Regina Spektor tocó por segunda vez en Buenos Aires, esta vez en el estadio de la sede Jorge Newbery del club GEBA.
Para quien escribe se podría decir que esta fue como una pequeña revancha. Sucede que hace tres años, en el 2010, tenía una entrada esperándome para ir a ver Regina Spektor en el teatro Gran Rex. Sin embargo, por circunstancias del momento no pude viajar y otro afortunado disfruto por mí. En ese momento la rusa nacionalizada estadounidense presentaba su disco Far y estaba por larga un dvd de esa gira llamado Live in London.
Esta vez no fue en octubre sino en una noche de abril a pleno otoño y al aire libre. Cita de bufanda obligada e ideal para ser acompañada por una petaca de vodka para ir a tono. La previa estuvo a cargo de Jack Dishel de “Only Son” quien acompaña en esta gira. Solo con una guitarra dijo que su banda estaba en Nueva York pero que la había traído en su Ipad. Así que desde ahí empezaron a sonar las pistas que completaban una instrumentación hecha playback.
Después vino ella, acompañada por batería, cello y teclados (que suplantaron al trío de cuerdas). En esta ocasión la excusa es la presentación de What we saw from the cheap seats (traducción literal: lo que vimos desde los asientos baratos) que editó a fines de 2011. El recital arrancó con Ain’t no cover a capela haciendo una base con sus dedos golpeando el micrófono. A partir de ahí se empezaron a intercalar las canciones de su último disco con los clásicos, hits y no tanto.
Regina es capaz de sintetizar pequeños momentos de encuentro o ruptura con gran sensibilidad pero también con una fina ironía y sentido del humor. Momentos que pueden durar lo que dura un beso, November Rain en la radio o el tiempo en el que una estatua se erosiona. La naturalidad con la que toca el piano y los juegos en su voz al cantar pueden transmitir tanto dulzura como densidad. Todo un contraste con su personalidad cuando deja de tocar, por ejemplo, luego de hacer con su voz el sonido de golpes contra una pared al terminar una canción dice tímidamente “muchas gracias”, tomando el micrófono con las dos manos. Entre los nuevos hubo dos que en el disco están como bonus. Primero fue un tema del compositor ruso Bulat Okudzhava llamado en ingles The Prayer, nos mando a googlear la traducción de la letra pero si cerrabas los ojos se venia a la cabeza la imagen del Palacio de Invierno en San Petersburgo. Seguido fue el tema Call Them Brother compuesto junto al amigo Jack Dishel que volvió al escenario para cantar. La canción también sale en el segundo disco de su banda llamado Searchlight.
El bis del final fue casi una síntesis de su carrera. Empezó con Us, siguió con el hit masivo Fidelity y luego Hotel Song, que la corto antes del minuto para empezarla de nuevo. La última fue la exquisita Samson (grabada para dos discos, Songs de 2002 y Begin to Hope de 2006). Una hora y media reloj de recital del que se despide agradeciendo y con un “te amo” dedicado al público.