La banda presenta su nuevo disco, Templo Sudoku, el próximo 6 de noviembre en Espacio 75. Todavía falta, pero podemos ir escuchando el disco que termina de ensamblar las bases de su sonido.
Quizás cuando los Telescopios presenten el disco, el próximo 6 de noviembre, haya llegado la primavera por fin. mientras tanto esta nublado, gris, frió, y esa estación que se publicita como de la alegría aparece intermitentemente. Quizás ese 6 de noviembre en el nuevo Espacio 75, muchos se acerquen por primera vez a las canciones de Telescopios, y por eso es necesario pasarles un aviso: en el momento de presentación del disco estarán viendo una banda que ha elevado su propio techo.
No hay nada más excitante que ver cómo una banda se va haciendo camino al andar, cómo va buscando su sonido. En Templo Sudoku, el nuevo LP de Telescopios, parece que Molina, Ferrón, Moroni y Ortíz, pusieron el último ladrillo de sus cimientos sónicos. Este parece ser el sonido que la banda buscaba cuando dejaron de lado el proyecto Tierra Mojada -deben bajar el disco de este proyecto que es muy bueno, donde había una interesante fusión de folklore, pop con matices futuristas-.
El encanto de las guitarras, las atmósferas oníricas: Telescopios suena a ahora. Impregnados por el sonido pop/electrico de las bandas cordobesas amigas, el cuarteto logra plasmar en un disco de 13 canciones lo que parece ser su sonido definitivo. La canción toma el centro de la producción, sin dejar de lado la exploración experimental que siempre han utilizado como firma propia.
«Sabés que no nos íbamos a acostumbrar / a que pase nada», afirma la banda en «Ninja», el segundo tema del disco, que casi como definición de principios arranca con un categórico: «que bueno estar de vuelta». Las guitarras infladas, alla Jonny Greenwood y una batería que empuja a los pies a tomar vida propia. ¡Que bueno que están de vuelta!.
Cómo dicen en «Las Playas», que bueno es poder abandonar las viejas formas, aunque las fuerzas de la conservadora Córdoba empujen a quedarnos quietos. Telescopios, va firme en su periplo con canciones de laboratorio.
A veces parece que escuchamos Privé de Spinetta, otras Ok Computer, pero siempre suenan a Los telescopios. Sabé vevó. Hoy Córdoba, musicamente hablando, parece sonar a eso.
Hoy que las calles están grises es bueno pedir que nos cuenten «lo que cuesta», porque sabemos que entre globitos y bailes forzados nos encontramos en una fea fiesta. Sólo bastara hacernos tiempo para encontrar lo que no está y ponerlo todo en su lugar. Templo Sudoku es un páramo en un invierno quieto en plena primavera. No hay conformismo, no hay acostumbramiento, solo un intento de buscar que las canciones hagan de este lugar, un lugar mejor.