“Cantar lo que no se dice”: Helena Sarmento y el fado como memoria viva

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Helena Sarmento es una de las voces más singulares del fado contemporáneo. Cantante portuguesa, intérprete visceral y narradora de memorias colectivas, su obra se mueve entre la tradición y la urgencia de lo nuevo. En sus discos —como Liberdade, liberdade! y Tanto Mar— conviven la poesía portuguesa, la historia no oficial, la saudade y la resistencia.

Este octubre, Sarmento visita Buenos Aires como parte del 7° Festival Porteño de Fado y Tango, que se celebrará los días 17, 18 y 19 de octubre de 2025 en sedes como Galpón B, Sanata Bar, Rondeman Abasto y el Centro Cultural Recoleta, donde cerrará el festival con un concierto especial. Su presencia marca un cruce potente entre lo íntimo y lo político, entre la memoria portuguesa y la sensibilidad latinoamericana.

En esta entrevista, conversamos sobre su interpretación de “Tanto Mar” de Chico Buarque, el poder del canto como justicia simbólica, y el fado como archivo vivo de lo popular. Helena habla de Zeca Afonso, Sophia de Mello Breyner y Saramago, pero también de lo que no se dice, de lo que se canta desde el cuerpo, y de cómo la música puede ser una forma de libertad compartida.

Otra Canción: tu interpretación de Tanto Mar, de Chico Buarque, hay un cruce entre la memoria portuguesa y la latinoamericana. ¿Qué te llevó a elegir esa canción y cómo dialoga con tu visión sobre la libertad y la historia compartida?

Helena Sarmento: La primera vez que canté Tanto Mar en vivo fue en Buenos Aires, en diciembre de 2023. Acababa de grabar en Río de Janeiro parte del álbum — que ya se llamaba Tanto Mar — y aún no había decidido si grabaría esa canción en Portugal, donde finalmente terminé las grabaciones.

La decisión vino con la libertad: en abril de 2024 se celebraron los 50 años de la Revolución de los Claveles, ese momento único de la democracia portuguesa, y quise lanzar una canción que evocara esa fecha tan hermosa y simbólica. Un día me desperté decidida — y me pareció obvio: tenía que grabar Tanto Mar y lanzarla el 24 de abril de 2024, anticipando el álbum.

Chico Buarque escribió Tanto Mar en 1975 para celebrar la Revolución de los Claveles: “yo quería estar en la fiesta, pá, con tu gente / y recoger personalmente una flor de tu jardín”. La canción fue censurada por la dictadura brasileña y lanzada solo en Portugal.

La grabé con Carlos Fuchs y Luca Argel, amigos y artistas cariocas. Al final, superpusimos las voces de cada uno, cruzando las dos letras que Chico escribió (en 1975 y 1978). Esa fusión invita a pensar: ¿Quién canta hoy para quién? Tal vez, en este momento, sea Portugal quien tenga más motivos para decir: “lá faz Primavera, pá / cá estou doente / manda urgentemente algum cheirinho de alecrim”.

O.c:  En Liberdade, liberdade! hay una búsqueda de una memoria activa. ¿Creés que cantar puede ser una forma de justicia simbólica?

H.S: ¡Lo creo totalmente! Cantar, para mí, es una forma de intervención social. El arte tiene el poder de hacer pensar, cuestionar, incomodar y, al mismo tiempo, unir, apaciguar, liberar. No hay un momento importante de nuestra vida que no tenga una banda sonora.

Recuerdo una historia bellísima sobre Zeca Afonso — el autor que más interpreto en Liberdade, liberdade! — que escribió una canción en homenaje a Alípio de Freitas, cuando este estaba detenido por la dictadura brasileña. Esa canción se convirtió en un acto de justicia simbólica y dio esperanza a Alípio y a sus compañeros, que la escucharon, incrédulos, a través de una pequeña radio escondida en la prisión.

O.c: ¿Sentís que el fado puede ser también una herramienta política, más allá de su carga emocional y melancólica?

H.S:  Sí, puede. Si entendemos una herramienta política como una forma de intervenir en la sociedad a través de lo que decimos y cantamos, entonces el fado es, sin duda, una de ellas.

O.c:  ¿Cómo elegís los textos que tienen una dimensión social o histórica? ¿Qué tiene que sucederte para que se conviertan en canción?

H.S: Soy sobre todo una intérprete, aunque en este álbum escribí dos letras. Mi proceso de elección es cada vez más intuitivo y visceral. Si no establezco una verdadera conexión emocional con una canción, no la canto (o al menos, no la grabo).

Por otro lado, desde niña tengo un fuerte sentido de justicia, así que es casi inevitable que un texto con dimensión social me conmueva. Pero siempre es la melodía la que decide: las letras me eligen, pero son las melodías las que determinan si esa elección avanza.

Hay textos bellísimos con melodías poco interesantes — y también lo contrario. No hay razón para forzar una canción que no me enamore en su totalidad.

O.c: ¿Qué te conmueve de la obra de Chico Buarque y cómo influye eso en tu forma de narrar lo social a través de lo poético?

H.S: Para mí, Chico Buarque es el mayor letrista de todos los tiempos. Geni y el Zepelín es el retrato más fiel de una sociedad hipócrita, conservadora y cruel, que utiliza a los más débiles — tantas veces a las mujeres — según su conveniencia. Es genial.

Otros ejemplos: Guri, Cálice, Cotidiano, Construção. De su repertorio más reciente, Caravanas y ¿Qué tal un samba?

Pero también me conmueve el Chico romántico: Eu te amo es una daga encendida en un corazón dolido; Todo o Sentimento es un himno al amor y a la esperanza desapegada. Tal vez la canción de amor más bella que conozco.

o.C: ¿Sentís que el fado puede ser una herramienta para visibilizar lo que históricamente fue callado?

H.S: El mundo del fado es muy conservador, rígido y machista. Afortunadamente, cada vez hay más mujeres artistas que siguen su propio camino, su cabeza y su intuición. Ese movimiento es liberador — y urgente.

O.c: Grabaste muchas canciones que tienen como eje el exilio. ¿Qué te impulsó a abordarla y cuán importante es volver a hablar del exilio hoy?

H.S: Con temática de exilio, grabé Canção do Desterro (Zeca Afonso) y, más recientemente, Abandono (David Mourão-Ferreira y Alain Oulman). Ambas son de los años 70.

Me gustaría que en 2025 ya no fuera necesario hablar de exilio, fronteras, desplazamientos forzados y barbarie. Pero, lamentablemente, sigue siendo la realidad de muchos lugares del mundo.

O.c: ¿Pensás el fado como un archivo vivo de lo popular? ¿Tus canciones buscan documentar lo que la historia oficial no registra?

H.S:  Sí, el fado es un archivo vivo de lo popular. Es una música que no se aprende en las escuelas — al igual que el samba —, sino a través de la tradición oral, de la transmisión entre generaciones, de la práctica y no de la lectura.

Las casas de fado son verdaderas escuelas. Y hay un aspecto fascinante: dos intérpretes pueden cantar la misma melodía con letras diferentes y, aun así, parecer canciones distintas. Esa maleabilidad convierte al fado en un género profundamente vivo.

O.c: En A Minha Verdade hay una afirmación íntima que parece también colectiva. ¿Qué te llevó a incluirla en el disco?

H.S: Conocí A Minha Verdade gracias a Anahi Nogueira, cantante de Brasilia que vive en Oporto. Es un samba de Ivone Lara y representa una de las manifestaciones más poderosas de lo femenino en el disco Tanto Mar.

La afirmación — muy interesante tu observación — es simultáneamente íntima y colectiva: “Déjame caminar mi camino, libremente / lo que deseo es poco, pues no duro eternamente”. Me identifico profundamente con esa idea. La vida es demasiado corta como para dejar de hacer lo que queremos por miedo a lo que piensen los demás. Esta reflexión forma parte, cada vez más, de un imaginario colectivo que durante siglos limitó a las mujeres y les cerró caminos.

Hay artistas que ya nacen libres — como Ney Matogrosso, que hoy en día es el artista que más me fascina —, pero cada uno tiene su recorrido. Yo intento, cada vez más, que el mío sea libre, porque no concibo el arte sin libertad.

Además de Ivone Lara, Tanto Mar incluye temas inmortalizados por Amália Rodrigues y Elizeth Cardoso, así como una canción original de Gabriela Kozyra con letra mía — es, sin duda, mi álbum más femenino.

O.c: ¿Qué te llevó a incorporar canciones brasileñas en tu repertorio y cómo elegís aquellas que dialogan con tu estética fadista?

H.S: El criterio para elegir las canciones de Tanto Mar fue el sentimiento contenido en la poesía. Las canciones brasileñas que grabé hablan de saudade, amor y dolor — los temas principales de la estética del fado.

Cantar esas canciones con mi “acento fadista” quizás acentúe la intensidad emocional, por el dramatismo que caracteriza al fado.

O.c: Se as Estrelas Falassem parece invocar una escucha más allá de lo humano.  ¿Qué te atrajo de esta canción y cómo se conecta con tu forma de pensar la libertad, la espera y lo que no se dice?

H.S:  ¡Me encanta esta pregunta! Esta canción es el ejemplo perfecto de cómo elijo las canciones de forma visceral y apasionada — o mejor dicho, de cómo ellas me eligen a mí.

La conocí por Mónica Salmaso, una cantante que amo. Me pareció de una belleza triste y profundamente humana. Después vi un video de Elizeth Cardoso presentándola por primera vez en un programa de televisión, llorando — y yo también lloré.

Fue en 2021, durante la pandemia. Durante un tiempo, Se as Estrelas Falassem fue el título pensado para el álbum — entonces aún solo un sueño.

Dos años después, la grabé con Paulo Aragão, en Río de Janeiro, tras la autorización de Paulo Valdez, nieto de Elizeth. Fui la primera artista en grabarla en estudio (Elizeth nunca lo hizo; Mónica solo la grabó en video). Estoy muy orgullosa de eso.

O.c: ¿Cómo pensás el cruce entre lo urbano brasileño y lo urbano portugués en canciones como Construção?

H.S: Construção retrata una realidad dura. Brasil lo tiene todo en escala intensa: la belleza natural y el afecto del pueblo conviven con la miseria y la desigualdad extrema.

Aunque recientemente salió (otra vez…) del mapa del hambre, el país sigue enfrentando desafíos sociales profundos.

Portugal tiene desafíos distintos, pero también ofrece material para la reflexión crítica, sobre todo si pensamos en los bajos salarios junto con alquileres de vivienda insostenibles.

Es imposible hablar de poetas del cotidiano portugués sin recordar a Sérgio Godinho, contemporáneo de Chico Buarque.

O.c: ¿Qué te interpela de autores como Sophia de Mello Breyner o José Saramago en relación con la memoria colectiva y tu música?

H.S: Sophia traduce la eternidad del mar, de las ciudades y de las personas. Saramago muestra la complejidad de la sociedad y la fragilidad humana. Yo busco interpretar historias, individuales y colectivas, de forma sentida y profunda. Lo que más escucho al final de mis conciertos es que emocioné a las personas. Cuando me dicen eso, siento que cumplí mi papel.

O.c: ¿Qué te llevó a incluir versos de Sophia en Mar Adentro? ¿Cómo dialogás con la poesía portuguesa a través de la música?

H.S: “Quando eu morrer, voltarei para buscar todos os instantes que não vivi junto do mar.” Me identifico profundamente con ese verso. Entre todas las maravillas de la naturaleza, es con el mar que tengo la conexión más profunda.

La poesía en portugués fue determinante para que me convirtiera en cantante e intérprete. Probablemente no habría seguido una carrera artística si no me hubiera encantado cantar poesía escrita en portugués.

Esa poesía, aliada al dramatismo del fado, se reveló como un territorio seductor y magnético para cantar los grandes dolores y bellezas de la vida.

O.c: Si tuvieras que elegir una canción de tu repertorio que sintetice tu visión del fado hoy, ¿cuál sería y por qué?

H.S: A Minha Verdade. Intento, cada vez más, no alejarme de lo que soy y dejar que la intuición y el deseo guíen mis decisiones.

El fado es parte de mí, pero lo que quiero cantar es la belleza, el amor, lo humano — y eso puede estar en un fado, en una canción brasileña, en un tango…

Solo quiero cantar lo que me conmueve y me despierta una inmensa voluntad de compartir.

Helena Sarmento se presentará el domingo 19 de octubre de 2025 a las 18 h en el Centro Cultural Recoleta, como cierre del 7° Festival Porteño de Fado y Tango.