All Around Folks: cuando el folk se vuelve comunidad

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Nacidos en Galicia en 2020, All Around Folks se presenta como algo más que una banda: es una comunidad sonora que cruza fronteras, lenguajes y tradiciones. Con dos discos editados —All Around Folks (2021) y Roshanee (2023)— y una identidad que se afirma en el mestizaje respetuoso, el grupo se ha consolidado como una de las propuestas más singulares de la escena folk contemporánea. Su música combina folk-blues, country y rock con instrumentos de la tradición hindustaní como el sitar y la tabla, creando un lenguaje propio que dialoga con lo espiritual, lo social y lo poético.

Integrado por músicos que han vivido en India y que entienden la música como un acto de comunión, All Around Folks propone una experiencia que va más allá del escenario: una celebración de lo humano, lo colectivo y lo ancestral. En sus canciones conviven la contemplación del Ganges al amanecer, la memoria del barrio, la búsqueda de libertad y la resistencia cultural en un mundo que parece haber olvidado qué significa ser “folk”.

En esta entrevista, el grupo reflexiona sobre el sentido profundo de su nombre, el cruce entre lo americano y lo hindustaní, la espiritualidad como latido musical y la importancia de construir comunidad desde la música. Porque para ellos, ser “folks” hoy es un acto de resistencia, una forma de cuidar lo que nos hace humanos, y una invitación a compartir historias que nos conectan más allá de las fronteras.

Otra canción: ¿Qué significa para ustedes ser “folks” en un mundo que ya no sabe qué es folk?

Jesús: Pues parece mentira que, en este mundo tan avanzado, la llamada “aldea global” haya perdido toda su unidad, identidad de pueblo, familia, amigos, en definitiva, gente que se comunica, ama, siente y vive reconociéndose a sí mismos y a sus semejantes, como seres respetuosos con el medio ambiente, cultura y nuestra razón de ser, que es la música, la usamos como medio de lanzar nuestras esperanzas, miedos, vivencias y todas las emociones que nos hacen humanos. Ese es el sentido folk.

Miguel: El folk siempre ha bebido de las raíces de cada sociedad, de lo local, de lo que define a una comunidad, pero en un mundo cada vez más globalizado esa identidad se va difuminando. Para nosotros, ser “folks” hoy es un acto de resistencia y de unión: significa mantener vivos los vínculos con la tierra y con la gente, reconocer que folk es música pero también pueblo, tradición y cercanía; y que folks son también amigos, la comunidad con la que compartimos vida y celebramos lo que nos hace humanos.

O.c: ¿Qué resonancias buscaban al elegir “All Around Folks” como nombre? ¿Fue una declaración de intenciones o una intuición que se reveló después?

 Jesús: No fue una búsqueda o encuentro casual, fue una necesidad de encontrar un nombre (que formulase a la vez del nombre de una banda), la propia definición de lo que nuestros oyentes van a encontrar en nuestras canciones.

Miguel: All Around Folks habla de cercanía, de comunidad, de la gente que nos rodea y de las historias que compartimos. Es, a la vez, una declaración de intenciones y una invitación: ser parte de un viaje en el que caben todas las emociones, culturas y lenguajes que forman nuestra música.

O.c: ¿Qué significa para ustedes que el sitar o la tabla convivan con el folk-blues o el country? ¿Qué tensiones o revelaciones surgen de esa alianza sonora? ¿Es una declaración de intenciones sobre la identidad sonora del grupo?

Jesus: La música es un lenguaje universal, puedes sentar frente a frente a dos instrumentistas o cantantes de diferentes lenguas y culturas y entenderse a la perfección mediante la música y el mensaje que crean por ese medio entre ellos en ese preciso momento. Para nosotros es lo mas natural, que no se haya hecho antes o pocos lo hagan es otra cuestión, solo hay que tener el impulso vital y la necesidad de hacerlo, simplemente por que se siente esa pulsión de comunicarnos así.

Miguel: Cuando un sitar o una tabla conviven con el folk-blues o el country no lo vivimos como una rareza, sino como un encuentro lógico entre tradiciones que, aunque lejanas en geografía, comparten raíces populares y un mismo anhelo de contar historias. Esa alianza sonora no solo nos identifica: es una declaración de intenciones sobre lo que somos, un recordatorio de que lo auténtico surge cuando diferentes mundos se reconocen y dialogan desde la emoción y la verdad. Y en ese cruce hemos encontrado un sonido propio y reconocible, que sentimos como nuestra verdadera seña de identidad.

O.c: ¿Cómo negocian el equilibrio entre la apropiación cultural y la integración respetuosa de lenguajes como el Hindustani? ¿Qué aprendizajes trajeron del tiempo vivido en India?

Miguel: Para nosotros no se trata de apropiación, sino de un proceso natural de integración. Cuando decidimos incluir instrumentos como la tabla o el sitar, lo hicimos desde un profundo respeto por la tradición hindustaní.

Algunos miembros de la banda han vivido en India y han tenido contacto directo con músicos locales, con sus formas de entender la música como algo espiritual y comunitario. Eso nos marcó mucho: aprendimos que tocar no es solo interpretar, sino dialogar con siglos de historia y con una manera distinta de sentir el tiempo y el ritmo.

Esa experiencia nos enseñó a escuchar más y a dejar espacio al otro. En nuestra música no buscamos “pintar” con sonidos exóticos, sino dejar que esos lenguajes se mezclen de forma orgánica con el folk y el rock que forman parte de nuestro ADN. Creemos que el mestizaje no empobrece, sino que abre puertas a nuevas formas de emoción y de belleza.

O.c: “Kashi” es un homenaje a Varanasi, una ciudad sagrada en India. ¿Cómo tradujeron la espiritualidad y la tradición de este lugar en música?

Miguel: “Kashi” nace precisamente de esa experiencia vital en Varanasi. Es una ciudad que respira espiritualidad en cada rincón: el Ganges al amanecer, los cantos, los rituales… Allí entendimos que la música no se concibe como entretenimiento, sino como una forma de conexión con lo sagrado y con la comunidad. Esa atmósfera se coló inevitablemente en nuestra manera de componer: los tempos se vuelven más contemplativos, las melodías buscan la calma y la trascendencia, y la tabla adquiere un papel central como latido espiritual de la canción.
Esa búsqueda de luz y trascendencia conecta directamente con Roshanee, donde se refleja esa inspiración: la idea de que la música puede ser una guía, un espacio de claridad en medio del ruido del día a día.


O.c: “Set My Body Free” tiene un sabor country. ¿Qué representa esta canción dentro del disco? ¿Cómo dialoga el estilo americana con los elementos de la música hindustani?

Miguel: “Set My Body Free” forma parte de nuestro primer disco homónimo y es, en realidad, una versión de The White Buffalo. Es una banda que siempre nos ha inspirado por su manera de contar historias, crudas y honestas, con un lenguaje muy ligado al folk y al country americano. Elegimos esta canción porque conecta con una idea muy nuestra: la búsqueda de libertad, de romper cadenas y volar más allá de lo que nos limita.

Lo interesante fue cómo, al llevarla a nuestro terreno, la canción cambió de piel. Mantuvimos ese sabor country que le es propio, pero le dimos un nuevo color al introducir la tabla, que dialoga con la guitarra y las voces. Fue nuestro primer gran ejercicio de mestizaje sonoro: un puente entre el imaginario americano y el hindustaní que hoy sigue definiendo nuestra identidad como banda.

O.c: “We Won the Race” combina la música americana con la hindustani. ¿Qué historia o mensaje querían contar con esta canción? ¿Cómo lograron equilibrar ambos estilos en una misma pieza?

Miguel: “We Won the Race” es una canción muy especial para nosotros porque condensa el espíritu del primer disco. La letra habla de perseverancia, de atravesar turbulencias y aún así seguir adelante. Es un mensaje de resiliencia: aunque la vida te haga caer, lo importante es haber elegido tu propio camino y celebrar cada pequeño triunfo como una victoria compartida. De ahí ese estribillo casi a modo de mantra: “we won the race”.

Musicalmente fue un reto y un regalo a la vez. Queríamos que el tema respirara la fuerza del folk-rock americano, pero también que la espiritualidad y la tensión emocional de la música hindustaní se sintieran de verdad. El sitar tiene aquí un protagonismo especial, casi como una voz más que acompaña a las nuestras, elevando la canción hacia un lugar distinto.

El equilibrio lo logramos no pensando en “sumar estilos”, sino en dejar que cada lenguaje aportara lo que mejor sabe hacer: la calidez rítmica y armónica de lo americano, y la profundidad y el vuelo melódico de lo hindustaní. Esa mezcla es, en realidad, la metáfora de la propia canción: cuando mundos diferentes se encuentran, el resultado no es conflicto, sino una victoria compartida.

Y por eso sigue siendo tan especial para nosotros: cada vez que la tocamos en directo, la sentimos como un himno propio, una celebración de lo que somos como banda y como personas.

O.c: Roshanee” alude a la luminosidad. ¿Qué tipo de luz querían encender con este disco? ¿Es una luz que revela, que guía, que quema?

Miguel: El título Roshanee significa “luz, brillo” en hindi, y para nosotros esa palabra engloba lo que queríamos transmitir con el disco: la sensación de que la música puede iluminar espacios internos y externos. No es una luz que deslumbre o que queme, sino una que guía y que revela, que te acompaña en medio de la incertidumbre

En la mitología hindustaní la luz suele simbolizar el conocimiento, la claridad frente a la oscuridad de la confusión. Esa idea nos inspiró mucho: cada canción es como un pequeño destello que ayuda a orientarte, a recordarte que incluso en los momentos más oscuros siempre hay una chispa de claridad a la que aferrarse.

Y, en un plano más íntimo, Roshanee también habla de nosotros como grupo. Somos personas con caracteres muy distintos, cada uno con su “longitud de onda”, con su propio color. Y precisamente esa diversidad, cuando se une, crea una luz blanca, una luminosidad compartida que es más grande que la suma de las partes. Esa es la luz que queríamos encender: la que surge cuando compartes tu brillo con otros y juntos encuentras claridad en medio del camino.


O.c: “I Need” aborda el feminismo y la conciencia ecológica. ¿Qué mensaje querían transmitir con esta canción y su videoclip? ¿Cómo se relacionan estos temas con su visión artística y social?

Miguel: “I Need” fue desde el principio una canción de denuncia y de empoderamiento. La letra habla de esa sensación de haber avanzado como sociedad pero de seguir atascados en dinámicas que oprimen: desigualdad, control, estructuras que nos quieren “domar”. El estribillo —“I need to break away”— es casi un grito colectivo, una forma de decir “basta, necesito liberarme de todo lo que me limita”

El videoclip refuerza esa idea de libertad a través de imágenes ligadas al campo y a la naturaleza: los paisajes abiertos, el caballo, esa búsqueda de aire puro. Para nosotros la naturaleza es un símbolo de lo indomable, de lo que resiste a ser domesticado, y en ese sentido dialoga con la letra: igual que necesitamos romper con ataduras sociales, también necesitamos volver a un vínculo más libre y respetuoso con nuestro entorno.

Artísticamente, siempre hemos entendido la música como un espacio de libertad, pero también de responsabilidad. No solo queremos entretener, queremos aportar una mirada, invitar a pensar, a sentir y a actuar. “I Need” fue nuestra manera de decir que el arte no puede estar al margen de lo social: que nuestra voz también tiene que estar ahí, acompañando las luchas que marcan nuestro tiempo.

O.c: ¿Qué les impulsó a usar el castellano en “La historia de antes de que tú nacieras”? ¿Qué se transforma cuando cambia el idioma?

Miguel: “La historia de antes de que tú nacieras” fue un reto y a la vez una necesidad. El folk en castellano no tiene tanta tradición como en inglés, pero es nuestro idioma nativo (salvo en el caso de Kristin) y forma parte de nuestra identidad. Además, al tratarse de una experiencia personal de María y Álvaro, el castellano era la forma más natural de contarlo, con toda la carga emocional y de cercanía que solo nuestra lengua podía darle. También respondía a un deseo del público, que nos pedía escuchar un tema en castellano, y sentimos que era el momento de dar ese paso y acercarnos de otra manera a quienes nos siguen.

Cambiar de idioma transforma inevitablemente la música: el castellano tiene otras cadencias y sonoridades que hacen que la canción respire diferente y llegue de forma más directa e íntima. Para nosotros fue como abrir una nueva puerta y comprobar que nuestro universo sonoro puede dialogar con nuestra lengua materna sin perder autenticidad. Creemos que esa mezcla entre folk y castellano aporta algo poco habitual, una singularidad que refuerza nuestra identidad como banda. Por eso no descartamos seguir explorando este camino en el futuro, dejando que nuevas historias encuentren en el castellano su forma más honesta de ser cantadas.

O.c: ¿Qué significa para ustedes cantar sobre el arraigo desde una banda que cruza océanos sonoros y culturales?

Jesús: Necesitamos dar sentido a nuestras emociones, el arte es universal. Las barreras son solo líneas imaginarias pintadas por el hombre que tiene miedo a sentirse invadido, contaminado, ¿por quién? ¿Por sus semejantes? Por eso al cantar, al musicar nuestras emociones, queremos ser marea y viento que acaricie a todos los valientes que sonríen y se sienten eternos, por que lo somos y seremos.

O.c: ¿Qué les conmueve de “Le radici” como relato de arraigo, mafia y melancolía? ¿Cómo se construye la armonía entre Kristin y María sin perder la singularidad de cada voz?

Jesús Vocalmente, la identidad de All Around Folks nace de dos personalidades tan lejanas como compartidas entre dos mujeres que, al final, nos hemos aglutinado en un mismo color para encumbrar una voz única femenina con la misma proyección de alma. Kristin es pura lírica pero envuelta en folk y country americano. María es idealista, apasionada y rasga tanto la voz como dictan sus entrañas. El cuerpo de sus voces juntas converge en un escenario en el que no caben más registros del espectro vocal.

O.c: “Eivissa” es descrita como casi psicodélica. ¿Cómo se relaciona esta canción con la espiritualidad que atraviesa el disco? ¿Qué papel juega la experimentación en su música?

Jesús: Eivissa (Ibiza) no se entendería sin Ophiusa (Formentera), son complementarias y a la vez opuestas, nuestros particulares Ying y Yang. La necesidad de experimentación surge de las vivencias, de los momentos que nos regala la vida, sean buenos o malos, alegres, bajos o lineales, en definitiva, los altibajos a los que nos vemos sometidos en nuestra línea de vida, se transmite indiscutiblemente a la hora de la necesidad de crear y en este caso, llevar la creación un poco mas al límite perdiéndole el respeto a las fórmulas para poder reformular las reglas y entrar en las aguas de la experimentación, donde no hay que ser cobarde, mas bien osado y darlo todo y mostrarte tal cual eres.

O.c: “Zoso” es un homenaje a Led Zeppelin, una de sus grandes influencias. ¿Cómo reinterpretaron su legado en esta canción? ¿Qué aprendieron de su forma de integrar culturas y estilos?

Miguel: Decidimos hacer este tema en formato instrumental inspirados en su energía y a su capacidad de experimentar sin necesidad de palabras. Para nosotros, Zeppelin fueron pioneros en integrar culturas y estilos con una libertad creativa que sentimos muy cercana

En “Zoso” buscamos dialogar con ese legado: llevar esa pulsión exploratoria a nuestro terreno, donde conviven el folk americano, el rock y la música hindustaní.
De ellos aprendimos que la verdadera innovación nace de atreverse a cruzar fronteras sonoras, y que en esa mezcla es donde surge algo realmente atemporal.

O.c: ¿Qué les exigió la producción de este disco que no les había exigido el primero?

Jesús: La banda ha crecido en componentes y en corrientes sonoras entre el primer y segundo CD, por lo tanto, nos exigió y mucho. Conseguir unidad y conciencia de grupo. De comunidad emocional y fusionarnos como tal, no ha sido fácil y aún seguimos el camino de la madurez. Como banda a nivel instrumental, hacer música de raíz, que transmita y haga sentir, es nuestra pasión y empeño, todo esto debe manar del interior de cada uno de nosotros y fusionarlo y traducirlo en música, es una exigencia que sale natural de nuestro compromiso artístico.