El Big Blue es el nombre del tercer álbum de Bandalos Chinos que salió editado este viernes 6 de mayo y que vuelve a pocisionar a la banda como una de las referencias obligadas en la música pop de la Argentina, así también como una de las propuestas de mayor proyección internacional entre los proyectos del género surgidos en la última década.
El vaivén entre la pista de baile y la nostalgia, que la banda nacida en Beccar conjuga desde lo musical, lo lírico y lo estético, vuelve a formar un todo identitario a lo largo de las once canciones que, sumando un reprise, dan forma al material que será la excusa para que Bandalos Chinos encare la gira más extensa de su carrera. Entre junio y octubre saldrán a recorrer el mundo. Arrancan por el Primavera Sound barcelonés y terminan el 22 de octubre en el Luna Park. En el medio, Francia, México, Guatemala, Ecuador, Colombia, Perú, Chile, Uruguay y, por supuesto, las principales ciudades de nuestro país.
Del disco, del que ya se conocían cuatro adelantos (Una Propuesta, Mi Fiesta, La Final y Cállame) se vuelve a destacar la presencia de la canción pop como sello característico. Esta vez enriquecido, no sólo con la producción del chileno Adán Jodorowsky, sino con la participación de algunos de les compositores contemporáneos más importantes de la escena nacional como Fran Saglietti (Francisca y los expoloradores), Joquín Vitola (Indios) y Esmeralda Escalante (Ainda). También vuelve a sumar su crédito el mexicano David Aguilar, que metió la letra de La última vez, como ya lo había hecho en Los Puntos, de Paranoia Pop (2020).
Al igual que sus dos trabajos anteriores, el álbum arranca con un beat bailable que empuja hacia arriba. Sin vos no puedo se llama el primer track de una playlist sostiene el pulso hitero con los cuatro singles que se editaron como adelanto y empieza a ceder hacia el perfil baladístico de los Bandalos a partir de No, No, No, el sexto tema.
A partir de esa segunda parte, El Big Blue se convierte en una puerta de entrada que invita a un viaje por universo chino. El armado parece calcado de los anteriores discos en los que conviven canciones pop con pasajes de virtuosismo instrumental (Entrada), estribillos adhesivos (Grado de Oscuridad) y climax alcanzados a partir de un altísimo grado de intimismo, como los expuestos en Sillón y Qué lindo es acordarme de vos.
Esta última canción, que cierra el álbum, parece volver a replicar una especie de fade para el trabajo como lo pudieron significar la ya mencionada Los Puntos, en Paranoia Pop, y El concierto, en BACH (2018). El seguidor promedio podrá anotar que esa no fue la última canción de aquel primer larga duración. Es verdad, fue la penúltima, pero igual vale.
La grabación del disco esconde otro puñado de elementos que terminan contribuyendo al particular sonido de El Big Blue. Se grabó en vivo y cinta, respetando la parte más orgánica y pura de la propuesta, que llevó a los conciertos de la banda a convertirse en uno de los más potentes en el menú de ofertas nacionales de la última década.
Como bien lo saben los músicos, en los discos se suele perder la naturalidad sonora que se consigue con la ejecución en vivo. Esos momentos que están cargados de una imperfección que, aunque a veces irrelevante para las audiencias, terminan por embellecer las propuestas originales, precisamente a partir de su autenticidad. Incluso en la prolijidad que caracteriza a Bandalos Chinos, el haber registrado los temas “de un tirón”, dejan lugar a la magia que alimenta la maravilla.