La banda mexicana acaba de lanzar su séptimo disco, «Agua Maldita».
Exactamente siete años pasaron desde el último disco que Tito Fuentes, Paco Ayala, Miky Huidobro y Randy Ebright. Siete años en lo que todo parece haberse modificado desde el cristal con que miramos el continente desde nuestro país. Pero seguir confiando en aquellos en los que supimos confiar nos hace querer volver a escuchar a Molotov para mirar las cosas desde el prisma mexicano. Allí, las cosas no parecen haber cambiado demasiado y, en ese marco, el cuarteto vuelve convulsionado, crítico y con el dedo en alto.
«Agua maldita» vuelve a provocar desde la portada, en la que se observa una figura relacionada con la curia (en los tiempos de popularidad papal) rociando fuego, «maldiciendo» tal cual reza el nombre del álbum. Entre las canciones que vuelven a tener la fuerza que ha caracterizado a la banda se destacan aquellas con fuertes críticas a la clase política («Again n’ again», «La necesidad»), el racismo («La raza pura es la pura raza») y la marginalidad («Oleré y oleré y oleré el UHU», «Ánimo delicuencia», «No existe»). Curiosamente, y a pesar de lo sugestivo del nombre de la placa y su arte, los Molotov no apuntan contra la Iglesia en ninguna de las 14 canciones del disco.
A días de haber sido lanzado al mercado en formato digital el disco es el más vendido a partir de esa plataforma. Este séptimo trabajo de los mexicanos que fue grabado entre el DF, Acapulco (Mexico) y California (EEUU) bajo la producción del cantante y productor británico Jason Perry es, además, la primera producción independiente de la banda (aunque cabe señalar que la distribución está a cargo del sello Universal).
Por último, mientras la crítica y la acidez siguen siendo una carta permanente con la que los Molotov apuestan en su vuelta al ruedo; «Agua maldita» también tiene espacio para la conjunción lúdica al interior de sus canciones y una muestra cabal de eso es uno de los temas que funcionó como adelanto para la promoción del disco, «Lagunas mentales», en el que recorren un número muy importante de artistas y bandas latinoamericanas entre las cuales aparecen un puñado de nombres argentinos que van desde Charly García y Calamaro a Los Pericos y El otro yo.