Bosques y la música que habita otro tiempo

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Desde una primera conexión en Plaza Irlanda, en el barrio de Caballito, Bosques nació como proyecto musical en el mismo instante en que sus integrantes comenzaron a tocar juntos. No hubo antes ni después: hubo un mientras. Formado por Martín Beresovsky y Diego Suárez, el dúo lleva más de una década explorando los límites de la canción como forma, rito y frontera. Su música —difícil de encasillar — transita entre el ambient, el folk espectral, la psicodelia y la canción experimental, con una sensibilidad que abraza lo lento y lo que no encaja.
Bosques no es sólo una banda: es también laboratorio, fanzine, publicación impresa, universo gráfico y espiritual. Obras como Emanaciones, Eomaia Nam y Los bordes del tiempo no se presentan como discos cerrados, sino como constelaciones abiertas que invitan a una escucha transtemporal e íntima. En medio de un presente argentino marcado aceleración digital, Bosques propone otra temporalidad: una música que se sostiene como forma de trascender el instante.
En esta entrevista, nos adentramos en su filosofía de lo ritual, en el rol del territorio como entorno creativo, en la poética del margen y en las resonancias literarias que atraviesan su obra.

O.c: Para quienes no conocen Bosques, ¿cómo nace el proyecto? ¿Cuándo fue que dejó de ser una idea para convertirse en un proyecto musical?

Desde el mismo día que nos conocimos, en Plaza Irlanda del barrio de Caballito, empezamos a hacer música juntos. Ahí mismo nació este proyecto, musicalmente desde el principio.

O.c: ¿Qué tipo de necesidad dio origen a Bosques: la de decir algo, la de escuchar otra cosa, la de habitar un espacio que no existía?

Las tres opciones que acompañan la pregunta son válidas y verdaderas. En realidad esas tres opciones están inmersas en una misma razón, más inefable: la música-arte-amistad como creatividad auténtica y necesaria para vivir.

O.c: Bosques parece operar como una búsqueda constante, más que como una banda. ¿Qué significa para ustedes “mutar” en términos sonoros, espirituales y editoriales?

Ante la radiación del infinito que habitamos, la mutación es posibilidad, apertura, existencia. Como muy bien apuntás, la faceta sonora de la mutación no está separada de una voluntad espiritual. Una voluntad que se expresa también editorial, artística, comunicacionalmente. Para nosotros mutar es no quedar atrapados en un molde. Bosques es a la vez banda y laboratorio, puede tomar la forma más o menos estructurada de un grupo, pero se mueve con la libertad de lo experimental. Esa combinación nos permite ampliar los bordes de lo que una banda puede ser y en ese camino, abrir también otros territorios extra musicales, como la publicación impresa “Invocando Invocación” o el fanzine digital de “El eslabón perdido”, donde ahondamos en ideas, pensamientos y en nuestro universo gráfico propio.

O.c: ¿Qué rol juega el territorio —el monte, la sierra, el bosque, la ciudad— en la gestación de cada disco?

Algo que enseñan los viajes y la exploración con plantas medicinales y psicoactivas es que la sustancia cobra un sentido más pleno cuando conecta con una realidad plural y ecosistémica. La realidad profunda que subyace en cada bioma es la interrelación de los elementos.

El territorio tiene un rol que va más allá del espacio físico, también importan los lugares que logramos habitar y construir. Nos hemos topado con ideas y grabaciones inspiradoras en la Patagonia, en las sierras de Catamarca, en un campo de la Provincia de Buenos Aires, o en un departamento o casa de la ciudad. De algún modo, llevamos ese territorio con nosotros, es parte de la música, de cómo nace y se despliega.

O.c: ¿Cómo se sostiene una filosofía de lo ritual en un contexto de producción musical cada vez más acelerado y digitalizado?

En realidad si no fuera por esa misma filosofía esto no se sostendría; por lo menos no así, o no para nosotros. En realidad… ni la vida se sostendría. La razón misma de hacer esto es para sostener la vida: o más aún, para trascenderla.

En este contexto musical acelerado y digitalizado, nuestro enfoque no es tanto resistirse al ritmo del mundo, sino crear nuestro propio tiempo y espacio dentro de él.

O.c: ¿Qué significa para ustedes hacer música independiente en este presente argentino? ¿Cómo se sostiene una banda como Bosques en medio del ruido?

Nuestras ganas de hacer música nacen de una razón vital, de eso se trata esencialmente la búsqueda. El presente argentino nos parece trágico, políticamente nefasto y socialmente doloroso. A nivel global, vemos un mundo poblado de fascismos e imbecilidades en el poder. Aun así, el ruido se disuelve y desaparece, la búsqueda vital de la música se sostiene más allá de este mundo.

O.c: ¿Qué tipo de comunidad imaginan alrededor de sus canciones? ¿Hay una escucha que habilita lo raro, lo lento, lo que algunos llamarían lo no productivo?

Creo que pasa algo curioso y quizás paradojal en este sentido: me atrevo a pensar que nuestra música, nuestro arte, conecta desde un lugar muy personal con aquellos a quienes conmueve. Y entonces no es tanto una cuestión de comunidad identitaria alrededor de nuestras canciones, sino algo más íntimo. La intimidad con lo conocido-desconocido. Nos da mucha satisfacción cuando eso permite un encuentro común desde diferentes experiencias.

O.c: Los bordes del tiempo sugiere una geografía inestable, casi metafísica. ¿Qué tipo de tiempo habita este disco? ¿Es un tiempo vivido, soñado, detenido?

El tiempo adentro del tiempo, el tiempo que está fuera del tiempo, el tiempo más allá del tiempo, se encuentra infinitamente a través de sus bordes. La trascendencia del tiempo a través del tiempo, eso es prácticamente una definición de la música. Concebimos la música como una clave de acceso hacia un más allá.

O.c: ¿Qué tipo de escucha exige Los bordes del tiempo? ¿En qué se diferencia del pulso de Emanaciones o Eomaia Nam? ¿Hay una intención de ralentizar, de invitar a otro ritmo?

Hay una simpleza deliberada, una depuración, una intención de claridad en la manera en la que estas canciones se proponen para la escucha y el entendimiento.

O.c: ¿Cómo se construyó el universo sonoro del disco? ¿Qué decisiones tomaron para que cada tema respire dentro de ese paisaje que ya estaba, pero que decidieron darle una nueva naturaleza?

Este disco nació en paralelo o en simultáneo a nuestra más reciente presentación en vivo en Buenos Aires.

Disfrutamos mucho de reencontrarnos desde el vivo como dúo en la sonoridad acústica y minimalista que siempre estuvo latente en nuestro vínculo, aunque nunca habíamos podido imprimirla en un registro de esta forma.

O.c: ¿Qué les interesa de trabajar con el borde como concepto?

Estas son canciones que literalmente son y han sido para nosotros como bordes en el tiempo, que no solo hablan ellas mismas de una concepción particular del tiempo, sino que además han funcionado como umbrales, hitos, mojones, a lo largo de los años.

O.c: ¿Qué se revela cuando se canta o se baila desde el margen? ¿Hay una poética o coreografía de lo que no encaja, de lo que resiste sin buscar centralidad?

Claro que sí. La poética del margen es la gracia de trascender los bordes. Y en cuanto a lo que se revela… una hermosa pregunta. Creo que algo que se revela es la fortaleza intrínseca del canto, la libertad irreprimible del baile.

O.c: ¿Qué influencias musicales o literarias aparecen como resonancia en este disco? ¿Hay lecturas que acompañaron el proceso?

Sucede que el ‘proceso’ de este disco abarca prácticamente toda nuestra historia hasta el día de hoy. Son canciones que han emergido a lo largo de los años, revisitadas ahora desde un presente que las evoca conceptual y musicalmente como un conjunto transtemporal.

Entonces las influencias, tanto musicales como literarias, son numerosas. Nos gusta pensar Bosques como una obra que es tan musical como literaria. En lo conceptual las influencias de esta obra siempre han tenido que ver con los pensamientos y las expresiones que hablan desde y hacia una voluntad de experimentar una realidad que está más allá de este mundo (y a través de él).

O.c: “Libro para salir al día” toma su título del antiguo texto egipcio. ¿Qué tipo de tránsito o renacimiento propone esta canción? ¿Qué se deja atrás?

En la dimensión de la poesía es siempre difícil intentar explicar significados que no pueden acomodarse a una reducción.

Al igual que en el sentido integral del disco, el tránsito que mencionás habla de un atravesamiento continuo del mundo y del tiempo, no solamente en el sentido de un antes y un después, sino más en el sentido de un ‘mientras’ del que también habla la canción “Umbral”. El pleroma de los gnósticos de todos los tiempos nosotros lo proponemos como un más allá que existe en la posibilidad de atravesar -trascender- el instante mismo. Y la música es la herramienta mágica que sirve a ese propósito.

O.c: “Amniosis” suena a retorno al origen, pero también a mutación. ¿Qué les interesa de esa zona entre lo líquido, lo prenatal y lo espectral?

Lo espectral y lo astral. La pura potencialidad. El pleroma. La libertad creativa. El origen siempre actual y futuro, en todo tiempo y lugar.