia reciente de la humanidad. Los cambios que llegan en formato de torbellino llegaron el pasado fin de semana a la vida de los 1915, la banda integrada por Cruz Hunkeler, Penzo, Jeremías Alegre y Alejo Freixas, que el sábado tuvo su primer concierto vía streaming.
Casi cinco meses después de haber lanzado Los años futuros, su tercer disco en estudio, el cuarteto sumó a Nano Cantarini para dar forma a un quinteto que se hizo cargo de una noche especial. Cruzada por los nervios del debut en el universo de los conciertos virtuales, pero con la seguridad de tener algo para mostrar y confiando en que todo lo que puede suceder alrededor de eso, ocupará una espacio complementario en la atención principal de quienes se conectaron desde sus dispositivos.
El instrumental Merienda, uno de los dos temas de Dual (el primer disco de 2016), fue el elegido para romper el hielo en una noche en la que la distancia buscó romperse a través de la incorporación de un número de WhatsApp que permitió que los seguidores (centralmente ubicados en México y Argentina) pudieses dejar su mensaje. Según sus propias palabras, recibieron más de 300, aunque la idea de compartirlos durante el concierto no haya estado del todo bien resuelta.
Sin solución de continuidad, llegó seguidilla de grandes éxitos de Bandera (2018): Prisma, Invencible y Canción de bolsillo. La dificultad principal para comentar conciertos vía streaming pasa por la imposibilidad de dar cuenta de las atmósferas que se generan en los momentos en que las canciones se ejecutan. Indefectiblemente, allí se pierde la posibilidad de percibir la forma en que cada una de las obras “prenden” en el público de ocasión, proyectando quizás su destino en el inconsciente colectivo.
“Queremos guardarnos la presentación para el vivo tradicional”, decía Cruz Hunkeler días antes del concierto dejando expuesta su deseo de poder volver, lo antes posible, a compartir esos espacios tradicionales para el encuentro entre las canciones y los seguidores de los “milnueve”.
Uno de los icónicos archivos históricos de las Abuelas de Plaza de Mayo dio pie a El Enemigo, tema que se enumera entre los más «abiertos» entre el repertorio del grupo que se caracteriza por no dejar nada librado al azar en materia de posicionamientos políticos. No los fuerzan ni los esconden, quizás allí radique la frescura de un mensaje cuya contundencia los proyecta generacionalmente hacia atrás: la banda que les hijes le enseñan a escuchar a sus padres.
Antes y después, un puñado de videos sirvieron como una especie de intervalo musical en el que la banda dejó los instrumentos por un rato. Allí, se sucedieron saludos de amigos y seguidores, entre los que se destacó el de Guille Porro, el productor del disco que contó algunos aspectos relacionados con la grabación del material que hasta el momento no había protagonizado ninguno de los momentos que se habían sucedido en casi 35 minutos de concierto. Lo que siguió fue quizás lo menos “logrado” de la noche.
Replicando algunas de las conversaciones que la propia banda había llevado adelante durante la pandemia a través las diferentes redes, el cuarteto ocupó una especie de living en el que mantuvieron un diálogo con el cordobés Matzorama. La intención de generar un clima distendido en el que el público se pudiese encontrar con “algo más”, más allá de la música, chocó con los inconvenientes técnicos que a esta altura ya ocupan lugares top entre los temores de artistas y productores: la conectividad, en tiempos de pandemia. Dicho esto. ¿Son los concierto vía streaming un lugar para seguidores y conocidos; o hemos alcanzado un desarrollo en el que también se suman escuchas curiosos, como los que solían andar de bar en bar y de concierto en concierto? Allí hay algo para rever; porque la charla, amistosa y entretenida para los propios, tuvo momentos en los que corrió el riesgo de tornarse innecesaria para los extraños y las visitas ocasionales.
Lo que siguió fue lo mejor del concierto. No sólo porque aparecieron las canciones de Los años futuros, sino porque evidente ese es el lugar en el que la banda mejor se encuentra en la actualidad. La última foto, la imagen más presente.
Sólo acompañado por su guitarra, Cruz arrancó la última parte del set con Paranoico, la canción que minutos antes (en un video) había sido elegida por Goyo Degano como “su preferida”. Le siguieron el contundente No les creo y Balsa, dos de Los años futuros, el material que iba a ser el gran protagonista de la seguidilla definitiva del concierto del sábado.
Extranjero fue el tema que marcó la entrada en escena de Feli Colina, dueña (quizás) de la voz más versátil de la nueva escena de la música nacional que se quedó para engalanar la exquisita versión de Adela en el carrousel, uno de los temas más finos de la discografía de Charly García, que cumplió 69 años justamente un día antes del concierto. Esa interpretación sirvió también de homenaje y de linkeo con una historia en la que 1915 comienza a escribir su capítulo con pulso firme y seguro.
Después de Sur, otra canción de Dual, y Llamando, vino el tándem final de éxitos obligados. Los años futuros y Policía, dos piezas en las que la banda explotó musicalmente. Dos solos hiper rockeros de Cantarini y una despedida que, en otros tiempo, hubiese generado la segura ovación del público, sirvieron como broche de oro para una primera experiencia que, con altibajos, sirvió para que los 1915 volvieran a encontrarse con los suyos y sus canciones. Un concierto inédito por su formato y por lo amplio de su repertorio que confirma el gran presente y el enorme futuro de una de las bandas con mayor proyección de la emergente nueva escena argentina.
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