El proyecto compartido entre Ale Sergi, Julieta Venegas, Cachorro Lopez y Didi Gutman acaba de dar a luz su material discográfico.
La noticia fue macerándose lentamente. Con pistas que en principio escondían más de lo que mostraban y se perdían en la ansiedad de aquellos más adeptos a las novedades y que lentamente fue generando la potencia expectante buscada desde un comienzo. Ale Sergi (Miranda!), Cachorro Lopez, Julieta Venegas y Didi Gutman (Brazilian Girls) formaron Meteoros por el simple hecho de aunar los caminos compartidos en estudios y salas de grabación durante un período de tiempo suficientemente importante como para dar rienda suelta a una amistad que de la música parte y con la música anda. «Es un proyecto medio fantasma y flexible que no sabemos a dónde va ni de donde viene» supo decir Cachorro alguna vez. Y si bien podemos tomar como cierta la premisa, también podemos señalar que al escuchar el disco esos interrogantes empiezan a encontrar respuestas.
No hay demasiada novedad a lo largo de las 10 canciones que recorren el trabajo de Meteoros. Todo lo que uno puede imaginar al conocer los nombres unidos detrás del proyecto se confirma en el disco a medida que el material va girando. Eso sí, se hace con maestría. Cada una de las marcas estéticas que se unifican, se identifican con facilidad. Si bien por momentos resulta difícil despegar las canciones de Julieta y Ale de aquellas que forman parte de sus propios proyectos, ambos logran cruzarse de modo efectivo en varios momentos del disco y eso aporta al encuentro una frescura que le da sentido a algo que podría etiquetarse bajo el concepto de identidad grupal. Algo de eso ya se confirmaba en «Decirnos la verdad», el tema con el que se presentaron en sociedad hace apenas un par de semanas; pero se certifica en otros pasajes que se pueden encontrar en temas como «Desconfío», «Esclavos del silencio» o «Yo no pudo hacerte ningún bien». Los aportes de Gutman tal vez sean de lo más interesante de rastrear a lo largo de la escucha. Con la canción pop y la pista de baile como bandera, todo el disco se matiza con los aportes del norteamericano que, pese a su aparente minimalismo, ocupa un rol central en el sonido de cada una de las canciones. Cachorro está intacto y vuelve a revalidar su posición de productor estrella al homogeneizar el trabajo de sus compañeros para volverlo claro y contundente. Todos cantan, todos tocan, todos componen, todos aportan lo suyo y en esa colectivización artística se esconde el secreto de lo conseguido a lo largo del disco.
Meteoros también aparece, hay que decirlo, como una nueva propuesta nacida y ejecutada desde el corazón mismo del establishmet pop de los tiempos que corren. En un momento en que las propuestas surgen a borbotones a lo largo de todo el continente, la aparición de un supergrupo con perfiles de grueso calibre sirve también para revalidar laureles sobre formatos estéticos y maneras de encarar el trabajo artístico. Nadie sabe, a ciencia cierta, cómo seguirá esta historia. Por el momento, el disco se presenta como una excelente razón para que se hable de Meteoros durante un rato largo y para que sus canciones empiecen a formar parte de los charts continentales en el tiempo inmediato. Y, por supuesto, para escuchar canciones y bailar un rato.